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Árboles y educación: la fórmula para enriquecer los bosques secos tropicales en Honda, Tolima

Nota de actualidad | Por: Julián Sáenz

Árboles y educación: la fórmula para enriquecer los bosques secos tropicales en Honda, Tolima




siembra de 20000 árboles
En el convenio entre Coreducación y el Instituto Humboldt se sembraron 20.000 árboles para el enriquecimiento de los bosques secos tropicales. Cortesía: Coreducación


Son 20.000 los árboles sembrados en el convenio entre Coreducación y el Instituto Humboldt para el enriquecimiento de los bosques en la región. Además, la educación jugará un papel importante para el proceso de restauración y conservación de los ecosistemas.

Durante siete días en Honda (Tolima) se perdieron más de 2.000 hectáreas de bosque por causa de un incendio forestal en 2019. El municipio declaró la calamidad pública y la conflagración solo pudo ser controlada gracias al trabajo que en su momento realizaron el cuerpo de Bomberos, el Ejército, la Defensa Civil, la Cruz Roja, la Brigada Forestal de Cortolima, entre otras instituciones.

Durante ese agosto todo parecía ser fuego y nubes de cenizas. Tanto así, que muchos de los habitantes de Honda aseguran que ese fue el incendio más grande en la historia del pueblo. En su memoria todavía mantienen vivos los recuerdos de los bosques que desaparecieron en medio de las llamas y de la fauna que junto con las plantas también se perdió.

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Dos años después, este municipio ribereño busca renacer de las cenizas y lo hace a través del enriquecimiento de sus bosques, de las zonas afectadas por los incendios y de la educación de sus habitantes.

Para ello, la Universidad Distrital comenzó a estudiar la extensión, severidad y los efectos del incendio forestal y además estableció un acuerdo de apoyo científico con Coreducación. Posteriormente, Coreducación y el Instituto Humboldt firmaron un convenio para la siembra de 20.000 árboles nativos en el marco del programa de siembra de 180 millones de árboles “sembrar nos une”, liderado por el Ministerio de Ambiente. Convenio que, también, contó con componente educativo.

El equipo de trabajo en este proceso estuvo integrado por los docentes de la Universidad Distrital Angela Parrado, Andrés Avella y Wilmar Fernández. Por parte de Coreducación participaron Giovanni Vargas, Angie Montañez, Soraya Rodríguez, Julián Cuellar, Ana María González y Daniela Giraldo. Además, se contó con el apoyo de los pasantes de la Universidad Distrital María Fernanda Alonso y Manuel Montealegre en el proceso de zonificación de sitios para la restauración.

Para la priorización de los lugares de siembra desde Coreducación se tuvo en cuenta los sitios afectados por el incendio. Una vez identificados esos lugares, la institución educativa dialogó con los propietarios de los predios para contar con el permiso que les permitió la siembra de las plantas, un proceso nada fácil.

seleccion de lugares de siembra
Para seleccionar los sitios de siembra se tuvieron en cuenta los sitios afectados por el incendio de 2019 y el interés de las comunidades. Foto: Coreducación


“Para la selección de especies tuvimos en cuenta estudios previos que se han realizado sobre la composición y estructura del bosque seco tropical y criterios ecológicos como el gremio ecológico, mecanismo de dispersión de semillas, la tolerancia, la sensibilidad o la respuesta post fuego y el interés social de las comunidades en algunas plantas. En suelos degradados por el pisoteo del ganado incluimos especies con capacidad de adaptación a suelos pobres y que tengan un valor de uso importante para las comunidades y los propietarios”, manifestó Angie Montañez, coordinadora técnica de campo por parte de Coreducación.

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Los 20.000 árboles de las 38 especies seleccionadas fueron producidos por el vivero Tierra Negra y se sembraron en 13 predios, de los cuales 12 son de propiedad privada. Estos terrenos están localizados en las veredas de: Caimital (una de las más afectadas por los incendios), El Tambor, Guacimal; kilómetro 42 del municipio de Honda y la vereda El Hato en el sector entre Armero-Guayabal.

“Empleamos diferentes estrategias de restauración como enriquecimiento bajo dosel y enriquecimiento en claros, en donde combinamos especies de rápido y medio crecimiento y atrayentes de fauna para recuperar la estructura del bosque. Además, realizamos ampliación de borde en algunos lugares para ampliar bosques, recuperar rondas hídricas y favorecer la conservación del agua. También, desarrollamos nucleación pensando en términos de paisaje y en la formación de corredores y, por último, cercas vivas y franjas forrajeras”, agregó Montañez.

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El invierno vivido entre octubre y noviembre de este año fue el desafío a vencer en las siembras realizadas. Las fuertes lluvias hicieron que crecieran las quebradas y estas, a su vez, en varias ocasiones hicieron imposible el paso de los operarios y las plántulas hacia los terrenos seleccionados.

enriquecimiento bajo dosel
En las plantaciones se realizaron estrategias de enriquecimiento bajo dosel y en claros. Además de ampliar los bosques de las rondas hídricas. Foto: Julián Sáenz


Bajo el agua quedaron muchas veces los esfuerzos de los operarios que veían con asombro como los huecos donde se iban a sembrar las plantas pronto se inundaban. Y en más de una ocasión llegaban las noticias de camionetas e incluso volquetas quedaban enterradas en medio del barro de algunos de los caminos. Sin embargo, la determinación de estas personas fue más fuerte y a pesar de las dificultades los 20.000 árboles fueron sembrados.

Educación, la otra clave para el renacer de los bosques en Honda

Así como se enriquecen los bosques, se enriquecen las personas y la forma como lo hace Coreducación es por medio de la enseñanza y la transferencia de conocimiento.

cursos a la comunidad
Desde Coreducación realizaron tres cursos abiertos a la comunidad sobre viverismo y propagación de especies de bosque seco, conservación de bosque seco y fuego como amenaza y educación ambiental. Foto: Coreducación


Por eso desde la institución educativa realizaron tres cursos teórico prácticos abiertos a la comunidad, en los que enseñó sobre: viverismo y propagación de especies del bosque seco; conservación del bosque seco y; exposición itinerante:el baúl del bosque seco con estudiantes de varios colegios de Honda. Estos fueron liderados por investigadores de la Universidad Distrital Ángela Parrado, Andrés Avella y Armando Villota.

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“Las inscripciones eran abiertas para cualquier persona, también se invitaron a los propietarios de las fincas donde se desarrollaron las siembras y estudiantes de Coreducación que estuvieran interesados en el bosque seco. Los cursos duraron entre 3 y 4 días y tuvieron un componente práctico. Por ejemplo, en la clase de fuego se aprendió sobre las consecuencias que dejó el incendio y la forma de restaurar los bosques”, explicó Ana González, tecnóloga de Gestión Ambiental.

Para Nohora Rojas, quien participó de todos los cursos dictados está experiencia fue: “magnífica, aprendí muchas cosas y también afiance otros conocimientos. Es darse cuenta que las personas que son ganaderas también deben ser vigías del bosque y de las especies. Que tiene que haber una relación amigable entre nuestros proyectos y el ambiente, no debemos acabar con los suelos ni con los árboles nodriza. Yo no conocía la importancia de los árboles nodriza y que alrededor de esos grandes árboles se formaban otros. Todo fue muy bueno”.

cursos a la comunidad, estudiantes
Nohora Rojas (Izquierda) participó de todos los cursos dictados. El profesor Oscar Zuluaga y su estudiante Silvia Preciado (derecha) estuvieron presentes en los curso de educación ambiental que se realizaron en colegios de Honda. Foto: Julián Sáenz


Por otra parte, los estudiantes de los colegios General Santander, Alfonso Palacio Rudas, Comfenalco y Técnico Bilingüe participaron del curso baúl del bosque seco. “En este curso, la intención era que tanto docentes como estudiantes de los diferentes cursos entendieran la importancia de los bosques secos y reconocieran los servicios ecosistémicos que ellos nos brindan”, agregó González.

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“Nos explicaron sobre los bosques secos y sobre lo que sucede con la contaminación. Después fuimos al aula vivero donde nos explicaron el crecimiento de las plantas y nos obsequiaron una. No conocía todas las plantas y animales que estaban en el bosque y eso me pareció interesante”, dijo Silvia Preciado, estudiante del Colegio Bilingüe, quien cursa octavo grado.

El profesor de español y lectura crítica, Oscar Zuluaga, del Colegio Bilingüe y quien también participó de los cursos, por su parte, resaltó que: “es importante mostrar las consecuencias de la tala o la contaminación, de que nos pongamos a pensar qué pasa si se siguen haciendo estas cosas. Y además, reflexionar de qué manera podemos contribuir a la conservación de los bosques desde los cambios de algunos hábitos o desde algunas acciones como la siembra de árboles”.

Al finalizar el curso, los 200 estudiantes que participaron de las actividades recibieron un árbol donado por el vivero Tierra Negra con el fin de que cada uno, de forma autónoma, lo sembrara. Para Coreducación es tan importante enriquecer los bosques como enriquecer las personas, por eso su fórmula es: árboles y educación.

GALERÍA DE FOTOS

Cerca de 200 estudiantes de los colegios General Santander, Alfonso Palacio Rudas, Comfenalco y Técnico Bilingüe participaron del curso de educación ambiental impulsado desde Coreducación. Foto: Coreducación.

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El reto de devolverle espacio a los bosques en Ibagué

Nota de actualidad | Por: Julián Sáenz

El reto de devolverle espacio a los bosques en Ibagué





Los bosques de Ibagué y sus alrededores se encuentran arrinconados por la intervención humana y los incendios. Foto: Julián Sáenz


Son 10.000 árboles los que se sembraron en el convenio entre el Instituto Humboldt y el Jardín Botánico San Jorge de Ibagué. Con estas plantas nativas se espera enriquecer los bosques en la región.

En Ibagué y sus alrededores se volvió común recibir noticias que alertan sobre los incendios forestales. Las temporadas secas y las intervenciones humanas han puesto a correr a los bomberos de la ciudad y las conflagraciones año a año parecen aumentar.

Algunos medios locales reportaron que en julio de este año se presentaron 16 incendios y agregaron que en 2019 los bomberos atendieron casi 400. Los bosques de la región están arrinconados y con ellos los animales que allí habitan.

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Por está razón, el Jardín Botánico San Jorge de Ibagué se dio a la tarea de tratar de devolverle espacio a los bosques secos de la región y de enriquecerlos. Para ello, el jardín firmó un convenio con el Instituto Humboldt para la siembra de 10.000 árboles nativos en el marco del programa de siembra de 180 millones de árboles “sembrar nos une”, liderado por el Ministerio de Ambiente.

Los árboles fueron plantados en dos predios. Uno de ellos es el de la granja San Jorge, un terreno de 120 hectáreas de la comunidad salesiana con grandes bosques aledaños al Jardín Botánico. Allí, se espera que las 5.000 plantas sembradas contribuyan a la rehabilitación de los senderos del jardín en una parte y en otra permitan el aumento de la frontera del bosque.


Varias de las siembras estuvieron orientadas en el aumento de la diversidad de especies del bosque y ampliar la frontera del bosque. Foto: Julián Sáenz


“El jardín tiene 60 hectáreas de las cuales 47.9 son de reserva, además alrededor tenemos un predio con 120 hectáreas, la granja San Jorge. Allí hay algunos espacios con afectaciones en los senderos y es importante trabajar en un proceso de recuperación. Además de cierta manera se contribuye con la presión que ejercemos en las zonas que son del jardín Botánico”, manifestó Germán Oyuela director del Jardín Botánico San Jorge de Ibagué.

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Las otras 5.000 plantas quedaron en la finca El Neme ubicada en el municipio de Coello, un lugar que todavía tiene parches de bosque, pero con zonas que se vieron afectadas por los incendios en la región. En este predio las plantaciones estuvieron orientadas hacia el aumento de la diversidad de especies en las zonas de bosque seco, en la rehabilitación de las zonas afectadas por las conflagraciones e igualmente en la ampliación de la frontera del bosque.

“En Coello es importante destacar que las plantaciones se hicieron en un predio privado. Allí se trabaja la ganadería, pero le dan gran importancia a la conservación de los bosques y eso se debe valorar. Tiene grandes zonas de bosque en las que se puede ampliar la oferta de diversidad de plantas y además tratar de rehabilitar algunas zonas identificadas que tuvieron problemas de incendios hace algunos años”, agregó Oyuela.


El indio desnudo fue uno de los árboles que mejor respuesta tuvo en las zonas afectadas por los incendios. Foto: Julián Sáenz


El Jardín Botánico San Jorge está dividido en tres grandes espacios: una área de reserva, la zona de las colecciones de plantas vivas y la del arboretum, en donde además se encuentra el vivero de una hectárea que fue el centro de producción de las plantas que se usaron para enriquecer los bosques de la región.

Cuenta su director que el transporte de las plantas fue uno de los desafíos a superar ya que los senderos del Jardín Botánico no permiten el paso de carros o mulas, por lo que las plantas tuvieron que ser cargadas por los diferentes operarios que participaron del proceso. “Este trabajo, además nos deja muchas enseñanzas, ya que para cumplir con la meta de producción nosotros hicimos recolección de semillas y rescate de plántulas. Pero vimos que no todas las plantas crecieron de la manera en la que esperábamos o algunas germinaban rápido, pero después su crecimiento era más lento y fuimos descubriendo cosas interesantes. Además, en árboles como el indio pelado vimos que tuvieron buena respuesta en las zonas que fueron quemadas en Coello”, agregó Oyuela.

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Para Edwin Bello, ingeniero forestal y coordinador de siembra de los 10 convenios que tiene el Instituto Humboldt en la iniciativa de 180 millones de árboles en Colombia, este proyecto es importante porque: “todo el trabajo realizado en la siembra fue ejecutado con 36 especies todas forestales, de las cuales había cuatro especies endémicas: Banara ibaguensis, Passiflora emarginata, Ormosia colombiana y Quararibea villanuevae que dan una importancia a este tipo de restauración. Las demás especies nativas tienen una amplia distribución en el país. Una parte del trabajó se realizó en un bosque subandino en la zona del Jardín Botánico San Jorge y la otra es bosque seco tropical en el municipio de Coello”.


El vivero del Jardín Botánico San Jorge es de una hectárea. Desde allí se produjeron los 10.000 árboles del convenio. Foto: Jhon Barros


Educación, la otra clave para restaurar los bosques

Además, de la siembra de 10.000 árboles el Jardín Botánico San Jorge desde su fundación en el año 2000 viene adelantando procesos de extensión no solo con estudiantes de la región sino con la comunidad en general.

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Es así como por ejemplo, una de las iniciativas educativas impulsadas desde el jardín permite que un estudiante pueda asistir una vez al año durante 12 años al jardín y aprender cosas diferentes relacionadas con la biodiversidad y los ecosistemas. “Está es una actividad de guianza dentro del jardín en donde complementamos lo que explican los profesores y de manera vivencial se refuerzan conceptos. Por ejemplo, en el tema del agua yo puedo llevar a un estudiante a la quebrada y allá él verá que es el cauce, el caudal, la vegetación de ribera, las aguas lénticas y lóticas, lo aprenderá en una mañana en el jardín. Otro ejemplo, los estudiantes más pequeños podrán aprender en el jardín las partes de una planta y su funcionamiento. El programa está diseñado para que por el jardín una persona pueda pasar hasta 12 veces en su etapa de estudiante”, explicó Oyuela.


Las publicaciones del Jardín Botánico San Jorge contribuyen con los programas de educación que se realizan tanto para estudiantes como para la comunidad en general. Foto: Julián Sáenz.


Asimismo, desde el Jardín Botánico San Jorge de Ibagué se han desarrollado diferentes productos que le ayudan a entender a la comunidad la importancia de la biodiversidad y los ecosistemas en su entorno. Dentro de las publicaciones realizadas por el jardín se destacan Aves del Jardín Botánico San Jorge y Aula Viva.

El Jardín Botánico San Jorge ve en la educación un eje fundamental para la conservación de los bosques de la región.
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Árboles viajeros: conozca la travesía de enriquecer los bosques en La Guajira

Nota de actualidad | Por: Julián Sáenz

Árboles viajeros: conozca la travesía de enriquecer los bosques en La Guajira



La Fundación Miramar en convenio con el Instituto Humboldt sembraron 10.000 árboles en el corregimiento de Mingueo en La Guajira. Conozca los desafíos de enriquecer los bosques de la región.

Árboles Dibulla
El transporte de las plantas a los sitios donde se realizó el enriquecimiento fue uno de los desafíos a superar. Foto por: Fernando Cantillo.


Árboles que atraviesan ríos en carruchas, árboles que suben montañas a lomo de mulas y árboles que recorren trochas en camionetas al ritmo de cantos vallenatos se vieron en La Guajira. Lo que es extraordinario en muchos otros lugares, en Mingueo fue cotidiano.

Cada cierto tiempo, desde bien temprano en la mañana y bajo los primeros rayos del sol, desfilaban por la vía principal del pueblo pequeños pereguétanos, orejeros, sambocedros, jobos y muchas otras plantas de diferentes especies. Detrás de ellas, siempre se veía un grupo de hombres y mujeres que velaban por el cuidado de estos llamativos viajeros.

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Las personas que custodiaban los árboles sabían que su responsabilidad era muy grande y que una parte del futuro de los bosques y la biodiversidad en la región depende del bienestar y del crecimiento de esas plantas. En realidad, son ellos los héroes de esta historia, los que con su trabajo pretenden crear diferentes corredores biológicos en La Guajira y que al hacerlo generan esas escenas tan sorprendentes como las de un grupo de árboles atravesando el río Cañas en carruchas.

Árboles Dibulla
Miles de árboles atravesaron el río Cañas en carruchas. Foto por: Fernando Cantillo.


Su trabajo va más allá de conseguir las semillas, germinarlas, asegurarse de su crecimiento y después plantarlas. Conseguir los predios adecuados para la siembra y la llegada a los lugares de difícil acceso entre las montañas, son otros retos que deben afrontar y ni hablar de cómo deben abrirle espacio a los árboles nativos bajo el sol y la humedad.

Todo eso se desarrolla en Mingueo, un corregimiento del municipio de Dibulla, ubicado sobre la troncal del Caribe, en donde se encuentran las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta con grandes bosques que se buscan conectar. Para lograr ese objetivo el Instituto Humboldt realizó un convenio con la Fundación Miramar para la siembra de 10.000 árboles nativos en el marco del programa de siembra de 180 millones de árboles “sembrar nos une”, liderado por el Ministerio de Ambiente.

Las mujeres gestoras del corredor de la vida

Mujeres sembrando árboles
La Fundación Miramar es una organización conformada por doce familias. En la foto aparecen algunos representantes de la fundación y trabajadores del proyecto. Foto por: Julián Sáenz.


La Fundación Miramar es una organización constituida por 12 familias, que en su mayoría son mujeres cabezas de hogar y cuya representante legal es la señora Ena Olmos. Llevan más de cinco años trabajando por la conservación y restauración de los bosques en la región y tienen conocimiento y formación en temas de producción de material en vivero y monitoreo comunitario.

Para cumplir con la siembra de los 10.000 árboles, las mujeres de la fundación trabajaron en la recolección de semillas y su procesamiento, en el rescate de plántulas, en el manejo de germinadores, en la consecución del sustrato y en el llenado de bolsas.

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“Cuando montamos el vivero hace unos años atrás, yo sabía que podíamos ser independientes y que esto nos podría generar ingresos para llevar a casa. Empezamos con cinco familias, ahora somos 12 y sabemos que podemos seguir creciendo. En este proyecto, por ejemplo, nosotros hacemos el llenado de bolsas, aunque yo hago más el chapoleo. Yo me enamoré de esto y ahora les digo a todos que no miren solo los árboles como madera, yo veo un árbol de manera diferente. Le hablo a mis plantas porque nos dan vida y son hogar de muchos animales”, manifestó Clara Inés Giraldo, integrante de la Fundación Miramar.

Las mujeres de la fundación, además, cuentan con otras personas que están al frente del proyecto en su parte administrativa, logística, de investigación y de estudio de cadena de valor. Yinethsy Pérez Griego, quien es la coordinadora general del proyecto cuenta que la selección de predios se realizó desde el buen relacionamiento y nombre que tiene la fundación en la región. De esta manera, además de la Reserva Natural de la Sociedad Civil Miramar, los árboles plantados quedaron en los predios de las fincas del Buen Ejemplo y el Edén, que son aledaños a la reserva.

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“En la Finca Buen Ejemplo se plantaron 2.400 árboles, en el Edén 2.000 y en la reserva Miramar 5.600 plantas. Eso fue un arduo trabajo porque la lluvia muchas veces hizo que el terreno fuera de muy difícil acceso, no todos los carros podían subir. Además, había que tener mucho cuidado con la manipulación de las plantas desde su salida del vivero hasta la llegada a los sitios y su plantación”, explicó Fernando José Cantillo, coordinador técnico del proyecto desde la Fundación Miramar.

Por su parte, Fernando Rodríguez, representante legal de la Finca Agroecológica el Buen Ejemplo, aseguró que: “Con estos proyectos hemos visto excelentes resultados desde el momento en que cambiamos las prácticas agrícolas tradicionales. Aunque no ha sido fácil, hemos logrado muchas cosas, mejoramos nuestras prácticas y recuperamos la fauna y la flora y trabajamos por la conexión del corredor que está bastante fraccionado”.

Los árboles producidos subieron a lomo de mula por las montañas de la reserva Miramar. Los que fueron plantados en las Fincas Buen Ejemplo y el Edén, fueron transportados en camionetas y después atravesaron el río Cañas en carruchas. Una vez en los predios, debieron ser subidos por entre las montañas por caminos angostos.

Mujeres sembrando árboles
Euclides Parra es el viverista que se encargó de la producción y cuidado de las plantas. Foto por: Julián Sáenz.


Euclides Parra, viverista de 28 años, mejor conocido por sus amigos como Willie, se encargó de la producción de las 10.000 plantas de 29 especies diferentes o de sus 10.000 hijos como a veces suele llamarlas. Él explicó que en algunos casos lo más estratégico fue armar cambuches para que las personas no tuvieran que subir y bajar todos los días de la montaña.

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“A mí me gusta mucho trabajar en el vivero, aprendo mucho. Yo trato siempre que salga un material hermoso con buen fuste, mi meta es siempre sacar buen material. Además, me gusta tener el orgullo y el honor de sembrar miles de árboles en el bosques y después visitarlos y ver como van creciendo”, agregó.

Lo que hay detrás de un árbol

Además del proceso de siembra, la Fundación Miramar trabaja en otros frentes: en la sensibilización de la población, en el turismo de naturaleza y en el estudio de la cadena de valor de los procesos de restauración, de lo que cuesta producir un árbol.

“Muchas personas en estos procesos, a veces, solo piensan en los árboles maderables, son los que generalmente quieren. Entonces nosotros le explicamos la importancia de la diversidad y la funcionalidad que pueden tener las diferentes especies dentro de un bosque y su importancia”, aseguró el coordinador Cantillo.

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Para Elffamaria Vázquez Rubio, quien apoya la parte de investigación del proyecto, el trabajo de estudiar un árbol es bien importante porque: “Al tener la trazabilidad de las semillas y conocer su crecimiento uno tiene muchos datos. Por ejemplo, el pereguétano es un árbol que demora en crecer, en otros la disponibilidad de semillas no es fácil. Yo he aprendido un montón no solo de los árboles de la región sino de los datos, saber cuánto crece una planta cada mes, qué tanto demora la limpieza de una semilla, cuántas semillas pueden germinar por determinado peso, son muchas variables”.

Siembra de árboles
En la siembra de los árboles que esperan en un futuro conectarse con la Sierra Nevada se tuvo en cuenta la pendiente del terreno. Foto por: Julián Sáenz.


La coordinadora general Yinethsy Pérez aseguró, además que: “Tener los datos como lo son el tiempo de germinación, el número aproximado de germinación de plántulas por kilo, el valor de los jornales de trabajo y hasta los porcentajes de material perdido, ayudará en la formulación detallada de lo que cuesta producir un árbol, además de entender mejor a cada especie. Sin dudas esa información a futuro servirá para la producción de material vegetal diverso, lo que se requiere cuando de enriquecer los bosques se habla”.

Enriquecer los bosques y proteger la fauna presente en ellos, son dos de las múltiples razones por las que en Mingueo durante cierto tiempo se vieron árboles viajeros.
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El corredor del yaguarundí: un sueño que unirá dos cordilleras

Nota de actualidad | Por: Alejandro Hernández

El corredor del yaguarundí: un sueño que unirá dos cordilleras



En el valle geográfico del río Cauca se están sembrando 15.000 árboles que serán el inicio del corredor que conectará las Cordilleras Central y Occidental. Con esto se busca proteger el hábitat natural del yaguarundí y enriquecer los bosques secos de la región. Conozca la historia.

Felino el yaguarundí
El yaguarundí es el felino que impulsa los esfuerzos del corredor entre las dos cordilleras. Foto por: Joachim S. Müller


Un animal que para muchas personas tiene más aire de perro que de gato unió a diferentes personas y organizaciones en el Valle del Cauca. Un felino sin manchas, con un pelaje que varía de colores entre sus individuos siendo el gris, el café y el negro las alternativas, es el motor que impulsa la creación de un corredor biológico. Pero no es ni perro ni gato, es el yaguarundí (Herpailurus yagouaroundi) y su singularidad es lo que se busca proteger.

El sueño de formar el corredor del yaguarundí comienza en Buga en el departamento del Valle del Cauca y para conocer los predios destinados para esta hazaña si desde Cali se avanza, se debe transitar por la vía Panorama, un camino aparentemente recto para quienes no están familiarizados con el trayecto, en el que las plantaciones de caña abundan y ocasionalmente la vista se distrae al ver algunos matarratones, guásimos, chimichangos, samanes y leucaenas.

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Esta ruta es bien conocida por Camilo Londoño, director del Jardín Botánico de Cali, un ecólogo que ha dedicado su vida al estudio de las plantas por todo el país en pro de su conservación y quien amablemente acompañó a un equipo del Instituto Humboldt en el trayecto hacia el futuro corredor.

“Antes de que se levantara la Cordillera Occidental todo era un gran humedal y que fue así por 145 millones de años. Además, durante ese tiempo la vegetación nativa que conforman estos bosques se adaptó a vivir inundada. Por eso, podemos hablar de un bosque seco propiamente dicho y un bosque seco inundable”, explicó Londoño.

Un corredor angosto y lleno de vida

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Paisaje del valle geográfico del Río Cauca y la Laguna de Sonso. Foto por: Alejandro Hernández.


El corredor soñado del yaguarundí es el lugar más estrecho entre la Cordillera Central y la Cordillera Occidental, solo 12 kilómetros las separan. Allí, las plantaciones de caña de azúcar dominan el paisaje y pequeños parches de bosques esperan ser conectados y formar ese pasillo verde que proteja la biodiversidad.

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Al occidente se ubica la Laguna de Sonso, declarada en 1978 como Reserva Natural y más recientemente, en 2019, como Zona Ramsar que tiene jurisdicción en los municipios de Yotoco, Buga y Guacarí. En el otro extremo del valle, donde queda la Cordillera Central, se encuentra el Parque Natural Regional El Vínculo, el cual es dirigido por el Instituto para la Investigación y la Preservación del Patrimonio Cultural y Natural del Valle del Cauca (INCIVA).

La plantación de los primeros 15.000 árboles se puede considerar como el puntapié inicial de ese sueño llamado corredor del yaguarundí y fue posible gracias al convenio que Instituto Humboldt realizó con Jardín Botánico de Cali en el marco del programa de siembra de 180 millones de árboles “sembrar nos une”, liderado por el Ministerio de Ambiente.

“El sueño del corredor biológico venía gestándose desde el 2000 y este convenio sirvió de impulso para materializarlo. Desde el Jardín Botánico teníamos solo la capacidad de producir 5.000 de las 15.000 plántulas, pero fue ahí donde recibimos el apoyo de Asoyotoco y de Omaira una viverista comunitaria con quienes logramos completar el material vegetal, contando siempre con el asesoramiento técnico desde el Jardín Botánico y el Instituto Humboldt”, agregó Londoño.

Los aliados del corredor del yaguarundí

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De derecha a izquierda: Camilo Londoño, director del Jardín Botánico de Cali; Carlos Giraldo, representante de Epoca grupo empresarial de producción de caña; los viveristas Benjamín Erazo, Arturo Erazo y Laura Ayala; Efrén Salcedo, director de Asoyotoco. Foto por: Alejandro Hernández


Detrás de la restauración del bosque seco y del cuidado del yaguarundí hay una sinergia muy bien articulada. Están presentes los viveristas: Benjamín Erazo, Laura Ayala y Arturo Erazo y organizaciones como: Asoyotoco, el grupo empresarial Epoca, el Jardín Botánico de Cali y el Instituto Humboldt. Pero ¿cómo surgió la iniciativa?

“La Fundación Panthera en el 2019 pidió un permiso para instalar unas cámaras trampa en algunos predios azucareros y en la Laguna de Sonso. Así lo hicieron y al poco tiempo nos dieron los resultados. En las fotos aparecían: el venado, la guagua, la nutria, el buitre de ciénaga, aves migratorias y el yaguarundí. Y quedó la duda de: ¿Qué podemos hacer?”, comentó Carlos Giraldo, gerente de producción del grupo empresarial Epoca.

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Pronto la respuesta llegó. Efrén Salcedo, un ingeniero forestal que en su memoria lleva las fechas, las cifras y los momentos clave de la historia ambiental del Valle del Cauca desde hace más de 30 años, propuso conectar las cordilleras y así nació la idea de crear el corredor para ese felino de cuerpo, cuello y cola largas, pero de patas cortas.

“El ingenio azucarero y los bosques no son antagónicos. Todos los negocios no pueden ser dividendos económicos al hacer un bosque hay un dividendo espiritual. Para mí es satisfactorio ver la cantidad de vida que llega a un árbol que se sembró. Es eso lo que motiva, por eso la búsqueda de espacios para que el bosque crezca de la mano a la caña. Y confío que más ingenios replicarán estas ideas”, agregó Giraldo.

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Salcedo después de pensionarse en 2004 se vinculó en Asoyotoco y desde allí junto con su compañero de aventuras, Robert Peck, un ingeniero forestal estadounidense, se dedicaron a buscar y trabajar en cuánta oportunidad surja para proteger y hacer crecer los enclaves biológicos del departamento. Esa pareja de ingenieros y Laura Ayala, la viverista de quien se dice hace germinar lo que para muchos es imposible, son los cerebros detrás del vivero Santa Ana.

Yaguarundí y el corredor ambiental
El yaguarundí es un felino sin manchas, con un pelaje que varía de colores entre sus individuos siendo el gris, el café y el negro las alternativas. Foto izquierda Joachim S. Müller - foto derecha: Archivo Instituto Humboldt.


Santa Ana es un vivero singular, está en medio de las cañas de azúcar. Puede producir 8.000 plántulas de 54 especies diferentes entre las que destacan: el chitato, el cedro, la jagua, el coralino, el pisamo, el totofando, el chamburo, el manteco, la vara santa, el zurrumbo, entre otros que guían el camino del yaguarundí.

Todas las plántulas y semillas provienen de tres pequeños bosques que gracias a la gestión de Efrén Salcedo y de los ingenios de caña han crecido.

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El bosque de Las Chatas tiene 30 hectáreas y más de 200 años de antigüedad, algunos aseguran que fue visitado por Alexander von Humboldt en su paso por nuestro país. Por otro lado está el bosque La Isabela, tiene 40 hectáreas y no más de 30 años y se destaca por la gran capacidad de regeneración natural que tienen los samanes, mantecos y chamburos. Por último, el tercer bosque, con apenas dos años, el arboreto, que lleva como nombre Los guayabitos - Peck Salcedo, en honor a dos hombres que han dedicado su vida a los bosques, a los humedales y a las madreviejas del valle geográfico del río Cauca y la laguna de Sonso.

Viveristas
Los viveristas del vivero Santa Ana y la familia Rendón son los encargados de buscar las plántulas y fortalecerlas para llevarlas al corredor del yaguarundí. Foto por: Alejandro Hernández


Laura Ayala y Benjamín Erazo son viveristas del Santa Ana, conocen bien cada una de las 54 especies pero tienen sus preferidas. El biyuyo (Cordia dentata) dice Benjamín: “esta era el ‘pegastick’ de la época. De esta especie amenazada, solo se puede encontrar semilla en dos partes: en el bosque de Guacas y en la Laguna de Sonso, donde queda un solo arbolito. La semilla es supremamente escasa, hemos andado por todo lado, y no… Además, no es maderable es un arbusto ideal para los cercos, produce mucha semilla, primero florece y tiene dos tipos de flor, una amarilla y otra blanca, y el tarda en cargar su fruto ”.

Laura por su parte asegura que: “Al Biyuyo se le quita la pulpa y queda la almendra y se seca al sol tres días y luego ya procedemos a sembrarla. La forma más fácil es a la sombra, el germina soleado después de dos meses”.

También está la familia Rendón, que creció al borde de las quebradas adyacentes a la laguna de Sonso. Se consideran pescadores, amantes del campo y ahora conocen los secretos de los viveros. Su vida cambió en el momento que junto con otras 13 familias tuvieron que desalojar su hogar ante el riesgo de inundación. Establecidos en Buga, comenzaron de nuevo y crearon la Asociación de Productores Agropecuarios del Porvenir, donde desarrollan diferentes proyectos, uno de ellos llamado: Sembrando árboles, para cosechar aves.

El sueño del corredor del yaguarundí inicia con 15.000 árboles que serán sembrados en lotes, corredores y quebradas en esta gran matriz de caña. Sin embargo, se necesitará del apoyo de los otros propietarios de la región. Carlos, Efrén y Camilo están seguros que esa meta se puede lograr y que las primeras siembras motivarán a las personas que poco a poco entenderán que la caña y el bosque son compatibles.
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