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Nota de actualidad | Por: Jhon Barros

Huevos de las aves: un tesoro oculto que puede ampliar el conocimiento





En la colección de huevos del Instituto Humboldt hay recolectas que datan de finales de 1800. Foto: Jhon Barros


Más de 17.000 huevos de alrededor de 2.000 especies de aves de todo el mundo, reposan en la colección biológica del Instituto Humboldt, un sitio único en el país que guarda información sobre otra faceta de la diversidad de estos representantes de la fauna.

Villa de Leyva es un municipio boyacense que huele a historia y luce detenido en el tiempo. Sus grandes casas y callejones empedrados conservan detalles coloniales y de antaño que atraen a turistas nacionales y extranjeros durante todo el año. El claustro de San Agustín, una imponente casona blanca de ventanas y puertas de color azul con más de 400 años de vida, es una de las joyas aquitectónicas más observadas.

Sin embargo, lo que muchos ignoran es que el interior de este antiguo convento esconde las principales huellas de la biodiversidad colombiana, ya que allí están resguardados miles de hallazgos de plantas y animales encontrados por los científicos.

“Desde mediados de los años 90, el claustro de San Agustín alberga la Colección Biológica del Instituto Humboldt, la cual heredó los especímenes recolectados principalmente por los investigadores del Inderena durante décadas”, cuenta David Ocampo Rincón, quien fue curador de la colección de aves del Humboldt.

Este lugar de biodiversidad empezó a nutrirse con los hallazgos realizados por los expertos en las diversas expediciones por el territorio nacional, un trabajo de campo que ya suma más de 371.000 especímenes de aves, mamíferos, anfibios, reptiles, insectos, plantas y peces, además de sonidos de la naturaleza.

“Esta colección es un lugar lleno de historias de la biodiversidad, un lugar que esconde joyas que para muchos han pasado desapercibidas. Tal es el caso de la colección de huevos de aves, piezas que también nos permiten ampliar el conocimiento sobre uno de los grupos de la fauna más exuberantes del país”, precisa Ocampo.

Una colección insignia de Latinoamérica


La colección de huevos del Instituto Humboldt está conformada por casi 18.000 huevos de cerca de 2.000 especies de todo el mundo. Foto: Jhon Barros


La colección de huevos del Instituto Humboldt nació hace dos décadas como una donación del profesor Cornelius J. Marinkelle, razón por la cual lleva su nombre. Según Ocampo, el científico, junto a su padre y abuelo se encargó de recolectarlos e intercambiarlos en países como Canadá, Chile, Francia, Holanda, Indonesia, Inglaterra, Italia, Japón y Sudáfrica.

El biólogo Ocampo cuenta que hace unas décadas eran más comunes los recolectores de huevos por todo el mundo con motivaciones coleccionistas que académicas, como ha sucedido con las mariposas o las estampillas.

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“El profesor Marinkelle, junto con su familia, recorrió varias partes del mundo recolectando huevos. Al tiempo de estar radicado en Colombia decidió donar todo ese legado de especímenes, asegurándose de que estuvieran en un sitio adecuado”.

Ocampo, quien fue el curador de aves del Instituto Humboldt junto con un equipo de investigadores se dieron a la tarea de organizar todos los huevos en diferentes gabinetes de madera con bandejas donados por el docente, además de actualizar las etiquetas que acompañan a cada uno de los huevos.

Ciencia detrás de los huevos de aves


Todos los huevos están acomodados en 4.700 nidadas dentro de cajones de madera. Foto: Jhon Barros


La investigación sobre huevos de las aves es un campo que todavía está en exploración, ya que son pocos los investigadores en el área y, en general, han sido concebidos más como piezas de colección debido a su belleza.

“Los huevos de las aves pueden ser un modelo muy interesante de estudio. Teníamos este gran tesoro, pero a la fecha no se contaba con un inventario detallado para saber que habíamos heredado”, relata Ocampo.

Por eso, el Instituto Humboldt justificó destinar recursos para elaborar un inventario de los huevos de la colección, un trabajo que contó con el apoyo de varios investigadores y pasantes y el cual confirmó que cuentan con especímenes de prácticamente todo el mundo.

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En la colección del Humboldt hay huevos de aves provenientes incluso de islas que ya no existen en el Indo-Pacífico. En cuanto a Colombia, este lugar alberga cerca de 500 huevos de 150 especies de aves, “una cifra bastante baja porque representa menos del 10 por ciento de la biodiversidad de aves en el país”, comenta Ocampo.

Según el experto, el inventario de huevos les permitió incluir toda la información de las etiquetas en una base de datos, un insumo que dará marcha a futuras investigaciones sobre los aspectos básicos de la historia natural de las especies. “Este es un gran reto para Colombia, ya que aún se desconocen como son los huevos de varias aves”.


En la colección del Instituto Humboldt hay de todo tipo de huevos de aves, incluso, algunos provenientes incluso de islas que ya no existen en el Indo-Pacífico. Foto: Jhon Barros


Las especies tienen estrategias distintas para reproducirse y sobrevivir, algo que los científicos llaman historias de vida. Esto incluye todos los elementos que hacen parte del desarrollo de las especies, como las formas de reproducción, tiempo y periodos de gestación. En el caso de las aves, los huevos son piezas fundamentales.

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Ocampo recalca que los huevos permiten tener información sobre la ecología y evolución de cada una de las especies. “Aunque son cascaritas de carbonato de calcio, un material inerte, son producidas por el oviducto de las hembras, que deben construir las cáscaras adecuadas para determinadas condiciones ambientales y que pueden variar, por ejemplo, en términos de presión barométrica, humedad y temperatura”.

Los cascarones son estructuras sumamente adaptadas a las condiciones del medio, una membrana diseñada perfectamente para el sitio donde se va a colocar el huevo y para que así se pueda desarrollar el embrión.

“Esto se complementa con su comportamiento de incubación para calentar los huevos. A través de las formas, colores y estructuras de los huevos, podemos entender la diversidad de estrategias reproductivas de las aves”, precisa el investigador.

Esta línea de investigación sobre las formas y características de los huevos se empezaron a desarrollar en estudios de las cáscaras de huevo de las gallinas, análisis que han permitido entender los mecanismos de desarrollo de los embriones.

Pero la gallina es tan solo una de las más de 10.000 especies de aves que hay en el mundo, lo que indica que esta ciencia apenas está empezando. Por ejemplo, a diferencia de los huevos de las iguanas, lagartijas y serpientes, que son blancos, alargados y prácticamente idénticos, los de las aves son de muchas formas y han evolucionado a lo largo del tiempo.

“Esto ha inspirado a que una serie de científicos comenzara a entender las diferentes dimensiones de la diversidad de los huevos de las aves”.

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Ocampo expresa que analizar los huevos de las aves es un gran complemento al estudio de los comportamientos de anidación y permite entender las características y comportamientos de anidación y cómo varían en el tiempo y espacio.

“Es una ciencia que nos podría permitir explorar adaptaciones de una especie a diferentes condiciones ambientales o incluso efectos de fenómenos como el cambio climático”.

Los huevos que salvaron águilas y halcones


El contar con diferentes muestras de diferentes años permite estudiar los posibles cambios a través del tiempo. Foto: Jhon Barros


Los más de 17.000 huevos de aves de la colección del Instituto Humboldt esconden secretos que pueden ser de gran utilidad para ampliar el estudio de la biodiversidad en el mundo, si se continúa activamente colectándolos y estudiándolos.

Por ejemplo, en los años 70 se presentó una drástica pérdida poblacional de halcones y águilas en los Estados Unidos. Sin ninguna presión visible como la cacería o pérdida de hábitat, no era muy clara la razón de la hecatombe de estas aves.

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“Los componentes del insecticida que, al parecer tenían un efecto en la formación de la cáscara, seguían la ruta trófica hasta acumularse en las presas de estas águilas y halcones. Estos hallazgos, que se dieron en una colección de huevos, permitieron determinar el efecto negativo del uso del DDT y posteriormente su prohibición, con el fin de apoyar la conservación de estas aves rapaces”, informa el experto.

De hecho, en la colección del Humboldt hay huevos de varias de esas especies de halcones y águilas de los Estados Unidos, algunos que datan desde 1931. "Esta historia demuestra el rol importante de las colecciones en la conservación de las especies, pues si no se contaran con estas muestras de diferentes años, no hubiera sido posible detectar los impactos generados por el insecticida”.

El espesor y otras características de la cáscara de los huevos de las aves pueden contar historias sobre el estado de las aves y sus hábitats. Por ejemplo, el consumo de calcio de la hembra en su dieta es el que ayuda a construir los huevos en su fase de formación.

La diversidad de los huevos de las aves


Gracias a las diversas formas, colores y estructuras de los huevos se puede entender la diversidad de estrategias reproductivas de las aves. Foto: Jhon Barros


Muchas personas no saben la gran diversidad que se encuentra en los huevos de las aves, tanto en sus formas, tamaños y colores. El gran referente han sido los de las gallinas, ovalados y con variaciones de color crema, pero los de las demás aves son tan diversos como sus plumas, cantos, picos y colores.

Las muestras que hay en la colección de Villa de Leyva revelan esa gran amalgama de las formas, tamaños y coloraciones de los huevos de las aves, aspectos que según Ocampo no son ningún capricho: cada uno responde a factores de la naturaleza.

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“Los colores de los huevos ocultan historias sobre la vida de las aves. Por ejemplo, muchas de las que ponen huevos de color blanco anidan en cavidades ocultas o en sitios ocultos en la vegetación, para que así no estén tan expuestos a los depredadores”.

Por su parte, los huevos con pigmentos y manchas, algunos de los cuales pueden estar bastante expuestos, se camuflan con colores similares al ambiente. “Su color se mimetiza con las plantas para despistar a sus depredadores; es una estrategia íntimamente ligada a el tipo de sitio de anidación y a la historia evolutiva de cada especie”.

La mayoría de tángaras y semilleros ponen huevos con tonos azules y cremas y manchas rufas, al igual que las patisecas (Grallaridae). “Los tinamúes cuentan con huevos de diversos colores, una característica inusual pues anidan en el suelo pero usan otras estrategias comportamentales para protegerlos de depredadores”.

Tinamúes: los huevos de Pascua

Los huevos de tinamúes presentan diversas coloraciones como azules, púrpuras o de color chocolate. Foto: Jhon Barros


Estas aves de tamaño grande, alas cortas, cabeza pequeña y patas gruesas, se caracterizan por ser excelentes corredoras y realizar vuelos cortos. Habitan en diversos hábitats en Sudamérica y son principalmente de colores café, ocre o gris para camuflarse.

“Al igual que las avestruces, los tinamúes construyen sus nidos en el suelo y los machos son los encargados de incubar los huevos, los cuales presentan diversas coloraciones intensas y perladas, como azules, púrpuras o color chocolate, que los hacen bastante llamativos”, precisa Ocampo.

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Una pregunta que interesó a varios investigadores fue la razón de los pigmentos llamativos en huevos que eran incubados en el suelo, en donde pueden ser identificados fácilmente. “Así, una de las hipótesis que se ha puesto a prueba es que las hembras ponen huevos coloridos para “chantajear” al macho e intensificar el comportamiento de protección e incubación de los huevos”.

Otros estudios han encontrado que algunas de estas cáscaras de colores llamativos pueden reflejar los rayos UV, lo cual podría sugerir un rol en comunicación visual.

Los huevos de aves también respiran


Los cascarones de los huevos de aves son estructuras que se adaptan a las condiciones del medio. Foto: Jhon Barros


Las crías de los mamíferos se desarrollan en el útero, sitio donde hay intercambio de nutrientes y gases a través del cordón umbilical y en el cual el embrión se mantiene hidratado con la placenta y el líquido que alberga.

Ocampo manifestó que algo similar ocurre con los huevos de las aves. “La yema es donde están todos los nutrientes. A través de las membranas interna y externa del huevo (la cáscara), se presenta un intercambio gaseoso en dos vías”.

La primera es un intercambio en el que entra oxígeno y sale CO2 del huevo, actividad que le permite respirar al embrión. La segunda consiste en la evaporación de agua de la clara del huevo, lo que le va dando espacio al polluelo para crecer y dejando un espacio de aire.

“Esta pérdida de peso por disminución en la cantidad de líquido interior se puede apreciar en los huevos que compramos para el desayuno. Si el huevo está pesado, lo metemos en un vaso con agua y se va directo al fondo, esto indica que está fresco; pero si flota probablemente lleva mucho tiempo puesto y se ha evaporado parte de su contenido”.

El transporte de gases se da a través de poros nanoscópicos en las cáscaras de los huevos de las aves, que pueden cambiar en tamaños, formas y número dependiendo de las especies y ambiente de anidación.

El biólogo Ocampo ha venido desarrollando este campo de investigación desde hace varios años. “En un estudio que pretendo continuar explorando, así como otras características de las estructuras de las cáscaras”.

Antiguos y raros: casos especiales en los huevos de aves


La colección de huevos del Instituto Humboldt nació hace dos décadas como una donación del profesor Cornelius J. Marinkelle. Foto: Jhon Barros


Daniela Murillo, bióloga e investigadora del Humboldt y que fue la encargada de liderar la organización del inventario, aseguró que en la biblioteca de huevos del instituto hay muestras sumamente antiguas que posiblemente no se encuentran en ninguna otra parte del mundo.

“El huevo más antiguo que tenemos fue colectado en Carolina del Sur (Estados Unidos) el 13 de abril de 1876, y corresponde a la especie Tyrannus dominicensis, un ave migratoria que es primo del sirirí y que se registra en Colombia”, dice Murillo.

También hay varios huevos recolectados desde finales de 1890 y procedentes de África. “Hay un huevo de una subespecie de ave extinta en los Estados Unidos: Ammodramus maritimus nigriscens, más conocida como chingolo costero”.

La colección de huevos donada por el profesor Cornelius J. Marinkelle cuenta con huevos de formas y tamaños bastante inusuales, material que fue organizado por Murillo para ampliar el conocimiento de la biodiversidad.

“Estos son huevos con formas y coloraciones anormales de Vanellus vanellus, un ave europea. Marinkelle logró recolectarlos en diversas partes de Holanda entre los años 1930 y 1960, cuando al parecer eran comercializados por su rareza”.

Los huevos de las aves colombianas


La investigación sobre huevos de las aves es un campo que tiene mucho por explorarse. Foto: Jhon Barros


Aunque el inventario colombiano de huevos en la colección no es muy representativo en comparación con la gran diversidad de aves, los investigadores del Humboldt precisan que sí hay varias muestras importantes de la biodiversidad de la avifauna nacional.

Este abanico nacional incluye huevos de aves como el águila arpía, cóndor de Andes, tinamúes, guacharacas, guácharo de las cuevas, guardacaminos, garzas bueyeras, águilas sabaneras, alcaravanes, búhos y muchos más.

“Hay unos bucos y loros que construyen sus nidos en termiteros, aves que raspan y esperan a que las termitas reparen la superficie. De esta forma construyen un túnel con una cámara en donde ponen sus huevos. Lo magnífico es que los huevos nunca tienen contacto con las termitas porque podrían afectar la incubación”, mencionan Ocampo y Murillo.

El garrapatero común, un ave con un pico ancho que abunda en las carreteras del país, también cuenta con una peculiaridad: realiza una anidación comunal que no se ve en otras especies de aves. “Las hembras ponen sus huevos en un nido comunal y el grupo completo se encarga del cuidado paternal”.

Los colibríes, que tienen un pico de diversidad de especies en Colombia, se caracterizan por contar con los huevos más pequeños en el reino de las aves, los cuales son alargados y completamente blancos. Ocampo menciona que aún hay mucho por estudiar sobre esta familia de aves y muchas otras en las regiones tropicales.

“Un fenómeno general en este tipo de colecciones es que actualmente no hay muchos científicos dedicados a recolectarlos en campo, por lo cual desconocemos aún aspectos básicos de la historia natural para muchas especies”.

Para los investigadores, esto puede ser porque, para empezar, es bastante difícil encontrar los nidos. “En esta materia aún hay mucha tela por cortar, pero el tener esta colección organizada en el país ya es un avance enorme”.