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De campesina a gran conocedora de plantas: el viaje de 23 años de Sandra Medina en el Instituto Humboldt

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Por: Prensa Instituto Humboldt | Bogotá D.C., 8 de marzo de 2021 

De campesina a gran conocedora de plantas: el viaje de 23 años de Sandra Medina en el Instituto Humboldt

 

Sandra lleva más de 23 años en el Instituto Humboldt como auxiliar de investigación, más de dos décadas donde su principal campo de acción ha sido el mundo de las plantas, aunque también ha participado en muestreos de insectos como hormigas. Foto: Jhon Barros - Instituto Humboldt



  • •  Hace más de dos décadas, la entidad le abrió sus puertas en Villa de Leyva para trabajar como auxiliar de investigación, a pesar de no contar con un cartón de bachiller y nunca haber escuchado hablar de una colección biológica. Esta es la historia de Sandra Medina: Un homenaje a todas las mujeres que nos inspiran.
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Cangrejo mandarina: nueva especie para los ríos santandereanos


Phallangothelphusa tangerina
Foto: Felipe Villegas / Instituto Humboldt


Una especie nueva de cangrejo de agua dulce fue descrita para la ciencia durante las expediciones del proyecto Santander Bio, hallada entre el lodo y las rocas de las quebradas del río Cascajales, desde las estribaciones de la Serranía de los Yaraguíes del municipio de El Carmen de Chucurí. Su nombre científico, Phallangothelphusa tangerina, deriva del color de la fruta de mandarina.


Phallangothelphusa tangerina
Foto: Maribel Arias / Instituto Humboldt
El cangrejo mandarina es una especie (endémica) de la zona geográfica y sin antecedentes.

Estos cangrejos poseen cinco pares de patas y un caparazón compuesto de carbohidrato de quitina; pueden mudar su cuerpo y regenerar las extremidades, mismas que han evolucionado hasta modificarse y tomar forma de pinza que emplean para alimentarse, defenderse y atraer hembras durante el cortejo.

¿Cómo se describe una nueva especie para la ciencia mundial?

El primer paso consiste en encontrar y colectar los especímenes que se presumen nuevos para la ciencia, los cuales, según el grupo biológico, son preservados de forma correcta.

De regreso al laboratorio, los investigadores revisan de manera exhaustiva la literatura científica relacionada y las colecciones biológicas para garantizar que no se trate de una especie ya descrita.

Posterior a la revisión de la literatura, y en seguimiento a una guía morfológica, es elaborado un manuscrito que se somete a revisión de pares académicos y después es aprobado por parte de los editores de una revista indexada. Posterior a la publicación oficial, en algún medio de noticias de carácter científico, puede anunciarse de manera formal la nueva especie para la ciencia.

En el proceso de descripción que permitió determinar a Phallangothelphusa tangerina como especie nueva, se usó un estereoscopio para observar el apéndice reproductor (llamado gonópodo) de un ejemplar macho, el cual es una prolongación incrustada dentro del abdomen. Esta extensión es especializada o diferenciada y facilita identificar una especie de cangrejo.

Hasta el momento no se ha confirmado que la nueva especie presente Paragonimus, transmisor de una enfermedad llamada distomatosis pulmonar; según estudios este parásito se encuentra en especies del género Hypolobocera y Neostrengeria.


Foto: Felipe Villegas / Instituto Humboldt.
El hallazgo de la especie fue de Maribel Arias, investigadora del Instituto Humboldt; en la descripción participaron Martha Campos, de la Universidad Nacional de Colombia, y Carlos Lasso, investigador del Instituto Humboldt.

Desde el punto de vista ecológico, los cangrejos juegan un rol fundamental porque, por ejemplo, son indicadores de la buena calidad del agua, o hacen parte de la dieta de diferentes especies de peces grandes, mamíferos y aves acuáticas. De allí, la importancia de su estudio, conocimiento y conservación.

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Cacao vivo


23/10/2018 

Opinión 

Por Brigitte Baptiste 

Directora general Instituto Humboldt 


Uno de los productos más interesantes de la América ecuatorial, el cacao, ha sido elevado recientemente a la categoría de “cultivo de la paz” en Colombia, debido a que la demanda global de chocolate sigue creciendo y existen muchas amenazas a la producción, la mayoría derivadas de las limitaciones con las que hemos abordado su manejo con la miopía propia del énfasis rentístico.

La crisis del cacao se origina en la incapacidad de entender su identidad biológica con una perspectiva ecosistémica, lo que ha llevado al agotamiento genético de los cultivos, al incremento de su vulnerabilidad a hongos y plagas, y a la escasa productividad comparada con su potencial: ni siquiera estamos seguros de qué organismo poliniza sus flores.

Nos enfrentamos a uno de muchos casos en los que la agricultura tropical requiere una revolución, una que sea capaz de valorar además las razones por las cuales el conocimiento ancestral de los pueblos amerindios insistía en manejar el ecosistema, no los cultivos. La simplificación y parcelación disciplinaria de la investigación propia de la modernidad, que en muchas facultades de agronomía en Colombia implica aún una formación convencional, es una parte del problema: no hay capacidad de construir modelos integrados del funcionamiento de los agroecosistemas y las normas no ayudan. Aún hablamos de conservación de la biodiversidad como un acto independiente de la producción y eso está causando profundo daño en la construcción de territorios sostenibles, sometidos a la idea de “delimitaciones ecológicas” que arriesgan distorsionar aún más la escasa capacidad de gestión ambiental del país.

El cacao es un árbol maravilloso que requiere más ecología que revolución verde y si bien hay que resolver los cuellos de botella de los cultivadores actuales, ese no es el camino para garantizar el chocolate del futuro. Por eso, la perspectiva de la última expedición del programa Colombia BIO, hecha por Agrosavia y el Instituto Sinchi con apoyo de Colciencias, también con financiación de la cooperación británica (GROW Colombia) abre innumerables posibilidades para que ese cacao del futuro realmente sea parte de una revolución en sostenibilidad, algo que en otros gremios se cocina pero no acaba de cuajar.

Hace 20 años impulsábamos una ecología del café basada en la biodiversidad de las regiones donde se cultivaba, un mecanismo para integrar aún más una especie emblemática (aunque introducida) de la cultura colombiana y una alternativa a la crisis recurrente de los mercados internacionales. Algo se avanzó, pero es obvio que la palabra “revolución” no hizo parte de esas proyecciones, a duras penas reconocemos los cafés especiales basados en conservación como alternativa de mercadeo.

Pueda ser que la fruticultura, la palma de aceite o incluso la ganadería colombiana sean más sensibles a este reto que entiende la competitividad como un resultado de una perspectiva integral de gestión del desarrollo rural, basada en las contribuciones de la naturaleza al bienestar, es decir, en los servicios de los ecosistemas. Si los dioses de la cultura azteca eligieron el chocolate como su ambrosía, por algo sería, pero es probablemente en Colombia donde se abre el espacio de resignificación de su producción con base en la genética chocoana y amazónica y las particularidades de su entorno biológico. Si tenemos éxito, habrá chocolate para los tiempos difíciles del cambio climático…

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Extraño daño en frailejones colombianos preocupa a investigadores

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Bogotá, D. C. 19 de febrero de 2018

 
Espeletia lopezzi
Espeletia lopezzi - Amanda Varela

 

•    Varias polillas, hongos y escarabajos tienen afectadas a las especies de frailejones (Espeletia), puyas (Puya), chusques (Chusquea), uvas camarona (Macleania) y encenillos (Weinmannia) en los páramos de Chingaza, Cruz Verde, Sumapaz, Galeras y Cocuy. En páramos de Venezuela y Ecuador también hay reportes.

•    La principal hipótesis apunta a un aumento de la temperatura en los páramos, asociado al cambio climático. Simulación en laboratorio indica probable reducción en la capacidad de captación de agua por parte de frailejones.

•    El Instituto Humboldt, las universidades Javeriana y Jorge Tadeo Lozano, la Sociedad Colombiana de Entomología y Parques Nacionales Naturales presentarán un diagnóstico, avances y perspectivas de lo investigado hasta hoy, en un simposio internacional que se realizará en Bogotá este 21 y 22 de febrero de 2018.

Los ecosistemas de páramo emergieron, según registran las páginas del Atlas de páramos de Colombia, por encima de los 3000 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.), hace más de cinco millones de años tras el levantamiento final de la cordillera de los Andes y la creación definitiva de los bosques andinos.

Estos ecosistemas son exclusivos de Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Costa Rica, países que cuentan con páramos tropicales ubicados, casi todos, salvo los de la Sierra Nevada de Santa Marta y los de Costa Rica, en la cordillera de los Andes. Su vegetación, condiciones climáticas, de suelos y de altitud los diferencian y hacen de ellos un sistema natural singular.

Colombia es considerado el país núcleo de los páramos, debido a que posee más de la mitad de la superficie de estos ecosistemas a nivel mundial, casi el 60 %. En el territorio nacional, estos ecosistemas se relacionan con áreas altas, frías, húmedas, nubladas y con diversa vegetación, dentro de la cual está la representativa espeletia mejor conocida como frailejón.

De tronco grueso, hojas abultadas (y recubiertas con una especie de pelusa) organizadas en espiral que crean una roseta en la parte superior del tallo, los frailejones, también ecosistemas en miniatura, se unen a la vegetación asociada a la alta montaña en un complejo y frágil sistema endémico.

Así pues, dichas plantas con una forma de vida inusual, amplia diversidad morfológica, alturas de hasta más de 15 metros, foco de estudio por más de dos siglos y aún con mucho por conocer acerca de su taxonomía; capturan el agua de las nubes y la neblina que los circunda, la retienen de manera natural, hasta un 80 % de su volumen y mantienen los caudales de ríos y quebradas, un asunto estratégico para la generación, regulación y abastecimiento hídrico de los habitantes del país, según estudios de la Universidad Nacional de Colombia (UN).

Por ejemplo, el páramo de Belmira proporciona más del 65 % del agua que abastece a Medellín, el de Chingaza provee el 65 % de este líquido vital a los bogotanos y el de Guerrero abastece a más de 1’000.000 de habitantes en el norte de Bogotá y a toda Zipaquirá.

De 100 milímetros (mm) de agua que caen en 1 metro cuadrado de páramo, 65 mm viajan por este ecosistema a través de caudales, 3 veces más que en el bosque seco tropical y el doble de un bosque húmedo tropical.

Incluso, en algunos páramos en Colombia y de otros países el rango de humedad es amplio: los que reciben alrededor de 4.000 mm de precipitación al año, hasta los relativamente secos con cerca de 800 mm anuales. Cabe destacar que en época de sequía, esta flora endémica retiene el líquido y lo regula de manera natural.

Casi una década afectados

Sumado a las amenazas causadas por actividades humanas como ganadería extensiva, agricultura en especial cultivos de papa y cebolla, minería de oro y carbón, turismo no controlado, entre otras, algunos frailejones de Colombia, en su mayoría endémicos, enfrentan un problema adicional: una afectación ocasionada por polillas, hongos y escarabajos; situación que podría comprometer a mediano y largo plazo la función de captación, regulación y suministro del agua para el consumo en las ciudades colombianas ubicada en las regiones de influencia de estos ecosistemas.

En el 2009, re realizó el primer reporte oficial al IDEAM en el marco del Programa Piloto Nacional de Adaptación al Cambio Climático – INAPB, por parte de la ecóloga María Mercedes Medina. En aquel entonces, frailejones de la especie Espeletia grandiflora de la cuenca alta de la quebrada Calostros, en el Parque Nacional Natural Chingaza, presentaban cambios en la forma de las hojas las cuales se estaban muriendo, al parecer, por actividad de insectos (polillas y escarabajos) y hongos.

El resultado inicial del estudio indicaba que cerca de 376.600 m2 estaban afectados, pero un monitoreo realizado 8 meses después comprobó que la cifra aumentó a más de 1’871.000 m2 de frailejones afectados e incluso muertos. El interés de la comunidad científica ante las desconcertantes circunstancias, no dio espera. Fue así como en 2011 se creó el Programa Nacional para la Evaluación del Estado y Afectación de los Frailejones en los Páramos de los Andes del Norte, conformado por las universidades Jorge Tadeo Lozano y Javeriana, la Sociedad Colombiana de Entomología, Parques Nacionales Naturales de Colombia y Patrimonio Natural.

“Tenemos indicios de que hacia 1990 y a comienzos de 2000 hubo reportes de esta problemática. Pero aún no nos ha sido posible revisar folios y carpetas con registros de ese año. Creemos que quizá en un determinado momento se reportó la afectación, hubo un declive y al no verla más no se continuó con un seguimiento”, afirma Amanda Varela Ramírez, doctora en Ecología y profesora asociada al Departamento de Biología de la Universidad Javeriana, y miembro del comité científico que evalúa el caso.

El equipo de investigadores realizó expediciones para toma de muestras y su análisis. En cuanto a las polillas, una de ellas especie nueva para la ciencia, se comprobó que devoran las hojas juveniles más internas de la roseta foliar del frailejón, acción que debilita la planta pues las nuevas hojas crecen con deformaciones e incluso no llegan a desarrollarse, lo que resulta en una reducción de las defensas y aumento de susceptibilidad al ataque por parte de herbívoros y hongos.
 
Según Claudia Martínez, investigadora adscrita a la Sociedad Colombiana de Entomología (Socolen) y miembro del equipo investigador, en el tronco del frailejón hay hendiduras, como resultado de la caída de las hojas, que se convierten en hábitat, zona de reproducción y alimentación para muchos insectos, incluyendo a los escarabajos relacionados con las afectaciones. Por ejemplo, los escarabajos, de las familias Curculionidae y Scolytidae, quienes consumen esta planta sana o ya debilitada.

Curculionido alimentandose de hoja de frailejon PNN Chingaza. Foto David MartinezCurculionido alimentándose de hoja de frailejón en PNN Chingaza. Foto: David Martínez


Por su parte, los hongos causan cambio del color en las hojas, su desprendimiento del tallo, una deformidad conocida como entorchamiento y manchas. Según las investigaciones, entre tres y nueve meses ocurre el proceso de muerte de un frailejón enfermo.
Al respecto, la profesora Varela cuenta que luego de la preocupación manifestada por los funcionarios del PNN El Cocuy, se realizó una visita en la cual pudo identificarse frailejones moribundos con hojas caídas, excepto las centrales. Al examinarlos para descubrir y entender lo que ocurría, el equipo de investigadores se sorprendió cuando “toda la médula de la planta, es decir aquella por la cual toma el agua y los nutrientes, estaba podrida desde las terminaciones por donde salen las hojas y de ahí hacia abajo. Allí encontramos adultos de un escarabajo parecido a la Broca del Café, sus larvas y huevos”.

Al interior de la médula del frailejón pudieron verse especies de galerías cuyo acceso se encontraba en una perforación justo donde terminaban las hojas, por la cual se introducía el escarabajo para, al parecer, cumplir todo su ciclo de vida al interior, es decir poner sus huevos hasta que eclosionaran, dejar que las larvas crecieran y, una vez adultas, abandonar la planta.

Este escarabajo se conoce como “de ambrosía” y de él hay reportes de uso en Brasil con fines medicinales, y ataques a plantaciones de pino en Estados Unidos y Canadá, y a cultivos de oliva en España. Estos insectos son tan voraces que pueden devastar grandes hectáreas de bosques.

El listado de la incertidumbre

Con respecto a la afectación en los frailejones y su probable relación con cultivos producto de la dinámica agrícola habitual en esa zona de páramo, las investigaciones realizadas han confirmado hasta el momento “que los insectos son autóctonos del páramo y, por lo tanto, no pertenecen a agroecosistemas o cultivos de papa ni otros cercanos a la zona”, según afirma Luis Beltrán, doctor en Biología y profesor asociado del Departamento de Ciencias Biológicas y Ambientales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, y parte del grupo de trabajo que lidera la investigación.

Al respecto queda un estudio pendiente por realizar, el de las áreas de frailejones aledañas a actividades antrópicas para corroborar que la cercanía a cultivos o ganadería no aumenta la cantidad de plantas afectadas, pues los muestreos y análisis primarios se realizaron con distancias considerables entre unos y otros.

Un hecho importante y que se ha confirmado oficialmente es la presencia en los frailejones de la Oidaematophorus espeletiae o polilla pluma, la cual resultó ser nueva para la ciencia.  Una situación que hasta hoy despierta suspicacias acerca de su existencia en estas plantas desde tiempo atrás, y de la cual nadie se había percatado.

Oidaematophorus
Oidaematophorus espeletiae. Foto: Luz Stella Fuentes
 

Por resolver está, además, si el incremento poblacional de la polilla estaría relacionado con el aumento de la temperatura nocturna en la zona de bosque altoandino, ambiente que le permitiría salir de allí y moverse hacia el páramo. Lo que creen los investigadores es que en el páramo podría haber encontrado condiciones apropiadas para su colonización y desarrollo, particularmente abundante alimento y falta de agentes que la controlen. Aunque, otra especulación apunta a que este insecto puede ser del páramo y que, al intensificarse el calor, su tasa poblacional aumenta, por lo cual hoy vemos su efecto en gran número de frailejones, hecho que antes no podía detectarse.

Por otro lado, cabe la posibilidad de que los escarabajos, que también atacan la planta, transporten hongos como Collectotrichum y Fusarium que enferman a los frailejones. Es de resaltar que la afectación por estos organismos está asociada a condiciones de humedad y a alto contenido de materia orgánica.

Queda pendiente, además, avanzar en la descripción de otros síntomas de la afectación y establecer las distintas variables de su incremento para obtener datos que permitan concluir si existe o no una relación entre la afectación de los frailejones y la variabilidad climática.

Lo que se ha podido observar con certeza es el aumento del ataque de hongos en periodos secos, una vez finaliza la temporada de lluvias pronunciadas en el ecosistema de páramo. Quizá, el aumento de la temperatura y la variación térmica promuevan condiciones óptimas que favorecen la migración de estos herbívoros hacia ecosistemas más elevados, aspecto que podría confirmarse o no con una investigación a fondo.  “Por esto necesitamos visitar los frailejones en época de lluvia y seca porque, aparentemente, hay fluctuaciones dependiendo del momento climático del año: a mayor sequía más presencia de la polilla, mientras que con más lluvia aumenta el ataque de hongos y escarabajos”, comenta la profesora Varela.

Para los investigadores no hay lugar a dudas de la urgente necesidad de trabajar conjuntamente con las comunidades campesinas cercanas a las zonas de páramo para realizar pruebas de monitoreo, manejo y control de las especies sanas y afectadas; “aunque hemos sensibilizado a muchas de las personas de allí sobre lo que ocurre con los frailejones, no logramos que nos alerten de las afectaciones; en parte esto se debe a que los proyectos terminan y no hay manera de garantizar un seguimiento”, menciona la profesora Varela.

Un segundo e indispensable aliado son las autoridades ambientales e incluso la inversión privada, con la intención de garantizar recursos económicos, administrativos y científicos que destraben el amplio listado de investigaciones pendientes: “el Ministerio de Ambiente sabe del tema porque respondieron a la convocatoria para la conformación del Programa de Evaluación. De nueva cuenta, hacia finales de 2016, invitamos a la Dirección de Bosques, Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos para socializarles resultados de un proyecto desarrollado en Chingaza, con apoyo del Acueducto de Bogotá, pero manifestaron no poder asistir. Hasta ahora no han vuelto a comunicarse con nosotros, así que desconozco si en este momento están al tanto de la situación y hasta qué punto esta información se mantiene en la memoria de la entidad pues los funcionarios cambian en las dependencias de estas entidades”, puntualizó Varela. Cabe destacar que por parte de Parques Nacionales se ha recibido apoyo en investigación y monitoreo de afectaciones.

¿Del azar al desconcierto?

A la fecha existen reportes de afectaciones en páramos de las cordilleras oriental: Tamá, Pisba, Guasca, Guanentá; central: Los Nevados, Las Hermosas, Puracé, Nevado del Huila; y occidental: Frontino, sin que aún se confirme coincidencia entre los síntomas que presentan estos frailejones y los ya examinados en Chingaza, Cruz Verde, Sumapaz, Galeras y Cocuy.

En Colombia, la información ha sido suministrada por población local, técnicos y profesionales de las zonas mencionadas. En Venezuela se tienen algunos reportes no oficiales emitidos por diferentes instituciones, para el páramo de Piedras Blancas en el Estado de Mérida. La misma situación se presenta en Ecuador en el páramo El Ángel de la provincia de Carchi, para la especie Espeletia pycnophylla.

En Venezuela, los páramos ocupan 2405 km2 y se distribuyen en el occidente del país en varios complejos a lo largo de la cordillera de Mérida, la Sierra de Perijá y la Serranía del Tama, estos dos últimos complejos son compartidos con Colombia, en las últimas estribaciones de la cordillera Oriental.

Los problemas que se han detectado hasta la fecha involucran afectaciones por larvas posiblemente de polillas y hongos que atacan especies de frailejones endémicos, especialmente en las especies Coespeletia timotensis y Coespeletia spicata, dominantes en el páramo desértico, sobre los 4000 metros de elevación. Otras especies afectadas en menor medida son Espeletia schultzii, Espeletia semiglobulata, y Coespeletia moritziana.

El problema ha sido documentado en el páramo de Piedras Blancas, Parque Nacional Sierra de La Culata y en la cordillera de Mérida. Allí existen poblaciones con una proporción importante de individuos muertos en pie (entre 30 y 50 % en unas 10 ha de extensión). También hay evidencia de daños nuevos en hojas vivas, y ya reportados para hojas muertas adheridas al tronco de frailejones. Sin embargo, no existe información de otras localidades venezolanas que permitan evaluar la extensión espacial de la problemática en los páramos.    

Desde el punto de vista del investigador Luis Daniel Llambí, coordinador del Postgrado en Ecología Tropical y Profesor del Instituto de Ciencias Ambientales y Ecológicas de La Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela, “estos problemas fitosanitarios actuales, al menos en la zona de Piedras Blancas, han aumentado marcadamente en los últimos años. Sin embargo, contamos con muy poca información para atribuir el aumento de este problema al cambio climático”. Dado que 2014 a 2016 fueron años particularmente secos en la cordillera de Mérida, es posible que la ocurrencia de años sucesivos de sequía esté asociada al aumento en las mortalidades. Lo interesante del caso en que ambos países coinciden con reportes de frailejones enfermos, con similares características de daño, y causados tanto por hongos como por larvas.   

Sobre la distribución de la afectación en Chingaza se muestrearon 2833 plantas de Espeletia argentea, Espeletiopsis corymbosa y Espeletia grandiflora. Para determinar una escala de daño se propusieron cuatro niveles: en el primero la severidad está en el rango de entre el 0 y el 25 %; en el segundo es del 26 al 50%; la escala 3 va del 51 al 75%, y la escala 4 abarca del 76 al 100%.

Los resultados obtenidos bajo esta escala demostraron que el número de plantas afectadas fue del 11 %, equivalentes a 315 plantas con daño pasado y actual; un 89 % de las plantas se encontraron sin daño alguno. De ese 11 % de plantas afectadas, el 90 % presentó daño leve; seguido por el daño nivel 2 (8 %); y finalmente daño nivel 3 (2 %). No se presentaron plantas con daño nivel 4.  

Para entender lo anterior, y al mismo tiempo lo inconveniente de los vacíos de información científica en un tema tan sensible, Luz Stella Fuentes, magister en Bilogía Aplicada y profesora asociada al Departamento de Ciencias Biológicas y Ambientales de la universidad Jorge Tadeo Lozano e integrante del equipo investigador de esta afectación, explica: “un nivel de incidencia del 8 % no puede explicar si nos enfrentamos a un grado alto o bajo, bueno o malo, porque faltan más estudios en el ecosistema de páramo; puede ser que este porcentaje en un ecosistema tan sensible sea de un valor considerable. Lo importante es continuar con un monitoreo para identificar si la tendencia aumenta o disminuye”.

En cuanto a qué tanto se vería comprometido el futuro del abastecimiento de agua, el grupo de trabajo simuló, por medio de un nebulizador, una neblina para mirar qué tanta cantidad de agua captaba una hoja enferma frente a una sana. El resultado confirmó que había una reducción en la capacidad de los frailejones para recoger el líquido.

La reducción de la recolección de agua de hojas con daño por depredación (herbivoría) es del 37 %; y con la malformación conocida como entorchamiento es del 29,7 %. Lo anterior indica que dejan de captarse 674 litros por hora (l/h) cuando el 32 % de las plantas tienen herbivoría, y 578 l/h cuando hay entorchamiento en el 35 % de estas.

Llamado de auxilio para continuar la investigación

A casi diez años e incluso más de conocer esta delicada afectación y sin aparentes prontas soluciones en el horizonte, Amanda Varela espera que los colombianos entiendan la magnitud de lo que está en juego: “tenemos limitaciones económicas, y cada vez que indagamos en el tema surgen nuevas preguntas, variables que nos sorprenden y a veces desconciertan. Por ahora, lo inmediato es confirmar si hay relación con el cambio climático, identificar el potencial de dispersión de la afectación, medir el impacto que esta situación pueda tener en la oferta hídrica y hacer propuestas de control o manejo”.

Según los estudios realizados hasta el momento es muy posible que la afectación, unida al calentamiento global y el promedio de la temperatura, tienda a incrementarse y afecte a más áreas. Los investigadores no descartan que tal fenómeno pueda presentarse en este preciso momento en otros páramos y especies de plantas; de hecho, hay reportes de la existencia de 88 especies de frailejones colombianos, en los cuales ya se reportan síntomas; sin embargo no hay certezas de que se trate de la misma afectación.

El calentamiento global y sus efectos en la variabilidad del clima demandan una intervención inminente pues como lo expresa la comunicación nacional, elaborada por el grupo de científicos del Programa para la Evaluación del Estado y Afectación de los Frailejones de los Páramos de los Andes del Norte, no todo puede dejarse en manos de los mecanismos naturales de regulación.

 

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Crean completo listado de especies de peces de agua dulce para Colombia

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¡Que ninguna se nos escape!

Investigadores elaboran listado oficial de especies de peces de agua dulce de Colombia

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ACICTIOS (Asociación Colombiana de Ictiólogos) La red de expertos en peces mas grande del país, entre los que se encuentran científicos del Instituto Humboldt, elaboró la lista digital de referencia de las especies de peces de agua dulce de Colombia, para enfocar esfuerzos en su conservación y contrarrestar acciones que amenazan con disminuir la ictiofauna nacional.

El proceso, apoyado por Colciencias a través del Proyecto Colombia BIO y el SiB Colombia, incluyó una verificación exhaustiva del último listado de la ictiofauna colombiana de agua dulce correspondiente a 2008, la adición de nuevas especies, la exclusión de aquellas cuya presencia en Colombia no estaba soportada por especímenes en colecciones y una revisión de la distribución geográfica.

Como resultado, se determinó que Colombia ocupa el segundo lugar en riqueza de especies de peces de agua dulce, después de Brasil, con un total de 1494 (374 de ellas endémicas). De estas especies, 706 están en la región hidrográfica del Amazonas, 663 en el Orinoco, 223 en el Caribe, 220 en el Magdalena-Cauca y 130 en el Pacífico.

Por primera vez en Colombia, los ecosistemas de agua dulce atraen la atención del público, la academia y los tomadores de decisiones, quienes en la actualidad debaten distintas estrategias para su conservación y uso sostenible, y el de su biota.

Prueba de ello es la Lista de especies de peces de agua dulce de Colombia, a cargo de un equipo curatorial encargado del proceso de actualización, revisión y publicación periódica de datos a través del estándar Darwin Core (DwC) que facilita la gestión de datos biológicos.

El equipo de expertos de ACICTIOS encargado del proceso de renovación de la lista tomó como insumo el último listado de especies de peces de agua dulce de Colombia publicado en 2008; también, consultó artículos de investigación que describían nuevas especies y revisiones taxonómicas y sistemáticas de géneros y familias.

Además revisó especímenes de la Colección Zoológica de la Universidad del Tolima-Ictiología (CZUT-IC); del Instituto Humboldt que alberga, por ejemplo, ejemplares particulares de peces, como uno de los tipos del pequeño bagre endémico del altiplano Cundinoboyacense (Trichomycterus bogotensis), capturado en el barrio Chapinero de Bogotá en 1912, y del pez graso del Lago de Tota (Rhizosomichthys totae), la única especie dulceacuícola reportada extinta para Colombia desde la década de los 40; y recogió datos de los museos de Ciencias Naturales (IMCN) y Javeriano de Historia Natural (MPUJ).

Por ejemplo, gracias al proceso de validación individual de 1435 especies listadas en 2008, los expertos determinaron que 202 especies fueron inventariadas de manera incorrecta para Colombia, es decir casi un 15 % del total, con las serias implicaciones que esto trae para los instrumentos de gestión y conservación de la biodiversidad, basados en dicho inventario.

De igual manera, los investigadores corrigieron la distribución geográfica de otras 175 especies, un proceso de validación casi detectivesco, pues necesitó de un rastreo en todas las fuentes bibliográficas y de ejemplares disponibles en las colecciones ictiológicas nacionales, hasta determinar la identificación taxonómica correcta de los registros.

Los resultados logrados hasta el momento están disponibles de manera gratuita y abierta, a través del Sistema de información en Biodiversidad  de Colombia (SiB Colombia) y la Infraestructura Mundial de la Biodiversidad (GBIF), plataformas en las cuales se publicarán las futuras actualizaciones de la lista.

De esta manera, la depuración de datos realizada principalmente a nivel de especie, refuerza la importancia de las colecciones biológicas como repositorios del patrimonio de la biodiversidad y permite verificar las identificaciones de las muestras.

Asimismo, la actualización del listado es un requerimiento fundamental para asegurar su incorporación en el proceso de toma de decisiones en cuanto a la conservación de las especies y ecosistemas acuáticos colombianos, los cuales enfrentan procesos de transformación por causa de actividades mineras, construcción de plantas hidroeléctricas, expansión de la frontera agropecuaria y la consecuente desforestación, polución industrial y doméstica, desarrollo de hidrovías, introducción de especies exóticas y el cambio climático.

En el mismo sentido, el proyecto espera concluir el proceso de depuración de datos para todos los registros disponibles en las colecciones ictiológicas colombianas (alrededor de 75.000 en total) antes de diciembre de 2017.

Consulte el paper sobre este proyecto aquí.

Listado de especies de peces de agua dulce de Colombia

Listado de riqueza de peces de agua dulce de Colombia por especie

Listado de riqueza de peces de agua dulce de Colombia por zona hidrográfica

 

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Instituto Humboldt gran ganador en los premios a la Ciencia Abierta colombiana

El Instituto Humboldt recibió dos galardones y un reconocimiento en los premios nacionales de Ciencia Abierta  entregados por el Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Investigación (Colciencias).

PremioColciencias                                                                                                      Fotografía: Colciencias

Las tres categorías ganadoras se hacen merecedoras de un plan de fortalecimiento y visibilidad en medios de comunicación masivos e institucionales. De esta manera, el premio reconoce a las mejores propuestas colombianas cuyo enfoque estimula una ciencia más efectiva, accesible, transparente, interdisciplinaria y democrática en la medida en que públicos diversos participan y se benefician.

Según Alejandro Olaya, subdirector general de Colciencias, se postularon más de 35 instituciones nacionales 61 iniciativas en las categorías: Acceso Abierto (19); Datos Abiertos (6) e Investigación Abierta (36), provenientes de Antioquia, Cundinamarca, Atlántico, Santander, Norte de Santander, Valle del Cauca, Guajira, Huila, Cesar, Bolívar, Atlántico, Risaralda.

De manos de César Ocampo, director general de Colciencias, los programas institucionales I2D y Biomodelos fueron destacados en las categorías Datos Abiertos e Investigación Abierta respectivamente; mientras que el Sistema de Información sobre Biodiversidad de Colombia (SiB) fue reconocido en la categoría Datos Abiertos.

Para el Director de Colciencias, la entidad reconoce los grandes retos de este siglo por lo cual la intención de generar una política pública en Ciencia Abierta es un elemento integral y crítico para lograrla: “soñamos una nación, sus comunidades y territorios bajo un esquema de desarrollo sostenible guiado por el conocimiento y que se implemente su uso para alcanzar una vida digna a través de esta herramienta”, puntualizó Ocampo.

I2D o Infraestructura Institucional de Datos e Información es la puerta de acceso a productos y servicios de información sobre la biodiversidad colombiana, la cual puede utilizarse en procesos de construcción de conocimiento que promuevan la conservación y uso sostenible de los recursos naturales en el territorio nacional. Su contenido ha logrado tal relevancia que las consultas en la plataforma sobrepasaron el territorio nacional y es común, ahora, recibir visitantes digitales de Europa e incluso Asia.

Danny Vélez, investigador en Infraestructura y Calidad de Datos del Humboldt, considera que “si bien este reconocimiento es para la infraestructura de datos, en el fondo es para el Instituto y la gran labor que cumple al disponer de datos e información relevante acerca de la biodiversidad del país”.

Por ahora, I2D espera integrar todos sus catálogos y productos de información para responder preguntas complejas sobre la biodiversidad a un solo clic y acercarse a otras iniciativas nacionales similares en busca de proyectos de colaboración.

Por su parte, Biomodelos es una aplicación web para la consulta, mejora y aplicación de modelos de distribución de especies a partir de una comunicación abierta y trabajo colaborativo entre expertos en biodiversidad de la geografía colombiana. La iniciativa busca acercar a investigadores, instituciones gubernamentales, ONG’s y ciudadanos a información precisa y validada por pares.

Entre tanto, José Manuel Ochoa, coordinador del Programa Evaluación y Monitoreo del Humboldt, está convencido de que “este reconocimiento exalta la labor de la iniciativa y de sus creadores María Cecilia Londoño y Jorge Velásquez, y todos aquellos que con un profundo convencimiento se han involucrado, de distintas formas, en el proceso de “cómo idear una manera de que las personas ayuden a generar información útil para todos a nivel nacional”.

En ese mismo sentido, continúa José Manuel, “como Instituto es de gran agrado recibir este premio por tantos años de trabajo colaborativo cuyos resultados empiezan a verse en la medida en que se toman decisiones basadas en la evidencia”.

A partir del lanzamiento de la segunda versión de Biomodelos, por pedido de sus usuarios, la plataforma y sus herramientas permiten mejores modelos de distribución, por lo tanto, la aplicación continuará con la evaluación de los modelos actuales, por parte de expertos, y a partir de ahí generar información puntual, como por ejemplo, la ubicación de especies endémicas y amenazadas de Colombia en asocio con otros programas.

SiB Colombia es una iniciativa de país que tiene como propósito brindar acceso libre a información sobre la diversidad biológica nacional para la construcción de una sociedad sostenible, y facilita la publicación en línea de datos sobre biodiversidad por parte de una amplia variedad de audiencias, apoyando de forma oportuna y eficiente la gestión integral de la biodiversidad.

Dice Dairo Escobar, coordinador del SiB, que “el Instituto Humboldt ha sido muy visionario y, como entidad coordinadora del SiB, ha tenido siempre muy claro que un sistema de información sobre biodiversidad tiene que construirse sobre un modelo abierto”, de ahí que esta plataforma haya sido pionera de la ciencia abierta en Colombia pues “se creó desde mucho antes de que en el país, a nivel gubernamental, se iniciara la discusión en torno a esta iniciativa participativa”, mencionó.
A corto plazo, el SiB Colombia espera llenar vacíos de información existentes en el país; lograr que el 100% de las colecciones biológicas, oficialmente registradas, tengan sus datos disponibles por medio de esta plataforma para que la gente las reconozca y acceda a ellas dentro de sus comunidades locales.

La Ciencia Abierta, mediada por las actuales tecnologías para la información y la comunicación, incluye componentes que le dan una connotación de apertura como lo son la investigación abierta y reproducible, la evaluación abierta de pares, acceso a publicaciones y datos abiertos (en particular de aquellos derivados de procesos financiados con recursos públicos), y la investigación abierta.

La propuesta de una Ciencia Abierta, desde la perspectiva de Colciencias, debe incluir nuevos actores desde el planteamiento mismo de las preguntas y procesos de investigación; llegar a más públicos para enriquecer el sentido social de la ciencia en el país con lo cual es posible estimular la innovación, el intercambio de saberes, acelerar el descubrimiento científico, facilitar la colaboración, incrementar la diversidad de perspectivas, fomentar la participación ciudadana, entre algunos aspectos.

Por ahora, y en cuanto a la Ciencia Abierta colombiana se refiere, viene el desarrollo de un marco normativo en actual etapa de estudio; un piloto de Ciencia Abierta con los 19 institutos públicos de investigación con proyección posterior en otras entidades; la identificación de casos de éxito; y la consolidación de una primera política nacional.

 

 

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Estas serían las especies de flora y fauna colombianas amenazadas por deforestación.

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 Bogotá, D. C. 11 de julio de 2017 BS32106
Fotgrafía: Felipe Villegas, Instituto Humboldt

El Instituto Humboldt, a través de su Programa Evaluación y Monitoreo de la Biodiversidad, identificó aquellas especies de flora y fauna que podrían estar presentes en regiones reconocidas como núcleos de deforestación, según datos suministrados por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).

Los núcleos de deforestación señalados por el Ideam se concentran en la Amazonia occidental (Caquetá, Guaviare y Meta), el Catatumbo (Norte de Santander), la región de Paramillo (Córdoba) y en el Chocó, áreas que reúnen alta diversidad de especies de flora y fauna.

Para cada zona se generó una lista preliminar de especies de flora y fauna con alta probabilidad de presencia en ellas a partir de herramientas de información y algunos sistemas administrados por el Instituto Humboldt como la Infraestructura Institucional de Datos (I2D), la plataforma Biomodelos, las Colecciones Biológicas y el Sistema de Información sobre Biodiversidad de Colombia (SiB Colombia).

En dichas zonas geográficas del país habitan, al menos, 2.697 especies, de las cuales 503 son animales y 2194 plantas. Aunque los datos muestran una alta diversidad biológica en estas regiones, de acelerada y activa pérdida de bosque, los estimativos son conservadores puesto que en gran parte de ellas no existen datos biológicos o exploraciones suficientes por parte de biólogos y otros expertos.

Aun cuando los datos podrían subestimar la real diversidad biológica en riesgo por deforestación, la mayor alarma se presenta al considerar la alta proporción de especies endémicas y amenazadas que habitan estos ecosistemas.

Número de especies de fauna y flora registrado en cada núcleo de deforestación

Núcleo Animales Plantas Total
1. Amazonia: ríos Yarí-Caguán, Caquetá 141 46 187
2. Amazonia: noroeste de Guaviare (Marginal de la Selva) 1 269 270
3. Catatumbo, Norte de Santander 7 154 161
4. Amazonia: Guaviare central (El Retorno-Calamar) 3 150 153
5. Amazonia: nororiente de Guaviare 10 76 86
6. Amazonia: Macarena, occidente del Meta 89 337

426

7. Paramillo-Urabá, sur de Córdoba 38 168 206
8. Pacífico: sur de Chocó (sector del río Quito) 214 994 1208
Total 503 2194 2697

Entre las casi 2.700 especies de flora y fauna con datos en estas regiones, dentro de las que se incluyen algunas emblemáticas,31 se reconocen en vía de extinción; de ellas, cinco están en la categoría Peligro Crítico (CR), seis en Peligro (EN) y 20 Vulnerables (VU).

Cabe destacar que los núcleos de deforestación coinciden con la distribución limitada a nivel mundial de nueve especies de animales y 106 endémicas de Colombia. La situación es preocupante y crítica en Meta y Chocó, porque concentran un mayor número de especies únicas, 16 y 81 respectivamente.

Ejemplos de algunas especies de bosque amenazadas por núcleo de deforestación

Las especies que pueden acelerar su extinción local por el aumento de la deforestación en sus áreas de distribución son aquellas que dependen de selva húmeda y cobertura boscosa. 

Entre las especies de plantas preocupan aquellas que, además de tener distribuciones pequeñas y baja densidad poblacional, son árboles maderables que constituyen el bosque, es el caso del abarco (Cariniana pyriformis), el almendro (Dipteryx oleífera), los laureles almanegra (Magnolia spp.), el comino (Aniba perutilis) y los cedros (Cedrela spp.).

En los núcleos de deforestación de la Amazonia occidental (Caquetá, Guaviare y occidente del Meta) se destacan como vulnerables especies de anfibios, entre ellos, las ranas arborícola (Boana nympha) y la venenosa (Ameerega hahneli), las cuales dependen de cobertura boscosa.

Entre los mamíferos la situación más crítica la presentan los primates tití del Caquetá (Callicebus caquetensis), descritos recientemente y restringidos a una pequeña zona de esta región, y el mono churuco colombiano (Lagothrix lugens).

En el núcleo de deforestación que afecta las estribaciones del Parque Nacional Natural Paramillo, en el sur de Córdoba, preocupan los anfibios rana marsupial (Hemiphractus fasciatus) y rana de cristal (Nymphargus chami).

Entre las aves más afectadas en el sur de Córdoba podrían estar el paujil piquiazul (Crax alberti), que registra bajas densidades poblacionales y una distribución cada vez más reducida; le siguen las grandes rapaces, águila arpía (Harpia harpyja) y crestada (Morphnus guianensis), y la guacamaya verde (Ara ambiguus).

Un gran mamífero en peligro en Colombia por la pérdida de hábitat y la cacería localizada desde el sur de Córdoba y toda la selva del Pacífico es la danta o tapir (Tapirus bairdii); pero es, quizá, el tití cabeciblanco (Saguinus oedipus) el mamífero más emblemático y en peligro crítico por la pérdida de bosque en su área de distribución –Urabá y el sur de Córdoba– y el tráfico de fauna. Entre las plantas, y por fuera de los árboles maderables, la situación puede ser crítica para la palma Reinhardtia koschnyana.

Algunas de las especies en riesgo en el sur de Córdoba se encuentran, además, en el núcleo de deforestación del sur del Chocó. En este sector del río Quito y alrededores sobresalen la rana dorada (Phyllobates bicolor) y las aves paujil chocoano (Crax rubra), gavilán plomizo (Cryptoleucopteryx plúmbea) y el mochilero del Baudó (Psarocolius cassini), un ave rara, en peligro y endémica de este departamento.
Una de la especies de interés es el bobito (Bucco noanamae), endémica de Colombia y restringida al Chocó y al Urabá antioqueño, originalmente descubierta en Noanamá, una población cerca a Istmina, justo en el centro del núcleo de deforestación del sur del departamento chocoano.

Por su parte, en el núcleo Catatumbo (Norte de Santander) sobresalen la rana marsupial (Cryptobatrachus conditus), de las microcuencas del piedemonte del Catatumbo, y el paujil moquiamarillo (Crax daubentoni), un pavón que ha perdido la mayor parte de su hábitat en Colombia y que además es objeto de cacería.

Así pues, con este reporte el Instituto Humboldt evidencia las potenciales consecuencias de los focos de deforestación, con respecto a la pérdida de especies del país. Además, es importante enfatizar en los cambios dramáticos en las condiciones ecológicas de los mencionados territorios, con posibles consecuencias irreparables sobre los servicios ecosistémicos, claves para el bienestar de los habitantes locales de estas zonas del país.

Asimismo, el Humboldt alerta acerca de la necesidad de acelerar los procesos de obtención de información biológica en campo, además de la consolidación y análisis de estos datos para determinar a tiempo las consecuencias de la deforestación en la biodiversidad, un hecho que reduce la capacidad de toma de acciones rápidas que eviten la pérdida de especies y el deterioro del bienestar de la población.

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Identifican áreas aptas para salvar al cocodrilo del Orinoco

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Identifican áreas aptas para salvar al cocodrilo del Orinoco

Caimán Llanero Cocodrilo Orinoco 4

• El Instituto Humboldt, con la colaboración de expertos conocedores, identificó algunas áreas para la conservación del caimán llanero o cocodrilo del Orinoco (Crocodylus intermedius), el más amenazado de Colombia y en Peligro Crítico (CR) de extinción según el Libro rojo de reptiles.

• Departamentos como Arauca, Casanare, Meta y Vichada disponen de hábitats acuáticos y terrestres, óptimos para la conservación de la especie.

• Solo el 10,8 % del hábitat adecuado para el Crocodylus intermedius, dentro de la sabana del Orinoco, está protegido.

Esta investigación, que tenía como un insumo el Modelo de Distribución de Especies (MSD), buscó aquellas áreas de distribución histórica del caimán llanero con mejores condiciones ambientales para el desarrollo de la especie.

A partir de la información recogida del MSD, de variables ambientales y del análisis de amenazas y oportunidades, unida al conocimiento de los investigadores que trabajan con la especie, se definieron áreas clasificadas con niveles altos, medios y bajos, cuyas condiciones generales fueran propicias para preservar poblaciones saludables de C. intermedius a largo plazo y que pudieran servirle de refugio.

Como resultado se definió que los departamentos colombianos con hábitats más adecuados para la conservación, por kilómetro cuadrado (km2), eran Vichada (2955 km2), Casanare (2200 km2), Meta (1805 km2) y Arauca (856 km2).

Con grado de prioridad alta para la protección del caimán se destacaron en primer lugar los sistemas ribereños Lipa-Ele-Cravo Norte, Guayabero-Duda-Losada, Cinaruco-Capanaparo, el río Manacacías, Guarrojo-Tillava-Planas, y el Tuparro.

 

Cuadro por años individuos caimán Orinoco

El cuadro presenta registros de abundancia y densidad de la especie Crocodylus intermedius en la Orinoquia colombiana.
Abreviaturas: número total de individuos (T), densidad individuos/km (D).

Fuente: Lugo y Ardila-Robayo (1998), Rodríguez (2000), Ardila et al. (2002, 2010), Castro et al. (2012).

 

El sistema Lipa-Ele-Cravo Norte es un área con rasgos ambientales apropiados para esta labor por su baja influencia de actividades humanas y el aislamiento ocasionado por la ausencia de vías de comunicación óptimas y transitables durante el año. De hecho, en esta zona existe uno de los dos restos poblacionales de la especie.

Lo anterior es también consecuencia de la presencia histórica de grupos armados ilegales quienes por décadas impidieron el desarrollo de actividades productivas que, en su momento, podían degradar el hábitat del caimán llanero.

Le siguen el sistema Guayabero-Duda-Losada, una zona óptima debido al buen estado del hábitat. Allí prevalecen dos áreas protegidas nacionales: el Parque Nacional Natural (PNN) Sierra La Macarena y el Tinigua, los cuales permiten el acceso parcial para la ejecución de actividades de investigación y conservación. En esta zona se encuentra el segundo remanente poblacional del caimán. Por su parte, el sistema Cinaruco-Capanaparo dispone de ecosistemas menos intervenidos debido a su aislamiento. Es así como estas subcuencas se han identificado como prioritarias en los ejercicios de caracterización de áreas para la conservación del caimán llanero.

Con buena calificación también está el sistema Guarrojo-Tillava-Planas, pues según estudios realizados por la Estación Biológica Tropical Roberto Franco de la Universidad Nacional de Colombia hay caimanes en la zona, aunque se desconoce el estado actual de su población.

Estudios realizados en el río Manacacías demuestran la presencia de la especie, lo cual confirma que el hábitat está en buenas condiciones en gran parte del área. Adicional a esto existen Reservas Naturales de la Sociedad Civil (RNSC).

En cuanto al río Tuparro, sus ecosistemas acuáticos y bosques inundables demuestran buenas condiciones, abundancia de fauna, disponibilidad de presas y playas aptas para la reproducción. Por tratarse de una zona de escasa presencia humana y al estar incluida en inmediaciones del PNN El Tuparro, se han realizado algunas liberaciones de ejemplares criados en cautiverio gracias a la gestión de la Fundación Palmarito.

En segundo lugar y con prioridad media se reconocen once áreas. Una de ellas es el río Meta, donde en caso de recuperar la especie y aumentarla, los individuos conseguirían dispersarse hacia afluentes como Guachiría, Pauto, Cusiana, Ariporo, Guanapalo, Cravo Sur, Casanare y otros, para colonizarlos y posibilitar el intercambio entre poblaciones hoy aisladas.

En tercer y último lugar, el río Arauca sobresale entre las áreas con prioridad baja; pues a pesar de que se indica que en este lugar se presentan condiciones ambientales favorables, tiene la calificación más alta en amenazas y bajas oportunidades para la supervivencia.

En el caso del río Vichada, existen algunos individuos aislados. Aunque se han realizado avistamientos de algunos cocodrilos del Orinoco y documentado ciertas reproducciones, estas no han prosperado por causa de saqueos a los nidos.

Las demás áreas de prioridad baja, ubicadas en el límite sur donde se distribuye geográficamente la especie, necesitan de estudios básicos urgentes que corroboren la presencia del caimán y el estado actual de sus poblaciones.

Cabe destacar, en cuanto a resultados alternos, la identificación en Colombia de 16 áreas críticas que demandan acciones de conservación, investigación, supervisión y gestión que garanticen la supervivencia del cocodrilo del Orinoco. Preocupa la ausencia de la especie en los arroyos La Hermosa y Picapico, ríos Ariporo, Cravo Sur y Tomor, tras avistamientos registrados entre 1994 y 2010.

Si bien la sabana del Orinoco es una ecorregión de alta prioridad para la conservación de la biodiversidad en el mundo por sus singulares hábitats, en la actualidad dicha zona está catalogada como "vulnerable" debido a la transformación del paisaje.

Y aunque hay planes de manejo actuales para la especie con prioridades definidas y establecidas desde hace casi tres décadas, el cocodrilo del Orinoco aún es considerado amenazado por causa de la caza dirigida, la extracción de huevos para el consumo, la captura de crías con fines ornamentales, el uso inadecuado de mallas y redes de pesca que los atrapan accidentalmente y ahogan, la degradación o destrucción del hábitat, y el aumento de la intervención antrópica.

Finalmente, el Instituto Humboldt reconoce este estudio como uno de los pocos análisis integrales de la bioecología, amenazas y oportunidades del cocodrilo del Orinoco, el primero en intentar estimar un hábitat adecuado para la especie o para cualquier cocodrilo, lo cual sugiere que este tipo de investigaciones deben continuar con el fin de recopilar mayor información que permita, a futuro, mejoras en el modelo de conservación actual.

A pesar de los avances, persisten los vacíos de información que hacen primordial establecer un programa de monitoreo a escala regional que brinde insumos sobre estructura poblacional, y realizar estudios de ecología reproductiva y de interacciones del caimán con su hábitat y con la dimensión humana. 

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Pez basa: seis años nadando con el enemigo

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Pez basa: seis años nadando con el enemigo

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Foto: Biota Colombiana
 
  • - El Instituto Humboldt ofrece el panorama actual de la presencia ilegal del pez basa (Pangasianodon hypophthalmus) en criaderos, tiendas de mascotas, mercados del país y aguas del río Magdalena.

  • - Siete departamentos de Colombia y al menos ocho localidades del Bajo Magdalena reportan aumento en registros de captura y comercialización del pez entre 2011 y 2016.

  • - Las consecuencias de la introducción del pez, a seis años de su aparición, son inciertas para la ictiofauna y ecosistemas acuáticos regionales debido, entre otros factores, a vacíos de información existentes.


En 2011, tras la denuncia de acuicultores e ictiólogos de la presencia en criaderos del pez basa con fines ornamentales en el Valle del Cauca, Cauca, Huila, Meta y Santander, el Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS) solicitó al Instituto Humboldt un concepto técnico sobre el nivel de riesgo de la especie para los peces y ecosistemas acuáticos de agua dulce del país.

Un año después, los resultados de dicha evaluación fueron incluidos en el IV Catálogo de la Biodiversidad Acuática, publicación en la que el Humboldt categorizó la especie como de alto riesgo tras un protocolo de análisis de riesgo y comprobar su reproducción con propósitos comerciales. Esta es una actividad ilegal pues en Colombia solo se autoriza la importación del pez basa en filete para consumo masivo.

Pese a lo anterior, en el país no es posible hablar de una invasión debido, entre otras razones, a la ausencia de estudios que aporten parámetros para aseverar que tal fenómeno ocurre. De hecho, el pez basa no se reconoce de manera oficial como especie introducida en Colombia pues ni el MADS ni la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) han aprobado solicitudes de importación de individuos para acuicultura o fines ornamentales.

Así ocurrió, por ejemplo, con la negativa a la solicitud presentada por la Corporación Centro de Desarrollo Tecnológico Surcolombiano (ACUAPEZ) basada en el Estudio de impacto ambiental, introducción y zoocría de parentales de la especie exótica Pangasius hypophthalmus”. Los argumentos para rechazar la petición fueron tomados de la información reunida por el Instituto Humboldt. (Ver resolución)

Tiempo después el MADS,  entidad que ejerce la secretaría científica del Comité Técnico Nacional de Especies Introducidas y/o Trasplantadas Invasoras en el Territorio Nacional, convocó a los institutos de investigación del Sistema Nacional Ambiental (Sina) para discutir la pertinencia de incluir o no al pez en la lista de especies invasoras.

Aunque hubo acuerdo respecto al alto riesgo que representaba la introducción del pez al país, aunque ni siquiera se reconozca como especie como potencialmente peligrosa, no fue posible incluirla en un posterior resolución sobre especies invasoras emitido por el MADS (Resolución Número 654 de 2011 y otras previas: Resolución Número 0848 de 2008, Resolución Número 207 de 2010).

Hacia 2015, un estudio emprendido por los investigadores Mauricio Valderrama, José Iván Mojica, Andrea Villalba y Fabel Ávila, de la Fundación Humedales y del Instituto de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia, y publicado en la Biota Colombiana, siguió el rastro del pez en el territorio colombiano.

En esta oportunidad,pescadores artesanales capturaron ejemplares en aguas del río Carare y en la ciénaga de Guarinocito, cuenca del Magdalena; luego, registros confirmados ubicaron prototipos del pez en localidades de la misma zona: Puerto Triunfo, Puerto Berrío, Santa Clara, Caño San Juan, Ciénaga de Chucurí y del Opón, además de Barrancabermeja.

Mapa distribución

Mapa: Biota Colombiana

Asimismo, la comercialización de pescados frescos fue detectada en mercados locales de poblaciones ribereñas de la cuenca alta y media del río Magdalena, sin que a la fecha se haya establecido si llegaron como resultado de actividades de piscicultura ilegal o de captura en el medio natural.

Y es que la aceptación del pez en el marcado ha despertado en los piscicultores colombianos el interés por su cría y producción a gran escala. Según cifras suministradas por la Autoridad Nacional de Acuacultura y Pesca (Aunap), en el primer semestre de 2015 Colombia importó 19.665 toneladas de pez basa, por valor de 40,3 millones de dólares, debido a la alta demanda para consumo.

Por la vía legal el pez basa podría clasificarse, a futuro, como especie domesticada, como ocurrió con la tilapia y la trucha, pues el Decreto 1780 de 2015, expedido por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y el MADS, autoriza que especies introducidas al país se declaren como domesticadas para fines de piscicultura.

Con este panorama se esperarían probables impactos sobre las especies nativas en la cuenca del Magdalena, la cual presenta una disminución considerable en la producción pesquera: cerca de un 50 % en los últimos 40 años y con probables descensos en tiempos recientes, lo que complicaría más la situación actual de las pesquerías regionales.

También es presumible que la especie pueda competir con otras nativas de esta cuenca, que sustenta cerca del 70 % de la producción pesquera anual. Como si fuera poco, sus características biológicas, dieta amplia, elevadas tasas de reproducción, rápido crecimiento, tolerancia a condiciones ambientales extremas y comportamientos migrantes presuponen una rápida expansión por todas las tierras bajas del cauce.

Lo anterior preocupa porque en el norte de Suramérica la cuenca del río Magdalena es considerada la de mayor riqueza especies de peces (167 dulceacuícolas primarias y por lo menos 66 endémicas); para los Andes Tropicales es la que más cantidad de especies acuáticas amenazadas registra y ocurre lo mismo a nivel nacional, de acuerdo con el Libro Rojo de Especies Dulceacuícolas de Colombia suman 35 las especies en peligro.

Como si fuera poco, la misma investigación confirmó la presencia y comercialización de ejemplares juveniles en tiendas de mascotas y peces de Bogotá. En septiembre de 2016 se compraron en la ciudad cuatro ejemplares de 41 a 46 milímetros, ofrecidos como ornamentales y que conllevaría a riesgo de escapes fortuitos o liberaciones intencionales al medio natural. En octubre del mismo año, la Autoridad Nacional de Aunap reportó la presencia de la especie en la cuenca Magdalena a partir de información del Servicio Estadístico Pesquero de Colombia (Sepec).

En este contexto, las consecuencias que arrastra consigo la introducción del pez basapara la ictiofauna de esta regiónson inciertas, dado que sus hábitos de vida podrían influir en los de muchas de las especies nativas.

 

El pez que devora el mundo

El pez basa es nativo del delta de los ríos Mekong (China) y Chao Phraya (Tailandia). También se encuentra en Bangladesh, Camboya, Filipinas, Myanmar, Singapur, Taiwán y Vietnam. Ha sido introducido con fines productivos en Cuba, Chile, China, Guam, México, Indonesia, India, Puerto Rico y República Dominicana, entre otros países. En La Florida, Estados Unidos, se permite su uso ornamental.

En India fue introducida clandestinamente en 1997, vía Bangladesh, y cultivada en el estado de Bengala con una justificación económica soportada en el hecho de que puede crecer en 90 días aproximadamente un kilogramo, haciéndose común su cultivo en este estado y en el de Andhra Pradesh.

A escala global se reconoce que una vez introducida o trasplantada a nuevos ecosistemas naturales puede representar serios riesgos. A pesar de ello, no está citada entre las 100 especies invasoras más peligrosas del planeta ni en las base de datos de la Red Europea de Especies Invasoras (NOBANIS), tampoco el Centro de Agricultura y Biociencias Internacional (CABI) o en la Base de Datos Mundial sobre Especies Invasoras (GISD) de la UICN.

Por su esperanza media de vida (20 años), capacidad de reproducción en cautiverio, cantidad de huevos (50.000), rápida eclosión y número de desoves en cada estación reproductiva, el pez basa se ha utilizado en el sudeste de Asia por muchos años.

Para tener una idea del auge de la acuicultura con el pez basa, en 2006 Vietnam exportó 286.602 ton y se espera que para el 2020 el sector acuícola llegue a la 380.000 ton y a valores de exportación por 1 billón de dólares.

Por ser una especie que en cultivo es propensa a enfermedades bacterianas, que de paso afectan poblaciones naturales y nativas. Países como Indonesia, Vietnam e India plantean el desarrollo de estrategias de prevención y planes de acción.

En conclusión, la confirmación documentada de la presencia del pez basa en ambientes naturales de la cuenca Magdalena plantea retos de importancia en cuanto a conservación de la biodiversidad y la responsabilidad por parte de Colombia de impedir su dispersión a los países vecinos. Aunque aún no hay registros oficiales de la especie en aguas del Amazonas y el Orinoco, en caso de hallársele habría probabilidades de dispersión a Ecuador, Perú, Brasil y Venezuela.

Por otro lado, la presencia sin restricciones del pez basa en mercados locales y en tiendas de peces ornamentales magnifica el grado de amenaza y potencia el grado de dispersión. Y aunque está por confirmar su establecimiento pleno en ambientes naturales, la distribución rápida y progresiva demanda medidas urgentes de control al comercio y a las actividades de piscicultura que se presumen están en desarrollo.

Por ahora, y en respuesta a la amenaza de la biodiversidad del país, aparecen estrategias de contingencia como la plataforma digital InvBasa, un aplicativo para teléfonos inteligentes creado por el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia y la Fundación Humedales, el cual registra y sigue la propagación de especies invasoras en Colombia. 

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