Instituto de Investigación de Recursos Biológicos
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Rana con canto similar al de una cabra es nueva especie exclusiva de Colombia

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Bogotá, D.C. 25 de julio de 2018

 

 


Fotos: Andrés Acosta, curador Colección Anfibios y Reptiles Instituto Humboldt.

 

•  Por sus características acústicas y morfológicas, canto similar al sonido que emiten las cabras y huesos verdes, Scinax caprarius es la nueva especie de rana endémica colombiana reconocida por el Instituto Humboldt para la ciencia mundial.

 

•  Su hallazgo es el resultado de las exploraciones científicas realizada a bosques circundantes del valle medio del río Magdalena, veredas El Porvenir (Antioquia) y Bellavista, municipio La Victoria (Caldas), como parte de las actividades del proyecto Colombia BIO, apoyado desde Colciencias.

 

•  La evaluación del estado de las poblaciones de Scinax caprarius, su abundancia y la conservación de sus hábitats, ubican a esta rana en la categoría de Preocupación Menor (LC) dentro de la clasificación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

 

En Colombia, el género Scinax cuenta con 17 especies exclusivas, asentadas en tierras bajas del Pacífico, la Orinoquía, la Amazonia y la región Andina nororiental en límites con Venezuela, y en alturas que van desde los 0 a los 2200 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.).

Para el caso de la nueva especie Scinax caprarius, cuya descripción se hizo a partir de 10 machos adultos, los registros la ubican en los bosques subandinos en el valle medio del Magdalena, un área geográfica de ambientes heterogéneos que involucran franjas longitudinales de bosques subandinos, selvas húmedas tropicales hasta bosque seco tropical.

La novedad de esta nueva especie de rana endémica colombiana radica en un sobresaliente canto similar al balido o sonido que emiten las cabras; así mismo a sus huesos verdes (que comparte con la rana narizona Scinax elaeochrous habitante de tierras bajas del Pacífico), tonos café rojizo e incluso dorado en la parte superior del cuerpo, y asimismo manchas irregulares en la superficie trasera del muslo.

Esta rana de hábitos nocturnos abunda, por lo general, durante la estación lluviosa. Tiene preferencia por microhábitats de vegetación arbustiva aledaña a aguas estancadas, como pequeñas lagunas naturales y acumulaciones acuáticas artificiales.

Si bien la rana de huesos verdes es una especie resiliente a los ambientes intervenidos, razón por la cual es común localizarla en agrosistemas, su distribución geográfica se asocia con áreas conservadas y alta humedad relativa como la que caracteriza al valle medio del río Magdalena.

El clima de dicha región presenta 2 temporadas de lluvias, una de menor intensidad entre abril y mayo con precipitaciones que alcanzan los 4000 milímetros (mm.) anuales, y un segundo pico entre septiembre y diciembre con 5000 mm.

Los renacuajos de esta especie viven en grupos reducidos a no menos de 2 metros de distancia de la orilla de lagunas o estanques pequeños con diámetros de hasta 10 metros, fondo fangoso y vegetación emergente. Estos cuerpos de agua se asocian a las áreas abiertas cercanas a bosques naturales con profundidades de no más de 1,5 metros.



El canto

La particularidad de la biodiversidad colombiana no deja de sorprender al mundo, y Scinax caprarius es una prueba viviente de ello. La rana debe su nombre al canto que emiten los machos de esta especie, similar al sonido de las cabras. En cada entonación, este anfibio emite de 4 a 7 notas con una duración individual de entre 04 y 08 segundos. Siempre ocultos, vocalizan a una distancia de entre 0,1 y 0,5 metros de altura del suelo, en la vegetación arbustiva que circunda estanques y lagunas.

Escuche el audio de la rana Scinax caprarius.


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Este vertebrado ha sido propuesto en la categoría (LC) de la UICN debido a que hasta el momento, y tras estudios realizados, no hay evidencia de reducciones en las poblaciones analizadas, a pesar de que en sus hábitats son comunes las actividades humanas.

A propósito, el portal web Batrachia, que compila información sobre anfibios publicada en la literatura científica nacional, registra que en el país existen 277 especies catalogadas con algún grado de amenaza según las listas rojas de la UICN y de Colombia: 56 están Críticamente amenazadas (CR), 89 En Peligro (EN), 85 Vulnerables (VU) y 47 Casi amenazadas (NT).

Hasta finales de 2012, 343 especies de anfibios estaban en Preocupación Menor (LC), mientras 144 con Datos Deficientes (DD) es decir, que se desconoce su historia natural, tamaños poblacionales y otros aspectos por los cuales muchas de ellas hoy, probablemente, estén amenazadas.



Presencia invaluable

Además de ser las primeras habitantes de la Tierra, poseer riqueza en colores, formas y tamaños, tener comportamientos bastante extraños e interesantes, habitar montañas o desiertos y soportar climas extremos, las ranas controlan plagas, sirven de alimento a serpientes, murciélagos, primates, comadrejas, arañas, tarántulas o aves, son potenciales portadoras de cura para enfermedades humanas, gracias a los químicos presentes en su piel, y las primeras indicadoras de que algo va mal en un ecosistema.

Pero el incremento de especies exóticas, la degradación de bosques, la pérdida de fauna acuática, la transformación en el uso de la tierra o la contaminación de aguas naturales causan pérdida de biodiversidad a la cual no son ajenas las especies autóctonas como el sapo Quimbaya, hoy prácticamente segunda especie extinta en la geografía nacional.

Que hoy Scinax caprarius represente una preocupación menor para los científicos colombianos no significa desentenderse en su estudio, por el contrario exige un monitoreo constante con el fin de mantener la estabilidad y supervivencia de la especie que podría ver afectada, a futuro, por causa de la presión actual que ocasionan las actividades humanas.



Consulte el paper de esta investigación aquí.

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Piden declarar "Probablemente Extinto" al sapo quimbaya

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Bogotá, D.C. 27 de junio de 2018

 


Macho adulto colectado en junio de 1994 en el Parque Natura Regional Ucumarí, Pereira, Risaralda. Foto: John D. Lynch.

 

•  Investigadores de distintas instituciones científicas, nacionales e internacionales, pidieron a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) declarar como Probablemente Extinto al sapo quimbaya, Atelopus quimbaya, especie endémica de los Andes colombianos.

 

•  Los estudios actuales, que intentan esclarecer las razones de la probable extinción del quimbaya, se enfocan en la presencia de la especie exótica trucha arcoíris y un hongo patógeno disperso por todo el mundo.

 

•  En visitas realizadas durante las últimas dos décadas a los mismos sitios donde fueron registrados los sapos en los años 90, no fue detectado ningún individuo, así como tampoco huevos o renacuajos.

 

Según la investigación desarrollada por las entidades nacionales Instituto Humboldt, universidades del Valle y Javeriana de Cali y Wildlife Conservation Society; y las internacionales ProCAT, Centro para la Ciencia Abierta y la Conservación de la Biodiversidad en Costa Rica y la Universidad Autónoma de México, el estado de conservación del género Atelopus en Colombia es crítico, ya que cerca del 80 % de las 44 especies que habitan el país enfrentan un grave riesgo de extinción.

Atelopus quimbaya pertenece a este género de sapos arlequín y se conoce en solo tres localidades de la vertiente occidental de los Andes centrales colombianos: la Reserva Natural La Montaña (municipio de Salento, Quindío), el Parque Natural Regional de Ucumarí (municipio de Pereira, Risaralda), y la Reserva Bosque del Río Blanco (cuenca del río Chinchiná).

Con la intención de esclarecer y comprender las eventuales causas de la disminución, e incluso extinción del sapo quimbaya, el equipo de investigadores reunió estudios científicos históricos y realizó salidas de campo a las tres localidades conocidas como hábitat de la especie para contrastar la información e intentar responder el interrogante.

A pesar del esfuerzo intenso y reciente por hallarlo en estos lugares no hubo avistamientos tras los últimos registros ocurridos entre 1994 y 1997. En cambio, según el estudio, en estos sitios hay presencia confirmada de la trucha arcoíris (Oncorhynchus mykiss), y se sospecha, del hongo infeccioso Batrachochytrium dendrobatidis (Bd), dos posibles enemigos de la especie en cuestión.

En la cuenca del río Otún y en el Quindío se sabe de la existencia de la trucha arcoíris, para empezar, debido a dos grandes granjas para la crianza del pez. Se estima que en 1953, la especie exótica fue introducida en los ríos y en los estanques artificiales de la Reserva Natural de Navarco. En las salidas de campo, el equipo de investigadores detectó la presencia de la trucha aun en pequeñas corrientes de agua de los cauces de estas zonas.

El hecho de que la trucha habite en las cuencas donde fue común el sapo quimbaya, hace pensar que estaría involucrada en la disminución de sus poblaciones a través de la depredación, en primera medida de los huevos, y posiblemente de los renacuajos. El equipo investigador mantiene sus sospechas acerca del potencial efecto negativo del pez sobre este grupo de sapos, pues existe evidencia científica del impacto que ha tenido en otras especies de anfibios.

Un dato adicional revela que si bien la introducción de la trucha al país no coincidió con el momento en que inició la disminución de poblaciones del quimbaya, lo más factible es que la expansión de poblaciones de estos peces ocurrió constantemente, y de manera acelerada, hasta alcanzar el hábitat del sapo hacia 1990.


Por otro lado, está el hongo Batrachochytrium dendrobatidis (Bd) originario de Asia y que se encuentra ampliamente distribuido alrededor del mundo. Hoy hay evidencia de la desaparición de poblaciones completas de anfibios causadas por el (Bd), que les afecta la piel, un órgano vital involucrado en la respiración. En animales susceptibles al hongo se producen, por ejemplo, paros cardíacos que matan los organismos.

En general, el género Atelopus es considerado como uno de los grupos más susceptibles entre los anfibios, de hecho el declive de numerosas especies del grupo tiene relación comprobada con el hongo. En el caso del sapo quimbaya, los análisis efectuados a 23 ejemplares, recolectados en 1979 y 1994, arrojaron un resultado negativo para la infección por (Bd).

Por lo pronto, los investigadores no descartan un posible vínculo entre el hongo y el cambio climático o una correlación de múltiples factores estresantes como potenciales responsables de la probable extinción del sapo quimbaya y de la disminución de otras poblaciones de anfibios.

Y aunque los resultados actuales no permiten establecer si (Bd) está o no involucrado en el declive de este anfibio, a la fecha se realizan estudios a ejemplares depositados en las colecciones biológicas del Instituto Humboldt, en Villa de Leyva (Boyacá) para comprobarlo.

De ser posible, a futuro se espera realizar estudios con el material biológico disponible en la Universidad del Valle, el Instituto de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia y el Museo de Herpetología de la Universidad de Antioquia, mismos que ayudarían a esclarecer la participación del hongo en la disminución de esta y otras especies de anfibios colombianos.

La importancia del sapo quimbaya, y en general los anfibios, radica en que desde el punto de vista ecológico son buenos indicadores del estado de conservación de ecosistemas debido a lo susceptibles que resultan a la contaminación y degradación del hábitat.

Por el contrario, su ausencia es una señal de cómo el cambio en el paisaje y el ambiente, causados por distintas actividades, afectan la biodiversidad a distintos niveles. En ese sentido, algunos estudios demuestran que los renacuajos ayudan en el mantenimiento de la estructura de las comunidades de algas y la productividad primaria de los ríos y quebradas.

Entre tanto, en medio de los esfuerzos científicos inconclusos y del desconcierto que generan las causas de la posible desaparición de este sapo endémico, los investigadores involucrados en el estudio no se dan por vencidos, en cambio sugieren continuar con los análisis en laboratorios y trabajos en campo en zonas aledañas a las exploradas, con la intención de descubrir poblaciones, quizá no detectadas hasta ahora, del quimbaya y de otras especies del grupo de los Atelopus con características similares.

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