Instituto de Investigación de Recursos Biológicos
Alexander von Humboldt

Investigación en biodiversidad y servicios ecosistémicos para la toma de decisiones

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¡Ojo a las bandadas mixtas durante el Global Big Day!


Foto: Pitangus sulphuratus
John Bernal

El Global Big Day (GBD) 2019 realiza su quinta versión este sábado, 04 de mayo, en todo el mundo y Colombia buscará retener el primer lugar de registros que obtuvo en los dos años anteriores. Un equipo de investigadores del Instituto Humboldt ya están en cinco departamentos del país para liderar el avistamiento anual más grande y esperado por expertos y aficionados a las aves. En mayo de 2018, más de 30 mil personas en 170 países salieron a los campos y bosques alrededor del planeta para registrar cerca de siete mil especies durante 24 horas consecutivas, ¡todo un record mundial!

Solo en Colombia fueron matriculadas 1.546 especies a través de 4.840 listas enviadas a la plataforma nacional online de eBird, cifra que representa alrededor del 80% de las más de 1.900 especies de aves que tiene el país, observadas o escuchadas por miles de personas en todos los departamentos.

En aquella oportunidad, Antioquia, Valle del Cauca, Risaralda, Meta, Tolima, Putumayo, Cundinamarca, Boyacá y Caldas registraron más de 500 especies en un solo día mientras que únicamente 13 países en el mundo sobrepasaron esta cantidad de especies observadas o escuchadas por sus pajareros

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Foto: Glaucidium jardinii
John Bernal

Más del 10% de las especies de aves registradas en el GBD 2018 las hizo una sola persona



El Instituto Humboldt se encuentra en Caquetá (Florencia, Tres esquinas), Putumayo (Sibundoy, Puerto Leguízamo), Meta (La Macarena), Boyacá (Gachantivá) y Nariño (Tumaco) para acompañar las observaciones y registros de especies aves nacionales. Por su parte, otras entidades también organizan “pajareadas” a nivel nacional y departamental, con participación de una gran diversidad de grupos de niños, jóvenes y adultos, mujeres y hombres, principiantes, aficionados, estudiantes, expertos, científicos, operadores turísticos, dueños de reservas, integrantes de ONGs, organizaciones comunitarias, miembros de la Policía de Turismo, funcionarios de Parques Nacionales, sociedades ornitológicas, funcionarios de alcaldías y gobernaciones, entre otros.

Para conocer detalles acerca de cómo participar, visita eBird.org Colombia.

Ojo a las bandadas
Como parte de la campaña de expectativa del GBD y a manera de estímulo para los amantes de las aves, el Instituto Humboldt desarrolla la campaña De Parche en sus canales digitales. Se trata de un acercamiento a las bandadas mixtas, fenómeno común en algunas especies, entre ellas las aves migratorias, y que consiste en asociaciones momentáneas o permanentes de individuos de diferentes especies para buscar y tomar alimento de manera eficiente y esquivar la depredación.

Clic para ampliar información acerca de las bandadas mixtas

Durante las épocas de invierno son comunes las manadas aladas que viajan kilómetros desde el sur al norte del continente y viceversa en busca de calor y alimento. En este caso, las aves pueden migrar en bandadas compuestas por más de una especie; un ejemplo está en las rapaces como el gavilán aliancho (Buteo platypterus) y el gavilán langostero (Buteo swansonii) que se agrupan y vuelan juntas en círculos.

En otros grupos de migratorias, aves insectívoras conforman grandes grupos durante marzo y abril en bosques o zonas arboladas urbanas para alimentarse y moverse juntas, haciendo escalas, en su migración hacia latitudes altas. Estas bandadas pueden tener entre sus integrantes a mosqueros (Familia Vireonidae), pibís (Género Contopus), y elaenias (Género Elaenia).

En especies de aves como la tijereta sabanera (Tyrannus savana) ocurre una reunión de millones de individuos que migran en invierno desde las planicies australes, pasando por Brasil, con destino a Colombia y Venezuela, entre abril y agosto.

En bosques, llanuras, playas, etc., muchas aves se integran en bandadas compuestas por dos o incluso más de 20 especies diferentes, en busca de protección de los depredadores mientras se alimentan.

Las especies que hacen parte de estas bandadas en bosques suelen incluir tángaras (Familia Thraupidae), gorriones (Familia Emberizidae) y chamiceros (Género Synallaxis), inclusive tucanes o mirlas (Familia Turdidae); en playas son comunes los andarríos (géneros Tringa y Actitis), ibis (género Phimosus), tinguas (géneros Porphyrio, Gallinula y Rallus) y garzas (género Ardea); y en planicies son habituales los grupos de palomas (familia Columbidae), gorriones (familia Emberizidae) y chamones (géneros Molothrus y Quiscalus).

Existen otro casos en los que las aves se reúnen alrededor de rebaños de grandes mamíferos que pastan; en el país son comunes los grupos mixtos de especies como garzas bueyeras (Bubulcus ibis) y garrapateros (Crotophaga).

Ya lo sabe, si estará “de parche” en el GBD 2019, abra los ojos y preste atención según su ubicación porque podría avistar, entre las distintas especies, a grupos de aves mixtos en pleno trayecto migratorio; si no es su caso, permanezca atento al Instagram, Twitter y Facebook del Instituto Humboldt con el numeral #DeParche para conocer mucho más acerca de las bandadas voladoras en sus viajes estacionales.

*Con información de eBird Colombia

Bogotá y Medellín compiten en reto mundial “Naturalista Urbano”

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Bogotá, D.C. 25 de abril de 2019 


Foto: Instituto Humboldt
 
 
Bogotá, por segunda ocasión, y Medellín, por primera vez, representarán a Colombia en la competencia amistosa mundial Reto Naturalista Urbano, o City Nature Challenge, versión 2019 que se realizará del 26 al 29 de abril.

Más de cien ciudades del mundo competirán para demostrar cuál alcanza el mayor número de observaciones de naturaleza, encuentra más especies e involucra a más personas. En 2018, el primer lugar lo obtuvo San Francisco con 41.737 observaciones, 3.211 especies y 1.532 participantes. 

La iniciativa espera que miles de personas salgan a buscar la naturaleza en sus ciudades registrando con sus teléfonos inteligentes plantas, hongos y animales silvestres.  
El Reto Naturalista, creado por el Museo de Historia Natural de Los Ángeles y la Academia de Ciencias de California, busca mostrar y registrar la biodiversidad de las ciudades a través de la plataforma global digital para amantes de la naturaleza INaturalist.

Precisamente, Colombia dispone de una franquicia bajo el nombre Naturalista, sitio web que concentrará la información recopilada por capitalinos y paisas durante los cuatro días de desafío mundial, que en Medellín lidera el Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe y en Bogotá el Instituto Humboldt.

Entre los puntos de encuentro en Bogotá se encuentran Sumapaz; las reservas Umbral Cultural Horizontes y Ecológica El Delirio; los parques Ecológico Distrital de Montaña Entrenubes, Regional la Florida y Simón Bolívar; humedales Capellanía y Meandro del Say (Fontibón), Córdoba y Salitre; los cerros La Conejera y Seco (Ciudad Bolívar); ríos Fucha y San Francisco (Salitre Oriental); las universidades Distrital (sedes Vivero, Macarena y Bosa) y Nacional; y Serranía del Zuque.

En Medellín hay varios puntos establecidos para la actividad: el Parque Explora, los cerros Picacho, Nutibara, La Asomadera, El Volador y Pan de Azúcar; los corregimientos Santa Elena, San Antonio de Prado, San Sebastián de Palmitas y San Cristóbal; el Parque Ecológico Piedras Blancas; el Jardín Botánico; barrios Castilla, La Candelaria, Guayabal y El Poblado; reservas forestales Baldías, El Moral y El Frisal; las universidades Nacional y de Antioquia; el Parque Zoológico Santa Fe, entre otros.

Los bogotanos y medellinenses interesados en participar solo necesitan registrarse en la web Naturalista o a través de la aplicación disponible para sistemas operativos Android o Iphone, disponer de un teléfono inteligente o una cámara fotográfica, tomar fotos de plantas, animales y hongos durante los cuatro días de competencia y publicarlas en la plataforma o en la app.

En el continente americano, además de Colombia, países como Canadá, Estados Unidos, México, Panamá, Ecuador, Brasil, Bolivia, Perú, Chile y Argentina aceptaron unirse al Reto. En Europa confirmaron el Reino Unido, Alemania, Checoslovaquia, Luxemburgo, España, Italia y Croacia. Asia estará representado por Israel, Japón, China, Taiwán, Malasia y Singapur. Por Oceanía competirán Nueva Zelanda. Por África estarán Kenia, Nigeria y Sudáfrica.

A partir del sábado 30 de abril y hasta el domingo 5 de mayo se identificarán las observaciones realizadas en los días de competencia del Reto. Los resultados serán publicados el lunes 6 de mayo de 2019. El minuto a minuto de la prueba mundial podrá seguirse en canales digitales por medio de la cuenta @citnatchallenge y la etiqueta #CityNatureChallenge.

¡Esta fiesta nos pondrá a volar!


La Fundación Aves Colombianas llega con su fiesta de las aves a la sede Venado de Oro del Instituto Humboldt, este miércoles, 13 de marzo de 2019, desde las 10:00 a.m. hasta las 3:00 p.m.*, para despertar el interés de los bogotanos por la observación de aves y construir conocimientos colectivos por medio de actividades gratuitas, basadas en juegos interactivos y la conversación.

La Fiesta de las aves es una estrategia de divulgación y comunicación científica que genera conciencia ciudadana y acciones colectivas en beneficio de las aves y sus ecosistemas mediante la participación, la pedagogía social y los procesos creativos desarrollados en corredores y circuitos ambientales de la capital colombiana.

Para participar en la última fiesta de las aves que se realizará en nuestra sede Venado de Oro, ubicada en los cerros orientales de la capital colombiana, diligencia el formulario de inscripción que estará disponible hasta el martes, 12 de marzo a las 3:00  de la tarde.

La iniciativa es posible gracias al Programa Distrital de Estímulos Beca “Travesías Ciudadanas: Bogotá Vive Natural, otorgada por la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte (SCRD) distrital en su primera convocatoria de 2018, y que ha reunido a más de mil personas desde su inicio en diciembre pasado en un total de 12 fiestas de las aves, realizadas en espacios priorizados por la Alcaldía Mayor, como ríos, humedales y parques.

De esta manera la celebración llegó a espacios circundantes a los ríos Arzobispo, Tunjuelo y Fucha; los humedales Córdoba, Juan Amarilo, Jaboque y Tibanica; en el Parque la Riviera de la localidad de Engativá; y el embalse San Rafael donde participaron comunidades educativas, familias, grupos de amigos y curiosos de Usme, San Cristóbal, Milenta, Floresta, Andes, Parkway; y los colegios Departamental La Aurora y Eduardo Umaña Mendoza, por mencionar solo algunos.

La propuesta didáctica de este colectivo, conformado por una decena de personas entre biólogos, ecólogos, pedagogos, diseñadores y comunicadores, busca la transformación cultural acerca del cuidado de los cuerpos de agua y la vida silvestre que habita en la capital. Las iniciativas, inclusive, procuran una articulación comunitaria y creación de redes para la valoración, protección y cuidado del recurso hídrico y de la flora y fauna bogotana. 

Acerca de esta propuesta, Jay Martin, director del proyecto, menciona que “se propuso a las aves como un elemento que permitiera establecer relaciones de la gente con sus humedales, parques y ríos. Al preguntarle del por qué del concepto de fiesta, Martin responde: “porque somos un país rumbero; porque las aves son coloridas; por sus cantos; por su riqueza; por su valor; y ¡porque se lo merecen!

En los cinco años de trabajo (2014 a la fecha), la Fundación Aves Colombianas ha desarrollado narrativas para comunicar el tema de las aves en espacios diversos del territorio colombiano y con múltiples grupos poblacionales. “Nos interesa hablarle a la gente que no sabe del tema o que es apasionada, y lo hacemos con metodologías complementarias que les permitan sensibilizarse o enamorarse de las aves. Imposible que al habitar el país número uno en variedad de aves, no las conozcamos”, dice Jay.

Una de sus primeras estrategias fue el diseño e impresión de un álbum con láminas autoadhesivas en idioma español e inglés con lo que Jay llama “las joyas, las especies únicas de Colombia” y que distribuyeron con especial énfasis en el público extranjero por la fascinación que generan en este, misma que no es tan fuerte en el país. “No hemos dimensionado su valor”, explica Martin. Las 475 fotografías seleccionadas para esta colección fueron suministradas por 85 fotógrafos de naturaleza, aficionados y profesionales, que atendieron el llamado de la fundación.

Luego vino el desarrollo de seis actividades, inspiradas en juegos clásicos conocidos, adaptables a todos los públicos y contextos, las cuales buscan en los participantes un conocimiento sobre distintas especies de aves, los diversos tipos de picos, patas y comportamientos, asimismo a los ecosistemas que habitan.

Oráculo de las aves, Con ojos de pajarero, Sospechosos por naturaleza, Memorias de las aves, El que menos corre, vuela, y un aula ambiental itinerante son las seis actividades lúdicas que hacen parte de la propuesta que la Fundación Aves Colombianas lleva hasta las comunidades circundantes de los ríos, humedales, parques y circuitos ambientales bogotanos donde se vive la Fiesta de las aves.

Pero, ¿de qué trata cada una de las actividades con las que se van a encontrar nuestros visitantes en el evento del miércoles?

Oráculo de las aves. De una especie de naipe, un participante toma al azar una carta con la figura de un ave, la cual tiene un mensaje único que es interpretado a la luz de conocimientos y saberes ancestrales de las comunidades indígenas colombianas.
Con ojos de pajarero. Los participantes, con binoculares, siguen las instrucciones de un experto para hallar la mayor cantidad de imágenes de especies de aves, en tamaño real, ocultas en el paisaje.
Sospechosos por naturaleza. Está basado en un popular y clásico juego de mesa llamado Clue (¿Quién es el culpable?), donde cada participante debe descubrir quién cometió un delito ambiental, sus causas y consecuencias.
Memorias de las aves. Con lápices de colores, los participantes colorean siluetas de aves o las dibujan a partir de figuras geométricas.
El que menos corre, vuela. Es una carrera de observación con la utilización de cinco “mochilas del saber” ocultas en el paisaje donde se desarrolla la actividad. Un guía muestra a los participantes una fotografía de un ave mientras les da detalles de su comportamiento, alimentación, ecosistemas que habita, etc. Las personas salen en busca de las mochilas para hallar en ellas elementos relacionados a lo que escucharon y vieron en la imagen. Luego regresan para validar sus hallazgos.
Bus aula ambiental. Apoyado por miembros de la policía ambiental, en este espacio es posible conocer acerca del tráfico ilegal de fauna silvestre a través de piezas audiovisuales y de un juego guiado, en el cual una persona custodia una carta con la imagen de un ave y, a través de preguntas y respuestas, los participantes intentan descubrir la especie a partir de un abanico de posibilidades gráficas.

*Debes disponer de 2 horas para acompañarnos en la jornada y puedes elegir entre dos espacios de tiempo: de 10 a.m. a 12 m. o de 1 a 3 p.m. ¡Apúrate, los cupos son limitados!

Estos son los resultados del acuerdo "Biodiversidad y Desarrollo por el Putumayo"


Cedrela odorata
Foto: Francisco Javier Mijares / Instituto Humboldt

La iniciativa Biodiversidad y Desarrollo por el Putumayo presentó los resultados de su primer año de trabajo conjunto, entre distintos sectores, para preservar la biodiversidad y la conectividad de esta región de la Amazonía y, asimismo, promover la actividad empresarial.

El acuerdo se consolidó en 2017 con la participación de Parques Nacionales Naturales de Colombia (PPNN); Corpoamazonia; el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas SINCHI; el Instituto Humboldt; y las empresas del sector de hidrocarburos Gran Tierra Energy y Amerisur Exploración Colombia, ambas afiliadas a la ANDI. Un año más tarde, el Proyecto Vida Silvestre –liderado por Ecopetrol, Wildlife Conservation Society, la Fundación Mario Santo Domingo y Fondo Acción– se unieron a la iniciativa.


(De izq. a der.) Luz Marina Mantilla, directora general Instituto SINCHI; Jaime Mauricio Concha, vicepresidente Minería, Hidrocarburos y Energía de la ANDI; Dora Moncada, coordinadora Iniciativa Biodiversidad y Desarrollo ANDI; Manuel Buitrago, presidente Gran Tierra Energy; Luis Alexander Mejía, director Corpoamazonia; Santiago Martínez, Ecopetrol; Carlos Manuel Herrera, vicepresidente Desarrollo Sostenible ANDI; Julia Miranda, directora general Parques Nacionales Naturales de Colombia; Francisco Gómez, subdirector de Servicios Científicos y Proyectos Especiales Instituto Humboldt; Carlos Martínez, gerente general Amerisur Exploración Colombia.
Foto: Ximena Borré/Instituto Humboldt


Para dimensionar la importancia ecológica del Departamento del Putumayo, basta con saber que se encuentra ubicado en una zona de alta diversidad biológica y, por lo tanto, es rico en especies fauna y flora, algunas de ellas amenazadas por diversas actividades humanas que ejercen presión sobre los ecosistemas.

Según cifras suministradas desde el Sistema de Información sobre Biodiversidad de Colombia (SiB), plataforma que reúne datos biológicos provenientes de cientos de entidades e iniciativas colombianas, el Departamento tiene 5.867 especies entre aves, mamíferos, peces dulceacuícolas, plantas y líquenes; 168 son exclusivas de esa zona del país; cuatro están listadas en la categoría Peligro Crítico (CR), 21 En Peligro (EN) y 37 Vulnerables (VU), según los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

En ese sentido, este acuerdo facilitó que el Humboldt junto a PPNN, el SINCHI y Corpoamazonia trabajaran, durante el último año, en la priorización de cinco especies de fauna y flora: cedro rosado (Cedrela odorata), el tinamú negro (Tinamis osgoodi), el tigrillo (Leopardus tigrinus), el mono churuco (Lagothrix lagotricha) y el pecarí de labios blancos (Tayassu pecari).

Acerca de la experiencia institucional, Francisco Gómez, subdirector de Servicios Científicos y Proyectos Especiales del Humboldt, destacó la construcción y desarrollo de objetivos comunes entre las entidades participantes y lo positivo de que el sector privado haya entendido el territorio y la importancia del mismo: “No cabe duda de que juntos generamos mayor impacto y valor para las comunidades, los territorios y la biodiversidad”, puntualizó.


Cortesía: Prensa ANDI

Por su parte, Carlos Herrera, vicepresidente de Desarrollo Sostenible de la ANDI, mencionó la importancia de trabajar en puntos de encuentro a partir de una visión colectiva, y señaló que “la gestión de la diversidad requiere de la participación del sector privado”.

La extracción de petróleo es la principal actividad económica legal del Putumayo y representa cerca del 3,9% de la producción nacional. De acuerdo con información del DANE, en 2017 el sector generó 29,8% de los ingresos del departamento.

Por lo tanto, la participación de las empresas en este acuerdo es fundamental para la protección del componente ambiental (debido a la gran cantidad de especies presentes en la zona) y del cultural por la presencia de 13 pueblos indígenas, afrodescendientes y campesinos.

Sobre esta apuesta público-privada, Jaime Concha, vicepresidente de Minería, Hidrocarburos y Energía de la ANDI, comentó que “es claro que el desarrollo depende del capital natural y que el sector privado cumple con un rol fundamental en la preservación del mismo”.

El objetivo de esta alianza es aunar esfuerzos técnicos, logísticos, financieros e iniciativas entre instituciones y empresas encaminadas a la protección, restauración, conectividad ecosistémica y desarrollo sostenible de la biodiversidad, con un enfoque participativo y diferencial en el Putumayo.


Algunos resultados de la implementación del acuerdo entre 2017 y 2018:

De la mano del Grupo de Ornitología de la Universidad Nacional y la Asociación Alas Putumayo se impulsó el primer Encuentro Nacional de Ornitología, con la participación de los operadores más grandes de aviturismo de Inglaterra (Birdfinders-Sunbird) y Brasil (Marithaca expeditions).

Parques Nacionales Naturales de Colombia y Gran Tierra Energy hicieron acuerdos de conservación para declarar el Santuario de Flora Plantas Medicinales Orito Ingi-Ande, como la primera área protegida libre de cultivos ilícitos. Un esfuerzo que integró a 13 familias a través de esquemas de restauración participativa. Corpoamazonia y Amerisur Exploración Colombia avanzaron en la línea de uso sostenible, a través del diagnóstico de la presencia, en estado natural, de palma de Asaí.

Desde el Centro Forestal Costayaco, unidad de operación e investigación forestal de Gran Tierra Energy, ubicado en Villagarzón, se consolida la estrategia de conectividad ecosistémica en 212,6 hectáreas; el proceso es ejemplo de agregación de compensaciones ambientales y eje ambiental para el desarrollo turístico, productivo, científico, y de educación ambiental en la región.

El instituto SINCHI estableció lineamientos técnicos para el desarrollo de un proyecto pionero con empresas de hidrocarburos, con el fin de establecer la diversidad socioambiental de los ríos Putumayo y Caquetá. Este esquema buscará integrar nuevos conocimientos sobre la composición y estructura de estos ecosistemas acuáticos, así como de su calidad ambiental y de las comunidades rivereñas asociadas, con miras a la soberanía alimentaria y apuestas productivas.

En cabeza de Corpoamazonia y Gran Tierra se elaboró la primera guía de mariposas diurnas del piedemonte amazónico con 145 especies; en la actualidad se avanza en la edición del libro Putumayo la gran tierra de las mariposas.

Gran Tierra Energy y Amerisur Exploración Colombia se unieron al Instituto Humboldt y a Corpoamazonia en una estrategia de monitoreo de la biodiversidad en bloques petroleros, integrando metodologías participativas y lineamientos de gestión, que brindarán un mayor conocimiento de la diversidad biológica regional.

Desde el Centro Forestal Costayaco, unidad de operación e investigación forestal de Gran Tierra Energy, se promueven nuevos escenarios de investigación e innovación alrededor de pruebas de propagación sexual de helechos arborescentes y desarrollo forestal, una plataforma para el trabajo conjunto con el Instituto SINCHI.

Un acuerdo institucional entre Corpoamazonia y la Agencia Nacional de Hidrocarburos, para el fortalecimiento de los sistemas de información en la toma de decisiones, permitirá la construcción del primer portafolio de áreas, proyectos y fuentes de inversión y compensación ambiental con enfoque conectividad Andes-Amazonia en 2019.


*Elaborado con información de Prensa ANDI y cifras del SiB Colombia

Esto se calentó: aves buscaron ecosistemas de mayor altura por causa del cambio climático

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Bogotá, D.C. 15 de enero de 2019 
 
 

Foto: Quiscalus lugubris. Instituto Humboldt / John Bernal.
 
 
  • •  Varias especies de aves fueron registradas en ambientes naturales con alturas y temperaturas diferentes a las que habitan, como consecuencia del aumento de la temperatura en la Sabana de Bogotá.
  • •  El cambio climático fue el responsable de los cambios presentados en el 51 % de las especies de las aves registradas y estudiadas en un lapso de 26 años.
  • •  La investigación utilizó datos suministrados por el conteo navideño de aves, organizado por la Asociación Bogotana de Ornitología (ABO), considerado el seguimiento más antiguo del país a un grupo de vertebrados terrestres.
 
El cambio climático es en la actualidad una amenaza creciente para la biodiversidad al punto de afectar a gran variedad de organismos, causando en ellos, por ejemplo, desplazamiento a mayores alturas debido al aumento gradual de la temperatura y variación en las temporadas habituales de reproducción; y en los ecosistemas, alteraciones en su composición y estructura.

Este último aspecto se evidencia, por ejemplo, en los ecosistemas de alta montaña de los Andes, hoy entre los más amenazados por la reducción de áreas disponibles ante el aumento de presencia de especies trasladadas, que buscaron mayores elevaciones, por el incremento de la temperatura. Tal circunstancia ha traído como consecuencia el cambio de la composición de este ecosistema y afectaciones en sus procesos ecológicos.

Dichos desplazamientos de las especies toman particular relevancia en la región tropical y son una de  las respuestas de las especies al cambio climático global. Allí, el clima tiende a permanecer estable y los organismos que la habitan se encuentran adaptados a tales condiciones pero con poca flexibilidad para moverse a otros rangos altitudinales. Esta condición significa en muchos casos que su sobrevivencia depende de un movimiento hacia zonas más altas.

De esta manera, el cambio climático actúa como “trampa térmica”, y el desplazamiento de las especies como la mejor forma de acceder a temperaturas inferiores para asegurar las condiciones óptimas, aunque este ascenso a las montañas represente un riesgo en la reducción de las poblaciones de especies y, eventualmente, de extinción al no soportar climas nunca antes experimentados.

En el caso de la Sabana de Bogotá, los datos recopilados durante 26 años a partir de los conteos navideños de aves revelaron cambios poblacionales en el 51 % de las especies registradas: 48 especies aumentaron y 30 disminuyeron. Uno de los factores más frecuentes asociados a este fenómeno fue el cambio climático y las “islas de calor”, así mismo alteraciones en el hábitat, interacciones con otros organismos y cacería.

Los cambios ocurren también porque los bosques y humedales son transformados en áreas de cultivo, potreros y zonas urbanas, sumado a los aumentos en los niveles de contaminación; y por la presencia de especies invasoras. Estos aspectos resultan clave, ya que la Sabana de Bogotá es un territorio de importancia biogeográfica dada la presencia de un alto nivel de endemismo, es decir de especies con distribución única en su geografía.
Un ejemplo de lo anterior está en las áreas silvestres presentes a finales de los ochenta y que gradualmente han cambiado, en especial, a lo largo de las fronteras de la ciudad hasta ser reemplazadas por pastos, viviendas, desarrollos comerciales e invernaderos de floricultura.

Aves que se mudaron de vecindario

Entre los ejemplos del aumento de la llegada de especies de aves, que habitan tierras bajas, que ahora se encuentran a mayores alturas están el coquito (Phimosus infuscatus), el gavilán caminero (Rupornis magnirostris) y el chango llanero (Quiscalus lugubris).

Por otro lado, también hay ejemplos de aves de alta montaña que se están desplazando hacia arriba, como lo predice la afectación por cambio climático, como el colibrí vientricobrizo (Eriocnemis cupreoventris) y el pinchaflor brillante (Diglossa lafresnayii). Inicialmente estas especies vivían en la Sabana de Bogotá y actualmente ya no.

Esto se debe a que se están restringiendo a elevaciones más altas, desmejorando sus perspectivas de conservación. Tanto el colibrí vientricobrizo (listado en la categoría Casi Amenazado (NT) de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza -UICN) como el pinchaflor brillante tienen una distribución limitada al norte de los Andes y, por lo tanto, su conservación merece especial atención.

Otra especie que evidencia las “mudanzas a nuevos vecindarios” es el Alcaraván, cuya presencia ha crecido de manera significativa en la ciudad, probablemente asociada con el aumento de las temperaturas en la Sabana y en Bogotá, pues estos lugares se adecuan a sus requerimientos térmicos como resultado de las llamadas “islas de calor urbanas”.

Las “islas de calor”

Las islas térmicas o de calor ocurren al interior de las ciudades y son producto, por lo general, del cambio en el uso del suelo, es decir aquellos que antes estaban cubiertos por vegetación, ahora lo están por cemento y otros materiales con vocación urbana.
 
En Bogotá hay evidencia de una isla de calor que supera en cerca de 3 grados centígrados, al clima medio de las afueras, según un análisis realizado a los cambios en la temperatura media, mínima y máxima ocurridos en la ciudad durante los últimos 40 años.

Cabe subrayar que este estudio sobre cambio climático y desplazamiento de aves a mayores rangos altitudinales, publicado en la edición del Reporte de Estado y Tendencias de la Biodiversidad Continental de Colombia (Bio 2017), aborda de manera explícita la importancia del cambio climático en un contexto urbano, periurbano y rural natural, y apoya con sus resultados las ausencias de información en temas de ecología urbana neotropical.


Instituto Humboldt y el Real Jardín Botánico de Londres crean banco de semillas nativas

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Bogotá, D.C. 30 de mayo de 2018

 


Foto: Felipe Villegas - Instituto Humboldt.

 

•  El banco se desarrolla partir de 50 plantas silvestres de ecosistemas de los páramos boyacenses La Rusia, El Valle y Ocetá.

 

•  Esta colección forma parte del muestrario nacional, custodiado por el Instituto Humboldt en Villa de Leyva, e internacional que espera reunir semillas del 25 % de las plantas del mundo para el 2020, proyecto liderado por el Jardín Botánico de Kew.

 

•  La iniciativa, que hace parte de los proyectos Colombia Bio de Colciencias, ideada por el Real Jardín Botánico de Kew espera establecer planes a largo plazo para la conservación y el uso sostenible del capital natural como apoyo al desarrollo de la bioeconomía de nuestro país.

 

Dentro de los 74 ecosistemas naturales reconocidos por el Sistema Colombiano de Información para la Biodiversidad (SIB), existen 26.000 especies de plantas silvestres que ubican al país en el segundo lugar a nivel mundial en diversidad de flora.

Entre estos ecosistemas, los páramos son estratégicos por tratarse de hábitats andinos de gran altitud que aportan a la regulación hídrica y hospedan flora variada y especializada. Sin embargo, estos enfrentan los embates del cambio climático, la agricultura, la minería y otras actividades humanas.

Ante tales escenarios, y dado que el 19 % del área total de los ecosistemas de alta montaña del país están en Boyacá, este departamento fue elegido como zona geográfica piloto para la recolección, conservación y evaluación de semillas de flora silvestre.

Entre la colección de semillas de plantas nativas de Boyacá fueron incluidas varias especies del género Espeletia, más conocidos como frailejones, parte importante de la vegetación que caracteriza el paisaje de los páramos.

Durante ocho meses, científicos del Jardín Botánico de Kew, la Universidad Pedagógica de Tunja y el Instituto Humboldt unidos a voluntarios de distintas entidades nacionales se formaron en procedimientos de conservación de semillas, desde recolección y procesamiento hasta el almacenamiento a largo plazo, con énfasis en técnicas para maximizar la variabilidad genética y asegurar su conservación tanto como sea posible.

Hasta el momento, las hipótesis investigativas indican que cerca del 80 % de las plantas en el planeta tienen semillas que toleran procesos de secado y almacenamiento, lo cual hace viable los bancos de este tipo como estrategias de conservación segura a largo plazo.

Si bien las iniciativas globales más destacadas solo estaban enfocadas en la conservación de semillas de plantas cultivadas, ahora se cuenta con estos reservorios de especies silvestres donde el más importante es el Banco de Semillas del Milenio, del Real Jardín Botánico de Kew, del cual forma parte la iniciativa puesta en marcha en Boyacá.

En el caso colombiano no existía un banco de semillas nacional o regional para que las plantas silvestres se conservaran por fuera de su hábitat, preservando así la diversidad genética de las especies prioritarias amenazadas, endémicas y útiles.

Así pues, con esta colección de semillas se espera apoyar futuros proyectos de restauración ecológica, conservación de plantas y de reintroducción y recuperación de poblaciones de especies amenazadas.

Desde ahora, este ejercicio se proyecta como la cuota inicial del que será un gran banco nacional de semillas de plantas silvestres que fortalecerá la capacidad de Colombia para recolectar, evaluar y explotar, de forma legítima, sus recursos fitogenéticos y gestionar de manera sostenible su diversidad biológica.

¡eBird Colombia toma vuelo!

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Bogotá, D.C. 30 de abril de 2018

 

FILBo

•  eBird Colombia está disponible, en versión web y aplicación digital, para consulta, utilización o descarga gratuita en dispositivos móviles por parte de expertos y aficionados al avistamiento y registro de especies de aves, asimismo para la investigación científica.

 

•   En la actualidad, eBird es la plataforma de ciencia ciudadana que más datos sobre biodiversidad aporta en Colombia. Con cerca de 2,5 millones de registros, sus usuarios han contribuido con datos sobre el 95 % de las especies de aves del país.

 

•   eBird, creada por Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell, revolucionó la manera de reportar y acceder a información sobre aves. Más de 360 mil personas han contribuido con cerca de 472’000.000 datos de avifauna de 10.364 especies, en todos los países.

 

eBird es una herramienta que permite a sus usuarios registrar todas las aves observadas o escuchadas, mantenerlas ordenadas por listas, explorar mapas y gráficas dinámicas, compartir datos con otras personas al unirse a una comunidad y, finalmente, contribuir a la ciencia y a la conservación.

Con cada dato suministrado, a través del sitio web o de la aplicación, las personas aportan insumos utilizados para la comprensión de la riqueza y de la distribución de especies de avifauna en distintas escalas espaciales y temporales.

Además del sitio núcleo de eBird, existen varios portales regionales administrados por socios locales para proveer información y experiencias de avistamiento de aves, adaptadas a las realidades de cada lugar, y Colombia no es la excepción.

Antes de la versión local, el impacto causado por eBird entre los usuarios del país era evidente: con cerca de 2,5 millones de registros, los colombianos habían contribuido con datos sobre el 95 % de las especies de aves del país, convirtiéndola en la iniciativa de ciencia ciudadana que más datos sobre biodiversidad aporta a nivel nacional.

La idea de una versión colombiana, que permite manejar contenidos propios de país en cuanto a noticias, necesidades de información, resultados de investigación, e iniciativas de ciencia participativa que involucran a las aves y sus hábitats, surgió tras varios años de compartir información ornitológica especialmente a través de DATAVES, una propuesta de la Red Nacional de Observadores de Aves.

Entre otras razones también están la variedad de especies de aves que tiene Colombia, la ya conocida tradición entre científicos y aficionados por estudiar su avifauna, el momento actual del país que ha posibilitado el incremento de visitas de nacionales y extranjeros a zonas naturales para el disfrute de la flora y fauna silvestres, y la intención por generar mayor apropiación de los colombianos por su biodiversidad.

Tal entusiasmo merece potenciarse a través de una herramienta robusta y participativa, como eBird, que permita recolectar, integrar, interpretar y usar información generada por cientos de observadores, y validada por científicos para aumentar el conocimiento en torno al estado de conservación de las aves colombianas y sus hábitats.

Por otro lado y para familiarizarse y facilitar el uso de esta herramienta (en particular con miras al próximo Global Big Day (GBD) que se realizará el sábado 5 de mayo durante 24 horas en los 32 departamentos del país y alrededor del mundo), la versión nacional tiene a disposición varios enlaces a materiales de apoyo. Cabe aclarar que los registros que se ingresan por medio de la plataforma o aplicación nacional quedan de inmediato consignados en el sitio núcleo y viceversa.

Sugerimos: En el Global Big Day, cada ave cuenta

En Colombia, la iniciativa de crear eBird estuvo a cargo de la Asociación Bogotana de Ornitología, la Asociación Colombiana de Ornitología, la Fundación Ecológica Colibríes de Altaquer (FELCA), Calidris: Asociación para el estudio y la conservación de las aves acuáticas en Colombia, SELVA: Investigación para la Conservación en el Neotrópico, la Sociedad Antioqueña de Ornitología, la Sociedad Caldense de Ornitología y el Instituto Humboldt en colaboración con el Laboratorio de Ornitología de Cornell, entidad que desarrolló la idea mundial en 2002.

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A largo plazo, eBird Colombia espera posicionarse como una herramienta para el monitoreo participativo y la investigación científica de las aves en el país. En sus estrategias están la difusión entre personas y entidades interesadas en la construcción y fomento del conocimiento ornitológico, la integración de las comunidades de pajareros y científicos colombianos, la formación de los usuarios de la plataforma, la consolidación del grupo de revisores de datos con miras a mejorar la calidad de la información disponible y a su utilización en temas de conservación de la biodiversidad nacional.

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En este contexto, eBird Colombia se proyecta como alternativa confiable que se suma al grupo de herramientas utilizadas para abastecer el inventario de especies de aves que han posicionado a Colombia como país potencia en avifauna en el mundo. Una tarea que por tradición perteneció a los expertos pero que hoy se democratiza con el acceso libre a las tecnologías de la información y la comunicación, estimulando la participación masiva de aquellos aficionados a la contemplación de la naturaleza.

 

Portal eBird Colombia: ebird.org/colombia

Portal mundial de eBird: ebird.org

Global Big Day: ebird.org/news/global-big-day-5-may-2018

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Extraño daño en frailejones colombianos preocupa a investigadores

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Bogotá, D. C. 19 de febrero de 2018

 
Espeletia lopezzi
Espeletia lopezzi - Amanda Varela

 

•    Varias polillas, hongos y escarabajos tienen afectadas a las especies de frailejones (Espeletia), puyas (Puya), chusques (Chusquea), uvas camarona (Macleania) y encenillos (Weinmannia) en los páramos de Chingaza, Cruz Verde, Sumapaz, Galeras y Cocuy. En páramos de Venezuela y Ecuador también hay reportes.

•    La principal hipótesis apunta a un aumento de la temperatura en los páramos, asociado al cambio climático. Simulación en laboratorio indica probable reducción en la capacidad de captación de agua por parte de frailejones.

•    El Instituto Humboldt, las universidades Javeriana y Jorge Tadeo Lozano, la Sociedad Colombiana de Entomología y Parques Nacionales Naturales presentarán un diagnóstico, avances y perspectivas de lo investigado hasta hoy, en un simposio internacional que se realizará en Bogotá este 21 y 22 de febrero de 2018.

Los ecosistemas de páramo emergieron, según registran las páginas del Atlas de páramos de Colombia, por encima de los 3000 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.), hace más de cinco millones de años tras el levantamiento final de la cordillera de los Andes y la creación definitiva de los bosques andinos.

Estos ecosistemas son exclusivos de Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Costa Rica, países que cuentan con páramos tropicales ubicados, casi todos, salvo los de la Sierra Nevada de Santa Marta y los de Costa Rica, en la cordillera de los Andes. Su vegetación, condiciones climáticas, de suelos y de altitud los diferencian y hacen de ellos un sistema natural singular.

Colombia es considerado el país núcleo de los páramos, debido a que posee más de la mitad de la superficie de estos ecosistemas a nivel mundial, casi el 60 %. En el territorio nacional, estos ecosistemas se relacionan con áreas altas, frías, húmedas, nubladas y con diversa vegetación, dentro de la cual está la representativa espeletia mejor conocida como frailejón.

De tronco grueso, hojas abultadas (y recubiertas con una especie de pelusa) organizadas en espiral que crean una roseta en la parte superior del tallo, los frailejones, también ecosistemas en miniatura, se unen a la vegetación asociada a la alta montaña en un complejo y frágil sistema endémico.

Así pues, dichas plantas con una forma de vida inusual, amplia diversidad morfológica, alturas de hasta más de 15 metros, foco de estudio por más de dos siglos y aún con mucho por conocer acerca de su taxonomía; capturan el agua de las nubes y la neblina que los circunda, la retienen de manera natural, hasta un 80 % de su volumen y mantienen los caudales de ríos y quebradas, un asunto estratégico para la generación, regulación y abastecimiento hídrico de los habitantes del país, según estudios de la Universidad Nacional de Colombia (UN).

Por ejemplo, el páramo de Belmira proporciona más del 65 % del agua que abastece a Medellín, el de Chingaza provee el 65 % de este líquido vital a los bogotanos y el de Guerrero abastece a más de 1’000.000 de habitantes en el norte de Bogotá y a toda Zipaquirá.

De 100 milímetros (mm) de agua que caen en 1 metro cuadrado de páramo, 65 mm viajan por este ecosistema a través de caudales, 3 veces más que en el bosque seco tropical y el doble de un bosque húmedo tropical.

Incluso, en algunos páramos en Colombia y de otros países el rango de humedad es amplio: los que reciben alrededor de 4.000 mm de precipitación al año, hasta los relativamente secos con cerca de 800 mm anuales. Cabe destacar que en época de sequía, esta flora endémica retiene el líquido y lo regula de manera natural.

Casi una década afectados

Sumado a las amenazas causadas por actividades humanas como ganadería extensiva, agricultura en especial cultivos de papa y cebolla, minería de oro y carbón, turismo no controlado, entre otras, algunos frailejones de Colombia, en su mayoría endémicos, enfrentan un problema adicional: una afectación ocasionada por polillas, hongos y escarabajos; situación que podría comprometer a mediano y largo plazo la función de captación, regulación y suministro del agua para el consumo en las ciudades colombianas ubicada en las regiones de influencia de estos ecosistemas.

En el 2009, re realizó el primer reporte oficial al IDEAM en el marco del Programa Piloto Nacional de Adaptación al Cambio Climático – INAPB, por parte de la ecóloga María Mercedes Medina. En aquel entonces, frailejones de la especie Espeletia grandiflora de la cuenca alta de la quebrada Calostros, en el Parque Nacional Natural Chingaza, presentaban cambios en la forma de las hojas las cuales se estaban muriendo, al parecer, por actividad de insectos (polillas y escarabajos) y hongos.

El resultado inicial del estudio indicaba que cerca de 376.600 m2 estaban afectados, pero un monitoreo realizado 8 meses después comprobó que la cifra aumentó a más de 1’871.000 m2 de frailejones afectados e incluso muertos. El interés de la comunidad científica ante las desconcertantes circunstancias, no dio espera. Fue así como en 2011 se creó el Programa Nacional para la Evaluación del Estado y Afectación de los Frailejones en los Páramos de los Andes del Norte, conformado por las universidades Jorge Tadeo Lozano y Javeriana, la Sociedad Colombiana de Entomología, Parques Nacionales Naturales de Colombia y Patrimonio Natural.

“Tenemos indicios de que hacia 1990 y a comienzos de 2000 hubo reportes de esta problemática. Pero aún no nos ha sido posible revisar folios y carpetas con registros de ese año. Creemos que quizá en un determinado momento se reportó la afectación, hubo un declive y al no verla más no se continuó con un seguimiento”, afirma Amanda Varela Ramírez, doctora en Ecología y profesora asociada al Departamento de Biología de la Universidad Javeriana, y miembro del comité científico que evalúa el caso.

El equipo de investigadores realizó expediciones para toma de muestras y su análisis. En cuanto a las polillas, una de ellas especie nueva para la ciencia, se comprobó que devoran las hojas juveniles más internas de la roseta foliar del frailejón, acción que debilita la planta pues las nuevas hojas crecen con deformaciones e incluso no llegan a desarrollarse, lo que resulta en una reducción de las defensas y aumento de susceptibilidad al ataque por parte de herbívoros y hongos.
 
Según Claudia Martínez, investigadora adscrita a la Sociedad Colombiana de Entomología (Socolen) y miembro del equipo investigador, en el tronco del frailejón hay hendiduras, como resultado de la caída de las hojas, que se convierten en hábitat, zona de reproducción y alimentación para muchos insectos, incluyendo a los escarabajos relacionados con las afectaciones. Por ejemplo, los escarabajos, de las familias Curculionidae y Scolytidae, quienes consumen esta planta sana o ya debilitada.

Curculionido alimentandose de hoja de frailejon PNN Chingaza. Foto David MartinezCurculionido alimentándose de hoja de frailejón en PNN Chingaza. Foto: David Martínez


Por su parte, los hongos causan cambio del color en las hojas, su desprendimiento del tallo, una deformidad conocida como entorchamiento y manchas. Según las investigaciones, entre tres y nueve meses ocurre el proceso de muerte de un frailejón enfermo.
Al respecto, la profesora Varela cuenta que luego de la preocupación manifestada por los funcionarios del PNN El Cocuy, se realizó una visita en la cual pudo identificarse frailejones moribundos con hojas caídas, excepto las centrales. Al examinarlos para descubrir y entender lo que ocurría, el equipo de investigadores se sorprendió cuando “toda la médula de la planta, es decir aquella por la cual toma el agua y los nutrientes, estaba podrida desde las terminaciones por donde salen las hojas y de ahí hacia abajo. Allí encontramos adultos de un escarabajo parecido a la Broca del Café, sus larvas y huevos”.

Al interior de la médula del frailejón pudieron verse especies de galerías cuyo acceso se encontraba en una perforación justo donde terminaban las hojas, por la cual se introducía el escarabajo para, al parecer, cumplir todo su ciclo de vida al interior, es decir poner sus huevos hasta que eclosionaran, dejar que las larvas crecieran y, una vez adultas, abandonar la planta.

Este escarabajo se conoce como “de ambrosía” y de él hay reportes de uso en Brasil con fines medicinales, y ataques a plantaciones de pino en Estados Unidos y Canadá, y a cultivos de oliva en España. Estos insectos son tan voraces que pueden devastar grandes hectáreas de bosques.

El listado de la incertidumbre

Con respecto a la afectación en los frailejones y su probable relación con cultivos producto de la dinámica agrícola habitual en esa zona de páramo, las investigaciones realizadas han confirmado hasta el momento “que los insectos son autóctonos del páramo y, por lo tanto, no pertenecen a agroecosistemas o cultivos de papa ni otros cercanos a la zona”, según afirma Luis Beltrán, doctor en Biología y profesor asociado del Departamento de Ciencias Biológicas y Ambientales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, y parte del grupo de trabajo que lidera la investigación.

Al respecto queda un estudio pendiente por realizar, el de las áreas de frailejones aledañas a actividades antrópicas para corroborar que la cercanía a cultivos o ganadería no aumenta la cantidad de plantas afectadas, pues los muestreos y análisis primarios se realizaron con distancias considerables entre unos y otros.

Un hecho importante y que se ha confirmado oficialmente es la presencia en los frailejones de la Oidaematophorus espeletiae o polilla pluma, la cual resultó ser nueva para la ciencia.  Una situación que hasta hoy despierta suspicacias acerca de su existencia en estas plantas desde tiempo atrás, y de la cual nadie se había percatado.

Oidaematophorus
Oidaematophorus espeletiae. Foto: Luz Stella Fuentes
 

Por resolver está, además, si el incremento poblacional de la polilla estaría relacionado con el aumento de la temperatura nocturna en la zona de bosque altoandino, ambiente que le permitiría salir de allí y moverse hacia el páramo. Lo que creen los investigadores es que en el páramo podría haber encontrado condiciones apropiadas para su colonización y desarrollo, particularmente abundante alimento y falta de agentes que la controlen. Aunque, otra especulación apunta a que este insecto puede ser del páramo y que, al intensificarse el calor, su tasa poblacional aumenta, por lo cual hoy vemos su efecto en gran número de frailejones, hecho que antes no podía detectarse.

Por otro lado, cabe la posibilidad de que los escarabajos, que también atacan la planta, transporten hongos como Collectotrichum y Fusarium que enferman a los frailejones. Es de resaltar que la afectación por estos organismos está asociada a condiciones de humedad y a alto contenido de materia orgánica.

Queda pendiente, además, avanzar en la descripción de otros síntomas de la afectación y establecer las distintas variables de su incremento para obtener datos que permitan concluir si existe o no una relación entre la afectación de los frailejones y la variabilidad climática.

Lo que se ha podido observar con certeza es el aumento del ataque de hongos en periodos secos, una vez finaliza la temporada de lluvias pronunciadas en el ecosistema de páramo. Quizá, el aumento de la temperatura y la variación térmica promuevan condiciones óptimas que favorecen la migración de estos herbívoros hacia ecosistemas más elevados, aspecto que podría confirmarse o no con una investigación a fondo.  “Por esto necesitamos visitar los frailejones en época de lluvia y seca porque, aparentemente, hay fluctuaciones dependiendo del momento climático del año: a mayor sequía más presencia de la polilla, mientras que con más lluvia aumenta el ataque de hongos y escarabajos”, comenta la profesora Varela.

Para los investigadores no hay lugar a dudas de la urgente necesidad de trabajar conjuntamente con las comunidades campesinas cercanas a las zonas de páramo para realizar pruebas de monitoreo, manejo y control de las especies sanas y afectadas; “aunque hemos sensibilizado a muchas de las personas de allí sobre lo que ocurre con los frailejones, no logramos que nos alerten de las afectaciones; en parte esto se debe a que los proyectos terminan y no hay manera de garantizar un seguimiento”, menciona la profesora Varela.

Un segundo e indispensable aliado son las autoridades ambientales e incluso la inversión privada, con la intención de garantizar recursos económicos, administrativos y científicos que destraben el amplio listado de investigaciones pendientes: “el Ministerio de Ambiente sabe del tema porque respondieron a la convocatoria para la conformación del Programa de Evaluación. De nueva cuenta, hacia finales de 2016, invitamos a la Dirección de Bosques, Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos para socializarles resultados de un proyecto desarrollado en Chingaza, con apoyo del Acueducto de Bogotá, pero manifestaron no poder asistir. Hasta ahora no han vuelto a comunicarse con nosotros, así que desconozco si en este momento están al tanto de la situación y hasta qué punto esta información se mantiene en la memoria de la entidad pues los funcionarios cambian en las dependencias de estas entidades”, puntualizó Varela. Cabe destacar que por parte de Parques Nacionales se ha recibido apoyo en investigación y monitoreo de afectaciones.

¿Del azar al desconcierto?

A la fecha existen reportes de afectaciones en páramos de las cordilleras oriental: Tamá, Pisba, Guasca, Guanentá; central: Los Nevados, Las Hermosas, Puracé, Nevado del Huila; y occidental: Frontino, sin que aún se confirme coincidencia entre los síntomas que presentan estos frailejones y los ya examinados en Chingaza, Cruz Verde, Sumapaz, Galeras y Cocuy.

En Colombia, la información ha sido suministrada por población local, técnicos y profesionales de las zonas mencionadas. En Venezuela se tienen algunos reportes no oficiales emitidos por diferentes instituciones, para el páramo de Piedras Blancas en el Estado de Mérida. La misma situación se presenta en Ecuador en el páramo El Ángel de la provincia de Carchi, para la especie Espeletia pycnophylla.

En Venezuela, los páramos ocupan 2405 km2 y se distribuyen en el occidente del país en varios complejos a lo largo de la cordillera de Mérida, la Sierra de Perijá y la Serranía del Tama, estos dos últimos complejos son compartidos con Colombia, en las últimas estribaciones de la cordillera Oriental.

Los problemas que se han detectado hasta la fecha involucran afectaciones por larvas posiblemente de polillas y hongos que atacan especies de frailejones endémicos, especialmente en las especies Coespeletia timotensis y Coespeletia spicata, dominantes en el páramo desértico, sobre los 4000 metros de elevación. Otras especies afectadas en menor medida son Espeletia schultzii, Espeletia semiglobulata, y Coespeletia moritziana.

El problema ha sido documentado en el páramo de Piedras Blancas, Parque Nacional Sierra de La Culata y en la cordillera de Mérida. Allí existen poblaciones con una proporción importante de individuos muertos en pie (entre 30 y 50 % en unas 10 ha de extensión). También hay evidencia de daños nuevos en hojas vivas, y ya reportados para hojas muertas adheridas al tronco de frailejones. Sin embargo, no existe información de otras localidades venezolanas que permitan evaluar la extensión espacial de la problemática en los páramos.    

Desde el punto de vista del investigador Luis Daniel Llambí, coordinador del Postgrado en Ecología Tropical y Profesor del Instituto de Ciencias Ambientales y Ecológicas de La Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela, “estos problemas fitosanitarios actuales, al menos en la zona de Piedras Blancas, han aumentado marcadamente en los últimos años. Sin embargo, contamos con muy poca información para atribuir el aumento de este problema al cambio climático”. Dado que 2014 a 2016 fueron años particularmente secos en la cordillera de Mérida, es posible que la ocurrencia de años sucesivos de sequía esté asociada al aumento en las mortalidades. Lo interesante del caso en que ambos países coinciden con reportes de frailejones enfermos, con similares características de daño, y causados tanto por hongos como por larvas.   

Sobre la distribución de la afectación en Chingaza se muestrearon 2833 plantas de Espeletia argentea, Espeletiopsis corymbosa y Espeletia grandiflora. Para determinar una escala de daño se propusieron cuatro niveles: en el primero la severidad está en el rango de entre el 0 y el 25 %; en el segundo es del 26 al 50%; la escala 3 va del 51 al 75%, y la escala 4 abarca del 76 al 100%.

Los resultados obtenidos bajo esta escala demostraron que el número de plantas afectadas fue del 11 %, equivalentes a 315 plantas con daño pasado y actual; un 89 % de las plantas se encontraron sin daño alguno. De ese 11 % de plantas afectadas, el 90 % presentó daño leve; seguido por el daño nivel 2 (8 %); y finalmente daño nivel 3 (2 %). No se presentaron plantas con daño nivel 4.  

Para entender lo anterior, y al mismo tiempo lo inconveniente de los vacíos de información científica en un tema tan sensible, Luz Stella Fuentes, magister en Bilogía Aplicada y profesora asociada al Departamento de Ciencias Biológicas y Ambientales de la universidad Jorge Tadeo Lozano e integrante del equipo investigador de esta afectación, explica: “un nivel de incidencia del 8 % no puede explicar si nos enfrentamos a un grado alto o bajo, bueno o malo, porque faltan más estudios en el ecosistema de páramo; puede ser que este porcentaje en un ecosistema tan sensible sea de un valor considerable. Lo importante es continuar con un monitoreo para identificar si la tendencia aumenta o disminuye”.

En cuanto a qué tanto se vería comprometido el futuro del abastecimiento de agua, el grupo de trabajo simuló, por medio de un nebulizador, una neblina para mirar qué tanta cantidad de agua captaba una hoja enferma frente a una sana. El resultado confirmó que había una reducción en la capacidad de los frailejones para recoger el líquido.

La reducción de la recolección de agua de hojas con daño por depredación (herbivoría) es del 37 %; y con la malformación conocida como entorchamiento es del 29,7 %. Lo anterior indica que dejan de captarse 674 litros por hora (l/h) cuando el 32 % de las plantas tienen herbivoría, y 578 l/h cuando hay entorchamiento en el 35 % de estas.

Llamado de auxilio para continuar la investigación

A casi diez años e incluso más de conocer esta delicada afectación y sin aparentes prontas soluciones en el horizonte, Amanda Varela espera que los colombianos entiendan la magnitud de lo que está en juego: “tenemos limitaciones económicas, y cada vez que indagamos en el tema surgen nuevas preguntas, variables que nos sorprenden y a veces desconciertan. Por ahora, lo inmediato es confirmar si hay relación con el cambio climático, identificar el potencial de dispersión de la afectación, medir el impacto que esta situación pueda tener en la oferta hídrica y hacer propuestas de control o manejo”.

Según los estudios realizados hasta el momento es muy posible que la afectación, unida al calentamiento global y el promedio de la temperatura, tienda a incrementarse y afecte a más áreas. Los investigadores no descartan que tal fenómeno pueda presentarse en este preciso momento en otros páramos y especies de plantas; de hecho, hay reportes de la existencia de 88 especies de frailejones colombianos, en los cuales ya se reportan síntomas; sin embargo no hay certezas de que se trate de la misma afectación.

El calentamiento global y sus efectos en la variabilidad del clima demandan una intervención inminente pues como lo expresa la comunicación nacional, elaborada por el grupo de científicos del Programa para la Evaluación del Estado y Afectación de los Frailejones de los Páramos de los Andes del Norte, no todo puede dejarse en manos de los mecanismos naturales de regulación.

 

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