Las cuevas y cavernas brindan numerosos servicios ecosistémicos como agua, guano - sustrato resultante de la acumulación de excrementos de animales- que actúa como fertilizante. Además, son el refugio de especies controladoras de insectos como los murciélagos y de aves como los guácharos, dispersores de semillas, enriqueciendo la vegetación de estos ecosistemas.
“A esto se le suma un potencial único descubierto más recientemente: la biodiversidad desconocida. Entre las que destacan numerosas especies nuevas de peces y cangrejos cavernícolas endémicas o únicas de estos sistemas, con adaptaciones biológicas muy interesantes relacionadas con la ausencia total de luz (troglomorfismos)” indica Lasso.
Los sistemas cársticos se caracterizan por la compleja interdependencia entre los ecosistemas superficiales y los subterráneos, aunque si bien hay unos totalmente aislados, la mayoría actúan como sumideros y receptores de lo que ocurre en el exterior. De acuerdo con la primera publicación sobre espeleología en Colombia,
Biodiversidad Subterránea y Epigea de los Sistemas Cársticos de El Peñón (Andes), Santander, Colombia, estos ecosistemas son frágiles, resultado de amenazas como los agroquímicos utilizados en cultivos, pastizales asociados a la deforestación, tala o quema, así como la ganadería extensiva. Al interior de las cuevas se llevan actividades que también ponen en riesgo su sostenibilidad como gallineros, marraneras, basureros y turismo descontrolado.
Foto: Felipe Villegas
Este es el primer estudio en Colombia y Suramérica que incluye distintas disciplinas y grupos biológicos: historia de las expediciones espeleológicas, geología, hidroquímica, fauna y flora cavernícola, conservación del sistema cárstico, fauna y flora de la superficie terrestre como macrohongos, macroinvertebrados acuáticos, peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos medianos y grandes.
Esta investigación se realizó en el marco de la primera expedición del Proyecto Colombia Bio 2016 en donde se eligió al municipio deEl Peñón, Santander para el estudio focal de los grupos en las cuevas El Caracol, La Tronera, Las Sardinas y Los Carracos, entre otras. Según los datos recolectados, en Santander se han inventariado más de 200 sistemas subterráneos, de los cuales apenas la tercera parte cuentan con estudios geológicos, climáticos y biológicos.
Los hallazgos de estas expediciones son asombrosos. En materia de insectos, se identificaron ocho posibles nuevas especies para la ciencia y se registró por primera vez el género
Epeirotypus en Colombia. Asimismo, se reconocieron nueve especies de murciélagos, de los cuales se registran dos por primera vez para las cuevas del país. Igualmente, se registraron 77 especies de aves pertenecientes a 13 ordenes y 29 familias. Además, por primera vez se hizo una aproximación al conocimiento de mamíferos asociados a los sistemas cársticos, registrando siete especies, entre ellas la oncilla (
Leopardus tigrinus), una especie vulnerable y que al parecer ha encontrado un refugio para su supervivencia en estos ecosistemas.
Epeirotypus Foto: Dan Strasley
“Una de las grandes satisfacciones de esta expedición fue la participación de población local y científicos de todo el país. El objetivo de este trabajo es que entendamos la necesidad de conocer y de comenzar a hacer lo necesario para la conservación de esa biodiversidad escondida”, aseguró Lasso, editor de la publicación.
Dentro de las recomendaciones que hace la publicación sobre la conservación de los ecosistemas subterráneos se destaca la urgencia por iniciar proyectos de restauración de los ecosistemas, de manera que se garantice la ejecución de planes de manejo adecuados. Como bien comenta Lasso, “la diversidad dentro y fuera del sistema cavernario estudiado nos brinda una puerta abierta para conocer mejor a Colombia desde la visión de la espeleobiología. Afortunadamente, ya está en marcha un proyecto de Ley en el Congreso de la República para la protección de estos ecosistemas”.
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