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Nota de actualidad | Por: Instituto Humboldt

En Bioexpo la moda evaluó su ética y sostenibilidad




Foto: (Izq.) Guio De Colombia - (Der.) Conocedores regionales en moda / Twitter Bioexpo


Un estimado de 398 muestras de productos, emprendedores y empresarios se reunieron en la versión número 18 de Bioexpo 2019, la única feria de negocios verdes y sostenibles de Colombia y catalogada como la más importante en Latinoamérica. Los organizadores informaron de ventas por más de 300 millones de pesos y una afluencia superior a los 25 mil visitantes.

Entre las ruedas de negocios nacionales e internacionales, actividades de celebración por los 25 años del Sistema Nacional Ambiental (SINA) y atención al público en el Centro de Eventos Valle del Pacífico (Cali, Valle del Cauca) se desarrolló una diversa agenda académica que abordó - desde distintos formatos y con invitados de Colombia, Estados Unidos, Reino Unido, Polonia, Argentina y Brasil-, temas asociados al biocomercio, negocios verdes, emprendimientos y sostenibilidad, innovación, competitividad, tendencias en tecnologías, impulso rural, cooperación internacional, Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), economía circular, entre otros.

Al respecto, un tema que aviva controversia es la moda debido a precarias condiciones laborales y salarios, periodicidad de colecciones, alto impacto ambiental por la rotación de inventarios, el uso de materiales sintéticos y una falsa apropiación cultural, por solo mencionar ciertos aspectos. Por tales razones, Bioexpo abrió un espacio para la conversación y reflexión en torno a la “moda ética, social, sostenible, sustentable y amigable con el medio ambiente”.

Como invitado especial estuvo Guiovanny Domínguez, diseñador caleño conocido como Guio Di Colombia, pionero de la iniciativa “moda social e incluyente” que la ha merecido múltiples galardones dentro y fuera del país por su trabajo con víctimas del conflicto armado interno, personas privadas de la libertad o con capacidades diferentes. Junto a él, estuvieron conocedores regionales en temas éticos y sostenibles en la industria textil y del diseño.

Son conocidos sus laboratorios de moda con más de 90 reclusos, hombres y mujeres, de 26 centros penitenciarios del suroccidente colombiano con quienes creó la colección Moda Social Libera a Colombia; pasarelas cuyos modelos incluyen personas mutiladas y con prótesis en sus extremidades; o la investigación junto a desplazados por la violencia para creación de tintes de caña de azúcar, un ejemplo de uso de la biodiversidad bajo parámetros de responsabilidad ambiental.

Como un ejercicio autocrítico del sector, se habló de la necesidad de desmontar la cadena de producción en masa según tendencias, de rápido consumo y descartable con facilidad (fast fashion), para migrar a una filosofía de uso extendido de prendas, hechas a mano, manufacturas bajo condiciones adecuadas, con materiales durables y en poquísimas cantidades (slow fashion), propuesta mundial en punto de ebullición.

De la misma forma, se mencionó lo indispensable de contemplar el cumplimiento -en la medida de las posibilidades- de los ODS; de respetar los derechos de autor en el proceso creativo (apropiación cultural); de remunerar de manera justa, garantizando condiciones laborales adecuadas; y de fomentar la equidad de género. En síntesis, cobijar la cadena productiva, en todas sus etapas, con parámetros éticos y sostenibles.


Fotos: El diseñador Guio De Colombia, con modelos profesionales y niños de la Fundación FIDES, en la pasarela moda ética, sostenible y social, durante la programación de Bioexpo 2019 donde se realizó la 5° edición del Congreso Internacional de Moda Ética (CIME). Tomadas de bioexpo.com.co


Frente a la presión y demanda recibida por parte de las nuevas generaciones, cada vez más conscientes y comprometidas con el medioambiente, la industria de la moda ha iniciado un tránsito obligado hacia la transparencia en los procesos productivos, programas de reciclado de prendas y uso de materiales con menor huella ambiental para alinearse con los valores de los consumidores.

La tendencia, según se dijo en el panel, apunta cada vez más a que el consumidor sepa quién, dónde y en qué condiciones fueron elaboradas las prendas adquiridas. “En la medida en que estamos obligados a una reconversión productiva en la moda, los consumidores deben exigirnos ser claros respecto a los tintes utilizados en las prendas o accesorios, contarles si son o no amigables con el medioambiente, tóxicos, o si hubo uso de poliéster. Todos debemos ser conscientes de la necesidad de desescalar el consumismo, una tendencia muy marcada por décadas en el mundo de la moda. Acostumbrémonos a revisar las etiquetas, a evitar comprar por comprar, y lo más importante, siempre preguntarse: ¿es biodegradable?, ¿puede reconstruirse o reutilizarse?”, mencionó Guio De Colombia.

Una opción, por ejemplo, está en la iniciativa Fashion Revolution cuya actividad gira alrededor de la pregunta ¿Quién produce mi ropa?, y a la que responden -por medio de un informe anual- las principales cien marcas de la industria, rindiendo así un homenaje a las más de 1.338 personas fallecidas y 2.300 heridas en 2013 en Bangladés, tras el colapso de un edificio de más de ocho pisos, dedicado a la producción textil para firmas reconocidas.

“Hay que consumir y producir industria local, reemplazar las prendas sublimadas (técnica utilizada para personalizar o imprimir prendas de poliéster al 100%) - cuya destrucción tarda más de 300 años- por tintes orgánicos y pinturas hechas a mano, teniendo en cuenta que por tratarse de una producción individual de mayor duración y no en masa, toma más tiempo fabricarla”, expresó el diseñador caleño, quien también enfatizó en un cambio en las prácticas de producción en torno al uso de energía y agua, como aporte al planeta. “Cambiemos las cremalleras por botones, por ejemplo, así encendemos menos máquinas.

Pensemos solo en cuántos litros de agua se requieren en el desarrollo de un jean, que es una de las prendas que más usamos. Si conociéramos la cifra, lo pensarías dos veces antes de ponernos uno”, concluyó.

Al consultar rápidamente en la web, el portal expansión.com (unidad editorial española dedicada a la información económica), registra en su artículo ¿Qué cantidad de agua hace falta para fabricar ropa? -derivado de un estudio llevado a cabo por el corte Inglés, Fundación Botín y el Instituto Tecnológico Textil (Aitex)- que fabricar, por ejemplo, un pantalón vaquero de algodón (jean) requiere poco más de 3 mil litros de agua (ls). Y eso no es todo, en un traje de caballero se invierten 14.150 litros (ls); “en el caso de las mujeres, la cifra baja a 11 mil ls; la ropa de los jóvenes es la que presenta mayor huella hídrica. Fabricar su vestimenta puede sumar hasta 15 mil ls”, reseña el portal.

Frente al tema en la industria nacional, una de las inquietudes fue qué tan preparados están los productores de materias primas e insumos para explicarle a un consumidor final -cada vez más consciente y conectado con la moda ética- que aquello que adquiere es sostenible y amigable con el medioambiente. Sobre la innovación con sostenibilidad como factor decisivo para la competitividad empresarial en el país, la duda general se centró en la capacidad o no del país para responder a las presiones sociales, ambientales y productivas.

Para finalizar, la invitación estuvo dirigida a la optimización de prendas y a pensar dos veces antes de adquirirlas; a insistir en una concientización y una educación, en especial, hacia las nuevas generaciones; a fomentar el activismo en moda sustentable; y a brindar incentivos y beneficios a empresas sostenibles por parte de las autoridades ambientales para que proliferen industrias éticas, sociales, transparentes y de calidad.