Instituto de Investigación de Recursos Biológicos
Alexander von Humboldt

Investigación en biodiversidad y servicios ecosistémicos para la toma de decisiones

conexion vital
Webmaster

Webmaster

Libro Rojo

Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt

12/05/2014 Se presentó en la Feria del Libro el primer volumen de la lista actualizada de aves de Colombia cuya supervivencia se considera amenazada. En ella, docenas de expertos analizan la totalidad del conocimiento disponible acerca de una “lista corta” (más de 200) de especies de pájaros colombianos, previamente acordada, en un contexto histórico y territorial, con el fin último de identificar aquellas que deben ser objeto de medidas de protección por parte de la sociedad. La primera razón para elaborar una obra de este tipo, que además se replica en cada país del mundo y se utiliza para construir un informe global agregado, es indudablemente ética: los seres humanos, por acción u omisión, no tenemos derecho a extinguir ninguna forma de vida en el planeta, y cuenta de nuestro estado civilizatorio es la capacidad de reconocer y fortalecer esa capacidad de cuidado vital.

Los libros rojos, que se extienden a todos los grandes grupos de organismos vivos de la Tierra, además de ser bellísimos y rigurosos compendios de conocimiento biológico y ecosistémico, operan como un dispositivo científico y moral, un artilugio de la memoria de los efectos que el paso de los humanos está teniendo en la biosfera, para la cual sin duda somos una grave epidemia, como indica también la fiebre climática que le afecta. Sin embargo, no son sólo portadores de noticias malas, pues demuestran, como comentó su principal autor Luis Miguel Renjifo, que en muchos casos ha sido la falta de investigación y de capacidades de recorrer el territorio colombiano, las causantes del disparo de alarmas acerca del estatus de las aves consideradas en peligro de extinción, una proporción importante de las casi 1900 especies que Colombia debe proteger en nombre de la humanidad y que constituye el 20 % del total de aves del planeta. 

Una obra de este calibre sólo es posible si hay un gran acuerdo entre los expertos y las instituciones que, en otras mesas y en el día a día se enfrentan en el mercado de los escasos fondos de investigación, algo para destacar: aportaron a ella 95 personas, 135 colaboradores y seis instituciones, coordinadas por los 7 autores principales. Hay decenas de fotografías y gran cantidad de información aportada por ciudadanos que han desarrollado una admirable pasión por las aves, y que día a día construyen el sistema de monitoreo ambiental más sólido imaginable y que se está replicando poco a poco con otros grupos de seres vivos: el que produce el conocimiento colectivo. Además de mapas detallados, estadísticas y textos contundentes, el libro cuenta con las más bellas acuarelas de Robin Schiele, que complementan la obra editada por la U. Javeriana.

Arte, ciencia y participación nos entregan una interpretación detallada de los efectos que las actividades lícitas e ilícitas de minería y agricultura, la expansión urbana y la construcción de infraestructura tienen en el territorio, y a través del uso de las aves como indicadoras, nos señalan las profundas implicaciones del modelo de desarrollo que seguimos, a la vez que la urgencia de replantearlo, ya no solo por responsabilidad  con los demás seres vivos, sino porque sabemos que todo aquello que le sucede a ellos es una señal temprana de lo que puede sucedernos a nosotros.

Los libros rojos son una alerta contra la extinción, al alcance de todos, y una invitación serena a intervenir contra ella, como única alternativa. Solo por curiosidad y a manera de ejemplo, hay que revisar el caso del tucán andino (Andigena laminirostris, pp 148), hermosísima ave de las montañas de Nariño y Putumayo, considerada Vulnerable, pues ha perdido una tercera parte de su hábitat boscoso por la expansión de cultivos de uso ilícito y de cuya historia natural occidente nada sabe: habría que preguntarle a los Awa y a los Cofán, que seguramente la conocen, para una próxima edición…

Ocho núcleos de deforestación fueron reportados esta semana por IDEAM y el Ministerio de Ambiente, coincidentes en un 25 % con los cuatro municipios del piedemonte caqueteño donde en medio del conflicto avanza aún la apropiación de tierras mediante el uso de la ganadería más ineficiente y costosa, social y ambientalmente, del mundo. Señal de que sin paz, tampoco podremos hacernos cargo de la biodiversidad. 

Editorial de Brigitte Baptiste para la República: http://www.larepublica.co/

Mito del principio de todas las cosas (Muzos)

Conexión Vital | Por: Instituto Humboldt

Mito del principio de todas las cosas (Muzos)






No todos los pueblos parecen considerar problemas relacionados con su existencia y el origen de las cosas. Uno de los pueblos que sí lo hizo es el de los muzos, que no prescindieron de problemas sustanciales, ni se limitaron a una adaptación de su naturaleza al entorno que los rodeaba.

Los muzos se atribuían, al menos implícitamente, origen autóctono. Creían que el origen de las cosas, el principio, fue la aparición del río Magdalena, y a su izquierda la tierra. En ella apareció una gran sombra, sin su gura conocida, pero parecida a la humana, y estuvo tendida sobre el suelo durante un tiempo que ningún hombre conoce.

Los muzos llamaron Are a la sombra, a quien identifican con el creador de todo lo demás. Primero labró la madera y talló guras de hombres y mujeres. Cuando consideró que su trabajo ya había concluido, lanzó al agua las guras.

Tiempo después aparecieron llenas de vida, agitadas y radiantes de juventud. Are distribuyó las guras en parejas, cada una compuesta por un hombre y una mujer, los dispersó por por toda la Tierra para que la cultivaran y tomaran de ella lo necesario.

Cuando los primeros hombres, también llamados padres, estaban asentados en sus tierras la sombra negra viva desapareció.

Descubre Conexión Vital. Cada mes publicaremos un nuevo mito cosmogónico colombiano con su respectiva ilustración.

Comunidad: Muzo

Región: Andina

Fuente: Castillo, A.; Uhía, A. 2009. Mitos y leyendas colombianas. Grupo Editorial Educar. 165 p.

Visión socioecosistémica de los páramos y la alta montaña colombiana: memorias del proceso de definición de criterios para la delimitación de páramos.

Esta publicación contiene  las principales ponencias presentadas en eventos que se realizaron entre el año 2010 y 2012, las cuales fueron desarrolladas por reconocidos expertos en aspectos biológicos, económicos y sociales de los páramos colombianos, aportando así una mirada interdisciplinar al reto que supone su delimitación. Estos aportes no solo han constituido una valiosa guía para el proceso que actualmente desarrolla el instituto en relación a la investigación en páramos, sino que permitirán a la comunidad académica, al sector público, gremios económicos y al público en general ahondar en la comprensión del valor e importancia que estos ecosistemas representan para el bienestar de la sociedad colombiana, y por ende de su conservación.

 

La publicación se encuentra disponible para lectura en nuestro Repositorio Institucional.

Descargar  Consultar en el repositorio



Aportes a la conservación estratégica de los páramos de Colombia

Esta publicación constituye la memoria técnica de la actualización a escala 1:100.000 de la cartografía de páramos existente hasta el momento. Como tal es producto de la puesta a prueba e implementación de los criterios de delimitación de los páramos, propuesta por el Instituto Humboldt durante el año 2010 (ver Rivera y Rodríguez, 2011 y Cortés-Duque y Sarmiento -Pinzón, 2013). Este trabajo contiene desarrollos técnicos y metodológicos innovadores que aportan al debate y los desafíos sobre la conservación desde una perspectiva multidisciplinaria que integra aspectos biofísicos, sociales económicos, políticos e institucionales de alta pertinencia para la definición de políticas de manejo de los ecosistemas de alta montaña del país.

Consulte aquí la publicación.

Para saber más sobre la delimitación de ecosistemas estratégicos: http://www.humboldt.org.co/investigacion/ecosistemas-estrategicos

Retos agroambientales

Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt

05/05/2014 La política agropecuaria de un país se convierte, en su aplicación, en una gran parte de su política ambiental. De hecho, en sus orígenes, la institucionalidad ecológica era parte del Ministerio de Agricultura: el Inderena, el Inpa, Conif, hoy olvidados o transformados en institutos de investigación, corporaciones regionales e incluso en ONG la última (señal de la lucha que algunos quijotes mantienen para que la planificación e investigación forestal sobreviva en un país de bosques, que no lo asume), compartían responsabilidades con el Incora, el Idema y la Caja Agraria. Hoy poco queda de ello, demostrando que se ha creado un imaginario tremendamente fragmentado e inconveniente en la gestión del desarrollo rural y sus territorios, pues si la fauna silvestre, por citar solo un ejemplo, no es reconocida como parte de los sistemas productivos y modos de vida del campo, es imposible apropiarse y valorar los servicios ecosistémicos que de ella se derivan, ni construir una ética de convivencia gozosa con arañas, monos y cocodrilos. Los Parques Nacionales se han convertido por ello mismo en cárceles inviables, donde los animales sobreviven en arresto domiciliario…

Varias cosas habría que abordar si queremos una política integral que reúna las principales conexiones entre lo agropecuario y lo ambiental. La primera, y más importante, reconocer que los sistemas productivos de cualquier país son socioecosistemas, es decir, requieren ser pensados ecológicamente y con gente. Parte de la pérdida de competitividad del campo y de las razones del paro que va viene, es expresión del deterioro acumulado de la biocapacidad del territorio (suelos, aguas y gentes intoxicados, equilibrios microbianos destruidos, funcionalidad ecológica mutilada). Pareciera obvio, pero vamos en contravía: apenas si existe una visión productiva que reconozca la diversidad de ecosistemas, culturas y modos de producción del país. Cultivar plátano es algo que se piensa casi igual para el Urabá que para el Quindío o el Meta, para los embera o para los campesinos del Ariari. El pensamiento simple confunde deliberadamente eficiencia y rentismo con sostenibilidad y con ello arrasa con territorios y con gentes. Tenemos 20 millones de vacas donde no toca, y poco avanza la idea de duplicar el hato reduciendo a la mitad los pastizales, según planteó el gremio hace años para liberar 20 millones de hectáreas que serían hoy más que suficientes para la reinvención de lo rural.

Las otras cinco cosas o retos, imposibles de tratar acá en profundidad, tienen que ver con la inclusión de criterios ambientales en todas las dimensiones del desarrollo agropecuario, entendido este también como forestal y acuícola, y más aún, como desarrollo rural sostenible. Los modos y caminos de innovación tecnológica y de difusión, la distribución de la propiedad y responsabilidades de la tenencia, el tipo de crédito y los instrumentos financieros o legales, la política fiscal y de incentivos (ojalá nunca subsidios, o al menos agroingreso seguro para los más necesitados, no los menos), y la organización social y el bienestar de la población rural son todos aspectos que requieren una profunda reforma con visiones de equidad e integridad ambiental, más allá de agendas de buena voluntad.

El campo necesita multiplicidad de formas y modos de vida y producción, así como una organización territorial distinta, sin credos ni dogmas. Necesitamos diseñar nuevos paisajes que confronten los riesgos del monocultivo en grandes extensiones y confinen la agroquímica a espacios con suficiente biocapacidad para absorber su huella ecológica. Necesitamos darle nueva vida a la complejidad de los sistemas de vida indígenas o locales y promover la innovación adaptativa entre ellos, pues tanto empresarios como pequeños productores nos dirigimos de cabeza al caos climático. En muchos planes aún se habla de metas lineales a 20 años, como si en ese plazo el planeta fuese a “mantener condiciones constantes”, el supuesto suicida de la mala planificación. Necesitamos por eso reconvertir nuestras malas prácticas productivas en páramos y humedales (con o sin delimitación formal), incluso en los fondos marinos devastados por el arrastre, y revisar todos los conflictos intersectoriales con visión de sostenibilidad: minas que destruyen aguas de riego, plantaciones ineficientes en suelos cuyo valor minero energético sería prioritario para la sociedad. 

En síntesis, necesitamos un minagricultura y unas secretarías departamentales que se confundan con la institucionalidad ambiental, entendiendo que operan en territorios complejos donde no son los escarabajos ni los bancos los únicos actores que definen su viabilidad. Necesitamos mosaicos y sistemas complejos agroambientales, no solo llenos de vida sino de sentido de pertenencia y ánimo de persistencia, dentro de los umbrales de viabilidad que impone disponer de un solo planeta para compartir.

Editorial de Brigitte Baptiste para la República: http://www.larepublica.co/

Deterioro de humedales en el Magdalena Medio: un llamado para su conservación

La llanura aluvial de la cuenca Media del río Magdalena es sin lugar a dudas un territorio lleno de contrastes. A través de sus 31 181 Km2 (24% del territorio nacional) alberga una gran variedad de ecosistemas, dentro de los cuales se destaca la presencia de 889 mil hectáreas de complejos cenagosos y más de 1,5 millones de hectáreas de bosques y sabanas naturales, soporte de una gran variedad de bienes y servicios ecosistémicos que constituyen un importante patrimonio y capital natural de la nación. Sin embargo, la historia de sobreexplotación y destrucción a la que han estado sometidos los ecosistemas y en especial los humedales de la región, producto del desarrollo de economías extractivas proyectadas e impulsadas desde los gobiernos centrales, ponen en jaque la sostenibilidad del territorio y, con ella, el bienestar de las comunidades que lo habitan. Frente a este panorama, la Fundación Alma y el Instituto de Investigación Alexander von Humboldt unen esfuerzos con el fin de establecer instrumentos de gestión que contribuyan a la valoración y conservación de los humedales de la región. La publicación consiste de dos grandes contenidos: el primero es un punto de partida para la comprensión objetiva de los impulsores de pérdida y degradación ecosistémica que afectan la sostenibilidad territorial y el segundo esboza una estrategia de coordinación institucional para la construcción, implementación, seguimiento y generación de alternativas a los conflictos ecológicos presentes en la cuenca media del río Magdalena.

Consulte aquí la publicacíon.

Biota Colombiana 14(2)

Revista seriada del Instituto Humboldt en asocio con el Invemar, el Instituto de Ciencias Naturales (ICN) y el Missouri Botanical Garden, como una estrategia para ampliar la base del conocimiento de uno de los países con mayor diversidad biológica del mundo.

Inicia como una publicación de listados de especies pero en 2005 amplía su espectro temático hacia la sistemática y la biogeografía. En 2010, a propósito del Año Internacional de la Biodiversidad y en pro del conocimiento, la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad, se abre a un público más amplio, considerando trabajos inéditos de investigación sobre botánica, zoología, ecología, biología, limnología, pesquerías, conservación, manejo de recursos y uso de la biodiversidad, con buena aceptación por parte de la comunidad científica y académica. En 2013, en asocio con el SiB Colombia y con el apoyo de la GBIF, se institucionaliza la inclusión de Artículos de Datos (Data Papers) en Biota Colombiana.

Clic aquí para ver publicación.

Plan de Investigación y Monitoreo del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinap)

El Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, como entidad encargada de realizar investigación científica sobre la biodiversidad del país, incluyendo los recursos hidrobiológicos y genéticos, se adhirió en julio de 2010 a la segunda fase del Memorando de Entendimiento (MdE) para la implementación de Plan de Acción del Sistema Nacional de Áreas Protegidas Sinap. Con la firma de este memorando el Instituto se comprometió a continuar liderando, como lo ha venido haciendo desde 2009, la Mesa de Investigación y Monitoreo (MIM), instancia de trabajo en la que confluyen una gran diversidad de actores institucionales que, por su naturaleza, tienen diferentes roles frente al Sinap.

Consulte aquí la publicación.

Saberes locales y territorios de vida

Memorias del III Encuentro Comunitario para la Biodiversidad

Por tercera vez en los últimos años hemos llevado a cabo el Encuentro Comunitario para la Biodiversidad, un espacio creado para intercambiar, socializar y discutir con las comunidades locales y de base temas relacionados con los avances y dificultades en torno a la gestión de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos en sus territorios. Los encuentros son el resultado de una propuesta construida colectivamente entre un grupo de comunidades locales cercanas a los proyectos de investigación de diferentes instituciones y organizaciones que manifestaron su interés en conformar un espacio de diálogo con el Instituto Humboldt y a nuestro propio interés como institución en construir miradas plurales sobre la biodiversidad, su gestión y conservación.

Consulte aquí la publicación.

Colombia compleja

Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt

Así se titula el último libro de Julio Carrizosa Umaña, promovido y lanzado el viernes pasado en el Jardín Botánico de Bogotá, y en el cual se sintetiza una visión de la gestión ambiental en el país decantada y rigurosa, con base en una de las experiencias más completas que una persona haya tenido en su vida: Julio ha sido autor del Código de Recursos Naturales de 1974 (vigente), director del Igac, del Inderena, del Idea de la U Nacional, y podría considerarse el Decano nacional en el tema, con decenas de artículos, libros y columnas publicadas.

Ya había publicado el autor un texto denominado “Colombia, de lo imaginario a lo complejo” (UN, 2003) en el cual esbozaba los principios de lo que ahora se presenta como una lectura consolidada y obligada de los problemas del desarrollo en nuestro país, al alcance de estudiantes de secundaria y todos los lectores que quieran una interpretación radicalmente distinta de la crisis permanente en la que vive nuestro país y que nos desespera. En síntesis, su propuesta, en la cual he basado muchas de estas columnas, es que hemos sido ciegos y sordos a las condiciones físicas, biológicas y culturales del territorio nacional, y que nunca sabemos si fracasamos continuamente como nación por no entender cuáles son las fuerzas que rigen o contextualizan unos “modos de vida colombianos” éticos, justos, gratos y gozosos. Más cerca de ello está Macondo, indudablemente, pero nada en nuestra academia, sistemas de planificación o institucionalidad construye a partir de ello, muy al contrario: nuestra particular visión del desarrollo continúa su lucha, como cruzada colonial, para transformar el país, vía su simplificación, en lo que no es y no puede llegar a ser. De ahí la persistencia de la pobreza en medio de la riqueza, el conflicto en medio de la abundancia, la creencia en que se requiere “autoridad” y “fuerza” para organizar las cosas.

Cada vez escuchamos más la idea de que a la gente no le gustan las cosas complejas, que la mayoría de las personas opera en entornos con lógicas simplificadas para ser más eficientes y hacer todo más fácil.  Esta evocación falaz de la simplicidad para interpretar la realidad es claramente una estrategia política para disminuir la participación de las personas en las decisiones y distribuir el poder de acuerdo con conveniencias de minorías que, utilizando la propaganda, pretender tranquilizarnos con mensajes adictivos que inhiben la preocupación por el estado del mundo haciéndonos creer que alguien más y mejor está a cargo. Desarrollar visiones propias de las cosas (y respetarlas),  lo que más necesitamos en un planeta que camina al filo de la navaja, no parece ser el principio de la educación y la cultura de los colombianos; basta leer los comentarios a las columnas de opinión de cualquier autor… 

La complejidad es, probablemente, uno de los conceptos más sencillos y útiles del pensamiento contemporáneo. Y para Colombia, una herramienta fundamental para interpretar su extrema diversidad, que es reconocida constitucionalmente pero borrada legislativa e institucionalmente cada vez con mayor ahínco. La competencia entre autoridades, la incoherencia en los planes de desarrollo, la especialización de las funciones de gestión que causan choques de trenes es apenas un síntoma de la incapacidad de entender que los procesos de transformación de la sociedad y los ecosistemas de los cuales hacen parte integral no constituyen una matriz de decisiones paralelas que, con el tiempo, producirán el bienestar de los colombianos: es imposible construir una red de infraestructura eficaz si no se entienden los ciclos hidrometereológicos, al igual que es imposible desarrollar un modelo de agricultura o salud si no se entienden las lógicas ecosistémicas y es imposible construir empresa sin pensar en redes productivas y no simplemente en cadenas. Porque es este procesamiento en paralelo, que nunca se encuentra salvo cuando se enfrenta, el que domina la estructura de la sociedad en sus ministerios o secretarías de gobierno, en sus facultades académicas, en sus especialidades profesionales, el que rompe la realidad con el objeto de comprenderla y operar sobre ella, pero cuando debe reintegrarla solo puede producir monstruos, como el Dr. Frankenstein.

Hay que leer a Julio y entender de complejidad, pues es ahí donde veremos que las miles de especies de plantas y animales con las que compartimos el territorio, las decenas de tradiciones cognitivas y experiencias con las que lo interpretamos e innovamos, constituyen la base de la sostenibilidad y de la capacidad adaptativa del país en la arena de la evolución de las naciones. Entender las relaciones, los sinergismos, las simbiosis debe conducirnos a un lugar donde la riqueza y el bienestar no estén definidos por un simple “slogan”. Colombia, obvio, es la solución. Pero también es el problema…

Editorial de Brigitte Baptiste para la República: http://www.larepublica.co/

Subscribe to this RSS feed