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Seguridad alimentaria del 80% de la población rural de Latinoamérica depende de la caza y pesca de subsistencia

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Por: Prensa Instituto Humboldt | Bogotá D.C., 21 de abril de 2022

Seguridad alimentaria del 80% de la población rural de Latinoamérica depende de la caza y pesca de subsistencia



indigena en rio caminando y pescando
Viaje para labores de cacería y pesca, río Kamak. “barbasqueo”. Foto: Antonio Hitcher.


  • •   La pesca y la caza de subsistencia (carne de monte) son fundamentales en los modos de vida y la supervivencia de muchas poblaciones alrededor del mundo, especialmente en la zona tropical y la población rural en áreas remotas, muchas de ellas con bajos ingresos.
  • •   En Colombia, 223 especies de vertebrados terrestres son objeto de consumo de caza de subsistencia y 315 especies de peces, también unas 30 especies de crustáceos y moluscos.
  • •   Conozca más detalles sobre uno de los temas menos documentados en Colombia y la región: la caza, pesca y recolección de subsistencia el próximo 22 de abril a las 5:00 p.m. en la FILBO 2022 durante el lanzamiento del libro “La caza y pesca de subsistencia en el norte de Suramérica. Parte I. Colombia, Venezuela y Guayana”.


El consumo de carne de monte, como se le conoce, garantiza la supervivencia de gran parte de la población rural del continente. Aunque es una práctica ancestral, se ha documentado muy poco por lo cual ha pasado desapercibida. Lo cierto es que la ingesta de proteína de comunidades, principalmente indígenas, afrodescendientes y en menor medida campesinas, proviene de la pesca y caza de subsistencia, la recolección de invertebrados y el aprovechamiento de productos forestales no maderables como hojas, frutos, raíces.

En el caso de Colombia, se calcula que 223 especies de fauna hacen parte del menú. De acuerdo con la más reciente publicación de la serie Fauna Silvestre Neotropical del Instituto Humboldt, “La caza y pesca de subsistencia en el norte de Suramérica. Parte I. Colombia, Venezuela y Guayana”, 10 especies corresponden a anfibios, 37 a reptiles, 96 a aves y 80 a mamíferos. Algunas de las especies que se consumen en regiones del país como Amazonas, Orinoco, Caribe, Pacífico y Andes son el el armadillo o cachicamo (Dasypus novemcinctus), la boruga o lapa (Cuniculus paca), el cusumbo o coatí (Nasua nasua) y la chucha o rabipelado (Didelphis marsupialis).

En sus más de 500 páginas, la publicación hace un completo diagnóstico de las actividades de la caza y pesca de subsistencia bajo los conceptos y enfoques socioecosistémicos, que sin duda, aportarán a la toma de decisiones basadas en la ciencia a la hora de formular política públicas alrededor de la gestión y uso sostenible de estos recursos naturales.

Cabe destacar que además de actualizar la lista de especies de interés de caza de subsistencia, los investigadores hacen un análisis profundo del trasfondo cultural que complementan estas dos actividades.

Mujer indígena ahumando pescado
Pesca de subsistencia en el Amazonas. Mujer indígena ahumando pescado, Lagos de Yahuarcaca (Leticia). Foto: Mónica A. Morales-Betancourt.


De acuerdo con Carlos Lasso, autor principal de la publicación e investigador del Instituto Humboldt, “el aprovechamiento de la caza y pesca de subsistencia en esta región norte de Suramérica se constituye en un tema valioso y distintivo aporte para el desarrollo sostenible de nuestras comunidades ya que aborda, explora y visibiliza datos e informaciones que son una parte vital y trascendente de los modos de vida y la supervivencia de muchas poblaciones de esta región tropical y ecuatorial”, señaló.

Y es que hasta hace relativamente poco tiempo se empezó a tomar información del aporte proteico de la fauna silvestre a las comunidades y más recientemente a relacionar esta ingesta proteica con la seguridad alimentaria. Tampoco se ha calculado o mostrado el ahorro que estas actividades significan a los Estados, en gastos sociales derivados de no asumir subsidios alimentarios para la población de bajos recursos o de áreas remotas.

Según la publicación, los cambios acelerados en los últimos cincuenta años a consecuencia de la deforestación, el calentamiento global y la sobreexplotación de los recursos, entre otras razones, nos hacen mirar hacia atrás y darnos cuenta de cómo la biodiversidad y su uso sostenible son la clave de nuestra supervivencia.

Finalmente, se hace un llamado a que es hora de visibilizar más el valor que tienen los recursos naturales y silvestres en el trasfondo de nuestras vidas y de las poblaciones locales, si es que se quiere lograr algún cambio.

Mujer indígena pescando con red
Recolección de peces durante el “barbasqueo”. Foto: Antonio Hitcher.


Los prólogos de la publicación estuvieron a cargo de Brigitte Baptiste y Carlos Castaño- Uribe. Algunos apartes:

Carlos Castaño - Uribe

“... Se trata de una obra documental fascinante y práctica que pone sobre la palestra una discusión que deberíamos abordar con mayor responsabilidad dentro de las políticas públicas de la región y sobre la forma ética y apropiada de entender nuestro papel a nivel planetario y a nivel nacional, regional y local, respecto del papel de los recursos y la subsistencia y el papel de la fauna en esta ecuación delicada de la pervivencia de los “unos y otros”, todo lo cual se constituye en un referente y un paradigma al tiempo”.

Brigitte Baptiste

“… Un comentario hacia la noción de subsistencia, que pareciera convertirse en un refugio vergonzoso en tiempos modernos para una actividad profundamente vital y central del goce de la biodiversidad y la diversidad cultural, acopladas. Porque más que subsistir, quienes aún poseen y demuestran su profundo conocimiento ecológico al acceder a su riqueza, sin destruirla, han demostrado capacidades superlativas de gestión del territorio y de sus propias pasiones”.

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Un tema para desmenuzar: relaciones entre biodiversidad, seguridad alimentaria y dietas sostenibles

fao humboldt

El Instituto Humboldt, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Departamento Administrativo de Protección Social (DPS) realizaron el Encuentro Nacional de Relaciones entre Biodiversidad, Seguridad Alimentaria y Dietas Sostenibles, un espacio de promoción del diálogo y la búsqueda conjunta de probables soluciones para la seguridad alimentaria y nutricional con inclusión de la biodiversidad.

En la agenda académica participaron representantes del Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS), Instituto Humboldt, FAO Colombia, DPS e Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Entre los asistentes se destaca la participación de miembros de la Comisión Intersectorial de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SIAN).

En la apertura del Encuentro, Mauricio Mira, viceministro (e) MADS, consideró la seguridad alimentaria como “un tema interdisciplinario que, ante el crecimiento exponencial de la población y en los índices de cambio climático, exige romper paradigmas a partir de las ventajas diferenciadas y competitivas que ofrece la megadiversidad colombiana.”

Durante el conversatorio, Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt, Rafael Zavala, representante de FAO Colombia, y Tatyana Orozco, directora del DPS, debatieron la relación de la biodiversidad, la pobreza, los sistemas agrarios, el acceso a las dietas sostenibles y su integración a nivel nacional y territorial, desde una visión política.

En su intervención, Brigitte Baptiste abogó por una gestión del conocimiento en lo relacionado con la producción de alimentos y su conexión con la biodiversidad y recursos que ofrecen los ecosistemas. Enfatizó en la falta de comunicación y transversalidad que impiden contemplar las dimensiones y complejidades del tema alimentario y de dietas sostenibles, situaciones que hacen necesario un trabajo conjunto entre los diversos sectores gubernamentales que en su opinión no articulan sus políticas públicas.

Asimismo, reiteró el rol de la biodiversidad en la producción y calidad de los productos alimenticios, característica que está ligada con la salud de suelo, del agua, con el adecuado manejo de bosques y sistemas ecosistémicos. Como ejemplo, se refirió a la oferta para consumo y exportación de cacao, aguacate, chontaduro y frutos igualmente polinizados por insectos nativos que requieren de boques, hábitat adecuados y salud atmosférica, que son incompatibles con modelos de manejo agrotóxicos: “hoy tenemos un nuevo horizonte de desarrollo rural integral que conecta elementos de la ecología, del suelo, del agua, prácticas y modos de vida; si detallamos estas relaciones encontraremos conexiones novedosas”.

Además, Baptiste mencionó la paradoja de un país como Colombia que con una considerable oferta de productos biológicos para el consumo, provenientes de especies animales y vegetales, registra casos hambre y malnutrición en varias regiones del territorio nacional. Resaltó la importancia de recuperar la oferta de bienes y servicios, asociados con nutrición, que hemos heredado de tradiciones pasadas, los cuales han cambiado por hábitos de alimentación foráneos y no propiamente saludables.

Sobre la agroindustria, Baptiste agregó que “Colombia necesita innovarla desde la pequeña producción hasta sus cadenas más complejas para no sembrar semillas de inequidad”; incluso, que en lo referente a estos temas, “los acuerdos de La Habana se han quedado cortos, son tímidos, tradicionales y conservadores. ¿Qué pasaría si planteamos una agricultura moderna con sostenibilidad, equidad y acceso a la tierra?”.

Desde el punto de vista de Tatyana Orozco es motivo de celebración que el tema de seguridad alimentaria sea un componente en los acuerdos de paz de La Habana, porque “favorecen y plantean la construcción de un sistema que abarca diferentes actores y verifica la disponibilidad de alimentos que tiene el país; esto exige un balance que evidencie el acceso a los alimentos desde el aprovechamiento, calidad y consumo para contribuir en temas de seguridad y nutrición, viéndolo como un tema integrado donde participen la sociedad, las entidades públicas y privadas y la comunidad internacional.”

Por otro lado, para la directora del DPS es indispensable acompañar a la población en su proceso de acceso y uso de la alimentación, también involucrar a los miembros de las familias para que se apropien del conocimiento ancestral y tradicional de la seguridad alimentaria al tiempo que lo transfieren entre ellos.

Finalmente, Orozco mencionó que el acceso a la alimentación de calidad es fundamental para el desarrollo de las poblaciones vulnerables en todos los contextos de la vida, que el rediseño de la Política de Seguridad Alimentaria requiere un mayor nivel de articulación y escalonamiento para una intervención completa, y que para estos temas es preciso la claridad en los objetivos que se buscan y el trabajo intersectorial.

Por su parte, Rafael Zabala coincide en sus reflexiones con algunos aspectos abordados por los directores del Humboldt y del DPS. Para él es indispensable establecer estrategias que promuevan dietas sostenibles y territoriales basadas en la biodiversidad de cada zona –con inclusión de una agricultura familiar– que además son alternativas para la vida digna, son ecológicas, reducen las huellas de carbono, generan empleos locales que disminuyen la desigualdad y aumentan la producción y la siembra.

Zabala también destacó que en términos de seguridad alimentaria y dietas sostenibles “ni todo está escrito ni se empieza de cero. Hay que innovar en el tema de desarrollo territorial, aplicarlo y adecuarlo a los diferentes entornos, generar sistemas agroalimentarios y promover más inclusión para disminuir la malnutrición”.

De igual manera, al referirse a la seguridad alimentaria y la paz, Zabala invitó a los asistentes a aprovechar la biodiversidad garantizando la sostenibilidad de las comunidades y de la naturaleza, así como la inversión que se espera que en el posconflicto sea favorable para una prosperidad social con biodiversidad.

En consecuencia con lo anterior, manifestó que “no hay paz sin seguridad alimentaria y viceversa. Con o sin acuerdo, el reto tiene que ser la generación de alimentos, la reducción de las brechas de inequidad y la generación de medios de vida dignos donde la agricultura hará mucho”.

Cabe destacar que este Encuentro hace parte de la Carta de Acuerdo firmada por la FAO y el Instituto Humboldt, la cual documenta las relaciones existentes entre biodiversidad y seguridad alimentaria, que además genera recomendaciones de política pública en este tema, soportada en un estudio de caso desarrollado en Montería (Córdoba).

A su vez, el Acuerdo interinstitucional se integra al proyecto “Seguridad Alimentaria y Nutricional para la Equidad y la Paz”, suscrito entre el DPS y la FAO Colombia para que tomadores de decisiones incluyan a la biodiversidad en materia de seguridad alimentaria, nutricional y de dietas sostenibles.

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