Instituto de Investigación de Recursos Biológicos
Alexander von Humboldt

Investigación en biodiversidad y servicios ecosistémicos para la toma de decisiones

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Reservas campesinas (Columna de Brigitte Baptiste)

Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt

mv0b963529/09/2014

En el maravilloso enclave que representa la Cocha del Guamués, a media horita apenas de Pasto, se creó hace 34 años la “Asociación para el Desarrollo Campesino” (ACD), que agrupó algunas decenas de familias preocupadas por un proyecto de trasvase para sacar agua de la laguna y que, aunado con la pérdida paulatina de semillas nativas y comida, el deterioro delos suelos y del bosque que se utilizaba para hacer carbón vegetal, significaba el fin de su modo de vida. El proyecto insensato no se hizo afortunadamente y La Cocha fue declaradaHumedal Ramsar en 2001, poco antes de que la guerra se ensañara con su población y organizaciones civiles, causando gran tristeza,desplazamientos locales y exilios, que ahora hacen parte de la historia.

Lugar de nacimiento del río Guamués, que lleva al Putumayo, “La Cocha”, como se conoce a la laguna coloquialmente, demuestra su carácter amazónico desde los 3.000 y pico de metros de altitud, rodeada de páramos donde nacen las aguas que la mantienen viva y vigorosa.  Aún se talan bosques para sacar carbón, es cierto, pero también hay decenas de reservas que constituyeron las familias campesinas para proteger la biodiversidad  y que fueron la inspiración para la creación de la “Red Colombiana de Reservas de la Sociedad Civil” en 1992, junto con otros movimientos similares en Sumapaz y Anaime. Hoy la red cuenta con 280 reservas articuladas en todo el país, reconocidas por el Decreto 2372 como parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas y que, asociadas, desarrollan innumerables proyectos de conservación y uso sostenible de los ecosistemas donde se ubican, con múltiples visiones culturales, pero siempre pensando en la presencia humana en el territorio como expresión de la unión indisoluble entre gente y biodiversidad. 
 
 
Los proyectos de vida de las sociedades campesinas han sido menos visibles que los de pueblos indígenas y comunidades negras, pues el carácter que los define no es étnico. El campesinado colombiano, como en muchas partes del mundo, constituye un grupo de productores rurales que, lejos de pensarse como empresarios (pero siendo emprendedores), producen comida para todos al tiempo que ejercen la soberanía territorial sobre el campo, de manera que los habitantes urbanos, hoy mayorías poco conscientes de ello, puedan prosperar. Esta soberanía de hecho hace que los campesinos, entre los cuales se incluyen los pescadores artesanales en un país que es agua y humedales, sean los administradores del flujo de beneficios que se produce hacia la sociedad desde la complejidad funcional de los ecosistemas. Funcionalidad o salud ecológica del territorio que depende de cómo se definen los patrones del paisaje que habitan (“el campo”) y que se derivan de las prácticas agregadas de intervención y reorganización de los elementos silvestres de la flora y la fauna, el suelo, el agua, combinados con aquellos propios de la domesticidad.
 
La semana pasada se reunió en Tibú la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina (Anzorc), otra invención institucional reciente para administrar el territorio y sus recursos, surgida de los movimientos de colonos y desplazados de distintas regiones y épocas, como cuenta el sociólogo Alfredo Molano en sus crónicas. Varios miles de campesinos de todo el país (algunos viajaron 40 horas para llegar) se concentraron pacíficamente en la misma ciudad donde hace poco más de un año protagonizaron un duro paro agrario. 
 
Esta vez, sin embargo, se reunieron para discutir durante dos días problemas del campesinado, sus visiones de futuro, sus apuestas. Más de treinta mesas abrieron la participación de la gente y al menos tres de ellas se concentraron en el tema ambiental. Se expresaron abiertamente las ideas de las personas respecto a la biodiversidad, el manejo del agua, del bosque, del territorio. Algunas hablaron de agroecología y de conservación, otras de semillas y alimentación. Muchas reconocieron haber cometido grandes errores (deforestación, mal uso de agroquímicos), pero también hicieron evidente la proverbial capacidad adaptativa del campesinado y su amor por la tierra, siempre a prueba entre la variabilidad climática, la incertidumbre de las dinámicas ecológicas a gran escala, y el olvido de la sociedad mayor.
 
Las zonas de reserva campesina están prosperando como proyecto de paz, se insistió. Como proyecto de gestión territorial colectiva y de conservación ecológica a gran escala, con gente respondiendo por ello: un experimento que vale la pena.
 

Editorial de Brigitte Baptiste para la República: http://www.larepublica.co/

IBol Colombia: Código de Barras de la Vida para el Inventario de la Biodiversidad en Colombia

 
 
 
 
 
¿Cómo saber si el pescado que me sirven en el restaurante es lo que realmente está en la carta? ¿Cómo tomar medidas en el manejo de plagas si una especie dañina es físicamente idéntica a una que no es perjudicial? ¿Cómo facilitar el proceso de identificación especies en un lugar con alta diversidad biológica? La respuesta está en un método relativamente reciente denominado “Código de barras de ADN” haciendo referencia al sistema comercial de identificador de productos. Las utilidades y retos de este método serán discutidas el tercer Simposio de Códigos de Barras de ADN este 2 y 3 de octubre en la sede Venado de Oro del Instituto Humboldt. 
 
 
En el 2003 Paul Hebert, de la Universidad de Guelph en Canadá hizo un análisis con las secuencias genéticas que estaban disponibles en la base de datos pública de Genbank y encontró que utilizando un fragmento del gen mitocondrial COI (un gen que está relacionado a la respiración celular) podía diferenciar entre especies de casi todo el reino animal. Para desarrollar esta iniciativa es necesario construir una base de referencia global de los códigos de barras de ADN con el fin de buscar en ella la correspondencia taxonómica a partir de cualquier fragmento de un organismo (pluma, sangre, semilla, hoja, etc.) o para individuos en estadíos de vida difíciles de identificar (larvas, plántulas, huevos, etc.).
 
Para crear esta gran biblioteca de la vida a través de la información genética surgió el proyecto IBol (International Bar Code of Life) el cual tiene iniciativas regionales como IBol Colombia coordinada actualmente por el Instituto Humboldt y la Universidad de los Andes. IBol Colombia ha generado los primeros 1000 códigos de barras en aves, mariposas, anfibios, reptiles, plantas de páramo, acuáticas, variedades de Coca y hongos, la mayoría de ellos depositados en las colecciones biológicas. El nodo colombiano cuenta con la participación de 10 entidades y más de 25 investigadores. En la actualidad la red es liderada por Santiago Madriñan y Silvia Restrepo de la Universidad de los Andes y coordinada por Maylin Gonzalez, del Instituto Humboldt.
 
IBol Colombia busca que esta iniciativa se convierta en una posibilidad para que la nación invierta en la generación de conocimiento de la biodiversidad a partir del inventario genético de la misma, que esto le de impulso a la educación en nuevas tecnologías y que sea una misión que forme gente, genere infraestructura y se enriquezca de la experticia de los académicos del país y las necesidades de la sociedad.
 
Sobre el seminario:
Invitados de México, Brasil y Argentina presentarán cómo se organizaron para consolidar su red nacional para impulsar la generación de conocimiento, la innovación tecnológica y la apropiación de conocimiento logrando enlaces con los sectores productivos.
 
Dentro de los estudios de caso se presentaran investigaciones que muestran como el código de barras es una herramienta para: 
Controlar el comercio de especies maderables
Control de medicamentos farmacéuticos
Control para la seguridad aérea
 Salud pública Identificación de vectores y hospederos
** Identificación de plagas y patógenos en agricultura
 
 
Más información:
 
 
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Aislamiento voluntario (Columna de Brigitte Baptiste)

Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt

bb pq22/09/2014

Sobrevolando las selvas del suroriente colombiano aparecen las cumbreras de palma seca de las malocas indígenas, apenas separadas por unos metros de luz del dosel de los árboles vecinos. A veces, un par de figuras que salen borrosas en las fotos. La avioneta no puede dar más de una vuelta: no es nuestro mundo y, por un instante, gigantesco en dignidad, somos tan respetuosos de los otros que cerramos los ojos y nos retiramos. No como hace quinientos años, cuando se proclamó el dominio de la Tierra en América y de todo lo que esta contenía, o como cada día, cuando llegan misiones de ciencia o religión pretendiendo salvar a quienes no lo piden, y a quienes combaten si replican.

Los pueblos indígenas en aislamiento voluntario representan una anomalía extrema en este orbe hiperconectado, una bofetada a la pretensión de universalidad humana, un desafío ético a la curiosidad científica que proclama una sola epistemología, una sola manera de entender la vida, el mundo. Y pese a lo incomprensible de sus razones, un puñado de ellos, dispersos por el Amazonas, se ha hecho a un lado de las narrativas triunfantes del progreso, y envueltos en sus propios mitos disfrutan de seguro el baño frío del amanecer selvático, el sabor propio de los frutos aceitosos, el ahumado de la carne de monte. Enfrentarán también otras cosas, otros miedos, a las avionetas tal vez, a los cazos de aluminio que dejan en los playones los evangelizadores, a los sostenes coloridos con que pretenden moralizar su impúdico disfrute de la vida. Contarán tal vez historias de encuentros pasados con blancos barbudos, malolientes, arrogantes, y tal vez se reirán recordando sus pretensiones de verdad, su invitación a salir, a civilizarse. 

Cuando Roma venció a Vercingétorix consolidó una forma de integración a un sistema económico y de derecho que llegaría hasta nuestra época con sus más y sus menos, pero dominante, vía la revolución cristiana y todas sus contrarrevoluciones. En ella habitamos, pero con todo en suspenso ante la evidencia de pequeñas sociedades que apelaron a la desaparición voluntaria, que eligieron seguir con su sistema de cálculo del tiempo y sus coordenadas territoriales, su inintelegibilidad, su inexistencia ante nosotros. No son sociedades secretas, más bien ocultas; no nos creen, porque han oído de nosotros. No nos quieren, porque nos han visto actuar. No nos buscan, ni siquiera por curiosidad. “Cariba malo” nos llaman, según contó en su último libro Roberto Franco, caído en una avioneta a la que la codicia aurífera precipitó en el medio Caquetá la semana pasada, junto con uno de los pocos investigadores indígenas reconocidos de Colombia, Daniel Matapí. Ambos, irrestrictos constructores de derechos y de irreverente alegría, harán mucha falta.

En el pasado “Encuentro por la Tierra” convocado por la Corte Constitucional en Ibagué como espacio de reflexión acerca de los derechos de los “no humanos”, se habló de la inmensa diversidad biológica y cultural en Colombia, de la voluntad benévola (ya que no cumplimos el acuerdo de ser plenamente una nación multicultural) que podríamos demostrar de escuchar al agua, al viento, a los elementos acorde con las prescripciones de taitas, mamas, curacas, abuelos y abuelas sabedores. Se habló de la fuente constitutiva de la diferencia en la naturaleza y la cultura, y su alcance en la definición de derechos y deberes, del papel del Estado en su reconocimiento. Se habló de la responsabilidad de quienes nos decimos conciencia de la existencia, voz del cosmos y otros títulos que nos podríamos inventar como hacía el Rey del Universo de Saint-Exupery. Se habló de condenar huracanes, maldecir fenómenos naturales, rabiar por las inundaciones. De la frustración cuando el mundo se niega a acatar nuestra grandeza, nuestros designios. De la forma en que entendemos y asumimos los riesgos de estar vivos sin saber por qué o siquiera, qué significa, junto con arañas, palmas y chikungunyas. Y de la espantosa realidad que implica ser incapaces de hacernos responsables siquiera de nuestras propias heces, que arrojamos a la casa del vecino mientras furiosos reclamamos al que a su vez nos las arroja.

Hay personas que logran aislarse, desprenderse al menos, renunciar, desconectarse, demostrando que no siempre hacer parte de algo nos da sentido. Hay ancianas que quedan aisladas involuntariamente tras las autopistas, hay presos en aislamiento, hay ermitaños. Hay quienes guardan silencio ante la pregunta impertinente: ni aceptan ni tiran heces. Tal vez habría que reconsiderar en esta sociedad de bullicio consumista la noción de aislamiento, el derecho a la soledad y la ruptura, a la introspección y el silencio. Tal vez así podamos volver a reconectar con la Tierra, que nos habla, nos canta, nos reclama.

Editorial de Brigitte Baptiste para la República: http://www.larepublica.co/

V Encuentro Comunitario. Siguiéndole la pista a la biodiversidad

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Los encuentros comunitarios son espacios para compartir visiones y experiencias con la biodiversidad, y los servicios ecosistémicos en las regiones de Colombia. El V Encuentro Comunitario para la biodiversidad se realizará del 11 al 13 de octubre de 2014 en el Claustro de San Agustín en Villa de Leyva. Este año, el encuentro se denomina “Siguiéndole la pista a la biodiversidad. Conocimiento local y monitoreo”.  

En este espacio se busca socializar y discutir cómo el monitoreo local de biodiversidad hace parte de la construcción de nuestros territorios de vida, y cómo las comunidades manejan y conservan la biodiversidad en Colombia.

Los encuentros comunitarios se realizan para generar un espacio de diálogo entre comunidades étnicas y campesinas del país, para intercambiar experiencias prácticas de gestión de la biodiversidad en todo el país y para ofrecer a los visitantes una muestra de productos de las diferentes regiones y la posibilidad de conversar directamente con nuestros invitados.

¿Qué es el monitoreo?

El monitoreo es la colección sistemática y continua de datos, observaciones, estudios, muestreos, cartografía, entre otros, que permite y provee las bases para medir y cuantificar distintos procesos y variables relacionados con una pregunta o un problema específico a lo largo del tiempo

Por ejemplo, un pescador hace monitoreo cuando lleva registro del tipo de peces extraídos, el lugar, cantidades, artes y técnicas de captura, tiempo de la jornada y el destino de los productos. 

¿Por qué son importantes los encuentros? 

El Instituto Alexander von Humboldt, desde su Programa Dimensiones Socioeconómicas de la Conservación y Uso de la Biodiversidad (Discub) viene promoviendo desde hace cuatro años diálogos de saberes con comunidades étnicas y locales sobre el conocimiento y la gestión de la biodiversidad. Esta propuesta institucional parte de reconocer que Colombia es un país no solo biodiverso, sino rico en culturas y etnias, entre ellos los grupos étnicos como los pueblos indígenas, las comunidades afrocolombianas y los grupos Rom, y sin distinción étnica, pero no menos importantes, las comunidades campesinas y pescadoras que existen en todo el país. El diálogo reconoce la importancia de dichas comunidades como usuarios más próximos de la biodiversidad que mantiene conocimientos, prácticas e instituciones vinculadas con su manejo y utilización que derivan en la conservación de atributos de la diversidad biológica.

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El bosque seco tropical en Colombia

El libro “El bosque seco tropical en Colombia” cuenta con la participación de más de 40 autores nacionales e internacionales de 20 instituciones. El libro aborda el bosque seco tropical desde una mirada biológica, además de dar lineamientos para el monitoreo, la conservación y la restauración de este ecosistema a escala nacional.

 

La publicación se encuentra disponible para lectura en nuestro Repositorio Institucional.

Descargar  Consultar en el repositorio



Nuevo libro: “El Bosque Seco Tropical en Colombia”

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El 15 de septiembre se realizó el lanzamiento del libro “El Bosque Seco Tropical en Colombia” en un evento en el Museo Nacional que contó con la presencia de los autores del libro, la directora del Instituto Humboldt, Brigitte Baptiste e invitados de instituciones académicas y del sector ambiental. Esta publicación, sobre uno de los ecosistemas más amenazados del país y del mundo, busca aportar conocimiento para un mejor entendimiento de la distribución, biodiversidad, restauración y servicios ecosistémicos de los bosques secos tropicales de Colombia, de manera que se logre gestionar integralmente nuestros bosques.

En Colombia, el bosque seco ha perdido más del 90% de su cobertura original y el 65% de las zonas deforestadas han sido tan degradadas que se encuentran en estado de desertificación. Por otro lado, el bosque seco tiene un número alto de especies que no se encuentran en ningún otro ecosistema y presta importantes servicios ambientales como la regulación hídrica, la retención de suelos, y la captura de carbono que regula el clima y la disponibilidad de agua y nutrientes.

Los editores del libro son los investigadores, Camila Pizano y Hernando García, del programa Biología de la Conservación del Instituto Humboldt. La publicación es un esfuerzo colaborativo que cuenta con la participación de más de 40 autores de más de 20 instituciones nacionales e internacionales. Las ilustraciones del libro son de Camila Pizano. El libro es una actualización de la publicación realizada por el Instituto Humboldt en 1998.

La primera parte del libro “El Bosque Seco Tropical en Colombia” habla sobre qué caracteriza al bosque seco y cómo los organismos que lo habitan se han adaptado a sus condiciones climáticas de sequía y lluvias. La segunda parte está dedicada a la biodiversidad de este bosque y comprende plantas, aves, mamíferos, anfibios, escarabajos, coprófagos y abejas. Finalmente, en la tercera parte, se hace un análisis del estado actual de relictualidad del bosque seco en Colombia y se dan recomendaciones para su restauración.

Descargue el libro

Más información sobre el bosque seco en Colombia

 

Áreas importantes para la conservación de las aves y la biodiversidad - AICAS

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¿Qué es un AICA?

Es una distinción internacional que hace referencia a un ‘Área Importante para la Conservación de las Aves y la Biodiversidad’. Su sigla en inglés es IBA. El Programa AICA es una iniciativa a escala global coordinada por BirdLife International que se centra en la identificación, documentación y gestión de una red global de sitios críticos para la conservación de las aves y la biodiversidad, considerados "hotspots" irremplazables y potencialmente vulnerables. En Colombia y el mundo las AICA se identifican atendiendo criterios técnicos que consideran la presencia de especies de aves que son prioritarias para la conservación.

AICAS - Colombia

El programa de ‘Áreas Importantes para la Conservación de las Aves y la Biodiversidad (AICAS) de Colombia’ comenzó a mediados del 2001 con el objetivo de crear una red nacional de áreas de conservación para nuestro país. El proyecto se enmarca dentro de la iniciativa global liderada por BirdLife Internacional y en la actualidad, el programa AICAS-Colombia es coordinado por la Asociación Calidris, socio de BirdLife International en el país, con el apoyo técnico del Instituto Humboldt.

 

 

 

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Las IBAs - AICA se identifican con una serie de criterios internacionales previamente acordados, aplicados de manera estándar en todo el mundo. Dichos criterios son: 

Especies globalmente amenazadas (criterio A1)

Especies de distribución restringida (criterio A2)

Conjunto de especies restringidas a biomas (criterio A3)

Congregaciones de especies (criterio A4) 

 

Para mayor detalle de los criterios IBA, consultar este link

En la actualidad, estos criterios se están homologando con los criterios estándar de las KBA (Key Biodiversity Areas), como:

Especies globalmente amenazadas (criterio A1)

Especies de distribución restringida (criterio B1 y B2)

Ensamblajes de distribución restringida (criterio B3)

Para mayor detalle de los criterios KBA, consultar este link

 

 

Las AICA son nominadas por cualquier persona u organización, pública, privada o comunitaria, que cuente con la información necesaria para sustentar la distinción del sitio y que tenga la posibilidad de gestionar el área para su conservación. Para ello, se debe enviar la siguiente documentación al los correos Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. y Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. :

1.      Formato de nominación - estándar KBA (Link de descarga)
2.      Carta de autorización de propietarios o manejadores.
3.      Carta de propiedad, titulación o algún documento que indique propiedad o manejo del sitio a designar.
4.      Mapa en archivo digital (shape o KMZ – KML) del polígono propuesto.
5.     Inventarios de biodiversidad, estudios sobre estimaciones poblacionales de especies exigidas por los criterios de selección, planes de manejo o cualquier otro documento que dé sustento a lo consignado en el formato de nominación. 

La nominación de las AICA a nivel internacional ahora sigue los estándares establecidos para las KBA (Key Biodiversity Areas). Para mayor información sobre los criterios y el proceso de diligenciamiento del formato de nominación consultar esta página.

 

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Número de AICA en Colombia

126

http://datazone.birdlife.org/site/results?cty=47&fam=0&gen=0

Áreas de endemismo en Colombia (EBA)

20

http://datazone.birdlife.org/eba/results?cty=47&sn=&fc=&cri=

Especies endémicas de Colombia

92

http://datazone.birdlife.org/species/results?cty=47&fam=0&gen=0&stsce=Y&hdnAction=ADV_SEARCH

Especies amenazadas en Colombia (categoría UICN)

120

http://datazone.birdlife.org/species/results?cty=47&rlCR=Y&rlEN=Y&rlVU=Y&rec=N&vag=N&hdnAction=ADV_SEARCH

 

Ver el listado de las AICA de Colombia BirdLife International aquí.

Datos consultados en el Datazone de BirdLife International el 20/10/2021

Capa geográfica de las AICA en Colombia. Última actualización: 2015: http://geonetwork.humboldt.org.co/geonetwork/srv/spa/catalog.search#/metadata/09ee583d-d397-4eb8-99df-92bb6f0d0c4c

 

 

X Reunión Latinoamericana de Scarabaeoidología (RELAS)

Bogotá y Villa de Leyva - Colombia 

1-5 de septiembre, 2014

claustroLa décima Reunión Latinoamericana de ScarabaeoidologíaRELAS se realiza en Latinoamérica cada dos años desde 1993. La primera reunión se realizó en Guatemala y desde entonces se ha organizado en distintos países sedes del evento. En Colombia se realizó en 1995 y en las Colecciones Biológicas del Instituto Humboldt  somos huéspedes de la décima reunión.  Más de 100  participantes de diferentes países desde Canadá hasta Argentina se dan cita para compartir sus experiencias y conocimiento en investigaciones en escarabajos de la subfamilia Scarabaeoidea que incluye las familias Lucanidae, Melolonthidae, Scarabaeidae y Passallidae.  

Objetivo de la RELAS: promover el conocimiento de la superfamilia Scarabaeoidea (escarabajos) y asegurar la cooperación entre los investigadores dedicados al estudio de esta superfamilia.

Inscripción previa en la página del evento.
Descargar el programa
Facebook del evento

CONFERENCISTAS INVITADOS:

Jorge Miguel Lobo 

Museo de Ciencias Naturales de Madrid

 

Jose Ramón Verdu

Universidad de Alicante

 

Sergei Tarasov

Universidad de Copenhague 

 

Organizan: 

Instituto Humboldt  

Universidad Nacional de Colombia 

 

Festiver (Columna de Brigitte Baptiste)

Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt

15/09/2014

Lugares abandonados, Agronautas, Don Ca, Espantapájaros, Balance Glaciar, Jaguar, la Tragedia Electrónica: corta lista del material cinematográfico internacional de la selección oficial que se verá por todas partes esta semana en Barichara. El cuarto Festival de Cine Verde va a la vanguardia, los ojos están mirando al frente para avisar que el entorno cambia. Sin caer en tentaciones facilistas, el cine ambiental o verde, hasta ahora libre del sostenible (no tarda algún caradura en nombrarlo así, por ello el ejercicio vacunador), es un género, si es que es un género, de reflexión audiovisual acerca de las relaciones entre naturaleza y sociedad. Por supuesto, lo único que se puede cuestionar en él es a la sociedad, así la fauna y la flora adquieran agencia y nos hablen a los ojos: la conexión vital existe, pero ni las bacterias ni los animales hacen películas, aunque un “selfie” de una mona despertó olas en las oficinas de propiedad intelectual el mes pasado. 

Acostumbrados como estamos en esta sociedad audiovisual a que lo representado es más verdadero que lo existente, por aquello de que el cerebro construye su universo encerrado en la caja negra del cráneo, consumimos cine y televisión ávidamente, a borbotones, comprando imágenes que buscamos acomodar rápidamente al prejuicio de cada existencia, mensajes de coherencia para tranquilizar la neuroquímica y creer que sabemos cómo es el mundo, nuestra vida y devenir en él. Nada más peligroso y que justifique al tiempo la necesidad de construir una red crítica, una narrativa de la desconfianza, la duda: esa es la naturaleza del conocimiento, de la ciencia, de la evolución y del arte de la conversación.

Una foto de un chigüiro agonizante fue la semilla de algunos videos noticiosos hace poco y, más pronto que tarde, de innumerables reportajes que pretendieron construir una visión del Casanare y de nuestros problemas para convivir con sus ecosistemas: se falsificó una crisis, insistiré, pese a docenas que hubieran ameritado el esfuerzo documental, se habló de desastre, se hizo politiquería. Un pequeño apocalipsis a conveniencia, que sí vale la pena investigar. Queda la esperanza de un autor que hable del fenómeno, de sus creadores tras de cámaras, lo revise y nos proponga una lectura menos oportunista de la muerte de los animales silvestres, aprovechada para reanimar un imaginario de protesta sin imaginación, donde lo que menos se quería era un debate honesto y equilibrado: así de cortos en espacios críticos está nuestra democracia.

La denuncia será un objeto obvio de parte de la muestra, pero afortunadamente, pequeña: no esperamos ver bolsas plásticas tiradas en pequeñas quebradas mientras los personajes hablan de ríos contaminados con materiales radioactivos, ni imágenes enfocadas en indicadores “obvios” de un deterioro o un prodigio ambiental que solo están en el ojo de quien filma. Esperamos ver historias e imágenes profundas de la complejidad del drama que atraviesa la sociedad entera, sus dilemas, la complejidad, eso sí. Que si hay protesta, el director-guionista-productor-publicista (tiende a coincidir en estos casos) no sea el único juez. Por descontado, y aunque valdría la pena para disectar, no esperamos ver filmografía institucional, ese desgraciado género que da de comer a muchos mientras sueñan con ser independientes y que a veces se cuela en todo evento.

Hace unos años FotoEspaña, un festival magnífico de los tiempos de la abundancia ibérica, puso en Madrid los euros a pensar: FotoNatura fue el tema del momento, y las exhibiciones, las conferencias, los foros, abundaron en análisis que daban por obvio que la imagen es un producto construido, un producto estético-político, y que a veces una casa desbarrancada por la creciente de un río es a la vez un testimonio hermoso y terrible de nuestras limitaciones como humanos y del incuestionable comportamiento del agua y el clima. Los buenos cineastas superan el problema de la realidad en su adolescencia, lo cual no es fácil que hagan las ciencias, y saben que el mundo es interesante por la forma en que lo contamos, no por su plausibilidad: por eso el arte nunca nos traiciona. 

Hay que ir a Festiver, a ver cine verde en el  Barichara de Toto Vega, Nórida y Juliana, y a debatir con pasión cada propuesta, cada pieza, mientras los barrancos rojos del valle del río Suárez nos provocan otros sueños en esas noches privilegiadas: la película de la cuenca también corre y nadie puede predecir su desenlace.

Editorial de Brigitte Baptiste para la República: http://www.larepublica.co/

11 de septiembre: Día Nacional de la Biodiversidad en Colombia.

El 11 de septiembre es el Día Nacional de la Diversidad Biológica.

Una de las razones por las cuales se conmemora el día de la biodiversidad este 11 de septiembre es para recordar al Sabio José Celestino Mutis, quien murió el 11 de septiembre de 1808 y quien con la Expedición Botánica dejó una significativa colección de plantas que son una notable base para el inventario nacional de biodiversidad.

La importancia de la biodiversidad, así como la adopción de medidas para su conservación, uso sostenible y distribución de beneficios que se deriven de su utilización, se consignan en la Convención sobre Diversidad Biológica, ratificada por Colombia mediante la Ley 165 de 1994 y materializada a través de la Política Nacional para la Gestion de la Biodiversidad y sus Servicios Ecosistemicos.

¿Qué es la biodiversidad??

Cuando hablamos de salvar el planeta se utiliza la palabra biodiversidad para abarcar un concepto muy grande. Se trata de la diversidad de la vida en el mundo entero.

La biodiversidad que se encuentra en la Tierra hoy en día se compone de millones de especies biológicas. Es el producto de millones de años de evolución.

El término biodiversidad es relativamente nuevo, apareció en  nuestro idioma a finales del siglo XX y viene de la contracción de dos palabras: diversidad y biológica.

¿Y por qué se habla tanto de biodiversidad? 

Básicamente, porque el mundo está perdiendo especies y ecosistemas a un ritmo alarmante. También porque los políticos, los científicos y los ciudadanos empezaron a preocuparse por la fragilidad del planeta y la extinción de las especies.

Para más información sobre biodiversidad, consulta nuestra sección dedicada. Para explorar las cifras de la biodiversidad en Colombia, consulta la página del SiB Colombia. 

¿Por qué estamos perdiendo especies?

Principalmente por culpa de nosotros, los seres humanos. Los expertos calculan que entre el 0,01 y el 0,1 % de todas las especies se extinguen todos los años.

Se trata de la sexta crisis de extinción conocida en la historia geológica. A diferencia de los eventos pasados, el reto de la crisis actual es que parece ser casi totalmente debida a una sola especie, la nuestra. 

Lo peor es que los seres humanos dependemos de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos que nos presta. Las generaciones futuras enfrentarán más hambre, sed, enfermedades y desastres si continuamos perdiendo especies.

¿Qué puedo hacer?

Hay muchas cosas que se pueden hacer para proteger la biodiversidad. Pero para esto es necesario estar bien informado.

Por lo tanto te invitamos a visitar nuestra página, a seguirnos en redes sociales, a leer nuestras publicaciones, a mirar nuestros videos, a participar en nuestros eventos y a compartir con otras personas estos conocimientos.

Eventos programados en Colombia para el día nacional de la Biodiversidad

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