Instituto de Investigación de Recursos Biológicos
Alexander von Humboldt

Investigación en biodiversidad y servicios ecosistémicos para la toma de decisiones

conexion vital

Árboles endémicos están en riesgo de extinción

header

 

humboldt fondation franklinia
Bogotá D.C., junio 27 de 2023

Árboles endémicos están en riesgo de extinción



Investigadores colombianos avanzan en la conservación de ocho especies de árboles amenazadas en la cuenca de Río Claro, en Antioquia. Si bien, las ocho especies son endémicas del país (no se conoce su presencia en otras áreas del mundo), cinco de ellas son endémicas de la región (no hay evidencia de más individuos en otras zonas de Colombia); por tanto, su preservación es urgente.

  • De las ocho especies analizadas, la Matisia serpicostata presenta la mayor vulnerabilidad, ya que solo se ha encontrado un individuo (un árbol) en la zona. Se encuentra catalogada en Peligro Crítico (CR) en La Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza -UICN-.
  • Cinco de las ocho especies son endémicas de la región, es decir, que solo se tienen reportes de su presencia en esta área del país.


Bogotá; junio 27 de 2023. Colombia es el segundo país con el mayor número de plantas en el mundo, con un registro de 26.900 especies nativas (Bernal et al., 2019); de las cuales, las especies endémicas corresponden a un 24%, es decir, que más de 6.000 plantas solo se han encontrado en Colombia. Sin embargo, estudios recientes, encontraron que de las especies de árboles endémicas, existen algunas poco conocidas y que están en peligro de extinción; por ello, asegurar su preservación es un compromiso ineludible.

Al respecto, “una nueva iniciativa (“promoviendo la participación comunitaria para la conservación de árboles amenazados en la cuenca del Río Claro en Antioquia), liderada por el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt y financiado por la Fundación Franklinia; permitió ubicar las poblaciones de ocho especies de árboles endémicos que están en peligro de extinción”, explica Jorge Bedoya, investigador del Centro de Colecciones y Gestión de Especies del Instituto Humboldt.

Tres de estas especies se encuentran en un estado de alta vulnerabilidad, ya que de la Matisia serpicostata solo se ha encontrado un individuo adulto (un árbol), del Rhodostemonodaphne antioquensis solo dos adultos (dos árboles) y del Melicoccus antioquensis solo doce individuos (dos adultos y diez juveniles).

Ocho árboles bajo la lupa de la ciencia y la comunidad

Río Claro es una cuenca ubicada en el suroriente de Antioquia, entre los municipios de Puerto Triunfo, San Luis, San Francisco y Sonsón. Se trata de una región con características geográficas y geológicas que han propiciado la evolución de una flora diversa. Allí se destaca el ecosistema kárstico, poco común en el mundo, pero que Colombia tiene el privilegio de tener en su territorio; razón por la cual existen especies con distribución restringida y que se encuentran en categoría de amenaza.

Algunas de ellas hacen parte de las ocho especies identificadas por el investigador colombiano Álvaro Cogollo; las cuales han sido recientemente estudiadas por científicos del Instituto Humboldt (ver: los líderes detrás del proyecto): Matisia serpicostata: presenta la mayor vulnerabilidad de las ocho especies estudiadas, ya que solo se ha encontrado un individuo adulto (se desconoce si existen plántulas) en la zona. Está en el listado de la UICN en categoría de Peligro Crítico (CR), debido a actividades antrópicas, como deforestación para ampliación de la frontera agrícola y pecuaria. Algunas personas lo han llamado “zapote de monte” y es un individuo de unos 12 metros de altura, con tallo marrón y hojas gruesas.

arbol endémico
Matisia serpicostata, árbol endémico y en riesgo de extinción / Foto: Mónica Flórez Instituto Humboldt


Caryodaphnopsis cogolloi: su raíz se extiende fácilmente, permitiendo el crecimiento de nuevas plántulas que se toman y trasladan a otras zonas donde crecen sin dificultad. Es un árbol de 30 m de alto y el fruto tiene forma de aguacate. Crece en suelos calcáreos y zonas rocosas. Se incluyó en la Lista Roja de la UICN como especie en Peligro Crítico (CR) a causa de la deforestación y la sobreexplotación de madera. Se le conoce como “Yumbé”.

Cybianthus cogolloi: es la especie más conocida por la comunidad. Es un árbol de hasta 12 m de alto y se incluyó en Lista Roja de la UICN como En Peligro (EN), debido a la reducción de su población por la ampliación de la frontera agropecuaria.

Duguetia colombiana: conocida como “guanabanito” o “piñito”, por su fruto que tiene forma de guanábana pequeña. Un árbol que crece adherido a la roca (zona cárstica) y puede alcanzar los 17 m de altura. Su presencia está disminuyendo debido a la ganadería, el aprovechamiento hidroeléctrico, explotación y exploración de hidrocarburos.

Melicoccus antioquensis: es otra de las especies más amenazadas, ya que solo se han identificado doce individuos (dos adultos y diez juveniles). Es conocido como “mamoncillo de monte”. Es un árbol de hasta 26 m de alto, categorizado en Peligro Crítico (CR) en la Lista Roja de la UICN, principalmente por deforestación para ampliación de frontera agrícola, pecuaria, para ganadería, cultivo de café y panela y construcción de infraestructura para minería.

Melicoccus antioquensis
Melicoccus antioquensis, en Peligro Crítico / Foto: Mónica Flórez Instituto Humboldt


Pseudoxandra sclerocarpa: especie de la que se han recolectado semillas y se ha iniciado su propagación, aunque su periodo de germinación y crecimiento es muy lento. Son árboles que pueden medir hasta 28 m de altura, su madera es amarilla y con hojas jóvenes. Categorizada como vulnerable (VU) en la Lista Roja de la UICN, debido a la ganadería, explotación forestal y actividades de minería legal e ilegal. Se le conoce como “garrapato” o “frísolo”.

Rhodostemonodaphne antioquensis: también muy escasa en la zona, solo se tienen dos individuos adultos identificados (se desconoce si puede haber plántulas). Es un árbol de 15 m de altura, con tallo de color marrón; se encuentra en el bosque húmedo tropical. Categorizada en Peligro Crítico (CR) según la Lista Roja de la UICN, debido a la extracción de rocas calizas y arcillas, la deforestación y la ganadería. Se le conoce como “chupo colorado” o “laurel”.

Rhodostemonodaphne antioquensis
Rhodostemonodaphne antioquensis, En Peligro / Foto: Mónica Flórez Instituto Humboldt


Simira hirsuta: tiene una de las mejores expectativas, con mayor número de individuos y plántulas en crecimiento. Son árboles de hasta 25 m de alto con tallos hirsutos y hojas ligeramente oblanceoladas. Categorizada como En Peligro (EN) en la Lista Roja de la UICN, debido a que su hábitat está siendo afectado por la explotación de roca caliza y arcilla.

¿Cómo evitar su desaparición?

La conservación de la biodiversidad es imperativa si se quiere garantizar el bienestar de las comunidades humanas, dados los servicios ecosistémicos que recibimos de la naturaleza. Es bien conocida la crisis actual de extinción de especies y pérdida de biodiversidad, por tanto, se deben seguir ejecutando esfuerzos de conservación.

No preservar las especies significa la afectación de la cadena trófica (o cadena alimentaria), ya que las especies están conectadas. Cuando desaparece una especie vegetal o animal, las interacciones se ven afectadas y pueden poner otras especies en peligro. Por tanto, en ecosistemas como los kársticos, que no son usuales, existe un endemismo que se debe preservar.

En este sentido, para lograr la preservación de las ocho especies de plantas de la cuenca de Río Claro se han establecido diferentes estrategias como la propagación por semillas. Según explica Jorge Bedoya, del Instituto Humboldt, “al ser especies muy “raras” o únicas, no ha sido fácil obtener semillas para su propagación. Hasta el momento, mediante semillas, hemos logrado obtener dos especies y vía vegetativa propagar otras dos”.

En el caso de la especie más vulnerable, de la cual solo se tiene un individuo, la Matisia serpicostata, se pretende realizar ensayos de propagación vegetativa con acodos aéreos, esto es, raspar parte de la rama del árbol, allí aplicar hormonas y generar un medio de cultivo con tierra y musgo, para luego -si se da crecimiento de rama nueva-, cortar y luego sembrar. En otros casos, también se están extrayendo y relocalizando plántulas que crecen alrededor de árboles adultos, que son llevadas a viveros para adaptarlas y luego ser trasladarlas a terreno.

En este trabajo, la comunidad ha sido fundamental, porque las personas están a cargo del monitoreo, de recolectar semillas e incluir información en las bases de datos. A partir de su trabajo, los ejercicios de propagación de estas ocho especies han sido posibles.

Es así como se han firmado actas de compromiso para la conservación. La comunidad ha decidido, de manera autónoma, establecer 178 hectáreas de bosque para conservación en la zona del Río Claro. Y, además, el turismo científico se ha convertido en un aliado, porque estas áreas se han vuelto en sitios de interés.

Los líderes detrás del proyecto

Este trabajo parte de la investigación previa del profesor Álvaro Cogollo, investigador colombiano experto en especies únicas; quien, desde hace más de 40 años, viene estudiando los árboles de la Cuenca de Río Claro, logrando identificar especies de plantas que hoy cuentan con algún grado de amenaza.

“Él es quien invita al Instituto Humboldt para que analice dichas especies y proponga un plan de manejo. Luego, gracias a otros aliados, como la Fundación Grupo Argos y la Fundación Natura, que llevan años de trabajo en la región; se logra gestionar el interés de la Fundación Franklinia”, explica el investigador del Humboldt. La Fundación, una organización suiza que trabaja en la preservación y protección de árboles en el mundo, especialmente los amenazados o endémicos; estableció la alianza con el Instituto Humboldt y es actualmente el financiador del proyecto, el cual se viene gestando desde finales del 2021.
Ver más ...

Árboles y educación: la fórmula para enriquecer los bosques secos tropicales en Honda, Tolima

Nota de actualidad | Por: Julián Sáenz

Árboles y educación: la fórmula para enriquecer los bosques secos tropicales en Honda, Tolima




siembra de 20000 árboles
En el convenio entre Coreducación y el Instituto Humboldt se sembraron 20.000 árboles para el enriquecimiento de los bosques secos tropicales. Cortesía: Coreducación


Son 20.000 los árboles sembrados en el convenio entre Coreducación y el Instituto Humboldt para el enriquecimiento de los bosques en la región. Además, la educación jugará un papel importante para el proceso de restauración y conservación de los ecosistemas.

Durante siete días en Honda (Tolima) se perdieron más de 2.000 hectáreas de bosque por causa de un incendio forestal en 2019. El municipio declaró la calamidad pública y la conflagración solo pudo ser controlada gracias al trabajo que en su momento realizaron el cuerpo de Bomberos, el Ejército, la Defensa Civil, la Cruz Roja, la Brigada Forestal de Cortolima, entre otras instituciones.

Durante ese agosto todo parecía ser fuego y nubes de cenizas. Tanto así, que muchos de los habitantes de Honda aseguran que ese fue el incendio más grande en la historia del pueblo. En su memoria todavía mantienen vivos los recuerdos de los bosques que desaparecieron en medio de las llamas y de la fauna que junto con las plantas también se perdió.

También puede leer: El reto de devolverle espacio a los bosques en Ibague

Dos años después, este municipio ribereño busca renacer de las cenizas y lo hace a través del enriquecimiento de sus bosques, de las zonas afectadas por los incendios y de la educación de sus habitantes.

Para ello, la Universidad Distrital comenzó a estudiar la extensión, severidad y los efectos del incendio forestal y además estableció un acuerdo de apoyo científico con Coreducación. Posteriormente, Coreducación y el Instituto Humboldt firmaron un convenio para la siembra de 20.000 árboles nativos en el marco del programa de siembra de 180 millones de árboles “sembrar nos une”, liderado por el Ministerio de Ambiente. Convenio que, también, contó con componente educativo.

El equipo de trabajo en este proceso estuvo integrado por los docentes de la Universidad Distrital Angela Parrado, Andrés Avella y Wilmar Fernández. Por parte de Coreducación participaron Giovanni Vargas, Angie Montañez, Soraya Rodríguez, Julián Cuellar, Ana María González y Daniela Giraldo. Además, se contó con el apoyo de los pasantes de la Universidad Distrital María Fernanda Alonso y Manuel Montealegre en el proceso de zonificación de sitios para la restauración.

Para la priorización de los lugares de siembra desde Coreducación se tuvo en cuenta los sitios afectados por el incendio. Una vez identificados esos lugares, la institución educativa dialogó con los propietarios de los predios para contar con el permiso que les permitió la siembra de las plantas, un proceso nada fácil.

seleccion de lugares de siembra
Para seleccionar los sitios de siembra se tuvieron en cuenta los sitios afectados por el incendio de 2019 y el interés de las comunidades. Foto: Coreducación


“Para la selección de especies tuvimos en cuenta estudios previos que se han realizado sobre la composición y estructura del bosque seco tropical y criterios ecológicos como el gremio ecológico, mecanismo de dispersión de semillas, la tolerancia, la sensibilidad o la respuesta post fuego y el interés social de las comunidades en algunas plantas. En suelos degradados por el pisoteo del ganado incluimos especies con capacidad de adaptación a suelos pobres y que tengan un valor de uso importante para las comunidades y los propietarios”, manifestó Angie Montañez, coordinadora técnica de campo por parte de Coreducación.

También puede leer: Árboles viajeros: conozca la travesía de enriquecer los bosques en La Guajira

Los 20.000 árboles de las 38 especies seleccionadas fueron producidos por el vivero Tierra Negra y se sembraron en 13 predios, de los cuales 12 son de propiedad privada. Estos terrenos están localizados en las veredas de: Caimital (una de las más afectadas por los incendios), El Tambor, Guacimal; kilómetro 42 del municipio de Honda y la vereda El Hato en el sector entre Armero-Guayabal.

“Empleamos diferentes estrategias de restauración como enriquecimiento bajo dosel y enriquecimiento en claros, en donde combinamos especies de rápido y medio crecimiento y atrayentes de fauna para recuperar la estructura del bosque. Además, realizamos ampliación de borde en algunos lugares para ampliar bosques, recuperar rondas hídricas y favorecer la conservación del agua. También, desarrollamos nucleación pensando en términos de paisaje y en la formación de corredores y, por último, cercas vivas y franjas forrajeras”, agregó Montañez.

También puede leer: El corredor del yaguarundí: un sueño que unirá dos cordilleras

El invierno vivido entre octubre y noviembre de este año fue el desafío a vencer en las siembras realizadas. Las fuertes lluvias hicieron que crecieran las quebradas y estas, a su vez, en varias ocasiones hicieron imposible el paso de los operarios y las plántulas hacia los terrenos seleccionados.

enriquecimiento bajo dosel
En las plantaciones se realizaron estrategias de enriquecimiento bajo dosel y en claros. Además de ampliar los bosques de las rondas hídricas. Foto: Julián Sáenz


Bajo el agua quedaron muchas veces los esfuerzos de los operarios que veían con asombro como los huecos donde se iban a sembrar las plantas pronto se inundaban. Y en más de una ocasión llegaban las noticias de camionetas e incluso volquetas quedaban enterradas en medio del barro de algunos de los caminos. Sin embargo, la determinación de estas personas fue más fuerte y a pesar de las dificultades los 20.000 árboles fueron sembrados.

Educación, la otra clave para el renacer de los bosques en Honda

Así como se enriquecen los bosques, se enriquecen las personas y la forma como lo hace Coreducación es por medio de la enseñanza y la transferencia de conocimiento.

cursos a la comunidad
Desde Coreducación realizaron tres cursos abiertos a la comunidad sobre viverismo y propagación de especies de bosque seco, conservación de bosque seco y fuego como amenaza y educación ambiental. Foto: Coreducación


Por eso desde la institución educativa realizaron tres cursos teórico prácticos abiertos a la comunidad, en los que enseñó sobre: viverismo y propagación de especies del bosque seco; conservación del bosque seco y; exposición itinerante:el baúl del bosque seco con estudiantes de varios colegios de Honda. Estos fueron liderados por investigadores de la Universidad Distrital Ángela Parrado, Andrés Avella y Armando Villota.

Le puede interesar: Restaurar ecosistemas estratégicos, la apuesta del Instituto Humboldt en la meta de 180 millones de árboles

“Las inscripciones eran abiertas para cualquier persona, también se invitaron a los propietarios de las fincas donde se desarrollaron las siembras y estudiantes de Coreducación que estuvieran interesados en el bosque seco. Los cursos duraron entre 3 y 4 días y tuvieron un componente práctico. Por ejemplo, en la clase de fuego se aprendió sobre las consecuencias que dejó el incendio y la forma de restaurar los bosques”, explicó Ana González, tecnóloga de Gestión Ambiental.

Para Nohora Rojas, quien participó de todos los cursos dictados está experiencia fue: “magnífica, aprendí muchas cosas y también afiance otros conocimientos. Es darse cuenta que las personas que son ganaderas también deben ser vigías del bosque y de las especies. Que tiene que haber una relación amigable entre nuestros proyectos y el ambiente, no debemos acabar con los suelos ni con los árboles nodriza. Yo no conocía la importancia de los árboles nodriza y que alrededor de esos grandes árboles se formaban otros. Todo fue muy bueno”.

cursos a la comunidad, estudiantes
Nohora Rojas (Izquierda) participó de todos los cursos dictados. El profesor Oscar Zuluaga y su estudiante Silvia Preciado (derecha) estuvieron presentes en los curso de educación ambiental que se realizaron en colegios de Honda. Foto: Julián Sáenz


Por otra parte, los estudiantes de los colegios General Santander, Alfonso Palacio Rudas, Comfenalco y Técnico Bilingüe participaron del curso baúl del bosque seco. “En este curso, la intención era que tanto docentes como estudiantes de los diferentes cursos entendieran la importancia de los bosques secos y reconocieran los servicios ecosistémicos que ellos nos brindan”, agregó González.

También puede leer: Así se recuperan los bosques de Providencia un año después del Huracán Iota

“Nos explicaron sobre los bosques secos y sobre lo que sucede con la contaminación. Después fuimos al aula vivero donde nos explicaron el crecimiento de las plantas y nos obsequiaron una. No conocía todas las plantas y animales que estaban en el bosque y eso me pareció interesante”, dijo Silvia Preciado, estudiante del Colegio Bilingüe, quien cursa octavo grado.

El profesor de español y lectura crítica, Oscar Zuluaga, del Colegio Bilingüe y quien también participó de los cursos, por su parte, resaltó que: “es importante mostrar las consecuencias de la tala o la contaminación, de que nos pongamos a pensar qué pasa si se siguen haciendo estas cosas. Y además, reflexionar de qué manera podemos contribuir a la conservación de los bosques desde los cambios de algunos hábitos o desde algunas acciones como la siembra de árboles”.

Al finalizar el curso, los 200 estudiantes que participaron de las actividades recibieron un árbol donado por el vivero Tierra Negra con el fin de que cada uno, de forma autónoma, lo sembrara. Para Coreducación es tan importante enriquecer los bosques como enriquecer las personas, por eso su fórmula es: árboles y educación.

GALERÍA DE FOTOS

Cerca de 200 estudiantes de los colegios General Santander, Alfonso Palacio Rudas, Comfenalco y Técnico Bilingüe participaron del curso de educación ambiental impulsado desde Coreducación. Foto: Coreducación.

Ver más ...

Árboles viajeros: conozca la travesía de enriquecer los bosques en La Guajira

Nota de actualidad | Por: Julián Sáenz

Árboles viajeros: conozca la travesía de enriquecer los bosques en La Guajira



La Fundación Miramar en convenio con el Instituto Humboldt sembraron 10.000 árboles en el corregimiento de Mingueo en La Guajira. Conozca los desafíos de enriquecer los bosques de la región.

Árboles Dibulla
El transporte de las plantas a los sitios donde se realizó el enriquecimiento fue uno de los desafíos a superar. Foto por: Fernando Cantillo.


Árboles que atraviesan ríos en carruchas, árboles que suben montañas a lomo de mulas y árboles que recorren trochas en camionetas al ritmo de cantos vallenatos se vieron en La Guajira. Lo que es extraordinario en muchos otros lugares, en Mingueo fue cotidiano.

Cada cierto tiempo, desde bien temprano en la mañana y bajo los primeros rayos del sol, desfilaban por la vía principal del pueblo pequeños pereguétanos, orejeros, sambocedros, jobos y muchas otras plantas de diferentes especies. Detrás de ellas, siempre se veía un grupo de hombres y mujeres que velaban por el cuidado de estos llamativos viajeros.

También puede leer: El corredor del yaguarundí: un sueño que unirá dos cordilleras

Las personas que custodiaban los árboles sabían que su responsabilidad era muy grande y que una parte del futuro de los bosques y la biodiversidad en la región depende del bienestar y del crecimiento de esas plantas. En realidad, son ellos los héroes de esta historia, los que con su trabajo pretenden crear diferentes corredores biológicos en La Guajira y que al hacerlo generan esas escenas tan sorprendentes como las de un grupo de árboles atravesando el río Cañas en carruchas.

Árboles Dibulla
Miles de árboles atravesaron el río Cañas en carruchas. Foto por: Fernando Cantillo.


Su trabajo va más allá de conseguir las semillas, germinarlas, asegurarse de su crecimiento y después plantarlas. Conseguir los predios adecuados para la siembra y la llegada a los lugares de difícil acceso entre las montañas, son otros retos que deben afrontar y ni hablar de cómo deben abrirle espacio a los árboles nativos bajo el sol y la humedad.

Todo eso se desarrolla en Mingueo, un corregimiento del municipio de Dibulla, ubicado sobre la troncal del Caribe, en donde se encuentran las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta con grandes bosques que se buscan conectar. Para lograr ese objetivo el Instituto Humboldt realizó un convenio con la Fundación Miramar para la siembra de 10.000 árboles nativos en el marco del programa de siembra de 180 millones de árboles “sembrar nos une”, liderado por el Ministerio de Ambiente.

Las mujeres gestoras del corredor de la vida

Mujeres sembrando árboles
La Fundación Miramar es una organización conformada por doce familias. En la foto aparecen algunos representantes de la fundación y trabajadores del proyecto. Foto por: Julián Sáenz.


La Fundación Miramar es una organización constituida por 12 familias, que en su mayoría son mujeres cabezas de hogar y cuya representante legal es la señora Ena Olmos. Llevan más de cinco años trabajando por la conservación y restauración de los bosques en la región y tienen conocimiento y formación en temas de producción de material en vivero y monitoreo comunitario.

Para cumplir con la siembra de los 10.000 árboles, las mujeres de la fundación trabajaron en la recolección de semillas y su procesamiento, en el rescate de plántulas, en el manejo de germinadores, en la consecución del sustrato y en el llenado de bolsas.

Le sugerimos: Reservas de la sociedad civil: aliados en la recuperación de los bosques en Choachí, Cundinamarca

“Cuando montamos el vivero hace unos años atrás, yo sabía que podíamos ser independientes y que esto nos podría generar ingresos para llevar a casa. Empezamos con cinco familias, ahora somos 12 y sabemos que podemos seguir creciendo. En este proyecto, por ejemplo, nosotros hacemos el llenado de bolsas, aunque yo hago más el chapoleo. Yo me enamoré de esto y ahora les digo a todos que no miren solo los árboles como madera, yo veo un árbol de manera diferente. Le hablo a mis plantas porque nos dan vida y son hogar de muchos animales”, manifestó Clara Inés Giraldo, integrante de la Fundación Miramar.

Las mujeres de la fundación, además, cuentan con otras personas que están al frente del proyecto en su parte administrativa, logística, de investigación y de estudio de cadena de valor. Yinethsy Pérez Griego, quien es la coordinadora general del proyecto cuenta que la selección de predios se realizó desde el buen relacionamiento y nombre que tiene la fundación en la región. De esta manera, además de la Reserva Natural de la Sociedad Civil Miramar, los árboles plantados quedaron en los predios de las fincas del Buen Ejemplo y el Edén, que son aledaños a la reserva.

También puede leer: Arte y conservación: una alternativa para recuperar los bosques en Chía, Cundinamarca

“En la Finca Buen Ejemplo se plantaron 2.400 árboles, en el Edén 2.000 y en la reserva Miramar 5.600 plantas. Eso fue un arduo trabajo porque la lluvia muchas veces hizo que el terreno fuera de muy difícil acceso, no todos los carros podían subir. Además, había que tener mucho cuidado con la manipulación de las plantas desde su salida del vivero hasta la llegada a los sitios y su plantación”, explicó Fernando José Cantillo, coordinador técnico del proyecto desde la Fundación Miramar.

Por su parte, Fernando Rodríguez, representante legal de la Finca Agroecológica el Buen Ejemplo, aseguró que: “Con estos proyectos hemos visto excelentes resultados desde el momento en que cambiamos las prácticas agrícolas tradicionales. Aunque no ha sido fácil, hemos logrado muchas cosas, mejoramos nuestras prácticas y recuperamos la fauna y la flora y trabajamos por la conexión del corredor que está bastante fraccionado”.

Los árboles producidos subieron a lomo de mula por las montañas de la reserva Miramar. Los que fueron plantados en las Fincas Buen Ejemplo y el Edén, fueron transportados en camionetas y después atravesaron el río Cañas en carruchas. Una vez en los predios, debieron ser subidos por entre las montañas por caminos angostos.

Mujeres sembrando árboles
Euclides Parra es el viverista que se encargó de la producción y cuidado de las plantas. Foto por: Julián Sáenz.


Euclides Parra, viverista de 28 años, mejor conocido por sus amigos como Willie, se encargó de la producción de las 10.000 plantas de 29 especies diferentes o de sus 10.000 hijos como a veces suele llamarlas. Él explicó que en algunos casos lo más estratégico fue armar cambuches para que las personas no tuvieran que subir y bajar todos los días de la montaña.

Le sugerimos: En Colombia, más de la mitad de sus ecosistemas se encuentran en riesgo

“A mí me gusta mucho trabajar en el vivero, aprendo mucho. Yo trato siempre que salga un material hermoso con buen fuste, mi meta es siempre sacar buen material. Además, me gusta tener el orgullo y el honor de sembrar miles de árboles en el bosques y después visitarlos y ver como van creciendo”, agregó.

Lo que hay detrás de un árbol

Además del proceso de siembra, la Fundación Miramar trabaja en otros frentes: en la sensibilización de la población, en el turismo de naturaleza y en el estudio de la cadena de valor de los procesos de restauración, de lo que cuesta producir un árbol.

“Muchas personas en estos procesos, a veces, solo piensan en los árboles maderables, son los que generalmente quieren. Entonces nosotros le explicamos la importancia de la diversidad y la funcionalidad que pueden tener las diferentes especies dentro de un bosque y su importancia”, aseguró el coordinador Cantillo.

Le puede interesar: Así se recuperan los bosques de Providencia un año después del huracán Iota

Para Elffamaria Vázquez Rubio, quien apoya la parte de investigación del proyecto, el trabajo de estudiar un árbol es bien importante porque: “Al tener la trazabilidad de las semillas y conocer su crecimiento uno tiene muchos datos. Por ejemplo, el pereguétano es un árbol que demora en crecer, en otros la disponibilidad de semillas no es fácil. Yo he aprendido un montón no solo de los árboles de la región sino de los datos, saber cuánto crece una planta cada mes, qué tanto demora la limpieza de una semilla, cuántas semillas pueden germinar por determinado peso, son muchas variables”.

Siembra de árboles
En la siembra de los árboles que esperan en un futuro conectarse con la Sierra Nevada se tuvo en cuenta la pendiente del terreno. Foto por: Julián Sáenz.


La coordinadora general Yinethsy Pérez aseguró, además que: “Tener los datos como lo son el tiempo de germinación, el número aproximado de germinación de plántulas por kilo, el valor de los jornales de trabajo y hasta los porcentajes de material perdido, ayudará en la formulación detallada de lo que cuesta producir un árbol, además de entender mejor a cada especie. Sin dudas esa información a futuro servirá para la producción de material vegetal diverso, lo que se requiere cuando de enriquecer los bosques se habla”.

Enriquecer los bosques y proteger la fauna presente en ellos, son dos de las múltiples razones por las que en Mingueo durante cierto tiempo se vieron árboles viajeros.
Ver más ...

45% de los árboles y arbustos endémicos de Colombia están en riesgo de extinción

header

 

Por: Prensa Instituto Humboldt | Bogotá D.C., 06 de octubre de 2021

45% de los árboles y arbustos endémicos de Colombia están en riesgo de extinción



ceiba
Ceiba barrigona ( Cavanillesia chicamochae ) Esta especie está amenazada porque sus poblaciones se encuentran en parches de hábitat pequeños, aislados y muy perturbados por actividades humanas. Foto: Cristina Lopez-Gallego


  • •  Así lo dio a conocer el más reciente Reporte de estado y tendencias de la biodiversidad continental de Colombia - Reporte BIO 2020 del Instituto Humboldt. Una publicación líder en la comunicación de la ciencia
  • •  Colombia tiene en total 1254 especies de árboles y arbustos endémicos, de las cuales el 45% se encuentra en alguna categoría de riesgo de extinción, la mayoría de las especies endémicas y amenazadas se localizan en la región Andina.
  • •  El Reporte BIO recoge temas estratégicos relacionados con la biodiversidad de acuerdo con la actualidad política, social, económica, cultural y ambiental del país. Su objetivo es aportar que las instituciones de gobierno, las empresas y la sociedad civil en general puedan tomar decisiones ambientales informadas en favor de la conservación y la adecuada gestión de la biodiversidad del país.


Nunca antes se tuvo disponible este dato. Poco se conoce sobre los árboles y arbustos endémicos del país, aquellos que sólo se encuentran en Colombia. Llegar a este hallazgo fue posible gracias a la elaboración de la lista roja global, en donde se están evaluando casi 60 000 especies arbóreas de todo el mundo conocidas hasta la actualidad.

En el caso de Colombia, estudio que lideró el Grupo de Especialistas de Plantas de Colombia (GEPC), una buena parte de las especies evaluadas fueron arbustos y árboles poco conocidos, dado que no son de uso común de las personas. En total, fueron evaluadas 860 especies en riesgo de extinción, en cuyo estudio se usaron casi 15 000 especímenes aportados por 23 herbarios nacionales o disponibles en bases de datos globales.

Como resultado, el 45% de las especies de árboles y arbustos exclusivos del país, es decir 566 especies, están en riesgo de extinción. La mayoría de ellas en la región Andina, seguida por la región Caribe y Pacífico.

Dentro de las especies de árboles endémicas amenazadas de Colombia se encuentra la Ceiba barrigona ( Cavanillesia chicamochae ) cuyas poblaciones conocidas se encuentran en el Cañón del Río Chicamocha, Santander sobre la Cordillera Oriental. En cuanto a arbustos, se destaca la especie Aphelandra taborensis conocida solamente de una localidad en el municipio de Trujillo en el Valle del Cauca, la cual se encuentra por fuera del Sistema Nacional de Áreas Protegidas del país. (Descargue aquí la lista completa de especies)

ceiba barrigona
Otra de las grandes amenazas para la Ceiba barrigona ( Cavanillesia chicamochae ) ha sido la introducción de ganado caprino en su hábitat, impidiendo que las plántulas de este árbol se desarrollen Foto: Cristina Lopez-Gallego


Una de las mayores amenazas para las especies de árboles y arbustos es la deforestación con fines de ampliación de la frontera agrícola, sobre todo para ganadería. De acuerdo con Cristina López-Gallego, bióloga, profesora del Instituto de Biología de la Universidad de Antioquia y co-coordinadora el grupo de especialistas de plantas de Colombia de la UICN, “hicimos un gran esfuerzo para identificar cuáles de esas especies podrían ser sobreexplotadas, como el caso de las especies maderables, pero no encontramos mucha información. Sin embargo, sí pudimos concluir que la mayoría de las especies endémicas no están en peligro de extinción por causa de comercialización sino por la destrucción de sus hábitats”, señaló.

En Colombia, los arbustos han recibido poca atención en conservación, a pesar de que tienen importantes contribuciones en los ecosistemas. De hecho, muchas de las especies no tienen nombres comunes. Dentro de los servicios ecosistémicos que prestan se destacan la captura de carbono, regulación del clima y ciclos hídricos, provisión de alimento y refugio para animales y de bienes para las poblaciones humanas como alimentos, medicinas, materiales de construcción, leña, entre otros.

Muchas de las especies que no están en riesgo de extinción se encuentran dentro de Parques Nacionales Naturales y otras áreas protegidas nacionales, lo que demuestra la importancia de la gestión de estas áreas estratégicas para la conservación de especies en el país.

Según Luz Adriana Moreno, investigadora del Instituto Humboldt y editora del Reporte BIO 2020, “el objetivo es que esta información sea insumo para las distintas autoridades ambientales a la hora de tomar decisiones relacionadas con conservación como las Corporaciones Autónomas Regionales, entes territoriales y ONGs”.

A nivel global, de acuerdo con el reporte “State of the World´s Plants and Fungi” del Jardín Botánico de KEW, menos del 10% de las especies conocidas de plantas se han evaluado para la lista roja global, sin embargo con la información disponible se estima que cerca del 40 % de la flora mundial está en algún riesgo de extinción.

El proyecto de lista roja de los árboles y arbustos endémicos de Colombia representa un importante avance en la planificación para la conservación de plantas del país y hace una considerable contribución a una iniciativa global de conservación de plantas.

Colombia es el segundo país en riqueza de especies de plantas después de Brasil, con más de 26 000 especies registradas hasta el momento, 6.000 de las cuales se consideran endémicas nacionales. Para el año 2020, menos del 20 % de las especies de plantas del país habían sido evaluadas para las Listas Rojas.

ceiba barrigona
Arbustos del género Oreopanax tiene varias especies endémicas amenazadas. Foto: Cristina Lopez-Gallego.


Algunos hallazgos del Reporte Bio 2020

Conozca más en reporte.humboldt.org.co

  • •   El 51 % de los páramos del país están bajo alguna figura de protección y el 86 % mantiene sus coberturas naturales, indicando un alto grado de protección y conservación. No obstante, la planificación para su conservación debe reconocer la participación de las comunidades relacionadas con este ecosistema, en la toma de decisiones que definen su ordenamiento y gestión.
  • •   Los humedales permanentes (bajo dosel y abiertos) poseen el mayor porcentaje de cobertura natural (94 y 88 %, respectivamente) ubicados principalmente en el complejo de La Mojana, en Tumaco (Nariño) y en la región del Darién. Se recomienda la conservación estricta de sus espejos de agua para garantizar la protección del servicio ecosistémico relacionado con la provisión.
  • •   La contención de la deforestación en resguardos indígenas es una oportunidad para el uso sostenible de la biodiversidad y significa una ventana de oportunidad para el desarrollo de iniciativas de uso sostenible de la biodiversidad que provean alternativas de mayor beneficio ambiental y social.
  • •   Bajo escenarios de cambio climático a 2050 se proyecta una pérdida de especies en las zonas del Vichada y Meta, evidenciando la necesidad de tomar medidas en el presente con el propósito de evitar la homogeneización biótica de la Orinoquia en el futuro.
  • •   A partir del Mapeo de áreas esenciales para el soporte de la vida -ELSA-, en Colombia se identificaron áreas para preservación, restauración y de manejo del área terrestre nacional en departamentos como Vichada, Chocó, Guainía, Caquetá y Amazonas. Implementar acciones de protección en estos departamentos permitirá alcanzar el 50 % de la meta fijada.
  • •   El 75 % de los paisajes agropecuarios en el país no son heterogéneos, potencian- do una alta vulnerabilidad en la oferta de servicios de regulación y resaltando la necesidad de implementar acciones que estimulen la coexistencia de los bienes y servicios agrícolas o pecuarios junto con la conservación de la biodiversidad y sus beneficios.
  • •   A partir de un análisis multivariado se evidenciaron ocho agrupaciones de departamentos, donde se hace evidente que la mejora en indicadores socioeconómicos, está dejando una importante huella espacial humana, representada en el deterioro de nuestros ecosistemas.
  • •   Es necesaria una transición y reorientación de diversas políticas públicas, incluyendo los planes de desarrollo a nivel departamental. Se ponen de manifiesto las brechas que presentan los departamentos para transformar sus economías hacia economías sostenibles.


Ver más ...

Universos diminutos: plantas sobre los árboles

Hablemos de las plantas que crecen en arboledas de bosque antiguo

9220030928 69dfd1a052 o
FOTO TOMADA FLICKER MATEO HDEZ.

Instaladas en las alturas, las plantas epífitas son refugio de ranas, escarabajos y gusanos; despensa de alimento para osos de anteojos, monos, ardillas u hormigas; y estaciones estratégicas de polinización.  Con la guía de Mateo Hernández, naturalista y colaborador del Instituto Humboldt, nos instalamos en la espesa arboleda que refugia a esta silenciosa y subestimada vegetación que reclama reconocimiento y prestigio por encima de la función ornamental que comúnmente las identifica.

Las plantas epífitas –aquellas que crecen sobre otras– germinan en las altas montañas y están representadas en tres grandes grupos: las orquídeas, los helechos y las bromelias o quiches. Dichas especies tropicales, nativas de los bosques secos y húmedos colombianos, son de habitual comercio en tiendas de flores o plazas de mercados, también son usadas para el adorno de jardines residenciales exteriores e interiores.

Para los expertos en temas de plantas, las epífitas son el ejemplo de trabajo colaborativo, mientras en el campo sus habitantes tienden a tacharlas de aprovechadas. “Es muy común que los campesinos cuando las ven las llamen parásitas, creyendo que al crecer sobre los árboles les succionan la savia, como vampiros que se alimentan de sangre”, manifiesta Mateo.

En términos botánicos, hay diferencia entre una planta epífita y otra parásita: “las primeras se agarran de sus raíces al árbol y toman lo que cae directamente en la corteza sin robar nutrientes. Por el contrario, las segundas incrustan un órgano, el haustorio, en los tejidos de su planta hospedera para alimentarse”, menciona Hernández.

Las plantas epífitas son más comunes en bosques maduros, de más de 100 años de antigüedad, que hoy escasean en el país. Así lo explica Mateo: “al viajar por Colombia te encuentras bosques que probablemente no alcanzan el centenar de años debido a la sobre explotación y sobre población a la cual los hemos expuesto; con la desaparición de los viejos bosques se están acabando las epífitas, hoy, prácticamente, hallas las sobras de lo que antes hubo en cantidades”.

Situación para no desatender, pues las epífitas, más que ornamentales por su belleza exótica, son responsables de aportar gran parte de la diversidad biológica a los bosques maduros. En el caso de las bromelias, las rosetas de hojas tienen disposición cóncava para acumular agua, la cual es consumida por la planta junto con los nutrientes disueltos a través de escamas dispuestas en las hojas; esta es una forma única de hacerlo en la naturaleza pues lo común es que las plantas utilicen sus raíces en esta actividad. “El charquito que se forma en la base de las hojas de las bromelias se transforma en un estanque en miniatura al que acuden gusanos, tijeretas, escarabajos, larvas de moscas y un sinfín de animales que viven allí dentro”, afirma Mateo.

Pero eso no es todo, hasta las coloridas ranas venenosas, capaces de vivir sobre los 20 metros de altura, se mudan al interior de las bromelias, depositan huevos y crían sus renacuajos, transformándolas en miniecosistemas acuáticos no convencionales, alejados de los comunes afluentes que prestan igual servicio.

Por su parte, monos o ardillas dependen del agua acumulada en las rosetas en temporadas secas; pájaros carpinteros y trepatroncos, especialistas en cazar escarabajos, las visitan en busca de alimento; los colibríes las polinizan y los osos de anteojos les extraen el corazón o palmito que traen dentro. Estos son ejemplos claros de una sociedad que convive y fluye naturalmente.

Por otro lado, las epífitas son muy atractivas por los colores exóticos, no en vano la orquídea es una flor emblema y una de las familias de plantas más grande del mundo junto a las asteráceas. Son, justamente, sus formas, tamaños, colores y olores los que atraen polinizadores.

Según Mateo “En Colombia hay un grupo de abejas, muchas de ellas de color verde esmeralda, muy importantes en la polinización de numerosas especies de árboles y las mismas orquídeas; se les conoce como las abejas de las orquídeas. Los machos rascan los perfumes presentes en las flores y, en este proceso, se les adhiere el polen; luego, al visitar otras flores, transfieren este último a otras orquídeas, ayudándoles a polinizarse y, a su vez, ellos atraen abejas hembras con los perfumes recolectados”. Este es un proceso gana-gana donde unas no existirían sin las otras, e incluso, sin su presencia, se vería comprometida la existencia de árboles tropicales del bosque antiguo.

Las condiciones que los bosques maduros ofrecen para que las semillas de epífitas germinen no se encuentran en arboledas jóvenes donde la intensidad de la luz es mayor, el ambiente seco y los troncos lisos: “hasta un 20 % de las plantas presentes en un bosque viejo pueden ser epífitas. Cuando empiezas a cortarlo se reduce el espacio donde pueden crecer y el bosque pierde un gran pedazo de su biodiversidad”, aclara Hernández.

Con el tiempo, otros árboles de rápido crecimiento se toman el bosque perturbado, siempre y cuando no se lo intervenga más. Aunque la arboleda pueda alcanzar el tiempo necesario para llegar a su talla adulta, las plantas epífitas que antes habitaban ese espacio se recuperan en forma muy lenta y a veces no vuelven a llegar en absoluto. Mateo afirma que: “Es más fácil hallar una que otra bromelia pero no orquídeas, menos las especies grandes, esas han desaparecido”.

Dice Mateo que es muy probable que en las distintas etapas de deforestación y reforestación ocurridas en los cerros orientales del Bogotá, zona donde se ubica la sede Venado de Oro del Instituto Humboldt, se hayan perdido cantidades inimaginables de plantas epífitas, entre ellas orquídeas.

Y, aunque hay en marcha un proceso de restauración ecológica que intenta recuperar la fauna y flora nativas de los cerros, el bosque es aún joven para que las epífitas florezcan; al respecto, opina Mateo: “posiblemente toque ir a buscar unos ejemplares en otros lugares para reintroducirlas en el momento adecuado”, porque, además, el inventario actual demuestra una existencia reducida de este tipo de flora, representada sobre todo por grandes quiches que crecen sobre los pinos y acacias.

Pero aún sobreviven algunas plantas epífitas que habitan la zona de los cerros orientales bogotanos. Lo confirma Mateo:“Lo que más puedes ver en esos lados del Venado de Oro son los helechos  (Pleopeltis macrocarpa) y los quiches (Tillandsia pastensis, Tillandsia biflora, Tillandsia fendleri). En cuanto a orquídeas las hay terrestres, pues ninguna de las epífitas sobrevivió a la transformación de este pedacito de los cerros; muy probablemente hubo Masdevallias y Odontoglossum, incluyendo la flor insignia de Bogotá, el Odontoglossum luteopurpureum, además de otras 50 especies que pudieron haber crecido hace varios siglos, cuando los cerros estaban completamente cubiertos con vegetación nativa”.

Acerca de Mateo Hernández, nuestro guía en epífitas

Mateo Hernández es biólogo empírico y autodidacta, en su niñez lo educaron sus padres en casa, práctica que se conoce como homeschooling. Desde niño es amante de la naturaleza, que exploraba en la finca que habitó en Subachoque a los 12 años de edad. Cuando se refiere a este aspecto cuenta que“Había un bosque nativo y todos los días me metía en él y encontraba orquídeas, pájaros que nunca había visto y que trataba de identificar con libros que traía conmigo”.

Al llegar a su mayoría de edad rehusó a ingresar a la universidad, incluso cuenta que para ese momento ya estaba terminando de escribir sus dos primeros libros: uno con la Asociación Bogotana de Ornitología y otro con un profesor del Colegio Nueva Granada. “Hay que decir que en los últimos 30 años, desde que yo era un niño hasta el momento presente, han aparecido un montón de publicaciones muy buenas sobre la biodiversidad de Colombia y las especies que hay en el país… guías de campo nacionales o locales sobre mamíferos, aves, reptiles, anfibios, peces, insectos, plantas, etc. Además, hemos vivido el surgimiento de internet, la herramienta más poderosa para compartir toda esta información.  A pesar de los avances, es claro que todavía falta muchísimo camino que recorrer para lograr ver publicada la historia natural de tantísimas especies de fauna y flora. Muchas guías traen fotografías, nombres y complejas descripciones técnicas sobre la morfología y distribución de las especies tratadas, pero poco más. Aparte de las imágenes a color, es poco lo que el público general puede encontrar de información atractiva en estos trabajos, aún demasiado técnicos”, enfatiza Mateo.

En una vida de trabajo espera contribuir para que esta situación cambie. La historia natural de muchísimas especies de plantas y animales colombianos, luego de siglos de observaciones y estudios, sigue conociéndose muy poco, a veces casi nada. “Cada vez que salgo al campo, anoto incesantemente en mi cuaderno datos sobre polinizadores, horas a las que se abren las flores, temporadas de producción de frutos, animales que consumen hojas de una planta específica y muchísimos datos más, entre los cuales es completamente posible que algunos quizás nunca hayan sido registrados antes. Luego elaboro esta información, presentándola en forma –creo– concisa, buscando la forma de hacerla lo más atractiva que sea posible para el público interesado”, finaliza el naturalista.

Si quiere conocer al detalle estas especies y otras del trabajo de Mateo con plantas epífitas, visite su colección de fotografías en Flicker, con información complementaria, reunida tras 10 años de expediciones a cielo abierto y que a futuro promete nutrirse con otras especiales como las palmas, hierbas y árboles.

 

Ver más ...
Subscribe to this RSS feed