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La carrera contrarreloj de tres especies de caimanes en Colombia

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Por: Prensa Instituto Humboldt | Bogotá D.C., 20 de mayo de 2021

La carrera contrarreloj de tres especies de caimanes en Colombia



El caimán llanero (Crocodylus intermedius) está catalogado como una especie En Peligro Crítico de extinción. Foto: Mónica Morales (Instituto Humboldt).

  • •  El caimán llanero (Crocodylus intermedius), el caimán aguja (Crocodylus acutus) y el caimán negro (Melanosuchus niger) están en alguna categoría de amenaza en el territorio nacional.
  • •  La comercialización ilegal de sus pieles durante la primera mitad del siglo XX, el tráfico de fauna silvestre, la pérdida y contaminación de los ecosistemas, el calentamiento global y las malas prácticas de pesca los tienen cada vez más cerca de la extinción.
  • •   El Instituto Humboldt, basado en varias publicaciones como el Libro Rojo de los Reptiles, presenta la historia de estos tres representantes de la biodiversidad colombiana, especies fundamentales para el funcionamiento de los recursos naturales y fuente de alimento de las comunidades indígenas y rurales.

Todo indica que aparecieron hace más de 240 millones de años. Son tan antiguos como los dinosaurios, pero con el paso del tiempo los que no se extinguieron fueron evolucionando sus formas, tamaños, aspectos y comportamientos. Algunos pasaron de gobernar los mares y alimentarse de plantas hasta convertirse en depredadores terrestres y semiacuáticos.

Se trata de los cocodrilos, reptiles que tuvieron origen en África y arribaron al continente americano a través del océano Atlántico en el Eoceno Medio. En la actualidad existen 23 especies reconocidas de estos vertebrados de cuerpo robusto, mirada penetrante, excelentes nadadores y con una piel gruesa y cubierta por escamas.

Con un total de seis especies, Colombia y Brasil son los países con mayor riqueza de cocodrilos en el mundo, una cifra que incluye cuatro de los ocho géneros y dos de las tres familias que constituyen el orden Crocodylia. En el territorio nacional, la Formación La Venta, ubicada en el desierto de la Tatacoa (Huila), fue uno de los sitios que más ayudó a comprender la evolución de estos vertebrados en Sudamérica.


La cuenca del Orinoco es el único sitio en el planeta donde habita el caimán llanero (Crocodylus intermedius). Foto: Jhon Barros (Instituto Humboldt).

Según ‘Biología y conservación de los Crocodylia en Colombia’, libro publicado por el Instituto Humboldt en 2013, la riqueza de crocodílidos en La Venta no tiene comparación en el marco del Cenozoico sudamericano.

“La abundancia y excelente estado de conservación de los vertebrados fósiles está asociada a la tasa de acumulación de sedimentos volcánicos en el piedemonte de la cordillera Central, y a paisajes con presencia de sabanas y selvas cálidas y de galería”.
Carlos A. Lasso, investigador senior del Humboldt y uno de los autores del documento, asegura que en Colombia la familia Crocodylidae está representada por un género y dos especies: el caimán aguja (Crocodylus acutus) y el caimán llanero (Crocodylus intermedius). “El primero se encuentra distribuido en las cuencas Caribe, Magdalena y Pacífico, y el segundo es endémico de la cuenca del Orinoco”.

Por su parte, cuatro especies de tres géneros de cocodrilos de la familia Alligatoridae habitan en el territorio nacional: el caimán negro (Melanosuchus niger), cachirre o babilla (Paleosuchus trigonatus), cachirre morichalero (Paleosuchus palpebrosus) y babilla (Caiman crocodilus).

Colombia cuenta con tres subespecies de babillas: Caiman crocodilus fuscus en las cuencas del Caribe, Magdalena y Pacífico; Caiman crocodilus apaporiensis en la cuenca del río Apaporis; y Caiman crocodilus crocodilus en Amazonas y Orinoco.


Los cocodrilos tienen el papel de depredadores topes en el control de las poblaciones de las especies presas. Foto: Mónica Morales (Instituto Humboldt).

“Las cuencas del Amazonas y Orinoco son las de mayor riqueza en el país, ya que en cada una habitan cuatro especies de cocodrilos o crocodílidos. Entre tanto, las del Caribe, Magdalena y Pacífico registran dos especies”, precisó Mónica Morales Betancourt, investigadora del Humboldt y autora del documento sobre cocodrilos.

Estos reptiles son fundamentales en el funcionamiento de los ecosistemas por su papel como depredadores topes en el control de las poblaciones de las especies presas. “En Bolivia y Brasil, la desaparición del caimán negro arrojó el incremento de especies herbívoras como el capibara (chigüiro) y otros roedores pequeños”, dice esta publicación que hace parte de la Serie de Recursos Hidrobiológicos y Pesqueros de Colombia.

También cumplen un papel primordial en el ciclo de nutrientes. Según Morales, los restos de alimento que dejan estos reptiles se incorporan al medio acuático y fomentan el desarrollo de algas y otras plantas que soportan toda la cadena trófica. “Su disminución poblacional trae como consecuencia una pérdida de nutrientes y por ende una baja en la productividad pesquera”.

Los humanos que habitan en la manigua también dependen de estos animales antiguos, ya que son fuente de alimento para muchas comunidades rurales e indígenas en áreas remotas. “Hacen parte de la dieta de las poblaciones que no tienen más recursos para alimentarse”, manifestó la investigadora.

Curtidos de amenazas

De las seis especies de crocodílidos o cocodrilos que engalanan Colombia, tres mermaron alarmante sus poblaciones durante la primera mitad del siglo XX debido al desmedido comercio de pieles a nivel mundial.
El caimán negro (Melanosuchus niger), el caimán llanero (Crocodylus intermedius) y el caimán aguja (Crocodylus acutus) llegaron a un grado preocupante de disminución e incluso desaparecieron en algunas zonas.


Colombia y Brasil son los países con mayor riqueza de cocodrilos en el mundo, con un total de seis especies. Foto: Jhon Barros (Instituto Humboldt).

“Por su gran tamaño y las características de su piel, estas especies eran las que tenían mayor valor comercial y por lo tanto las de mayor demanda. Son reptiles en alto peligro por tener poblaciones pequeñas menores de 250 individuos maduros, una disminución que continúa”, dijo Morales.

Aunque la cacería de estos cocodrilos disminuyó bastante en toda Sudamérica, hoy en día siguen amenazados de una forma indirecta por actividades como las malas prácticas de pesca, la reducción y degradación de los hábitats, el tráfico de fauna silvestre, el calentamiento global, entre otras.

Colombia ha desarrollado diferentes estrategias para proteger a estos reptiles, como normativas, convenios internacionales, planes o programas de conservación y creación de áreas protegidas.


Tres especies de caimanes en Colombia están cada vez más cerca de la extinción. Una de ellas es este caimán negro. Foto: Mónica Morales (Instituto Humboldt).

El Instituto Humboldt, entidad encargada de estudiar la biodiversidad nacional, revela los principales aspectos, características e historia de vida de estos tres caimanes emblemáticos amenazados, información que hace parte de insumos como el Libro Rojo de los Reptiles y Biología y conservación de los Crocodylia en Colombia.

“Muchos ciudadanos aún desconocen la riqueza extrema que alberga nuestro país. El primer paso para conservar los tesoros naturales de Colombia, catalogado como el territorio más biodiverso del planeta, es conocer los representantes de la flora y fauna silvestre”, informó Hernando García Martínez, director del Humboldt.

1.    Caimán llanero: En Peligro Crítico

A inicios del siglo XX, el caimán llanero (Crocodylus intermedius), un reptil endémico de Colombia y Venezuela, fue llevado a sus niveles más bajos de densidad a causa de la cacería indiscriminada debido al rentable negocio de exportación de pieles a nivel mundial entre 1929 y 1950.

En esa época de bonanza y matanza, según entrevistas realizadas por Federico Medem, se extrajeron cerca de 254 000 pieles de esta especie en los sistemas fluviales de Colombia, como Arauca, Capanaparo, Cinaruco, Meta, Casanare, Vichada, Guayabero-Guaviare y Ariari.


Caimán llanero encontrado muerto en el río Guayabero. Foto: Mónica Morales (Instituto Humboldt).

Antes de los años 30, el caimán llanero abundaba en los ríos Arauca, Casanare y Meta, una riqueza que fue mermando con el paso del tiempo. Un censo realizado por Medem entre 1974 y 1975 estimó 780 individuos en la Orinoquia colombiana, pero la especie ya había desaparecido casi por completo en los ríos Casanare y Meta.

Un segundo censo entre 1994 y 1996 detectó muy pocos individuos en las playas de anidación. “Otros trabajos no han evidenciado tendencia alguna al aumento de la población, razón por la cual este caimán desde julio de 1997 está en la categoría nacional y mundial de En Peligro Crítico de extinción”, revela el Libro Rojo de los Reptiles de Colombia.

El caimán llanero, también conocido como cocodrilo del Orinoco, es una de las especies de crocodílidos más grandes, con tamaños que en los machos alcanzan los siete metros de largo. Tiene un hocico alargado y delgado y un cuerpo con coloraciones grises, amarillas y verdes oscuras en edad adulta.


Crocodylus intermedius, una especie endémica del Orinoco, es el caimán más crítico en Colombia. Foto: Jhon Barros (Instituto Humboldt).

Antes de la cacería masiva, habitaba en los cursos de agua de las tierras bajas de la cuenca del Orinoco, con mayor abundancia en los grandes ríos y caños. Es una especie carnívora que caza a sus presas mediante una estrategia de espera o cacería al acecho, especialmente dentro del agua.

“En Colombia se ha observado que se alimenta de vertebrados, entre los que se encuentran tortugas, aves, mamíferos, peces de cuero como los bagres y ocasionalmente consume carroña. También puede cazar animales domésticos como cerdos, perros y becerros pequeños que se acercan a las orillas de los ríos”, apuntó Morales, una de las autoras del libro rojo.

Las hembras pueden establecer sus nidos en el mismo lugar durante varios años. Durante las noches de la estación seca, cavan un agujero de aproximadamente 50 centímetros donde ponen hasta 70 huevos y luego los tapan compactando la superficie.


El caimán llanero ha sido fuertemente impactado por los cazadores para comercializar de manera ilegal su piel. Foto: Mónica Morales (Instituto Humboldt).

Aunque la cacería masiva ya desapareció de sus dominios, los pocos caimanes llaneros que sobreviven se ven amenazados al quedar atrapados en las mallas de pesca o cuando son atacados directamente por los habitantes ribereños, quienes ven en ellos una amenaza ante el posible ataque a sus animales o a personas.

“También se ven afectados por la degradación o destrucción de su hábitat, el aumento de la intervención antrópica en sus hábitats, la recolección de huevos para consumo local y venta de crías para tenencia como mascotas”, indica el libro Biología y conservación de los Crocodylia en Colombia.

Según Lasso y Morales, el caimán llanero sigue en la categoría de En Peligro Crítico porque sus poblaciones no han mostrado señal de recuperación. “Están severamente reducidas y fragmentadas y se estima que hay menos de 250 individuos maduros en Colombia en el medio natural. Por otra parte, las amenazas a la especie no han cesado”.



Antes de los años 30, el caimán llanero abundaba en los ríos Arauca, Casanare y Meta. Foto: Mónica Morales (Instituto Humboldt).

2.    Caimán aguja: En Peligro

Crocodylus acutus, más conocido como caimán aguja o del Magdalena, se distribuye tanto en el territorio costero continental como insular de 20 países del continente americano, desde el sur de los Estados Unidos hasta Perú.

En Colombia habita en las cuencas del Caribe, Magdalena y Pacífico, en ecosistemas como la desembocadura de los grandes ríos en las zonas costeras, manglares, lagunas costeras de agua dulce y salada, jagüeyes y ciénagas.

Es uno de los cocodrilos de mayor talla en el Neotrópico. Los machos adultos pueden llegar hasta los siete metros de largo y las crías miden alrededor de 25 centímetros. Este caimán tiene un hocico corto y puntiagudo y una verruga lisa en punta al frente de cada ojo.

“Cuentan con membranas entre los dedos de las manos y un par de quillas o filos sobre el dorso del cuerpo, que se prolongan hacia la cola entre las crestas laterales sin fusionarse en la línea media. Los adultos tienen un color verde-grisáceo, verde oliva o café grisáceo con franjas oscuras sobre el dorso y la cola”, cita el libro Biología y conservación del Humboldt.


Crocodylus acutus, más conocido como caimán aguja o del Magdalena, habita en las cuencas del Caribe, Magdalena y Pacífico de Colombia. Foto: Mónica Morales (Instituto Humboldt).

Algunos de estos caimanes deambulan por el mar cerca de las costas y penetran por la noche de manera rutinaria en las bahías en busca de alimento. Sin embargo, en Colombia se ha registrado su presencia en aguas interiores alejadas del mar, como en los ríos Bogotá y Magdalena.

“El caimán aguja suele excavar grandes madrigueras y socavones en los bancos de los ríos con entradas sumergidas muy cerca de la zona de anidamiento. Los neonatos prefieren áreas protegidas, como raíces de manglar o cuerpos de agua someros”, dice la publicación.

Los neonatos y juveniles se alimentan de insectos acuáticos, cangrejos, peces pequeños y anfibios, mientras que los adultos tienen una dieta basada en moluscos, crustáceos, peces más grandes, tortugas, iguanas, otros caimanes, aves y mamíferos.
El periodo de puesta de huevos en Colombia se extiende durante los meses secos (entre enero y abril). Según Morales, las hembras recorren la zona de anidación antes del desove, tiempo en el que remueven el suelo y hacen excavaciones hasta que escogen el mejor lugar.

“Los huevos tienen cáscara dura y son de color blanco y rugosos. Cada hembra pone en promedio entre 20 y 80 huevos por nidada y la determinación sexual depende de la temperatura. La humedad, inundaciones y animales como la iguana afectan sus huevos”.
El mayor verdugo del caimán aguja es el deterioro del hábitat, tanto así que en algunas zonas de Colombia ha desaparecido totalmente. La deforestación, vertimientos humanos e industriales, contaminantes y el cambio del uso del suelo, los agobian cada día más.


Bancas artificiales para postura del caimán aguja en la bahía de Cispatá. Foto: Mónica Morales (Instituto Humboldt).

Sin embargo, también se ve afectado por la caza y recolección de huevos, el desarrollo turístico en áreas costeras y los ataques de los seres humanos. “Algunos subproductos son utilizados en la medicina tradicional como la grasa y los huesos, y su piel es de alto valor comercial en la industria peletera debido a la irregularidad de su escamaje”, precisa Morales.

La captura incidental con artes de pesca, como redes o mallas de ahorque en el Caribe colombiano, representan otra amenaza. Según el Libro Rojo, en algunas zonas estos caimanes son objeto de caza de retaliación bajo el argumento de que se alimentan del ganado de las comunidades.

“En el Magdalena medio se han observado grupos de pescadores que realizan faenas de caza del caimán aguja porque los consideran una amenaza, no solo para el ganado sino para las personas que hacen uso del río”.

El caimán aguja estaba catalogado como una especie En Peligro Crítico de extinción. Sin embargo, gracias a algunas medidas de conservación y al descubrimiento de nuevas poblaciones, bajó a la categoría de En Peligro.

“No obstante, las poblaciones siguen estando reducidas y fragmentadas con una reducción de su hábitat mayor al 50 por ciento. Estas amenazas, junto con la caza, no han cesado o mitigado, ni está proyectado a que esto ocurra”, anotan Lasso y Morales.

3.    Caimán negro: Vulnerable

Habita en aguas tranquilas del cauce principal de los ríos y en lagos, bosques inundados y pantanos poco profundos de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Guayana Francesa y Perú.

En Colombia, el caimán negro (Melanosuchus niger) hace presencia en varias zonas hidrográficas de los departamentos del Amazonas, Putumayo y Vaupés, donde se camufla entre la vegetación por los tonos negros, amarillos y cafés oscuros de su cuerpo.


El caimán negro (Melanosuchus niger) habita en varias zonas hidrográficas de los departamentos del Amazonas, Putumayo y Vaupés. Foto: Mónica Morales (Instituto Humboldt).

“Es un predador generalista y oportunista. Su dieta incluye a invertebrados para alimento de las crías, y vertebrados cuando son subadultos y adultos. Las hembras ponen hasta 50 huevos en época de aguas bajas, preferiblemente en zonas donde no llegue directamente la luz del sol, es decir en bosques inundados o vegetación flotante”, dice el Libro Rojo de los Reptiles.


Cría de un caimán negro en Colombia. Foto: Mónica Morales (Instituto Humboldt).

Es uno de los reptiles más amenazados por la caza para consumo y uso de subproductos con fines medicinales y ornamentales. En 1971, científicos evidenciaron que la especie había casi desaparecido del territorio colombiano y que sus últimos reservorios estaban localizados en la laguna La Paya (Putumayo) y en lago Tarapoto (Amazonas).

En los últimos años ha sido capturado para usarlo como carnada para pescar la mota en el Trapecio Amazónico y en el medio río Putumayo. “Se ha documentado el tráfico ilegal de caimán negro en algunas zonas de la Amazonia, donde se comercializa su carne como pescado seco. Tiene una gran importancia cultural en la cosmovisión de las comunidades indígenas”, indica el Libro Rojo.


Pareja de caimán negro en cautiverio. Esta especie es Vulnerable a la extinción en Colombia.

Según Lasso y Morales, el caimán negro estaba categorizado como una especie En Peligro de extinción. “Sin embargo, fue recategorizada como Vulnerable dado que hay indicios de recuperación poblacional en algunas localidades. No obstante, el tamaño de la población es aún reducido y el número de individuos maduros en cada subpoblación no supera los 1 000”.

En el Trapecio Amazónico y la parte media del río Putumayo, en Puerto Leguízamo, el aprovechamiento de subsistencia de la especie en poblaciones muy reducidas o inestables causa un fuerte impacto.

“La utilización de nuevas y variadas artes de pesca como espineles, mallas y trampas para capturar el pirarucú, ha aumentado la captura incidental de estos reptiles. En el Trapecio Amazónico, la caza del caimán negro para usarlo como carnada puede estar generando una fuerte presión sobre la población, al igual que los ataques de seres humanos”, puntualizan los investigadores en el Libro Rojo.

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Estos son los reptiles más amenazados de Colombia

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Bogotá, D. C. 13 de Septiembre de 2017

- La actualización de la evaluación de riesgo de extinción de especies de reptiles en Colombia  evidencia que un 50 % de los cocodrílidos están amenazados; le siguen las tortugas, con el 37 %, además del 20 % de los reptiles para los cuales no hay información suficiente que permita categorizarlos.

- La investigación demuestra, además, la necesidad de fortalecer acciones de conservación y manejo de las especies amenazadas; también de generar investigación sobre aquellas sin información disponible.

- Los resultados se incluyen en el Reporte Estado y tendencias de la biodiversidad continental en Colombia (BIO 2016), publicación del Instituto Humboldt que ofrece información de la situación actual de la diversidad biológica.

 

Colombia es el cuarto país en cuanto a riqueza de reptiles a nivel mundial, después de Australia, México y Brasil. A lo largo de la historia, estos han sido objeto de gran presión por parte de los humanos ya que algunas especies son capturadas para el consumo, la tenencia como mascotas, el aprovechamiento de su piel y, en otros casos, el sacrificio por el temor que infunden.

A las amenazas que afectan a los reptiles se adiciona la pérdida, transformación y degradación de su hábitat, en especial para las especies distribuidas en la vertiente del Caribe y la cuenca del Magdalena-Cauca, regiones que concentran el 80% de la población humana y, por ende, el desarrollo económico del país.

En 2002 se realizó la primera evaluación de riesgo de extinción para los reptiles que entonces incluyó, principalmente, tortugas y crocodílidos dado que para las serpientes y los lagartos aún no existía un listado completo de las especies distribuidas en Colombia.

Según los lineamientos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), las evaluaciones deben actualizarse cada ocho años; sin embargo solo las aves, peces y reptiles cuentan con más de una evaluación a nivel nacional.

 

Recomendamos: Libro Rojo de Reptiles

 

Resultado Evaluación de Riesgo de Extinción de Reptiles

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Así pues fueron evaluadas 510 especies y dos subespecies o variaciones geográficas de las especies a las que pertenecen. El resultado evidencia que el 9 % (43 especies y una subespecie) se listaron bajo alguna categoría de amenaza, así: 2 % (11 especies) En Peligro Crítico (CR), 3 % (16 especies) En Peligro (EN), 3 % (17 especies) Vulnerable (VU). En otro nivel están 31 especies Casi Amenazadas (NT) y 332 especies bajo Preocupación Menor (LC).

Este informe enfatiza, además, que el 20 % de los reptiles de Colombia no cuentan con información de ningún tipo, lo que amerita una evaluación apropiada, lo cual es altamente preocupante. Por tal motivo, estas especies (105) se encuentran bajo la categoría Datos Insuficientes (DD).

 

Tortugas amenazadas

 

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En Peligro Crítico (CR)
En esta categoría se encuentran las especies caguama (vertiente del Caribe; su principal amenaza es el consumo para alimentación); caná (vertiente del Caribe y del Pacífico; su principal amenaza es el consumo para alimentación y uso medicinal); carey (vertiente del Caribe y del Pacífico; su principal amenaza es el consumo para alimentación y uso artesanal); charapa (cuencas del Amazonas y Orinoco; su principal amenaza es el consumo para alimentación y uso medicinal, ornamental , cultural y mascotas); y la del Río Magdalena (vertiente del Caribe y cuenca del Magdalena; su principal amenaza es el consumo para alimentación y uso como mascota).

En Peligro (EN)
Carranchina (cuencas del Caribe y Magdalena; su principal amenaza es el consumo para alimentación); inguensa (la cuenca del Caribe; su principal amenaza es el consumo para alimentación y uso como mascota); terecay (de las cuencas Amazonas y Orinoco; su principal amenaza es el consumo para alimentación, el uso medicinal, ornamental, cultural y como mascota); y tortuga verde (cuencas vertiente Caribe y Pacífico; su principal amenaza es el consumo para alimentación y uso ornamental).

Vulnerable (VU)
Chipiro (cuenca del Orinoco, su principal amenaza es el consumo para alimentación), golfina (vertiente del Pacífico, su principal amenaza es el consumo para alimentación), hicotea (cuenca del Magdalena y la vertiente del Pacífico, su principal amenaza es el consumo para alimentación y uso como mascota), morrocoy (cuenca del Magdalena, los Llanos, la provincia Imerí de la Amazonia, la Sierra Nevada de Santa Marta, las tierras bajas húmedas y secas del Caribe y tierras bajas chocoanas del Pacífico; su principal amenaza es el consumo para alimentación y uso como mascota), swanka (Caribe insular, su principal amenaza está el consumo para alimentación y su uso medicinal y como mascota) y la tortuga cabeza de trozo (vertientes del Caribe y del Pacífico, su principal amenaza es el consumo para alimentación y uso como mascota).

 

Serpientes amenazadas

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En Peligro Crítico (CR)
Culebra de Boshelli (cordillera Oriental), serpiente de San Andrés (isla de Providencia y San Andrés) y serpiente del caño del Dagua (cordillera Occidental).

En Peligro (EN)
Coral de Villavicencio (cordillera Oriental), culebra tierrera de vientre punteado (Llanos) y serpiente Sneideri (cordillera Occidental).

Vulnerable (VU)
Coral sangileña (cordillera Oriental); culebra terrera de Orcés (cordilleras Central y Oriental, además de la provincia Napo de la Amazonía), serpiente tierrera del Hermano Nicéforo (cordillera Occidental) y víbora de Campbell (cordillera Central).

 

Lagartos amenazados

Reptiles

En Peligro Crítico (CR)
Camaleón de Cundinamarca (cordillera Oriental) y el lagarto de escamas grandes del Hermano Daniel (cordillera central).

En Peligro (EN)
Anadia de Pamplona (cordillera Oriental), anolis de Calima (cordillera Occidental), camaleón de Rúiz (cordillera Oriental), gecko de hojarasca de Miyata (tierras secas del Caribe); lagartija colombiana de hojarasca (cordillera Central), lagarto de bombilla de O'Shaughnessy (cordillera Central), manticoras de Gro (cordillera Occidental) y salamanqueja de Williams (cordillera Central).

Vulnerable (VU)
Anadia de Antioquia (cordillera Central), gecko pestañudo (isla de Providencia y San Andrés), lagartija de Bogotá (cordillera Oriental), lagartija de hojarasca de escamas lisas (cordillera Occidental), lagartija de palo ojiroja (tierras bajas ecuatorianas del Pacífico) y la mantícoras de anillos (cordillera Oriental).

 

Cocodrilos amenazados

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En Peligro Crítico (CR)
Caimán llanero (cuenca del Orinoco; su principal amenaza es el consumo para alimentación y uso medicinal, aprovechamiento de su piel y como mascota).

En Peligro (EN)
Caimán aguja (cuenca del Magdalena y las vertientes del Caribe y el Pacífico; su principal amenaza es el consumo para alimentación y el uso cultural, medicinal y ornamental).

Vulnerable (VU)
Caimán negro (cuenca del Amazonas; y el uso cultural, medicinal, aprovechamiento de su piel, ornamental y como carnada)

Recomendamos: Consulta y descarga el Reporte de Estado y Tendencias de la Biodiversidad Continental de Colombia la 2014 y 2015.

Estrategias de conservación frente a la amenaza


Para mitigar las amenazas a las especies colombianas, el país cuenta con diferentes estrategias como la generación de planes de conservación.

Aun así, y aunque las áreas protegidas constituyen una oportunidad de conservación, existe una gran preocupación al observar que estas estrategias no arrojan los resultados esperados y demuestran que no hay una implementación rigurosa de la normativa ambiental dentro del territorio nacional, ni un manejo integral de los ecosistemas.

En conclusión, con los datos analizados para la evaluación puede inferirse que es fundamental generar información poblacional estandarizada, así como evaluar y cuantificar las amenazas a las diferentes especies, temas relevantes al momento de aplicar los criterios UICN.

El Instituto Humboldt recomienda priorizar las especies con mayor grado de amenaza y aquellas para las que se tiene poca información. De igual manera, hace un llamado de atención respecto a los factores que representan una amenaza constante a todas las especies: la degradación, transformación y reducción de hábitats.

Acerca de la publicación 2016

Este libro es el tercero de la nueva línea comunicativa de los Reportes de Estado y Tendencias que publica anualmente el Instituto Humboldt. Con el fin de comunicar al resto del país información actualizada sobre la biodiversidad colombiana se utilizan recursos gráficos, ilustraciones y un lenguaje accesible.

La apuesta es por una información que sea insumo valioso para que Colombia conozca y tome decisiones sobre sus especies y recursos que brinda la naturaleza. Por lo tanto, todos los contenidos están disponible para consulta y descarga gratuita en línea, además de un sitio virtual interactivo.

La edición 2016 incluye, también, información sobre el riesgo al que están sujetas magnolias y zamias ubicadas fuera de áreas protegidas; estrategias para cuidar a los grandes mamíferos tales como el jaguar, el mono araña, las dantas, los osos y los manatíes; propuestas de sostenibilidad para el uso de orquídeas amenazadas, entre muchos otros contenidos.

Descargue la Publicación Reporte Estado y tendencias de la biodiversidad continental en Colombia- BIO 2016

 

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Libro rojo de reptiles de Colombia (2015)

El Libro rojo de reptiles de Colombia (2015) es una iniciativa que se llevó a cabo con el aval del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. Fue liderado por el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt y la Universidad de Antioquia,con el apoyo técnico de la UICN. Se contó con la participación de más de 50 investigadores y 30 instituciones de índole nacional e internacional.

Colombia es el cuarto país más diverso en reptiles a nivel mundial. Para actualizar la evaluación del riesgo de extinción de los reptiles en nuestro país, se aplicaron los criterios de categorización UICN a 510 especies y dos subespecies de reptiles, incluyendo tortugas (32 sp. y dos subespecies), crocodílidos (6 sp.), lagartos (211 sp.) y serpientes (261 sp.), de las cuales el 10% (50 sp.) se listaron bajo alguna categoría de amenaza: 11 en peligro crítico, 16 en peligro y 17 vulnerables. Las tortugas y los lagartos fueron los grupos con el mayor número de especies amenazadas. Sin embargo, los más afectados –porcentaje de especies amenazadas sobre el total de especies para el grupo- fueron los crocodílidos con el 50% de especies amenazadas, seguidos de las tortugas con el 37%. Las amenazas a este importante grupo biológico aún persisten y el panorama es poco alentador, por lo que se requieren medidas urgentes para garantizar su conservación.

 

Para descargar la publicación, haga clic aquí.

Para consultarla en el repositorio institucional, haga clic aquí.

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¡Naturalista de pura cepa!

Cuando uno siente pasión por algo está manifestando una emoción muy intensa, un apego fuerte y duradero. En el caso de Andrés, quién lleva más de cuarenta años persiguiendo salamandras, serpientes y ranas, la pasión que siente por estos animales ha sido tan duradera como su vida misma. Este investigador, que trabaja como curador de la colección biológica de herpetología del Instituto Humboldt, tiene como centro de operaciones el Claustro de San Agustín, nuestra sede en Villa de Leyva (Boyacá).

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Estos niños, maravillados ante la explicación que Andrés Rymel Acosta realiza sobre el animal que tiene en sus manos, observan atentamente el trabajo que nuestro investigador realiza en campo. El lugar escogido, La Cocha (Nariño). Fotografía: Federico Pardo.
 

Las colecciones biológicas almacenan animales, plantas y otros organismos con el objetivo de que estudiantes e investigadores puedan acceder fácilmente a especímenes colectados en diferentes lugares y tiempos. Andrés tiene la fortuna de seguirse maravillando día tras día con la riqueza natural de nuestro territorio, ya que al ser el curador de la colección de herpetología, es el encargado de recibir, catalogar, organizar y mantener en buen estado a los reptiles y anfibios que entran a hacer parte de la colección de la cual es responsable. Este herpetólogo, que tiene información de primera mano sobre la biodiversidad colombiana, puede afirmar con seguridad que todavía se están encontrando nuevas especies de anfibios y reptiles y tiene la firme convicción de que aún falta conocer más de la mitad.

Pero, ¿dónde nació esa pasión que lo caracteriza? Desde los cuatro años, en el barrio Niza-Córdoba de Bogotá, Andrés cogía ranas de las charcas del vecindario y se las llevaba para la alberca de su casa. A partir de la observación y el contacto con anfibios, Andrés siguió interesándose y conociendo más con estas experiencias; pero a sus 15 años se enfrentó a una situación que marcaría su vida pues compró una Pipa, una rana amazónica que resultó estar fecundada, y que terminó dando a luz a 200 crías con las que tuvo que lidiar. Después de esta época fue natural estudiar biología y comenzar a viajar para explorar la biodiversidad. En las salidas de campo, empezó a darse cuenta que muchos anfibios y reptiles no estaban documentados, por lo que participó en la creación de las primeras listas nacionales de ranas, donde se hicieron los registros formales iniciales de las especies que habitan Colombia. Para él esta tarea es fundamental, ya que “saber qué tenemos es importantísimo para saber cómo lo manejamos”.

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Andrés examina un especimen de la rana Leptodactylus colombiensis encontrada durante la expedición. Este hallazgo representa el primer registro de esta especie para la región. Fotografía: Felipe Villegas.
 

Conocer la biodiversidad de un país no puede estar separado de ser un profundo conocedor de sus lugares. Y es que en este sentido Andrés es afortunado puesto que ha logrado recorrer desde la Guajira hasta el Amazonas y desde el Pacífico hasta la Orinoquía. Definitivamente este herpetólogo es un viajero aventurado y confía en que “este es el mejor momento para hacer investigación en biodiversidad en Colombia”, ya que con el acuerdo de paz se va a poder ingresar, estudiar y caracterizar muchas zonas que han estado vetadas por el conflicto, como el Cerro Tacarcuna en el Darién, la Serranía del Baudó en el Pacífico o los Tepuyes en Guainía.

Mientras este momento se hace realidad, Andrés nos invita a experimentar otros lugares mágicos. Con entusiasmo comenta que toma su bicicleta, otra compañera indispensable en su cotidianidad, y visita bosques de niebla y páramos, algunos de sus ecosistemas favoritos. Levantando las rocas que encuentra a su paso, Andrés se divierte cogiendo ranas que ya conoce y algunas otras que no ha visto antes. “Agarrar ranas y sapos es un trabajo sucio, pero un trabajo que te genera muchos beneficios mentales”. Entre esos beneficios está el de ser considerado como uno de los mayores eruditos en ranas que hay en Colombia. Por eso, uniendo su gran conocimiento y su gusto por estar en el campo, ha encontrado y descrito 10 especies de ranas nuevas para la ciencia, un hecho que no sólo lo enorgullece sino que fortalece su Conexión Vital al estar construyendo conocimiento.

Y aunque quisiera pasar todo el tiempo buscando reptiles y anfibios en su hábitat natural, sabe que lo necesitamos para que los vigile desde las colecciones biológicas del Instituto. Además, en casa siempre lo esperan sus gatos Kimi y Susú, otra de sus viejas y grandes pasiones.

 

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En estas imágenes podemos observar a nuestro herpetólogo en acción en una de las tantas salidas de campo lideradas por el Instituto. Fotografías: Felipe Villegas.

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