Colombia cuenta con una nueva Estrategia Nacional para la Conservación de las Aves
El país con el mayor número de aves en el mundo, Colombia, lanza oficialmente la nueva Estrategia Nacional para la
Conservación de las Aves (ENCA) 2030, una hoja de ruta en la que participaron más de 2.000 personas de todo el territorio
nacional y que define las estrategias para la conservación de la avifauna.
La ENCA 2030 es una estrategia incluyente, que se construyó -durante dos años- con la participación de diferentes actores de la sociedad y representantes de todas las regiones del territorio nacional.
Colombia cuenta con 1966 especies de aves, siendo el país con mayor diversidad en el mundo.
Este documento define las líneas de acción que se deben implementar al 2030, pensadas y construidas para el beneficio de las personas, de los sectores productivos y la conservación, la ciencia y las expresiones culturales que elevan su presencia.
Bogotá, junio 5 de 2023. Tras dos años de trabajo consultivo e incluyente en el que participaron comunidades locales y étnicas,
representantes de los diferentes sectores productivos del país, jóvenes, mujeres líderes y la comunidad científica,
se logró definir la nueva Estrategia Nacional para la Conservación de las Aves (ENCA) 2030, la cual fue liderada por la National Audubon Society,
el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, la Red Nacional de Observadores de Aves
y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
Cerca de 2.000 personas asistieron, virtual y presencialmente, a más de 30 talleres comunitarios con el objetivo que la ENCA 2030
integrara las distintas visiones, desde lo regional y nacional, priorizando la relación entre las personas y las aves. De esta manera,
hoy se hace realidad la ENCA 2030, gracias a las voces, experiencia y conocimiento recibidos de todas las regiones del país. Una estrategia
de todos y para todos.
Este nuevo documento es una actualización de la ENCA construida en el año 2000. La actualización resulta estratégica ya que, después de 20 años,
se evaluaron los logros obtenidos, los aciertos y desafíos y se plantearon metas renovadas para los próximos 20 años,
ajustadas a la nueva realidad nacional. El gran logro de la ENCA 2030 fue articular una propuesta que fortalece las oportunidades de
conservación para las aves y sus hábitats.
“Ser el país número uno en aves del mundo nos otorga una gran responsabilidad en la protección de esta inmensa riqueza; por eso,
esta Estrategia Nacional para la Conservación de las Aves nos permite trazar la ruta para potenciar el desarrollo local
de la mano de las comunidades, a través del aviturismo. Además, esta iniciativa se une con nuestros propósitos de Gobierno para
contener la deforestación y promover la restauración de diferentes ecosistemas en el país, especialmente en la Amazonía”,
asegura Susana Muhamad, ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
Además, la ENCA 2030 busca que las aves trasciendan el enfoque ambiental y faciliten el caminar de Colombia hacia una economía más sostenible.
Igualmente, a diferencia de la estrategia del año 2000, la actual cuenta con indicadores claros para que sea posible hacerle seguimiento
al progreso de cada una de las líneas de acción definidas.
¿Por qué una estrategia para proteger la avifauna?
Colombia cuenta con 1966 especies de aves; de las cuales, al menos 84, son endémicas o propias del territorio nacional,
según estimaciones recientes (Echeverry-Galvis et al., 2022) y, entre ellas, 131 especies están amenazadas (Renjifo et al., 2020).
Teniendo en cuenta este potencial y el valor que presentan las aves en la preservación de la biodiversidad y la salud de los ecosistemas,
Colombia tiene una enorme responsabilidad en la conservación de estas.
Por ello, la ENCA 2030 se concentra en 11 objetos de conservación que están enfocados en la diversidad de la avifauna residente y migratoria,
la diversidad de avifauna asociada a los distintos hábitats, incluyendo ambientes naturales y antropogénicos; además de tener en cuenta
los sistemas culturales asociados a la apreciación de las aves y el aviturismo.
El documento también analiza las amenazas actuales, mostrando que las más críticas son aquellas relacionadas con la pérdida y
degradación del hábitat (avance de la frontera agrícola y ganadera, cultivos de uso ilícito), el desarrollo urbano comercial y residencial,
la infraestructura, el transporte y la caza excesiva; entre otros.
Dado que es una estrategia de escala nacional, el alcance geográfico no se limita al territorio continental terrestre,
sino que también incluye los cuerpos de agua -elementos esenciales para la avifauna-, el territorio insular,
las costas y las aguas marinas.
“Las aves son un gran elemento de la biodiversidad para el país, un indicador de la salud de los ecosistemas, herramientas y
materia prima de primer nivel para el desarrollo del turismo de naturaleza; por tanto, debemos seguir formulando estrategias
de conservación que sean implementadas por los gobiernos locales y que le permitan a Colombia mantener su estatus como
“país de las aves”; concluye Hernando García, Director General del Instituto Humboldt.
La riqueza de la avifauna nacional trasciende las fronteras. Al menos 101 especies migratorias boreales y 24 australes
llegan a Colombia en su ciclo anual, haciendo del país un punto geográfico fundamental en las rutas migratorias de las Américas.
“Desde una perspectiva hemisférica, la ENCA 2030 es de gran importancia para las aves migratorias, especies que desconocen fronteras,
conectan al hemisferio y sirven de indicadores frente a desafíos comunes como el impacto del cambio climático, la protección
de ecosistemas y de áreas sustanciales para la biodiversidad y la vida”, afirmó Aurelio Ramos, vicepresidente de proyectos
internacionales de Audubon.
Para mayor información:
Prensa Audubon:
Poly MartínezThis email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Prensa Ministerio de Ambiente:
Viviana Ceballos This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Prensa Instituto Humboldt:
Paola Martínez This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Prensa Red Nacional de Observadores de aves:
Patricia Falk This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Día Mundial de la Vida Silvestre: por la conservación de las especies
El Día Mundial de la Vida Silvestre es una fecha para celebrar la existencia de todos los animales y plantas silvestres del mundo y la
contribución que hacen a nuestras vidas y a la salud del planeta. En esta conmemoración, Colombia es una pieza fundamental,
al ser el segundo país con mayor biodiversidad del planeta.
• En el 2013, la Asamblea General de la ONU proclamó el 3 de marzo como el Día Mundial de la Vida Silvestre.
• Según la ONU, una de cada ocho especies silvestres está en amenaza de extinción.
Marzo 3 de 2023. “La vida silvestre -que incluye a todas las especies de fauna y flora que se encuentran en los ecosistemas naturales-
nos proveen alimento, vestimenta, combustible, insumos para la producción de medicamentos, salud ambiental, agua y beneficios sociales y económicos. Estamos conectados,
es decir, si hay un ambiente sano, hay salud en las especies y los seres humanos”, explica María Piedad Baptiste, investigadora adjunta del Centro de
Colecciones y Gestión de Especies del Instituto Humboldt y Autoridad Científica de la CITES en Colombia.
Es claro que la vida silvestre es un sostén de la humanidad; por eso, se debe evitar su degradación y extinción, pues las consecuencias ecológicas, de salud,
económicas y sociales son irreversibles. Dada su importancia, la Organización de las Naciones Unidas, ONU, estableció el 3 de marzo como el Día
Mundial de la Vida Silvestre.
En este día se celebra la existencia de todos los animales y plantas silvestres del mundo y la contribución que hacen a nuestras vidas y a la salud del planeta;
teniendo en cuenta que una de cada ocho especies de vida silvestre ha sido declarada en riesgo de extinción, siendo la población de animales una de las que más decrece.
Según la ONU, esta es una crisis global que nos amenaza a todos (https://wildlifeday.org/en).
Celebración por partida doble
Este año, la conmemoración de la vida silvestre se suma al 50ª aniversario de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y
Flora Silvestres, CITES (por sus siglas en inglés), una de las estrategias más eficaces del mundo para la conservación de la biodiversidad,
la cual regula el comercio de la fauna y flora silvestres.
Este tratado cuenta, actualmente, con la adhesión de 184 países, como Colombia. En el 2023 “queremos extender el mensaje del buen uso como estrategia de conservación,
esto es, promover el uso legal, sostenible y trazable de la vida silvestre. El objetivo es lograr que se haga un uso sostenible de las especies”,
explica la experta del Humboldt.
¿Equilibrio en la cuerda floja?
Las amenazas a la biodiversidad son permanentes y muchas de estas van en aumento sostenido. La caza furtiva, la pesca excesiva, el tráfico, el cambio climático,
la sobreexplotación de recursos naturales, la tala indiscriminada de árboles y la desaparición de ecosistemas; son solo algunas de las causas del desequilibrio
que vive el planeta.
En algunos casos, infortunadamente, la amenaza se ha transformado en realidad y la humanidad ha tenido que ser testigo de la extinción de varios de estos individuos,
mientras que otras están en alto riesgo. La Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN muestra un panorama preocupante
al señalar las que están en estado vulnerable, en peligro, peligro crítico, extinto en estado silvestre y extinto; entre otras.
Jaguar (Panthera Onca) especie en estado vulnerable / Ilustración por: Instituto Humboldt
Colombia, infortunadamente, no es ajena a este fenómeno, ya que varios de sus individuos también se encuentran en estado vulnerable como lo son el Oso andino; el jaguar,
el delfín rosado y el Tití cabeciblanco. “Estas listas -dice Baptiste- se convierten en alertas muy valiosas para tomar acciones, ya que nos permiten identificar
sobre cuáles especies se requiere información y articular acciones en diferentes escalas, regional y nacional, para la construcción de planes de manejo; entre otros”.
Este es un compromiso que Colombia no puede eludir al ocupar el segundo lugar en biodiversidad; además de contar,
según datos del Sistema de Información sobre Biodiversidad (SiB), con más de 75 mil especies observadas.
Colombia es uno de los pocos países megadiversos del mundo, una de cada diez especies conocidas habita nuestro territorio
(https://cifras.biodiversidad.co/). Esta nación es, claramente, uno de los más importantes reservorios del mundo y, por ende,
su compromiso con la vida silvestre es crucial para el planeta.
Hoy resulta vital que cada ciudadano asuma un rol de guardián, conociendo qué variedades de animales y vegetales tenemos, sus características,
las amenazas a las que se enfrentan y, a partir de esto, tomar partido para su conservación y uso sostenible.
DATO CLAVE:
No olvides conectarte a nuestro LIVE hoy: Conservando la Vida Silvestre. Marzo 3 de 2023– 12:00. Ingresa en:
Conservando la vida silvestre
Páramos para la Vida: una apuesta nacional por su conservación local y comunitaria
El proyecto promueve sistemas socioecológicos que fomentan la conservación de la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos, así como la agrobiodiversidad. Foto Ximena Borré.
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Con una incidencia en 16 complejos de páramo en Colombia, el proyecto Páramos para la Vida recoge la experiencia del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible,
el Instituto Humboldt y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo - PNUD en Colombia para la gestión sostenible de este ecosistema estratégico para el país.
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El proyecto promueve sistemas socioecológicos que fomentan la conservación de la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos,
la agrobiodiversidad y la gestión adecuada de los conflictos socio-ambientales en complejos de páramo en Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Nariño, Santander y Tolima.
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Los páramos en Colombia albergan el 10% de la biodiversidad total de plantas y el 8% de todas las especies de plantas endémicas.
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Según el libro Claves para la gestión local del páramo, de los 1.123 municipios de Colombia, 400 tienen jurisdicción en páramo, y de estos,
10 municipios tienen más del 70% de su área en este ecosistema.
Con un encuentro donde participaron más de 50 representantes de las autoridades ambientales, comunidades y socios, el
Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible,
el Instituto Alexander von Humboldt
y la oficina de
PNUD en Colombia
anunciaron el inicio de Páramos para la Vida,
un proyecto financiado por el
Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF por sus siglas en inglés) con el objetivo de promover la conservación,
gestión y uso sostenible de estos ecosistemas de alta montaña en 16 complejos en Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Nariño, Santander y Tolima.
Páramos para la Vida es el proyecto más ambicioso planteado para este tipo de ecosistema en el país y se concentra en la conservación de la biodiversidad
y sus servicios ecosistémicos, a partir del fomento de la agrobiodiversidad, la promoción de sistemas sostenibles y la gestión adecuada de los conflictos socio-ambientales.
“Este proyecto juega un papel fundamental para movilizar el conocimiento técnico, científico y biológico sobre este ecosistema y enfatiza en el
trabajo en conjunto con comunidades, municipios y departamentos, y en general todos los interesados en soluciones para la gestión integral del
páramo en tiempos de emergencia climática y crisis de biodiversidad”, manifestó Hernando García, director del Instituto Humboldt.
Para lograr este propósito, Páramos para la Vida se enfoca en varios componentes incluyendo la gobernanza alrededor de la biodiversidad y
el fortalecimiento de capacidades de las instituciones, las comunidades locales y los pueblos indígenas; la mejora en la conectividad y
los servicios ecosistémicos en los complejos de páramos; la transición hacia actividades compatibles con la conservación en los paisajes
priorizados y la gestión del conocimiento. Además, se hará énfasis en la comunicación, el monitoreo y la evaluación, en donde se espera
la creación de una red de intercambio de información y articulación entre los diferentes complejos de páramos del país con un enfoque étnico y de género.
El PNUD como articulador promueve la implementación de salvaguardas ambientales y sociales que buscan mitigar los potenciales impactos que podrían
ocurrir durante la ejecución del proyecto y que reúnen acciones para la sostenibilidad y participación de las partes involucradas.
“Páramos para la Vida involucra la conservación de los ecosistemas y la relación que existe con las personas que habitan y protegen estos espacios”,
puntualizó Jimena Puyana gerente Nacional de Desarrollo Sostenible del PNUD.
“Esta articulación entre diferentes actores es necesaria, pero teniendo en cuenta la característica del enfoque diferencial.
Esas dinámicas que ya hemos tenido en el territorio como autoridades ambientales del territorio y sobre las cuales es nuestro interés fundamental
cuidar nuestros espacios de vida. Por eso vemos con buenos ojos el proceso de articulación, pero con criterios y respeto a la autonomía jurisdiccional
de los territorios, a las estructuras que allá tenemos. Allá hay mayores, sabedores, sistemas de salud y educación muy importantes en el manejo
de la conciencia ambiental” indicó Luz Estrella Topa Guauña, gobernadora del Resguardo Indígena de Paletará en el Cauca, quien además agregó que
“en nuestro resguardo inicialmente hay 10.000 hectáreas de páramo. Nace el río Cauca y hay una flora y fauna diversa. Hay un ejercicio bien
bonito que realizamos desde el territorio en términos del control territorial de nuestros espacios de vida bajo una orientación que se ha dado desde nuestra comunidad”.
Para María Teresa Becerra, líder de la agenda de páramos y alta montaña del Instituto Humboldt, este taller inicial es importante porque
“es en este espacio donde todos los socios del proyecto comenzamos la fase de planeación y ejecución del mismo. El proyecto convoca diferentes
corporaciones ambientales, las gobernaciones de Cundinamarca, Boyacá y Nariño, la empresa privada a través de Bavaria y la Empresa de Acueducto
y Alcantarillado de Bogotá, así como representantes de los pueblos indígenas del Cauca y demás experiencias de gestión de páramos en Colombia”.
Además aseguró que “creemos en el fortalecimiento de la gobernanza como eje fundamental en el que los diferentes actores en el territorio pueden
desarrollar los procesos de gestión integral en los páramos porque están involucrados y son partícipes del mismo”.
El proyecto prevé lanzamientos regionales en los complejos de páramo priorizados en las próximas semanas.
Galería
De los 1.123 municipios de Colombia, 400 tienen jurisdicción en páramo, y de estos, 10 municipios tienen más del 70% de su área en este ecosistema.
Contacto comunicaciones: This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Contacto técnico: This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Colombia tiene rinocerontes y los pierde a pasos galopantes
Colombia alberga tres géneros de escarabajos rinocerontes: Megasoma, Dynastes y Golofa. Foto: Instituto Humboldt.
Se trata de un grupo de escarabajos con uno o más cuernos en la cabeza, una característica similar al aspecto físico de
los mamíferos herbívoros emblemáticos de África y Asia. Estos insectos están cada vez más amenazados por flagelos
envueltos en la ilegalidad, como la deforestación y el tráfico de fauna silvestre.
Habitan en el planeta desde hace casi 250 millones de años y se caracterizan por contar con alas bastante endurecidas y colores,
formas y hábitos alimenticios bastante particulares. Se trata de los coleópteros o escarabajos, insectos que suman más de 380.000
especies en el mundo.
Colombia alberga aproximadamente 7.000 especies de escarabajos de diversas familias, con hábitos como coprófagos,
fitófagos, carroñeros, depredadores y polinizadores entre otros. Sin embargo, varios científicos han advertido que esta cifra
está bastante subestimada por los vacíos de conocimiento que hay sobre la fauna neotropical.
Escarabajos rinocerontes
Un grupo de estos insectos llama bastante la atención por su aspecto físico: tienen un cuerno en la cabeza y uno o más en el protórax,
una característica similar a la de unos mamíferos herbívoros más emblemáticos de África y Asia. Por eso,
son conocidos como escarabajos rinoceronte, insectos que hacen parte de la subfamilia Dynastinae.
Según Jhon César Neita, curador de la Colección de Entomología del Instituto Humboldt, Colombia alberga tres géneros
de escarabajos rinoceronte: Golofa, Dynastes y Megasoma, que tienen una representación de aproximadamente 15 especies
en el territorio nacional.
“Estas especies tienen un ciclo de vida muy largo en estado larval, ya que las larvas requieren casi tres años para convertirse
en adultos. Son insectos que dependen totalmente del buen estado de los bosques; sus patas están adaptadas para caminar únicamente
por las ramas y troncos de los árboles”.
En los últimos 20 años, Colombia perdió cerca de 2,8 millones de hectáreas de bosque por causa de la deforestación,
un flagelo impulsado por la ilegalidad que, según Neita, tiene en graves aprietos a los escarabajos rinocerontes.
La deforestación es una de las principales amenazas para la vida de los escarabajos rinocerontes. Foto: Jhon Barros.
“Como las hembras saben que los ciclos de sus larvas son muy largos, solo ponen sus huevos en el dosel de los árboles,
sitios donde también se aparean y alimentan. Para el género Golofa sus larvas se desarrollan en el suelo en materia orgánica
en descomposición. La destrucción de su único hogar, que es el bosque, es mortal para estos insectos”.
El investigador del Instituto Humboldt afirma que una de las dinámicas más interesantes en las selvas tropicales es la muerte de
los árboles más viejos, esta actividad de descomposición va de arriba hacia abajo y tarda muchos años.
“A medida que el árbol se va descomponiendo, las hembras ponen sus huevos y las larvas van desarrollándose.
Cuando uno de esos árboles centenarios es cercenado por la motosierra, la vida de los escarabajos llega a su fin”.
Pero la deforestación no es su único enemigo. Neita revela que por la peculiaridad de su aspecto, como los cuernos de los machos,
son bastante apetecidos por los traficantes de fauna silvestre.
“Hacen parte de los animales más deseados por los coleccionistas de animales a nivel mundial”.
Acorralados por la motosierra
Para el experto, los rinocerontes del género Megasoma son los más amenazados por estas actividades impulsadas por el hombre.
“Además de los llamativos cuernos de los machos, algunas especies de este género cuentan con una textura similar al terciopelo.
Su tamaño también juega en su contra, ya que superan los 15 centímetros”.
Una de las especies de este género que habita en el Chocó biogeográfico, está en aprietos por la deforestación desatada por
la minería ilegal. “Su vida depende de los ambientes con pocas alteraciones y abundantes recursos para el desarrollo de sus larvas.
La minería es la principal actividad que está degradando los bosques y ríos del Pacífico”.
Jhon César Neita, curador de la Colección de Entomología del Instituto Humboldt ha dedicado parte de su vida al estudio de los escarabajos.
Uno de los escarabajos rinocerontes Megasoma que habita en la Amazonia colombiana, Megasoma mars figura entre los más llamativos
por la forma divergente de sus cuernos. “Es un insecto con grandes alas que palidece por la acelerada pérdida de bosque en
toda la cuenca del Amazonas, la región más biodiversa del planeta”, dice Neita.
Sin embargo, el caso que más le preocupa al investigador del Instituto Humboldt es el de Megasoma elephas,
más conocido como escarabajo elefante que también hace parte de los insectos rinocerontes.
“Es una especie aterciopelada que habita desde México hasta el norte de Colombia, en especial en el norte del Pacífico,
Caribe y los valles interandinos. Sus poblaciones están cada vez más diezmadas en el país debido a todas las alteraciones asociadas
con la deforestación. Es uno de los animales que hoy en día es bastante complicado colectar en las diferentes expediciones de biodiversidad”.
Los rinocerontes del género Dynastes, que habitan en las selvas húmedas del Chocó, la Orinoquia y los valles interandinos,
se caracterizan porque los machos tienen uno de los cuernos más desarrollados.
“También se han visto bastante amenazados por la deforestación y el tráfico ilegal de fauna silvestre.
Por ejemplo, Dynastes neptunus, un escarabajo asociado a los robledales, se está quedando sin hogar”.
Por su parte, los escarabajos rinocerontes machos del género Golofa llaman la atención de los traficantes por sus llamativos colores.
Según Neita, son de tonos amarillos y rojizos y habitan especialmente en las zonas altoandinas, en sitios entre los 1.500 y 3.000
metros sobre el nivel del mar, son edáficolas, es decir, viven en el suelo bajo los troncos en descomposición sus larvas.
“Un aspecto bastante peculiar en estos escarabajos es su reproducción.
Mientras las hembras se alimentan de una
sustancia azucarada de las plantas, los machos aprovechan para llegar y aparearse”.
El Libro Rojo de los invertebrados terrestres de Colombia, elaborado por Germán Amat García, Gonzalo Andrade y Eduardo Amat García,
menciona varias especies de escarabajos rinocerontes en estado crítico:Megasoma mars (En Peligro),
Dynastes neptunus (Vulnerable),
Megasoma elephas (Casi Amenazado) y Megasoma actaeon janus (Megasoma actaeon) (Casi Amenazado).
“Aunque aún hay mucho por estudiar sobre estos animales, la evidente deforestación y las actividades como el
tráfico de fauna nos evidencian que están en grave peligro. La Colección de Entomología del Humboldt,
donde tenemos más de 116.000 especímenes de insectos, nos permite ampliar el estudio de estos representantes de nuestra biodiversidad”,
concluye Neita.
Actualmente, hay una debilidad en cuanto a la calidad del seguimiento y los informes actuales del ODS 15, pues estos se centran únicamente en la extensión de los bosques, y no en su calidad.
Con este trabajo, se está solventando este vacío de información en los tres países piloto y se está creando un modelo reproducible para otros.
En la labor, colabora el UN Biodiversity Lab, que pone a disposición los datos espaciales validados para el desarrollo de políticas y la presentación de
informes sobre el ODS 15.
"El trabajo conjunto con expertos nacionales para generar indicadores es fundamental para alcanzar los compromisos del país frente el ODS15 y así lograr un
panorama más completo del estado y tendencias de la biodiversidad. Este proyecto reune a los grupos de interés alrededor de este objetivo común"
afirmó Hernando García, director del Instituto Humboldt.
“Para apoyar a los gobiernos de cada país en sus compromisos con el ODS 15, necesitamos indicadores desarrollados en colaboración con expertos nacionales
que puedan proporcionar un estado integral de la vida en la tierra, promover la rendición de cuentas y orientar las acciones futuras. Este proyecto está
diseñado para hacer precisamente eso”, declaró Sara Ferrer Olivella, representante residente del PNUD en Colombia. "Este premio reconozco todos que han
jugado un papel clave en el desarrollo y la implementación del proyecto".
El premio anual GEO SDG, lanzado en 2019, es un reconocimiento a la la productividad, la innovación, y los esfuerzos ejemplares en el
uso de las observaciones satelitales de la tierra para apoyar el desarrollo sostenible. El reconocimiento proporcionado por el premio tiene el
potencial de apoyar
los esfuerzos internacionales que abogan por mejores metas e indicadores sobre la biodiversidad
tanto para el ODS15 como para el nuevo marco global para la naturaleza
que será acordado en 2022 por los países que son parte del
Convenio de Biodiversidad de la ONU.
Asimismo, también refuerza el liderazgo mundial de Ecuador en el uso de datos espaciales para cumplir los ODS y ejemplifica una hoja de ruta para otros países.
Sobre GEO
El Grupo de Observaciones de la Tierra (GEO, por sus siglas en inglés) es una asociación intergubernamental que mejora la disponibilidad,
el acceso y el uso de las observaciones de la Tierra para un planeta sostenible.
GEO promueve el intercambio de datos abiertos, coordinados y sustentantos para una mejor investigación, formulación de políticas,
decisiones y acciones en muchas disciplinas. La comunidad GEO se centra en tres áreas de participación prioritaria global: la Agenda 2030
para el Desarrollo Sostenible, el Acuerdo de París y el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres.
Sobre EO4SDG
Observaciones de la Tierra para los Objetivos de Desarrollo Sostenible
(EO4SDG, por sus siglas en inglés)) organiza y realiza el potencial de las
observaciones de la Tierra y la información geoespacial para avanzar en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas y permitir los beneficios
sociales a través del logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
¿Qué son las observaciones de la Tierra?
Las observaciones de la Tierra son datos e información recopilados sobre nuestro planeta, ya sea atmosférico, oceánico o terrestre.
Esto incluye datos basados en el espacio o detectados a distancia, así como datos terrestres o in situ. Las observaciones de la Tierra
coordinadas y abiertas permiten a las y los responsables de la toma de decisiones de todo el mundo comprender mejor los problemas a los
que se enfrentan, con el fin de diseñar políticas más eficaces.
Para más información:
Carlos Rivera, oficial de Comunicación, PNUD Colombia. Correo electrónico: This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it., tel: +573157951440
La carrera contrarreloj de tres especies de caimanes en Colombia
El caimán llanero (Crocodylus
intermedius) está catalogado como una
especie En Peligro Crítico de extinción. Foto: Mónica Morales
(Instituto Humboldt).
•
El
caimán llanero (Crocodylus intermedius), el caimán aguja (Crocodylus
acutus) y el caimán negro (Melanosuchus niger) están en alguna
categoría de amenaza en el territorio nacional.
•
La comercialización ilegal de sus pieles durante la
primera mitad del siglo XX, el tráfico de fauna silvestre, la pérdida y
contaminación de los ecosistemas, el calentamiento global y las malas
prácticas de pesca los tienen cada vez más cerca de la extinción.
•
El Instituto Humboldt, basado en varias publicaciones como el Libro
Rojo de los Reptiles, presenta la historia de estos tres representantes
de la biodiversidad colombiana, especies fundamentales para el
funcionamiento de los recursos naturales y fuente de alimento de las
comunidades indígenas y rurales.
Todo indica que aparecieron hace más de 240 millones de años. Son tan
antiguos como los dinosaurios, pero con el paso del tiempo los que no
se extinguieron fueron evolucionando sus formas, tamaños, aspectos y
comportamientos. Algunos pasaron de gobernar los mares y alimentarse de
plantas hasta convertirse en depredadores terrestres y semiacuáticos.
Se trata de los cocodrilos, reptiles que tuvieron origen en África y
arribaron al continente americano a través del océano Atlántico en el
Eoceno Medio. En la actualidad existen 23 especies reconocidas de estos
vertebrados de cuerpo robusto, mirada penetrante, excelentes nadadores
y con una piel gruesa y cubierta por escamas.
Con un total de seis especies, Colombia y Brasil son los países con
mayor riqueza de cocodrilos en el mundo, una cifra que incluye cuatro
de los ocho géneros y dos de las tres familias que constituyen el orden
Crocodylia. En el territorio nacional, la Formación La Venta, ubicada
en el desierto de la Tatacoa (Huila), fue uno de los sitios que más
ayudó a comprender la evolución de estos vertebrados en Sudamérica.
La cuenca del Orinoco es el único sitio
en el planeta donde habita el caimán llanero (Crocodylus intermedius).
Foto: Jhon Barros (Instituto Humboldt).
Según ‘Biología y conservación de los Crocodylia
en Colombia’, libro publicado por el Instituto Humboldt en
2013, la riqueza de crocodílidos en La Venta no tiene comparación en el
marco del Cenozoico sudamericano.
“La abundancia y excelente estado de conservación de los vertebrados
fósiles está asociada a la tasa de acumulación de sedimentos volcánicos
en el piedemonte de la cordillera Central, y a paisajes con presencia
de sabanas y selvas cálidas y de galería”.
Carlos A. Lasso, investigador senior del Humboldt y uno de los autores
del documento, asegura que en Colombia la familia Crocodylidae está
representada por un género y dos especies: el caimán aguja (Crocodylus
acutus) y el caimán llanero (Crocodylus
intermedius). “El primero se
encuentra distribuido en las cuencas Caribe, Magdalena y Pacífico, y el
segundo es endémico de la cuenca del Orinoco”.
Por su parte, cuatro especies de tres géneros de cocodrilos de la
familia Alligatoridae habitan en el territorio nacional: el caimán
negro (Melanosuchus niger),
cachirre o babilla (Paleosuchus
trigonatus), cachirre morichalero (Paleosuchus palpebrosus) y babilla
(Caiman crocodilus).
Colombia cuenta con tres subespecies de babillas: Caiman crocodilus
fuscus en las cuencas del Caribe, Magdalena y Pacífico; Caiman
crocodilus apaporiensis en la cuenca del río Apaporis; y Caiman
crocodilus crocodilus en Amazonas y Orinoco.
Los cocodrilos tienen el papel de
depredadores topes en el control de las poblaciones de las especies
presas. Foto: Mónica Morales (Instituto Humboldt).
“Las cuencas del Amazonas y Orinoco son las de mayor riqueza en el
país, ya que en cada una habitan cuatro especies de cocodrilos o
crocodílidos. Entre tanto, las del Caribe, Magdalena y Pacífico
registran dos especies”, precisó Mónica Morales Betancourt,
investigadora del Humboldt y autora del documento sobre cocodrilos.
Estos reptiles son fundamentales en el funcionamiento de los
ecosistemas por su papel como depredadores topes en el control de las
poblaciones de las especies presas. “En Bolivia y Brasil, la
desaparición del caimán negro arrojó el incremento de especies
herbívoras como el capibara (chigüiro) y otros roedores pequeños”, dice
esta publicación que hace parte de la Serie de Recursos Hidrobiológicos
y Pesqueros de Colombia.
También cumplen un papel primordial en el ciclo de nutrientes. Según
Morales, los restos de alimento que dejan estos reptiles se incorporan
al medio acuático y fomentan el desarrollo de algas y otras plantas que
soportan toda la cadena trófica. “Su disminución poblacional trae como
consecuencia una pérdida de nutrientes y por ende una baja en la
productividad pesquera”.
Los humanos que habitan en la manigua también dependen de estos
animales antiguos, ya que son fuente de alimento para muchas
comunidades rurales e indígenas en áreas remotas. “Hacen parte de la
dieta de las poblaciones que no tienen más recursos para alimentarse”,
manifestó la investigadora.
Curtidos de amenazas
De las seis especies de crocodílidos o cocodrilos que engalanan
Colombia, tres mermaron alarmante sus poblaciones durante la primera
mitad del siglo XX debido al desmedido comercio de pieles a nivel
mundial.
El caimán negro (Melanosuchus niger),
el caimán llanero (Crocodylus
intermedius) y el caimán aguja (Crocodylus
acutus) llegaron a un grado preocupante de disminución e incluso
desaparecieron en algunas zonas.
Colombia y Brasil son los países con
mayor riqueza de cocodrilos en el mundo, con un total de seis especies.
Foto: Jhon Barros (Instituto Humboldt).
“Por su gran tamaño y las características de su piel, estas especies
eran las que tenían mayor valor comercial y por lo tanto las de mayor
demanda. Son reptiles en alto peligro por tener poblaciones pequeñas
menores de 250 individuos maduros, una disminución que continúa”, dijo
Morales.
Aunque la cacería de estos cocodrilos disminuyó bastante en toda
Sudamérica, hoy en día siguen amenazados de una forma indirecta por
actividades como las malas prácticas de pesca, la reducción y
degradación de los hábitats, el tráfico de fauna silvestre, el
calentamiento global, entre otras.
Colombia ha desarrollado diferentes estrategias para proteger a estos
reptiles, como normativas, convenios internacionales, planes o
programas de conservación y creación de áreas protegidas.
Tres especies de caimanes en Colombia
están cada vez más cerca de la extinción. Una de ellas es este caimán
negro. Foto: Mónica Morales (Instituto Humboldt).
El Instituto Humboldt, entidad encargada de estudiar la biodiversidad
nacional, revela los principales aspectos, características e historia
de vida de estos tres caimanes emblemáticos amenazados, información que
hace parte de insumos como el Libro
Rojo de los Reptiles y Biología y conservación de los Crocodylia en
Colombia.
“Muchos ciudadanos aún desconocen la riqueza extrema que alberga
nuestro país. El primer paso para conservar los tesoros naturales de
Colombia, catalogado como el territorio más biodiverso del planeta, es
conocer los representantes de la flora y fauna silvestre”, informó
Hernando García Martínez, director del Humboldt.
1. Caimán llanero:
En Peligro Crítico
A inicios del siglo XX, el caimán llanero (Crocodylus intermedius), un reptil
endémico de Colombia y Venezuela, fue llevado a sus niveles más bajos
de densidad a causa de la cacería indiscriminada debido al rentable
negocio de exportación de pieles a nivel mundial entre 1929 y 1950.
En esa época de bonanza y matanza, según entrevistas realizadas por
Federico Medem, se extrajeron cerca de 254 000 pieles de esta especie
en los sistemas fluviales de Colombia, como Arauca, Capanaparo,
Cinaruco, Meta, Casanare, Vichada, Guayabero-Guaviare y Ariari.
Caimán llanero encontrado muerto en el
río Guayabero. Foto: Mónica Morales (Instituto Humboldt).
Antes de los años 30, el caimán llanero abundaba en los ríos Arauca,
Casanare y Meta, una riqueza que fue mermando con el paso del tiempo.
Un censo realizado por Medem entre 1974 y 1975 estimó 780 individuos en
la Orinoquia colombiana, pero la especie ya había desaparecido casi por
completo en los ríos Casanare y Meta.
Un segundo censo entre 1994 y 1996 detectó muy pocos individuos en las
playas de anidación. “Otros trabajos no han evidenciado tendencia
alguna al aumento de la población, razón por la cual este caimán desde
julio de 1997 está en la categoría nacional y mundial de En Peligro
Crítico de extinción”, revela el Libro Rojo de los Reptiles de Colombia.
El caimán llanero, también conocido como cocodrilo del Orinoco, es una
de las especies de crocodílidos más grandes, con tamaños que en los
machos alcanzan los siete metros de largo. Tiene un hocico alargado y
delgado y un cuerpo con coloraciones grises, amarillas y verdes oscuras
en edad adulta.
Crocodylus
intermedius, una especie endémica del Orinoco, es el caimán más
crítico en Colombia. Foto: Jhon Barros (Instituto Humboldt).
Antes de la cacería masiva, habitaba en los cursos de agua de las
tierras bajas de la cuenca del Orinoco, con mayor abundancia en los
grandes ríos y caños. Es una especie carnívora que caza a sus presas
mediante una estrategia de espera o cacería al acecho, especialmente
dentro del agua.
“En Colombia se ha observado que se alimenta de vertebrados, entre los
que se encuentran tortugas, aves, mamíferos, peces de cuero como los
bagres y ocasionalmente consume carroña. También puede cazar animales
domésticos como cerdos, perros y becerros pequeños que se acercan a las
orillas de los ríos”, apuntó Morales, una de las autoras del libro rojo.
Las hembras pueden establecer sus nidos en el mismo lugar durante
varios años. Durante las noches de la estación seca, cavan un agujero
de aproximadamente 50 centímetros donde ponen hasta 70 huevos y luego
los tapan compactando la superficie.
El caimán llanero ha sido fuertemente impactado por los cazadores para
comercializar de manera ilegal su piel. Foto: Mónica Morales (Instituto
Humboldt).
Aunque la cacería masiva ya
desapareció de sus dominios, los pocos caimanes llaneros que sobreviven
se ven amenazados al quedar atrapados en las mallas de pesca o cuando
son atacados directamente por los habitantes ribereños, quienes ven en
ellos una amenaza ante el posible ataque a sus animales o a personas.
“También se ven afectados por la degradación o destrucción de su
hábitat, el aumento de la intervención antrópica en sus hábitats, la
recolección de huevos para consumo local y venta de crías para tenencia
como mascotas”, indica el libro Biología y conservación de los
Crocodylia en Colombia.
Según Lasso y Morales, el caimán llanero sigue en la categoría de En
Peligro Crítico porque sus poblaciones no han mostrado señal de
recuperación. “Están severamente reducidas y fragmentadas y se estima
que hay menos de 250 individuos maduros en Colombia en el medio
natural. Por otra parte, las amenazas a la especie no han cesado”.
Antes de los años 30, el caimán llanero
abundaba en los ríos Arauca, Casanare y Meta. Foto: Mónica Morales
(Instituto Humboldt).
2. Caimán aguja: En
Peligro
Crocodylus acutus, más
conocido como caimán aguja o del Magdalena, se distribuye tanto en el
territorio costero continental como insular de 20 países del continente
americano, desde el sur de los Estados Unidos hasta Perú.
En Colombia habita en las cuencas del Caribe, Magdalena y Pacífico, en
ecosistemas como la desembocadura de los grandes ríos en las zonas
costeras, manglares, lagunas costeras de agua dulce y salada, jagüeyes
y ciénagas.
Es uno de los cocodrilos de mayor talla en el Neotrópico. Los machos
adultos pueden llegar hasta los siete metros de largo y las crías miden
alrededor de 25 centímetros. Este caimán tiene un hocico corto y
puntiagudo y una verruga lisa en punta al frente de cada ojo.
“Cuentan con membranas entre los dedos de las manos y un par de quillas
o filos sobre el dorso del cuerpo, que se prolongan hacia la cola entre
las crestas laterales sin fusionarse en la línea media. Los adultos
tienen un color verde-grisáceo, verde oliva o café grisáceo con franjas
oscuras sobre el dorso y la cola”, cita el libro Biología y
conservación del Humboldt.
Crocodylus
acutus, más conocido como caimán aguja o del Magdalena, habita
en las cuencas del Caribe, Magdalena y Pacífico de Colombia. Foto:
Mónica Morales (Instituto Humboldt).
Algunos de estos caimanes deambulan por el mar cerca de las costas y
penetran por la noche de manera rutinaria en las bahías en busca de
alimento. Sin embargo, en Colombia se ha registrado su presencia en
aguas interiores alejadas del mar, como en los ríos Bogotá y Magdalena.
“El caimán aguja suele excavar grandes madrigueras y socavones en los
bancos de los ríos con entradas sumergidas muy cerca de la zona de
anidamiento. Los neonatos prefieren áreas protegidas, como raíces de
manglar o cuerpos de agua someros”, dice la publicación.
Los neonatos y juveniles se alimentan de insectos acuáticos, cangrejos,
peces pequeños y anfibios, mientras que los adultos tienen una dieta
basada en moluscos, crustáceos, peces más grandes, tortugas, iguanas,
otros caimanes, aves y mamíferos.
El periodo de puesta de huevos en Colombia se extiende durante los
meses secos (entre enero y abril). Según Morales, las hembras recorren
la zona de anidación antes del desove, tiempo en el que remueven el
suelo y hacen excavaciones hasta que escogen el mejor lugar.
“Los huevos tienen cáscara dura y son de color blanco y rugosos. Cada
hembra pone en promedio entre 20 y 80 huevos por nidada y la
determinación sexual depende de la temperatura. La humedad,
inundaciones y animales como la iguana afectan sus huevos”.
El mayor verdugo del caimán aguja es el deterioro del hábitat, tanto
así que en algunas zonas de Colombia ha desaparecido totalmente. La
deforestación, vertimientos humanos e industriales, contaminantes y el
cambio del uso del suelo, los agobian cada día más.
Bancas artificiales para postura del
caimán aguja en la bahía de Cispatá. Foto: Mónica Morales (Instituto
Humboldt).
Sin embargo, también se ve afectado por la caza y recolección de
huevos, el desarrollo turístico en áreas costeras y los ataques de los
seres humanos. “Algunos subproductos son utilizados en la medicina
tradicional como la grasa y los huesos, y su piel es de alto valor
comercial en la industria peletera debido a la irregularidad de su
escamaje”, precisa Morales.
La captura incidental con artes de pesca, como redes o mallas de
ahorque en el Caribe colombiano, representan otra amenaza. Según el
Libro Rojo, en algunas zonas estos caimanes son objeto de caza de
retaliación bajo el argumento de que se alimentan del ganado de las
comunidades.
“En el Magdalena medio se han observado grupos de pescadores que
realizan faenas de caza del caimán aguja porque los consideran una
amenaza, no solo para el ganado sino para las personas que hacen uso
del río”.
El caimán aguja estaba catalogado como una especie En Peligro Crítico
de extinción. Sin embargo, gracias a algunas medidas de conservación y
al descubrimiento de nuevas poblaciones, bajó a la categoría de En
Peligro.
“No obstante, las poblaciones siguen estando reducidas y fragmentadas
con una reducción de su hábitat mayor al 50 por ciento. Estas amenazas,
junto con la caza, no han cesado o mitigado, ni está proyectado a que
esto ocurra”, anotan Lasso y Morales.
3. Caimán negro:
Vulnerable
Habita en aguas tranquilas del cauce principal de los ríos y en lagos,
bosques inundados y pantanos poco profundos de Bolivia, Brasil,
Colombia, Ecuador, Guyana, Guayana Francesa y Perú.
En Colombia, el caimán negro (Melanosuchus
niger) hace presencia en varias zonas hidrográficas de los
departamentos del Amazonas, Putumayo y Vaupés, donde se camufla entre
la vegetación por los tonos negros, amarillos y cafés oscuros de su
cuerpo.
El caimán negro (Melanosuchus niger) habita en
varias zonas hidrográficas de los departamentos del Amazonas, Putumayo
y Vaupés. Foto: Mónica Morales (Instituto Humboldt).
“Es un predador generalista y oportunista. Su dieta incluye a
invertebrados para alimento de las crías, y vertebrados cuando son
subadultos y adultos. Las hembras ponen hasta 50 huevos en época de
aguas bajas, preferiblemente en zonas donde no llegue directamente la
luz del sol, es decir en bosques inundados o vegetación flotante”, dice
el Libro Rojo de los Reptiles.
Cría de un caimán negro en Colombia.
Foto: Mónica Morales (Instituto Humboldt).
Es uno de los reptiles más amenazados por la caza para consumo y uso de
subproductos con fines medicinales y ornamentales. En 1971, científicos
evidenciaron que la especie había casi desaparecido del territorio
colombiano y que sus últimos reservorios estaban localizados en la
laguna La Paya (Putumayo) y en lago Tarapoto (Amazonas).
En los últimos años ha sido capturado para usarlo como carnada para
pescar la mota en el Trapecio Amazónico y en el medio río Putumayo. “Se
ha documentado el tráfico ilegal de caimán negro en algunas zonas de la
Amazonia, donde se comercializa su carne como pescado seco. Tiene una
gran importancia cultural en la cosmovisión de las comunidades
indígenas”, indica el Libro Rojo.
Pareja de caimán negro en cautiverio.
Esta especie es Vulnerable a la extinción en Colombia.
Según Lasso y Morales, el caimán negro estaba categorizado como una
especie En Peligro de extinción. “Sin embargo, fue recategorizada como
Vulnerable dado que hay indicios de recuperación poblacional en algunas
localidades. No obstante, el tamaño de la población es aún reducido y
el número de individuos maduros en cada subpoblación no supera los 1
000”.
En el Trapecio Amazónico y la parte media del río Putumayo, en Puerto
Leguízamo, el aprovechamiento de subsistencia de la especie en
poblaciones muy reducidas o inestables causa un fuerte impacto.
“La utilización de nuevas y variadas artes de pesca como espineles,
mallas y trampas para capturar el pirarucú, ha aumentado la captura
incidental de estos reptiles. En el Trapecio Amazónico, la caza del
caimán negro para usarlo como carnada puede estar generando una fuerte
presión sobre la población, al igual que los ataques de seres humanos”,
puntualizan los investigadores en el Libro Rojo.
• En Colombia se han identificado más de 1.500 Estrategias Complementarias de Conservación (ECC) desarrolladas en distintas regiones del país.
• Los colombianos interesados en aportar comentarios al Decreto que reconocerá dentro del ordenamiento jurídico y territorial a las ECC, pueden hacerlo en el sitio web del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS), opción Consulta Pública.
• Una vez firmado el Decreto, por el Presidente Juan Manuel Santos, Colombia aceptará las iniciativas complementarias de conservación como parte fundamental de la protección de la naturaleza y de los beneficios que ofrecen a los colombianos.
Las Estrategias Complementarias de Conservación (ECC) en Colombia son esfuerzos de diferentes actores locales, regionales, nacionales e internacionales para la protección de la biodiversidad en el país.
En un país megadiverso y a la vez con una pérdida acelerada de riqueza natural en un 18%, las acciones enfocadas a la conservación de la diversidad biológica son necesarias. En consonancia con esta situación, por primera vez, el Gobierno de Colombia abre la posibilidad de reconocer las ECC emprendidas por distintos actores, como parte fundamental de la protección de la naturaleza y de los beneficios que ofrecen a los colombianos.
Hasta ahora, en el país se han identificado más de 1.500 estrategias complementarias de conservación gestionadas en diferentes regiones. Los distintos actores públicos, privados y comunitarios involucrados en el desarrollo de estas iniciativas consideran que Colombia tiene una oportunidad excepcional para reconocerlas dentro de su ordenamiento jurídico y territorial.
Estrategias Complementarias de Conservación (ECC)
Las ECC son medidas que se aplican a un espacio geográfico definido, diferente a un área protegida, para mantener y promover en el tiempo los beneficios que ofrece la naturaleza a la sociedad y, de esta manera, aportar a la conservación in situ de la biodiversidad mediante una forma de gobernanza que involucra uno o varios actores.
Las estrategias complementarias son desarrolladas, por lo general a nivel local, y se gestionan por convicción, de manera voluntaria o con el interés de fortalecer los territorios; asimismo reflejan el compromiso de las comunidades involucradas en la conservación de la biodiversidad y las múltiples formas de gobernanza.
El aporte de las iniciativas de ECC es indispensable en cuanto a la provisión de servicios ecosistémicos, la mitigación de riesgos, la adaptación a los efectos del cambio climático, el esparcimiento recreativo, espiritual y educativo; también en lo relacionado al fortalecimiento de la economía local y regional con alternativas como el turismo y los sistemas productivos sostenibles.
La consulta pública
La iniciativa que reconoce las ECC se encuentra disponible, a través de un decreto, para que los interesados aporten sus comentarios y recomendaciones. La fecha límite es el viernes 06 de julio de 2018, en el sitio web del (MADS), opción Consulta Pública.
Foto: Entrega de libros de orquídeas. Felipe Villegas
Según el Plan para el Estudio y la Conservación de las Orquídeas en Colombia, publicado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible en asocio con el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia, el país registra el mayor número de especies de orquídeas en el mundo: cerca de 4270 especies, de las cuales 1572 son endémicas.
Dado su exotismo, belleza, variedad de colores, formas, aromas y tamaños, las orquídeas son populares y codiciadas dentro y fuera del territorio nacional por parte de cultivadores, compradores y coleccionistas.
En zonas geográficas como Cundinamarca, donde son cuantiosas las orquídeas nativas y su comercio es común y considerable, también es abundante el desconocimiento generalizado en torno a su biología, distribución y ecología.
Estas y otras razones motivaron el proyecto Investigación e innovación tecnológica y apropiación social de conocimiento científico de orquídeas nativas de Cundinamarca, iniciado en 2015 por el Instituto Humboldt en colaboración con la Pontificia Universidad Javeriana, el Jardín Botánico de Bogotá “José Celestino Mutis” y la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Corpoica), y financiado por el Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación, del Sistema General de Regalías, a través de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Gobernación de Cundinamarca.
El proyecto, que finalizó este 2018, desarrolló estrategias para incrementar el conocimiento sobre la riqueza, ecología, estado de conservación y uso actual de las especies de orquídeas nativas en Cundinamarca, y generó herramientas tecnológicas de cultivo con fines de aprovechamiento sostenible y preservación.
A su vez, esta iniciativa fue uno de los capitales más importantes para el departamento, pues contribuyo a un muy buen posicionamiento en el tema de biodiversidad, mediante una estrategia de apropiación del conocimiento dirigida a los diferentes actores asociados al aprovechamiento de las orquídeas, con énfasis en los productores de plantas.
Un solo camino, tres fases
A tres años de la implementación del proyecto, que fue dividido en tres fases, los resultados evidenciaron su impacto. En la fase inicial, el trabajo estuvo enfocado en varios aspectos: en primer lugar, se fortaleció la información disponible acerca de la riqueza de especies de orquídeas en el departamento, reportando 1003 especies nativas, representadas en 161 géneros, y consolidando una base de datos con más de 6000 registros.
Se determinó que de las 1003 especies nativas, 38 se encuentran bajo alguna categoría de amenaza, en su mayoría debido a las actividades extractivas del medio natural y a la pérdida de hábitat; y solo 77 especies cuentan con una evaluación de estado actual de conservación.
Además, fue presentado un análisis acerca del conocimiento de 87 especies endémicas de la zona, concluyendo que el 44 % de ellas tiene información escasa en cuanto a su distribución, lo cual demanda esfuerzos que verifiquen si aún permanecen en los sitios donde existen registros históricos.
En segundo lugar, se realizó una caracterización del aprovechamiento de orquídeas en los municipios de San Antonio del Tequendama, Fusagasugá y alrededores. El análisis posterior identificó como principal actor beneficiario a los productores, los cuales fueron diferenciados en dos grupos: aquellos dedicados al cultivo de este grupo de plantas como actividad principal, y quienes las cultivan junto a otras especies.
Se identificaron, también, otros actores dedicados a la conservación y del sector político-institucional; aquí se resaltó la importancia de fortalecer las relaciones entre estos y los productores. En adición fue expuesto un panorama general sobre la cadena de distribución de las orquídeas, desde su producción en la región hasta la venta a los compradores finales.
En tercer lugar, como un aporte a la articulación entre la información biológica y de carácter social y económico, se elaboró una lista de 91 especies de orquídeas cultivadas en 55 viveros de San Antonio del Tequendama, Fusagasugá y zonas aledañas, de las cuales 69 son nativas de Cundinamarca. Algunas de las más comunes fueron Cattleya, Miltoniopsis vexillaria y Phragmipedium.
Por otro lado, a partir de la información reunida durante las visitas a los viveros y de la revisión de literatura científica, se construyó la caracterización de las prácticas de aprovechamiento y manejo de las orquídeas registradas y, a su vez, los principales requerimientos ambientales para su adecuado cuidado.
Y en cuarto lugar, se entregó una recopilación sintetizada de más de 49 normas y 11 políticas, planes o estrategias que regularán el aprovechamiento sostenible de la flora ornamental del país, con énfasis especial en las orquídeas silvestres de Cundinamarca, esto con el fin de que quien quiera formalizar su actividad productiva, lo pueda consultar. A partir de esta información y del diálogo con diferentes actores se dispuso un análisis de los límites existentes para la implementación de los instrumentos normativos, también se hicieron algunas recomendaciones relacionadas con su difusión, aplicación y actualización.
En la segunda fase del proyecto, las estrategias se dirigieron a la generación de nuevo conocimiento sobre las poblaciones silvestres, aspectos genéticos y de propagación tradicional e in vitro de un grupo de especies de orquídeas priorizadas por su potencial de aprovechamiento sostenible. La metodología desarrollada para la priorización consideró aspectos sobre la distribución, ecología, uso y características morfológicas de las especies de orquídeas.
En conclusión, los resultados obtenidos a través del desarrollo de este proyecto hacen visibles a los diferentes actores e iniciativas que contribuyen a la conservación de las orquídeas del departamento y los insta a continuar con dicha labor. También se convierte en una invitación a los interesados en estudiar y aprovechar estas plantas, a alinearse con las acciones necesarias que aseguren su sostenibilidad.
Este libro presenta los resultados parciales del proyecto “Investigación e innovación tecnológica y apropiación social del conocimiento científico de orquídeas nativas de Cundinamarca”, el cual fue desarrollado entre julio de 2015 y abril de 2018 por el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, la Pontificia Universidad Javeriana, el Jardín Botánico de Bogotá “José Celestino Mutis”, la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria Corpoica y la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Gobernación de Cundinamarca.
El proyecto surgió ante la necesidad de incrementar el conocimiento sobre la riqueza, ecología, estado de conservación y uso actual de las especies de orquídeas nativas en Cundinamarca, y generar herramientas tecnológicas para su cultivo, como insumos para guiar acciones que permitan su aprovechamiento sostenible y preservación. Esta iniciativa buscó a su vez contribuir al posicionamiento de la biodiversidad como uno de los capitales más importantes para el departamento, mediante una estrategia de apropiación del conocimiento dirigida a los diferentes actores asociados al aprovechamiento de las orquídeas, con énfasis en los productores de plantas. Con este fin se generó una línea base sobre aspectos biológicos, socio-económicos y normativos sobre las orquídeas, con énfasis en los municipios de Fusagasugá y San Antonio del Tequendama, cuyos resultados se presentan en los capítulos 1 al 4. Como complemento, se incluyen dos secciones cortas con una síntesis sobre la morfología de la familia Orchidaceae y un análisis sobre el comercio internacional de orquídeas en términos biológicos y económicos.
La línea base inicia con una actualización en el capítulo 1 de la información disponible sobre la riqueza de especies de orquídeas en Cundinamarca, a partir de la revisión de la información consignada en especímenes de herbario, en la literatura y de la verificación en campo de las poblaciones silvestres. Como resultado, se reportan 1.003 especies de orquídeas nativas del departamento, representadas en 161 géneros, y se construyó una base de datos con más de 6.000 registros. Del total de especies, 38 se encuentran bajo alguna categoría de amenaza, principalmente por ser extraídas del medio natural y la pérdida de su hábitat. Sin embargo, solo 77 especies cuentan con una evaluación de su estado de conservación, por lo que también se presenta un análisis del estado de conocimiento de 84 especies endémicas del departamento. Se concluyó que el 62% tienen información escasa sobre su distribución y se requiere de esfuerzos para verificar su permanencia en los sitios donde se han registrado históricamente.
El capítulo 2 presenta una caracterización de los actores asociados al aprovechamiento de las orquídeas en los municipios de San Antonio del Tequendama y Fusagasugá, Cundinamarca, la cual se realizó mediante métodos de cartografía social, mapeo de actores a nivel municipal y encuestas. El análisis permitió identificar a los productores de orquídeas como el principal actor en la región y se generó información socio-económica detallada sobre este grupo, diferenciado aquellos que realizan el cultivo como actividad principal y aquellos que lo realizan como actividad marginal. Se identificaron otros actores de los sectores de conservación y político-institucional, y con estos últimos se evidenciaron relaciones débiles con los productores, las cuales se recomiendan fortalecer. Adicionalmente, se presenta de forma general un panorama sobre la cadena de distribución de las orquídeas, desde su producción en la región hasta la venta a los compradores finales.
Como un aporte a la articulación entre la información biológica y socioeconómica, el capítulo 3 presenta una lista de 91 especies de orquídeas cultivadas en 55 viveros de San Antonio del Tequendama, Fusagasugá y zonas aledañas (Cundinamarca), de las cuales 69 son nativas de Cundinamarca. Algunas de las especies más comunes fueron Cattleya spp., Miltoniopsis vexillaria y Phragmipedium spp. Por otro lado, a partir de la información consignada durante las visitas a los viveros y de la revisión de la información disponible en literatura, se realizó una caracterización sobre las prácticas de aprovechamiento y manejo de las orquídeas registradas, así como de los principales requerimientos ambientales para su cuidado.
Para finalizar la línea base, el capítulo 4 presenta una recopilación de más de 49 normas y 11 Políticas, Planes o Estrategias, que regulan el aprovechamiento sostenible de la flora del país con fines ornamentales, con un énfasis especial en las orquídeas silvestres en el departamento de Cundinamarca. Estas normas se sintetizaron de acuerdo a líneas temáticas para facilitar su consulta por parte de personas interesadas en realizar esta actividad productiva o formalizarse. A su vez, a partir de esta información y el diálogo con diferentes actores, se presenta un análisis de los limitantes para la implementación de los instrumentos normativos y algunas recomendaciones relacionadas con su difusión, aplicabilidad y actualización. Una segunda fase del proyecto estuvo dirigida a generar nuevo conocimiento sobre aspectos genéticos y de propagación tradicional e in vitro de un grupo de especies de orquídeas priorizadas por su potencial de aprovechamiento sostenible, cuyos resultados se presentan en los capítulos 5, 6 y 7. La metodología desarrollada para realizar la priorización consideró aspectos sobre la distribución, ecología, uso y características morfológicas de las especies, y se presenta también de forma detallada en una sección corta.
El libro es la continuación de una iniciativa de hace ya unos años (2012), donde varios países del área de distribución de la familia, decidieron unirse al ver como este recurso estaba disminuyendo o bien, era prácticamente desconocido. Este grupo tiene un gran impacto principalmente por su importancia como recurso pesquero ornamental, aunque también se usa como alimento, en la pesca deportiva y tiene incidencia en la salud pública. Para poder mitigar la posible sobreexplotación, surgió la necesidad de regular el comercio e intentar convertir la pesca ornamental de rayas en una actividad sostenible. Por ello, desde 2012 el IAvH junto a varios países propusieron la inclusión de varias especies al Apéndice III de Cites. Una de las limitantes de esta propuesta y por la cual no prosperó en su inicio, fue la falta de información sobre las especies.