Instituto de Investigación de Recursos Biológicos
Alexander von Humboldt

Investigación en biodiversidad y servicios ecosistémicos para la toma de decisiones

conexion vital

Conservar los entornos naturales, el desafío para las ciudades del siglo XXI

Parlotiando con el Humboldt | Por: Instituto Humboldt

Entrevista 

Conservar los entornos naturales, el desafío para las ciudades del siglo XXI




Los patrones y tasas de consumo de las poblaciones urbanas son más altos que los de las poblaciones rurales, lo cual aumenta la demanda de recursos como el agua, los alimentos y la energía, y la producción de residuos, con impactos directos sobre ecosistemas cercanos y lejanos a las ciudades. Foto: John Jairo Bernal.


  • •  Al siglo XX se le ha denominado el siglo urbano. Y es que se calcula que para 2050 habrá cerca de 2,400 millones más de personas en las ciudades en el mundo, todo un reto para la gestión de aquello que se denomina naturaleza urbana

  • •  De acuerdo con la publicación ‘Reporte Bio 2019’, el desplazamiento interno, además de ser una una de las consecuencias principales del conflicto armado interno, ha sido identificado como una causa importante del crecimiento acelerado en los centros urbanos en municipios fuertemente afectados por la violencia, así como un impulsor de los cambios en la cobertura del suelo y la degradación de los ecosistemas en áreas cercana a las ciudades.

La expansión de los cascos urbanos representa todo un desafío para el medioambiente. De hecho, es uno de los principales temas del Convenio sobre la Diversidad Biológica, haciendo un llamado a la urgencia para garantizar un futuro en el que el crecimiento urbano sostenible se produzca con planificación, teniendo como eje central la naturaleza.

Y es que en nuestro imaginario, casi siempre, la naturaleza y lo urbano se contraponen. Por eso, cuando nos hablan de ecosistemas lo primero en lo que pensamos es en grandes bosques, especies exóticas de animales o paisajes lejanos de la cotidianidad de las personas que habitamos las grandes y medianas ciudades del país, ¿verdad que sí?

Sin embargo, y pese a que podemos sentir esa relación distante, lo cierto es que no lo es. ¿De dónde crees que viene el agua que sale por los grifos de nuestras casas o el aire fresco en las mañanas? ¿Qué decir del canto de las aves? Justo a esos beneficios vitales para nuestra vida, es a lo que se les conoce como servicios ecosistémicos urbanos. Incluso, aunque no habitemos en medio del bosque, no debemos olvidar que nuestra vida depende de la naturaleza.

Ahora, ¿te has preguntado en qué estado se encuentra la biodiversidad que rodea nuestras grandes edificaciones o cuáles son las principales amenazas a esa vida natural tan cercana, pero invisible? Por ejemplo, ¿sabías que el desplazamiento forzoso es una de ellas? Para adentrarnos en este campo de la investigación, para muchos aún desconocido, en Parlotiando con el Humboldt hablamos con Diana Marcela Ruíz, bióloga y Magíster en Conservación y Uso de la Biodiversidad e investigadora del Programa de Gestión Territorial de la Biodiversidad.

Diana ha enfocado su labor en tratar de comprender las complejas interdependencias entre el ser humano y la naturaleza; este es el motor que ha inspirado sus estudios, por lo que con entusiasmo expresa: “Soy muy feliz de investigar la ecología urbana y proponer soluciones para mejorar nuestra relación con la biodiversidad”.



Diana Marcela Ruiz Foto: Archivo particular


- Al finalizar el siglo XX, más del 70% de la población nacional, equivalente a 30 millones de colombianos, residía en las áreas urbanas. Sin embargo, la mayor parte del territorio colombiano, es decir más del 90%, es rural. Teniendo esto en cuenta y en materia de biodiversidad, ¿qué caracteriza a las ciudades de Colombia?

Las ciudades colombianas son el reflejo de nuestra diversidad biológica y cultural y de las complejas dinámicas sociales que caracterizan al país. El establecimiento de un centro urbano en una región particular responde a necesidades específicas, en muchos casos, asociadas a la cercanía a cuerpos hídricos. Así, varias ciudades colombianas tienen una relación directa con ecosistemas acuáticos como ríos o humedales, y presentan retos y oportunidades particulares de acuerdo con su ubicación geográfica específica. Por ejemplo, Barranquilla se encuentra en el delta del río Magdalena y tiene retos asociados a los conocidos arroyos, pero también oportunidades por la presencia de manglares y bosques de galería. Mocoa es una ciudad de piedemonte que debe adaptarse y gestionar su desarrollo considerando un riesgo alto de deslizamientos e inundaciones, pero en términos culturales es el centro de encuentro de una interesante variedad de comunidades indígenas provenientes de la región amazónica y andina, con sus cabildos ubicados dentro de la ciudad. De esta manera, como país megadiverso, pluriétnico y multicultural, Colombia posee una gran variedad de sistemas urbanos que se relacionan de diferentes maneras con sus ecosistemas regionales.

Al igual que otras ciudades latinoamericanas, las ciudades colombianas han crecido de forma acelerada y poco planificada, lo cual ha aumentado su vulnerabilidad a cambios globales como el cambio climático. Mucho de este crecimiento ha ocurrido en ciudades pequeñas o intermedias. Otra característica particular es la fuerte segregación socioespacial e inequidad frente al acceso a los bienes y servicios que ofrece la naturaleza urbana.

- El desconocimiento de esa ruralidad ha traído muchas consecuencias, entre ellas, un modelo de desarrollo inequitativo que obliga a la población a abandonar esa ruralidad y a desplazarse a las principales ciudades o, dependiendo el caso, a intermedias. ¿Qué efectos tiene esto en el estado de la biodiversidad?

Esto tiene efectos a diferentes escalas. Primero, los patrones y tasas de consumo de las poblaciones urbanas son más altos que los de las poblaciones rurales, lo cual aumenta la demanda de recursos como el agua, los alimentos y la energía, y la producción de residuos, con impactos directos sobre ecosistemas cercanos y lejanos a las ciudades. Segundo, la expansión de las áreas urbanas amenaza la conservación de suelos con vocación agrícola y áreas protegidas, con efectos negativos sobre la soberanía alimentaria, la conservación de la biodiversidad y la resiliencia. Esto, por un mayor conflicto entre el valor que se le da al desarrollo urbano frente a medios de vida rurales. Finalmente, una mayor población urbana implica, en muchos casos, una relación más alejada de las personas con su entorno natural inmediato, con efectos negativos sobre el cuidado que los ciudadanos hacen de los recursos naturales y la biodiversidad.

- De acuerdo con el más reciente Reporte Bio2019, el desplazamiento forzado como resultado del conflicto armado, ha acelerado el crecimiento poblacional de los centros urbanos en los municipios fuertemente afectados por la violencia. Este desplazamiento es un impulsor de los cambios en la cobertura del suelo y la degradación de los ecosistemas en áreas periféricas. Cuéntanos de qué se trata esta correlación…

Las ciudades son lugares en los que la población desplazada mejora su sensación de seguridad y encuentra una mayor presencia institucional. Sin embargo, debido a que muchos de los eventos de desplazamiento interno ocurren de forma masiva y rápida, las capacidades físicas y económicas de los gobiernos locales resultan insuficientes para atender las necesidades de la población migrante que, en muchos casos, termina asentándose en zonas de riesgo o áreas protegidas ubicadas en la periferia de la ciudad.

La falta de presencia institucional y las condiciones socieconómicas en las que las familias desplazadas llegan a los centros urbanos aumenta su vulnerabilidad y genera consecuencias ambientales negativas asociadas a la expansión urbana no planificada y al aprovechamiento de recursos naturales provenientes de los ecosistemas cercanos a estos nuevos asentamientos. Las personas que han tenido que abandonar sus territorios repentinamente se ven obligadas a sustituir actividades agrícolas por la extracción legal o ilegal de combustibles fósiles, madera, productos forestales no maderables y minerales de ecosistemas periurbanos.

- ¿Qué municipios y qué periodos se analizaron?

Para el momento en la que se realizó el Reporte Bio2019 el análisis incluía como caso de estudio el departamento del Caquetá y el municipio de Florencia. Ahora estamos tratando de incorporar otros departamentos fuertemente afectados por el conflicto, como es el caso de Putumayo, Nariño y Córdoba. Esto permitirá tener conclusiones más certeras sobre el efecto del desplazamiento interno sobre la expansión urbana y los cambios en las coberturas del suelo a nivel nacional.

Se establecieron dos periodos teniendo en cuenta eventos con efectos directos sobre el desplazamiento interno. El primero, entre el 2002 y el 2008, después del año considerado como el más violento en la historia del país y, el segundo, entre 2012 y 2018, definido por el inicio de los diálogos de paz y que incluye la firma del acuerdo de paz y el post acuerdo.

- Teniendo esto en cuenta, ¿cuáles son los principales cambios del uso del suelo que se evidenciaron?

Las coberturas que más se transformaron en ambos periodos fueron los ecosistemas de bosque y vegetación secundaria que se convirtieron principalmente en pastos, suelo descubierto de vegetación y suelo urbano. En el caso del periodo más violento, estos cambios fueron mayores y la cobertura asociada a construcciones dispersas, que puede asociarse al crecimiento de los asentamientos formales e informales de la periferia urbana, aumentó un 170%. De igual forma, durante el periodo en el que el desplazamiento forzado fue mayor, también lo fue la degradación de los bosques.



Información Reporte BIO2019


- Se suele decir que el conflicto mantuvo salvaguardados ciertos ecosistemas durante los últimos 50 años, en este caso, ¿podemos decir que en ciertos casos, el conflicto armado pone en riesgo nuestra biodiversidad?

Trabajos sobre este tema en otros países afectados por conflictos internos han demostrado que el desplazamiento forzado aumenta las presiones ambientales en los lugares de destino de las poblaciones migrantes y los reduce en sus lugares de origen. El hecho de que las personas se vean obligadas a migrar de sus territorios y cambiar radicalmente sus medios de vida seguramente tiene efectos sobre el uso que estas poblaciones hacen de los recursos naturales y, por tanto, sobre la conservación de la biodiversidad. En el caso colombiano, las investigaciones sobre los impactos del conflicto armado en la biodiversidad aún son escasas y deben considerar las particularidades de cada territorio. Creería que después de más de 50 años de conflicto, en Colombia se presentan los dos casos y su análisis es un campo abierto y muy interesante en el que aún nos quedamos cortos.

- Debemos recordar que las ciudades no son islas y que pertenecen a áreas conocidas como regiones, ¿por qué consideras que es importante fortalecer la relación ciudad y con sus entornos más amplios?

El desarrollo socioeconómico de las ciudades depende directamente de los ecosistemas que se encuentran en áreas urbanas, peri-urbanas y rurales. Entender estas conexiones puede mejorar la planificación y gestión de las ciudades reduciendo sus presiones sobre la biodiversidad local, regional y global y mejorando su capacidad de adaptarse a los cambios. También, mejorar la relación de las ciudades con su región hace más habitables los entornos urbanos a través del mejoramiento de la conectividad ecológica, la complejización de espacios verdes con especies adaptadas localmente, el reconocimiento de las características culturales de la población urbana, el acceso a alimentos locales de calidad, entre otros.



Búho rayado (Asio clamator) Foto: John Jairo Bernal.


- Cuando hablamos de biodiversidad urbana, ¿a qué nos referimos?

La biodiversidad urbana es la diversidad de organismos, hábitats y ecosistemas que se encuentran dentro o cerca de las ciudades. Esto incluye ecosistemas silvestres que permanecen después de los procesos de urbanización, pero también espacios diseñados y manejados por el hombre, como parques, jardines, huertas, separadores, entre otros.

Desde el Instituto Humboldt hemos querido fortalecer la idea de que esta biodiversidad está asociada a las diversas formas en las que se expresa lo urbano y las interrelaciones entre el hombre y la naturaleza. Esto implica entender las ciudades como sistemas socioecológicos complejos, que resultan de dinámicas que tienen que ver, por ejemplo, con la ocupación del territorio, la composición particular de especies introducidas y nativas, la relación de los ciudadanos con la naturaleza, el clima, el origen cultural de los ciudadanos o el diseño urbano, entre otros.

- ¿Sabemos cómo se relacionan los colombianos con la naturaleza en las ciudades?

En los últimos años el interés de las personas por conocer la biodiversidad de sus ciudades se ha hecho evidente gracias iniciativas de ciencia participativas y de plataformas como Información iNaturalist o eBird y a eventos internacionales como los Retos Naturalistas o los BioBlitz. El aumento en el número de registros de especies en estas plataformas, así como en el número de observadores, es la muestra de una mayor apropiación de los ciudadanos por la naturaleza urbana. De igual manera, todos hemos sido testigos de la defensa férrea que en algunos casos los ciudadanos hacen por ecosistemas urbanos como bosques o humedales y de la disposición de los gobiernos locales por aumentar y mejorar los espacios de participación ciudadana.

Desde un punto de vista académico, existen diferentes investigaciones sobre la percepción y el valor que le dan los ciudadanos a espacios verdes como los parques o las áreas protegidas urbanas, incluyendo la evaluación de variables como cercanía, tamaño, acceso, composición de especies vegetales, etc.



Los humedales urbanos son espacios verdes naturales con una amplia variedad y diversidad de plantas y animales.
Humedal El Burro, en el suroccidente de Bogotá. Foto: John Jairo Bernal.


- Háblanos de los servicios servicios ecosistémicos urbanos…

Los servicios ecosistémicos urbanos son los beneficios que los seres humanos recibimos de la biodiversidad en contextos urbanos. Al igual que en las zonas rurales, estos servicios se clasifican en servicios de provisión, regulación y culturales. Sin embargo, en las ciudades los servicios de provisión relacionados, por ejemplo, con el acceso a materias primas como productos maderables y no maderables tienen un valor menor para los ciudadanos en comparación con lo que ocurre en los entornos rurales, mientras que servicios culturales como la recreación, la contemplación de la naturaleza o la salud física y mental, son muy relevantes en las ciudades.



Dentro de los beneficios de la biodiversidad urbana se destaca la generación de entornos más saludables y la mejora de la calidad de vida. Foto: John Jairo Bernal.


- ¿Consideras que se contraponen desarrollo urbano y naturaleza?

Tradicionalmente, el crecimiento urbano, relacionado con la construcción de estructuras como edificios o vías, ha sido asociado a un mayor desarrollo. En ese sentido, el valor social que se le da a la expansión urbana ha sido mayor frente a la conservación de ecosistemas rurales. Sin embargo, en los últimos años esta percepción ha ido cambiando, creo que principalmente porque se ha demostrado de diferentes maneras la importancia de la naturaleza en el mantenimiento de la salud física y mental de las poblaciones o como una oportunidad para mejorar su desarrollo socioeconómico. De esta manera, cada vez es más común que los barrios con mayor valoración, económica y social, sean aquellos con un mejor acceso a espacios verdes o con un arbolado de mayor calidad. Así mismo, se ha demostrado que las ciudades que presentan una mejor relación con sus ecosistemas urbanos y periurbanos son más atractivas para los turistas y los inversionistas. Esto ha reducido esa dicotomía entre lo construido y lo natural, aunque aún falta mucho por hacer, principalmente en las ciudades latinoamericanas.

- ¿Cuáles son los estudios y principales hallazgos que se han hecho desde el Instituto Humboldt en materia de biodiversidad urbana?

La línea de biodiversidad urbana del Instituto hace parte del programa de gestión territorial de la biodiversidad. Esto quiere decir que tiene como objetivo generar herramientas para incorporar la biodiversidad y sus beneficios en la planificación del territorio y la gestión del paisaje urbano. Hemos apoyado a algunos municipios del país en la identificación de su Estructura Ecológica Principal, realizamos recomendaciones para la implementación de estrategias de Infraestructura verde urbana que se centren en la conservación de la biodiversidad y en el aporte de áreas con altos valores socioecológicos como las áreas protegidas urbanas en el bienestar de los ciudadanos. Actualmente, las investigaciones de la línea se centran en el marco de las Soluciones basadas en la Naturaleza, teniendo como objetivo fomentar, implementar y monitorear estrategias que reduzcan los impactos de la urbanización, a partir del mejoramiento en la gestión de la naturaleza urbana, la participación ciudadana, el conocimiento y cuidado de la biodiversidad en las ciudades.



Monja (Chrysomus icterocephalus) Humedal de La Conejera. Foto: John Jairo Bernal.


- ¿Cuál consideras es el futuro de la gestión de la biodiversidad urbana en Colombia?

En los últimos años se ha producido una gran cantidad de información respecto a los impactos del crecimiento acelerado y poco planificado de las ciudades. Creo que el reto ahora es que los ciudadanos y los diferentes tomadores de decisiones en estos entornos reconozcan el papel que tiene la diversidad biológica y cultural para generar entornos urbanos más saludables, sostenibles y resilientes. Esto implica avanzar en el análisis y monitoreo de las relaciones entre la biodiversidad y el bienestar humano.

Las ciudades colombianas deben entenderse en su contexto regional específico y valorar las oportunidades que los ecosistemas ofrecen para solucionar los diferentes retos que supone la urbanización, sobretodo porque en muchos casos los gobiernos locales no tienen las capacidades económicas y de gobernanza para implementar otras soluciones asociadas a la infraestructura gris, por lo que la naturaleza representa un capital fundamental, que ofrece además diferentes co-beneficios.

También es urgente que se den discusiones sobre la expansión y el crecimiento urbano, y sobre las formas en las que los asentamientos humanos ocupan el territorio ¿queremos que nuestras ciudades sigan creciendo de la forma en la que lo están haciendo?, ¿qué significa que el país sea cada vez más urbano?, ¿Qué implicaciones tiene el establecimiento de áreas metropolitanas vs sistemas urbanos uninodales?
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Histórico: Colombia fue elegida sede de la Sexta Plenaria IPBES 2018

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Bogotá, D. C. 13 de marzo de 2017

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• La Quinta Plenaria de la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES), realizada en Bonn (Alemania), aprobó la propuesta de realizar su sexto encuentro en Colombia.

• Medellín será sede oficial de la Plenaria que reúne a miembros de este órgano intergubernamental para evaluar el estado de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos en todos los continentes.

• El anuncio oficial fue hecho por el Presidente de IPBES, Sir Robert Watson, tras aprobación unánime de los 126 países miembros.

Durante la Sexta Plenaria IPBES se espera discutan los resultados del primer programa de trabajo de la IPBES 2014-2018, se aprueben cinco evaluaciones –cuatro regionales de biodiversidad y servicios ecosistémicos y una sobre degradación de tierras y restauración– y se acuerde el inicio de valoraciones relacionadas con usos sostenibles de la biodiversidad.

Para la reunión en Medellín nuestro país presentará avances de la evaluación nacional de biodiversidad, del plan de acción de la Política Nacional para la Gestión de la Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos (PNGIBSE) y del trabajo que los diferentes expertos nacionales, adscritos a la IPBES, desarrollan desde múltiples campos de trabajo.

Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt, miembro del Panel Multidisciplinario de Expertos de la IPBES y copresidente del grupo de trabajo en conocimientos indígenas y locales de esta Plataforma, aseguró desde Bonn: “la realización del encuentro es una oportunidad para que el mundo conozca los desafíos que supone la gestión de la biodiversidad en un país megadiverso, también para continuar aprendiendo de la construcción de una interfaz científica-política con alcance global”.

Esta decisión, histórica, es un reconocimiento a la experiencia de Colombia en la construcción de puentes entre la generación de conocimientos sobre la biodiversidad y la toma de decisiones informadas.

La Sexta Plenaria de la IPBES –encuentro internacional de carácter gubernamental– será posible gracias a los ministerios de Relaciones Exteriores y Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, a los miembros del Comité Nacional IPBES (unidades de Parques Nacionales Naturales e institutos de investigación del Sistema Nacional Ambiental), a las universidades Nacional y Javeriana, con el apoyo y contribuciones de la Alcaldía de Medellín.

IPBES es posible gracias al auspicio de cuatro entidades de las Naciones Unidas: el Programa para el Medio Ambiente (PNUMA), la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la Alimentación y la Agricultura (FAO), y el Desarrollo (PNUD). En la actualidad, mil científicos del mundo contribuyen al trabajo de esta Plataforma Intergubernamental de manera voluntaria.

Consulte sitio oficial IPBES

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Pensar el campo colombiano en tiempos de paz, ¡sin los errores del pasado!

simposio rural

“La gestión de la biodiversidad no se entiende como parte del desarrollo rural integral”, así lo manifestó Brigitte Baptiste, directora general del Instituto Humboldt, durante su intervención ante académicos, estudiantes y público no especializado, reunidos para analizar los retos de una reforma rural integral en la construcción de paz.

Asuntos relacionados con cambios sociales, ambientales y de sostenibilidad, así como el reconocimiento al rol de las comunidades rurales en la gestión de los ecosistemas, acompañaron sus reflexiones.

Sostenibilidad en la realidad rural colombiana

Según Baptiste, el país asocia el desarrollo rural integral con la producción campesina y desconoce las prácticas heterogéneas que las culturas han desarrollado en los ecosistemas, invisibilizadas por años de conflicto armado interno y el distanciamiento y ruptura entre las disciplinas académicas, las cuales merecen reconocimiento e inclusión.

“Desde el punto de vista de la biodiversidad, Colombia es un país privilegiado, con condiciones únicas de diversidad biológica a nivel genético, de especies, comunidades y ecosistemas, lo cual indudablemente tiene que marcar una cualidad para el desarrollo rural que hasta el momento no siempre ha sido explícita”, declaró Brigitte.

También, mencionó que el tránsito hacia un desarrollo rural integral sostenible no es una tendencia reciente en el mundo: “la noción de sostenibilidad existe hace varias décadas. Lo nuevo es el deseo de recopilar los aprendizajes al respecto, que funcionan en muy diversas escalas y a veces de manera contradictoria, pues aquello que resulta sostenible para un pequeño productor a la escala de su predio no necesariamente lo es a otros niveles”.

Para ella, la aspiración de un desarrollo rural integral apunta hacia la sostenibilidad en un contexto distinto al de hace cinco décadas, cuando críticas muy marcadas al modelo de desarrollo de entonces dieron origen, entre otros factores, a la insurgencia y a la violencia, aspectos que deben considerarse para evitar los errores del pasado.

Al respecto, Baptiste dijo: “El modelo de desarrollo planteado para el posconflicto debe aprovechar las lecciones aprendidas y plantear un salto cualitativo para no hablar de las mismas metas y condiciones de los años 70. Una de las cosas que nos preocupan, por ejemplo, es la indudable necesidad de construir vías tercerías para incorporar a la población rural a los mercados y darles acceso a todos los servicios del Estado”.

Otro aspecto que le preocupa es el cambio climático y los daños acumulados en el medio ambiente: “La vulnerabilidad de las poblaciones rurales es muy distinta a la de hace 30 o 40 años no solo por eventos climáticos extremos como inundaciones, avalanchas, incendios forestales, etc., sino también por la misma actividad productiva que ha generado más vulnerabilidad y en otras ocasiones resiliencia en la diversidad biológica”.

Recordó, además, la realidad a la que nos enfrentamos, y que amerita atención en torno al desarrollo rural integral, en lo relacionado al daño ambiental acumulado en años de contaminación por agroquímicos, mercurio en el agua, minería, desechos industriales, plásticos, micropartículas en los suelos, sedimentos en el fondo oceánico e “innovaciones tecnológicas gigantescas sin suficiente análisis, las cuales generan riesgos y oportunidades para las distintas formas de desarrollo rural, algunas de ellas con implicaciones importantes en la gestión ambiental y de la biodiversidad”.

Más allá de la discusión sobre transgénicos y semillas, tema que está sobre la mesa y que no pasa inadvertido, Baptiste invitó a mantener los ojos puestos en la bioseguridad y las invasiones biológicas. Para finalizar, destacó los cambios sociales en las familias rurales: “la de hoy es una familia que tiene una forma distinta de hacer las cosas, donde la mujer, los jóvenes, ancianos o la diversidad étnica juegan un rol específico y marcan muchísimo el desarrollo rural”.

Conectar saberes locales con decisiones globales

En cuanto al rol de las comunidades campesinas en la gestión de los ecosistemas, la Directora del Humboldt sostuvo que existen cualidades invisibles del desarrollo rural o de las sociedades rurales que al evidenciarlas promueven la construcción de proyectos y visiones novedosas de dicha ruralidad.

En sus palabras, “el desarrollo rural es mucho más que la producción de alimentos”. Más allá de que nuestras sociedades rurales han liderado la gestión del territorio y el manejo de los ecosistemas en favor de la sociedad, de los colombianos e incluso de la sociedad global. Y concluye: “Las sociedades campesinas, indígenas, comunidades negras, pescadores, etc., mantienen la funcionalidad de los ecosistemas a través de sus actividades y preceptos. Así han garantizado una regulación hidrológica, polinización y ciclado de nutrientes”.

De ello dependen las ciudades. El 75 % de la población colombiana que hoy las habita absorbe y consume servicios ecosistémicos o contribuciones de la naturaleza al bienestar humano, mediadas por las sociedades rurales. Así lo señaló: “Hay una discusión alrededor de los campesinos habitantes de páramos. Ellos llevan décadas allí y son expertos en ecología del lugar. Algunas de sus prácticas responden a la dinámica ecológica y otras chocan con estas ante una realidad de miseria y de deficiencia productiva”. Este panorama demanda un trabajo con estos actores en el manejo de fondo de los ecosistemas.

Ante las preguntas: ¿cómo compensar dicho trabajo?, ¿cómo reconocer lo indispensable de las comunidades campesinas en la conservación por el bienestar colectivo?, Brigitte respondió que “en ese reconocimiento se plantea la necesidad de entrar en esquemas de pago por servicios ecosistémicos, una noción ambigua pues no sabemos qué se paga: la administración ecológica, la provisión de un servicio o la mercantilización de la naturaleza. Necesitamos revisar otras formas de trasferir capacidades a las comunidades rurales y reconocer su rol mediante inversiones directas en educación, calidad de vida u otro tipo de transferencias que generen equidad y más simetría entre las responsabilidades de gestión del territorio”.

Como conclusiones generales, Brigitte Baptiste reconoció la diversidad cultural de un país como el nuestro con más de 100 tradiciones diferentes entre los pueblos indígenas, las comunidades afrodescendientes y campesinas que, incluso, no están cartografiadas de forma correcta desde el punto de vista de su heterogeneidad: “esto, en un territorio con un área como la de nuestro país, representa un acervo importantísimo de sistemas de conocimiento gestados adentro de la diversidad biológica, que ha evolucionado y construido modos de vida y estrategias adaptativas”.

Desde su perspectiva no se trata solo de sistemas simbólicos y construcciones narrativas de la realidad, sino un conjunto de prácticas y modos fundamentales de entender el mundo para su adecuado funcionamiento, donde cada tradición dispone de un potencial para gestionar el territorio a partir de un trabajo multicultural que debe incluirse en los retos de la integralidad.

La directora del Humboldt aprovechó, además, para pedir a Colciencias que ejerza un rol primordial en la financiación de varios modelos de conocimiento por las múltiples perspectivas de innovación y de trabajo con la biodiversidad presentes en la sociedad colombiana.

Sobre el hecho, aseveró: “necesitamos un mecanismo de gestión de conocimiento que circule libre y a disposición de los colombianos para conservar y capturar los aprendizajes históricos, corregir aquellos elementos de insostenibilidad que son evidentes y están vinculados con políticas equívocas, falta de información, adopción de tecnologías aún no evaluadas y, en fin, reconocer que hay historia de la gestión ambiental y del desarrollo rural muy útil en estos momentos para las decisiones que tomemos en los próximos años”.

Su reflexión finalizó refiriéndose a Colombia, el país de la megadiversidad, y sus aportes al planeta Tierra desde los servicios ecosistémicos y la protección del patrimonio genético; asimismo los modos de vida y culturas colombianas, los cuales le proveen garantías y capacidades adaptativas al cambio climático como insumo en la construcción de equidad y justicia ambiental. Para ella, conectar la actividad local con las grandes decisiones globales es parte de la política ambiental y de desarrollo rural integral en el mundo.

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Primer encuentro Nacional de médicos tradicionales

Los días 21, 22 y 23 de Septiembre del presente año, se llevara a cabo en el Municipio de Silvania – Cundinamarca (Sede de ONIC) el primer encuentro Nacional de médicos tradicionales en cabeza de la Organización Nacional Indígena de Colombia, con apoyo del Instituto Alexander von Humboldt, Ministerio del Interior, Ministerio de Salud, Colciencias, Colombia Bio.

Es un espacio de reflexión sobre la importancia y la consolidación del Sistema Indígena de Salud Propia e Intercultural-SISPI a partir del conocimiento tradicional y ancestral, las plantas medicinales y conservación de la biodiversidad para la pervivencia de los pueblos indígenas, identificar las dificultades y conflictos de orden natural, económico, social y cultural.

AFICHE FINAL

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Primera Conferencia Regional de la Alianza de Servicios Ecosistémicos (ESP) en Latinoamérica y el Caribe

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La Red de Servicios Ecosistémicos (ESP) es una red global que busca visibilizar el rol de los servicios ecosistémicos en la toma de decisiones, incentivando la participación entre distintos actores e investigadores.

En el marco del fortalecimiento de la ESP en Latinoamérica, desde finales de 2013 el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, junto al Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) y la Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuária (EMBRAPA), asumieron el liderazgo de la red para la región, con el fin de crear una interfaz ciencia-política que facilite la discusión y reflexión acerca de la investigación y el manejo de los servicios ecosistémicos en la región.

Desde el Instituto Humboldt, la línea de investigación Dinámicas socioeconómicas, bienestar y servicios ecosistémicos, del programa Ciencia Sociales y Saberes de la Biodiversidad, lidera este proceso y participa activamente en el grupo de valoración integral de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos en el marco de ESP.

Con el objetivo de estimular el debate y la cooperación entre personas que trabajan el enfoque de servicios ecosistémicos, este año el Instituto Humboldt en alianza con ESP, CIAT y EMBRAPA, organizan la Primera Conferencia Regional de la Alianza de Servicios Ecosistémicos (ESP) en Latinoámerica y el Caribe bajo el lema “Ecosistemas sanos para sociedades resilientes”. Esta conferencia busca generar espacios de discusión centrados en la importancia que tiene el enfoque de servicios ecosistémicos como estrategia hacia el desarrollo sostenible, en el diseño de prácticas y políticas de conservación, el uso razonable de los recursos naturales y en la construcción de una gobernanza más incluyente, legítima y justa.

Se espera que la conferencia incentive la colaboración en América Latina desde perspectivas científicas, políticas y prácticas de los servicios ecosistémicos. Así mismo, se busca iniciar y consolidar una red sólida de científicos, profesionales, políticos, actores locales y regionales que compartan experiencias, métodos y herramientas para la identificación, evaluación e incorporación de los servicios ecosistémicos en la toma de decisiones.

La conferencia contará con un amplio programa que incluirá conferencias magistrales, presentaciones orales, pósteres y una salida de campo, además de la diversa programación de sesiones paralelas que proporcionarán oportunidades de socialización e intercambio de ideas.

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Orinoquia viva. Biodiversidad y servicios ecosistémicos en el área de influencia del Oleoducto Bicentenario.

La publicación Orinoquia viva recoge algunos de los resultados del proyecto “Conservación de especies amenazadas en el área de influencia del Oleoducto Bicentenario” que se realizó en 6 municipios de los departamentos de Arauca y Casanare. Durante cinco meses, contamos con la participación de expertos locales en los inventarios de biodiversidad y en la consulta sobre servicios ecosistémicos, y en especial, nuestros socios locales las fundaciones La Palmita y Cunaguaro.


Este pequeño libro está pensado como una herramienta científico-divulgativa que incluye información del paisaje característico de la Orinoquia junto con las especies que allí habitan, en particular ocho que se priorizaron como objeto de conservación. También se mencionan algunos aspectos sobre los servicios ecosistémicos que brinda la Orinoquia viva.


Gracias a la colaboración de diversos actores presentes en la región y a un equipo editorial perseverante los lectores podrán interactuar con la edición impresa y digital de este e-book.

 

Para descargar la publicación, haga clic aquí.

Para consultarla en el repositorio institucional, haga clic aquí.

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Alianzas para la biodiversidad

El proyecto Conservación de especies amenazadas en el área de influencia del Oleoducto Bicentenario: un enfoque de gestión empresarial de biodiversidad y servicios ecosistémicos, es una alianza entre el Instituto Humboldt y la empresa Oleoducto Bicentenario. La iniciativa desarrolló un diagnóstico social y ecológico que aporta a la estrategia de gestión ambiental empresarial y, al mismo tiempo, sirve de plataforma para fortalecer a las comunidades sobre la gestión de biodiversidad y servicios ecosistémicos en sus territorios.

A través de alianzas con organizaciones locales conocedoras de la biodiversidad y su gestión, como la Fundación Reserva Natural La Palmita y La Fundación Cunaguaro, se fortalecieron capacidades institucionales y la interlocución con los pobladores locales fue más fácil, generando confianza y garantizando la permanencia de procesos más allá de la vigencia del proyecto.

El proyecto combinó el conocimiento local y científico para entender los cambios y tendencias de la biodiversidad en el territorio y su valor como generadora de bienestar. Adiconalmente, identificó las amenazas y acciones para evitar su deterioro, partiendo de la construcción conjunta de conocimiento y generando estrategias de manejo y conservación concertadas.

Esta investigación, que incluyó un análisis multiescalar –paisaje, ecosistema y especies– e integral –características sociales, económicas y culturales asociadas con biodiversidad–, permitió mejorar el estado de conocimiento del área mediante la generación de información últil para otros actores involucrados en la gestión, entre ellos sectores productivos, autoridades ambientales, academia y población local.

Como resultado, se produce un video documental sobre el proceso comunitario desarrollado en los municipios de Tame (Arauca), Támara, Pore, San Luis de Palenque, Trinidad y Hato Corozal (Casanare) y una publicación con información relevante encontrada sobre biodiversidad y servicios ecosistémicos del área de trabajo.

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Los secretos que guardan especies milenarias. ¿Qué es un nicho ecológico?

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Bosque seco tropical en San Juan Nepomuceno. Fotografía de Felipe Villegas capturada en salida de campo.
 

Las cucarachas posiblemente hacen parte de los animales que encuentras más desagradables. A pesar de la irritación que te cause verlas, las cucarachas son únicas en los lugares que habitan pues, entre muchas otras funciones, son una fuente de alimento importantísima para muchos organismos. Por eso, si las cucarachas desaparecieran, las poblaciones de ciertas aves disminuirían y veríamos afectados procesos de polinización fundamentales para la producción de frutos en las plantas. También algunas ranas y mamíferos perderían parte de su alimento y, en consecuencia, se verían afectados depredadores como serpientes y águilas.

Afortunadamente las cucarachas llevan cerca de 400 millones de años en la tierra y no van a desaparecer, porque de verdad ¡son maravillosas! Difícilmente podemos encontrar otro animal que tenga comportamientos cooperativos con su grupo, que pueda vivir semanas a pesar de haber perdido su cabeza y que esté en capacidad de producir hasta 400 huevos. Además, goza de espinas en sus patas y a su vez se adapta fácilmente a diferentes tipos de comida y hábitats. ¡Qué afortunados los predadores de cucarachas que tienen este alimento resistente y flexible!

Las cucarachas, como todos los demás seres vivos, son únicas porque tienen un lugar en su ecosistema que no es equiparable al de ningún otro organismo. Esto quiere decir que requieren de ciertos recursos como frutas, agua y lugares para tener a sus crías -que aunque no lo creas deben contar con unas condiciones especiales de temperatura y cantidad de luz determinadas-. Ahora bien, te podrías preguntar ¿por qué estamos hablando tanto de cucarachas? La respuesta es sencilla: todos estos elementos de la vida de las cucarachas hacen parte de lo que se denomina un nicho ecológico y en esta nota te queremos explicar de qué estamos hablando cuando se hace referencia a este complejo término.

Un nicho ecológico, entonces, puede ser definido como la forma de vida de los organismos de una especie y como la cantidad de características que hacen parte de ese nicho es muy grande, dos especies nunca van a tener nichos iguales. Por esto, cuando dos especies desean obtener un mismo recurso escaso van a competir y, muchas veces, restringir o desplazar a una de ellas al acceso del mismo. Como resultado de esa competencia encontramos animales que comen plantas similares pero la explotan en momentos distintos, dando lugar a especies diurnas y nocturnas. O árboles similares que necesiten altas cantidades de luz, por lo que algunos se distribuyen en climas fríos y otros en climas cálidos. 

Estudiar el nicho ecológico de las poblaciones de animales o plantas es muy útil, ya que nos permite predecir dónde encontrarlas, qué va a pasar con ellas cuando la temperatura aumente en el planeta, entre otras preguntas. A partir de modelos (ver http://biomodelos.humboldt.org.co/) que reúnen algunas de las variables del nicho como temperatura y precipitación, se puede comparar qué requerimientos de nicho tiene una especie y qué hábitats pueden proveerlo. Además, observando la complementariedad de funciones de diferentes especies, podemos diseñar áreas que sean valiosas para la conservación.

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04 - Hojas de ruta. Servicios ecosistémicos provisión y regulación hídrica en los páramos

El presente libro corresponde al No.4 de la colección: Hojas de Ruta. Guías para el estudio socioecológico de la alta montaña en Colombia. La guía sobre Servicios ecosistémicos es una propuesta para realizar una lectura integral del territorio basada en el análisis de servicios de ecosistemas estratégicos como el páramo, a fin de contribuir a la gestión de la alta montaña. Su enfoque de análisis reconoce como insumos clave, tanto de los estudios biofísicos como de los socioeconómicos, y a través de su relación, busca hacer visibles las interdependencias del ecosistema con el resto del territorio más allá de unos límites ecológicos. En términos de las funcionalidades y potencialidades que tiene el páramo para garantizar servicios, y en relación con las diferentes valoraciones y usos por parte de beneficiarios directos e indirectos a nivel regional y local, se busca identificar y caracterizar los conflictos y alianzas en los que están inmersos los diferentes actores alrededor de la distribución del uso y acceso a los servicios ecosistémicos.

 

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Proyecto Oleoducto Bicentenario

En el 2014 el Instituto Humboldt suscribió el contrato núm. 4400000166 con la empresa Oleoducto Bicentenario para realizar el proyecto conservación de especies amenazadas en el área de influencia del Oleoducto Bicentenario: un enfoque de gestión empresarial de biodiversidad y servicios ecosistémicos. Este proyecto es una primera aproximación para establecer estrategias de trabajo coordinado entre la empresa privada y el Instituto.

Esta alianza genera una base de información en biodiversidad y servicios ecosistémicos en el área de influencia del oleoducto con el fin de proponer los lineamientos para un sistema de monitoreo a largo plazo que se integre de manera permanente a la estrategia de gestión ambiental empresarial. Esta alianza es una oportunidad para generar un aprendizaje conjunto entre la Empresa y el Instituto en una forma particular de aplicar la Gestión de la Biodiversidad y sus Servicios Ecosistémicos (GIBSE).


Objetivo del proyecto:

A través de un diagnóstico social y ecológico integrado en el territorio, focalizado en especies (que incluyen las especies de tortuga Charapa y Morrocoy) y valores de conservación de la biodiversidad, el proyecto busca definir escenarios de intervención de la empresa Oleoducto Bicentenario con base en el conocimiento generado por el Instituto Humboldt que permitan:

• Mejorar el estado de conservación de las especies focalizadas y la biodiversidad.
• Definir prioridades de acción de conservación (planificación de la conservación).
• Establecer los elementos de gerencia ambiental corporativa y de promoción, que fomenten un proceso de gestión de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos en el territorio.


Área de estudio y avances del proyecto:

En el área de influencia directa del proyecto Bicentenario (932km2), el Oleoducto tiene 229 km de longitud que van desde la estación Araguaney (Yopal-Casanare), hasta la estación Banadía (Saravena-Arauca). En esta zona, y a partir de análisis y ponderaciones a diferentes escalas (ecosistémica, hábitat y especies), se definió un área de estudio de 15.183 km2 (Mapa 1).

Considerando las particularidades del territorio y bajo criterios ecológicos, sociales y económicos, se definieron cuatro ventanas de estudio (1:25.000). En estas áreas, se desarrollará el trabajo en campo con el objetivo de levantar información base biológica y social, y también generar procesos articulados con las comunidades y otros actores clave en la región.


Ubicación de las ventanas de trabajo:

Buscando aumentar el conocimiento de la biodiversidad de las sabanas y el piedemonte de la Orinoquia para su uso, manejo y conservación, las cuatro ventanas propuestas se encuentran distribuidas en el departamento de Arauca (Municipio de Tame) y en el departamento de Casanare (Municipios de San Luis de Palenque, Trinidad, Pore, Nunchía, Támara, Hato Corozal) (Mapa 2).

Socios y aliados:

Para el Instituto Humboldt el desarrollo de este proyecto es una oportunidad para cumplir su misión de promover, coordinar y realizar investigación que contribuya al conocimiento, la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad como un factor de desarrollo y bienestar de la población colombiana, y adicionalmente de vincular actores estratégicos para la gestión del territorio, a través de una alianza con el Oleoducto Bicentenario, empresa dedicada al transporte de petróleo en el oriente colombiano.

Manteniendo lineamientos de trabajo en red que promueve el Instituto Humboldt, el proyecto se ha enfocado en formalizar acuerdos con diferentes organizaciones locales que tienen amplio conocimiento de la biodiversidad y de su gestión en el territorio de la Orinoquia; al mismo tiempo estas organizaciones son reconocidas por la comunidad como promotores de procesos que mediante una construcción compartida del conocimiento avanzan en una estrategia de uso, manejo y conservación de la biodiversidad.

Socios actuales:

Fundación Reserva Natural La Palmita

Fundación Cunaguaro

Al igual que todos los productos generados por el Instituto Humboldt la información producida por el proyecto estará disponible en el Sistema de Información sobre Biodiversidad de Colombia (SiB) y será de utilidad para los actores involucrados en la gestión de la Orinoquia tales como: autoridades ambientales, tomadores de decisión, academia, sector productivo y otros.


Investigadores: Julián Díaz, Alexander Urbano-Bonilla, María Isabel Vieira, Talía Waldrón. Contacto: This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

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