Instituto de Investigación de Recursos Biológicos
Alexander von Humboldt

Investigación en biodiversidad y servicios ecosistémicos para la toma de decisiones

conexion vital

Biodiversidad, oportunidad de innovación hacia la paz y la justicia en Colombia

8

En medio del avance de las negociaciones de paz que tienen lugar en La Habana, el país debió afrontar hace poco una escalada terrorista contra la infraestructura petrolera, el ambiente y las comunidades insertas en él. Esta situación se convierte en una nueva oportunidad para resaltar el valor que tiene la biodiversidad en el proceso de paz.

El 8 de junio en Putumayo, exactamente en el Corredor Puerto Vega - Teteyé (municipio de Puerto Asís), grupos armados al margen de la ley obligaron a conductores de 23 tracto camiones a abrir las válvulas de descargue que produjeron el derrame de 3.210 barriles de crudo. A este acto de terror se sumaron los atentados de Norte de Santander contra el Oleoducto Caño Limón Coveñas que contaminó el río Catatumbo y el área rural de la biodiversa región del Catatumbo. Pero eso no fue todo, pues también se presentaron atentados contra el oleoducto Trasandino en área rural de Tumaco. La emergencia dejó sin agua a 160 mil personas, causando contaminación a 81 kilómetros de fuentes hídricas así como graves afectaciones sociales y ambientales.

Y es que los impactos ambientales de los más de cuatro atentados que tuvieron lugar a lo largo del mes son incalculables hasta el momento, igual que los pasivos ambientales que quedan en el país por cuenta de las más de 40 acciones de esta índole perpetradas por integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - FARC, según las cifras entregadas por Ecopetrol.

Estos hechos, que no solo afectaron comunidades en situación de pobreza -quienes dependen de los ríos para su buen vivir y subsistencia-, despertaron la indignación pública. Medios de comunicación, ambientalistas y la sociedad en general, utilizando en muchos casos las redes sociales como vehículo para sentar su voz de protesta, se declararon en luto por los daños causados a la biodiversidad, patrimonio natural de Colombia y del mundo y a sus comunidades. Y no es para menos*, a pesar de los planes de contingencia de las empresas que recuperaron buena parte del crudo, se estima que estos ecosistemas afectados pueden tardar más de 15 años en recuperarse.

Resultan incoherentes las acciones de las FARC tras las escalada terrorista que puso de luto al país por los daños contra la biodiversidad y la población colombiana más vulnerable, al manifestar a través del vocero Pastor Alape negociador en la Habana, elogios a la Carta Encíclica Papal “Laudato SI” sobre el cuidado de la casa común.

Así que es momento de poner sobre la mesa de negociación, la discusión sobre la justicia ambiental y la oportunidad de construir conjuntamente una propuesta que aborde e incorpore mecanismos para lograr la paz valorando la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos, como bien público indispensable para devolver la calidad de vida a todos los colombianos. Si bien dos puntos del acuerdo para la terminación del conflicto y la construcción de la paz en el país hablan de una política de desarrollo agrario que incluye el ordenamiento ambiental del país para integrar las regiones y el desarrollo social y económico equitativo en Colombia, así como la solución al problema de las drogas ilícitas en el que se incluyen planes de recuperación ambiental, esto no es suficiente dado que los anteriores son apenas los puntos de las propuestas del acuerdo: todo está en el papel y no se sabe lo qué sucederá.

Urge entonces abordar el tema como lo hizo la Unión Europea y otras instituciones en el foro “Bosques y Construcción de Paz”. El país debe entender que el buen manejo de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos le suman al PIB, sobre todo cuando 9 millones 200 mil hectáreas de áreas protegidas y un total de 59 mil hectáreas de bosque natural surten de agua al país, permitiendo su crecimiento económico y el bienestar de todos los colombianos.

Entonces empiezan a surgir propuestas innovadoras que buscan la reconciliación y la reconstrucción social en el proceso de paz: el pago de penas a guerrilleros restaurando los daños ambientales acumulados; la participación de excombatientes en temas relacionados con la vigilancia y monitoreo ecológico; trabajos de restauración y recuperación de ecosistemas; vinculación en procesos de educación ambiental que potencialicen su conocimiento del territorio, entre otros. Pero quedan varias dudas, ¿qué pasará con los pasivos ambientales que han venido quedando tras los atentados de los grupos alzados en armas?, ¿quién estudiará los impactos y quién se hará cargo de la preservación y restauración de las áreas afectadas? Esperemos que nuestra biodiversidad y multiculturalidad soporten este proceso de justicia y paz que apenas comienza.

*Para el caso de Tumaco –zona que hace parte del Chocó biogeográfico-, un punto caliente de biodiversidad (lugar donde hay mayor riqueza de biodiversidad y que presta servicios ecosistémicos claves, incluso para el planeta), el Instituto Humboldt reporta que 15 especies de reptiles, 20 de anfibios, 30 especies de peces y 25 de mamíferos, algunos en riesgo de desaparición como la danta, armadillo, leopardo, manatí, ñeque y venado de cola blanca, sufrieron las consecuencias de los derrames, además de un número considerable de especies de aves playeras y marinas. Es clave tener en cuenta que esta región, por su extensión de manglares, es denominada como la sala cuna de moluscos, crustáceos y peces (mariscos, pesca blanca, piangua, entre otros).

Análisis desarrollado por el Observatorio de políticas públicas, alertas tempranas y procesos emergentes –Instituto Humboldt- Grupo de Investigadores: Adriana Camacho, María Lourdes Zimmerman, Germán Corso.