Instituto de Investigación de Recursos Biológicos
Alexander von Humboldt

Investigación en biodiversidad y servicios ecosistémicos para la toma de decisiones

conexion vital

Viernes en FILBo: hablemos del ambicioso Humboldt

unnamed 1

 

Bogotá, D. C. 3 de mayo de 2017

 La invencion de la naturaleza

- Brigitte Baptiste, directora general del Instituto Humboldt, presentará la reciente biografía que trae al padre de la ecología mundial de vuelta a la vida.

- La invención de la Naturaleza: el nuevo mundo de Alexander von Humboldt, es el lanzamiento editorial del año en Colombia, gracias a la alianza entre el Instituto Humboldt y la editorial Penguin Random House.

- La cita es durante la programación de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) en Corferias, este viernes 05 de mayo de 2017 a las 5:00 p.m. en el Pabellón 6, segundo nivel, stand 416.

La publicación de la historiadora Andrea Wulf comprueba la vigencia de las ideas de Alexander von Humboldt e indaga aspectos públicos y privados del visionario naturalista alemán, inspirador de mentes maestras revolucionarias, científicas, artísticas o literarias, de quien heredamos una renovada manera de entender la naturaleza.

Narrado en tono de ficción, y con más de 400 páginas de texto e ilustraciones, el libro nos enseña un Humboldt intrépido, explorador y científico cuya existencia desbordó en aventuras y descubrimientos desde la niñez. Nacido en 1704, Alexander vivió sin privaciones y fue educado por miembros del movimiento cultural e intelectual de la Ilustración.

Humboldt recibía el mismo nivel de educación y exigencia que su hermano, dos años mayor que él, situación que hacía dudar a sus profesores de la capacidad del muchacho para desarrollar facultades de inteligencia normales. Aunque rodeado de libros, prefería escaparse al campo con la intención de recorrerlo, recoger y dibujar plantas o animales. Por tal motivo, recibió entre los miembros de su familia el apodo de “el pequeño boticario”. Incluso, se dice que un día el rey de Prusia, Federico el Grande, preguntó al niño si pensaba conquistar el mundo como su homónimo, Alejandro Magno. La respuesta fue pasmosa: “Sí, señor, pero con la cabeza”.

Humboldt remó por el Orinoco y recorrió París, Berlín, la estepa kazaja en la frontera entre Rusia y Mongolia e incluso una Siberia infestada de ántrax. Hacia 1802, con 32 años, escaló el volcán y monte ecuatoriano Chimborazo con escazas pertenencias pues las demás las había perdido durante el trayecto. Hacía 3 años que recorría Latinoamérica y en este lugar disponía solo de un barómetro, un termómetro, un medidor de ángulos, un horizonte artificial y un cianómetro para medir el azul del cielo.

Quienes lo conocieron lo describían como el hombre más famoso del mundo después de Napoleón. A pesar de su letra ilegible, existen registros de cerca de 5 mil cartas suyas a través de las cuales compartió conocimientos y los puso a disposición de todos. Fue mordaz, seguro de sí, feroz enemigo público del colonialismo, amigo de la revolución latinoamericana, admirador de Estados Unidos y a la vez crítico de dicha nación por no abolir la esclavitud.

Sus libros se han publicado en docenas de idiomas. Afirman, aun, que sus lectores sobornaban a los libreros para recibir antes que nadie los recientes ejemplares de su autoría. Al cumplir 60 años viajó más de 16 mil kilómetros hasta rincones alejados de Rusia dejando a su paso a los más jóvenes acompañantes del grupo.

Su existencia fue una interminable experimentación de la naturaleza desde los sentimientos en épocas donde otros buscaban con afán leyes universales. Poseedor de una prodigiosa memoria fotográfica, Humboldt fue visionario y adelantado a la época. Para él, la naturaleza representaba una fuerza global con zonas climáticas correspondientes en todos los continentes, un concepto radical para su tiempo.

Inventor de las isotermas (líneas de temperatura y presión que vemos en los mapas de tiempo actuales), y con más sitios que nadie dedicados en su honor alrededor del mundo, Alexander descubrió el Ecuador magnético, inventó la red de la vida o concepto de la naturaleza que conocemos hoy, habló en 1800 del cambio climático provocado por el ser humano y de los aportes del bosque que, con humedad y efecto refrescante, enriquecen la atmósfera, retienen agua y protegen el suelo contra la erosión. En definitiva, identificó la íntima correlación entre todos los aspectos de la naturaleza.

Convirtió la observación científica en narrativa poética y sus escritos inspiraron e influenciaron a naturalistas y escritores como Charles Darwin, William Wordsworth, Samuel Taylor, Henry David y Goethe, también a políticos como Thomas Jefferson o Simón Bolívar. Con sus ideas llevó al botánico John Muir a perseverar en las teorías naturalistas, y a Thoreau a escribir su ensayo Walden, acerca de la vida en los bosques. Por estas razones, Humboldt fue llamado el Shakespeare de las ciencias.

Estas son, pues, apenas algunas historias compiladas en la publicación impresa sobre el genio alemán, catalogado por Ralph Waldo Emerson, filósofo estadounidense, como una de las maravillas que aparecen de vez en cuando para mostrarnos la capacidad de la mente humana, y a quien la autora Wulf redescubre para darle el lugar que le corresponde en la historia de la ciencia y la naturaleza universal.