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Pensilvania: la primera hembra de oso andino que será rastreada con un collar de telemetría GPS en Colombia

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Por: Prensa Instituto Humboldt | Bogotá D.C., 30 de marzo de 2021

Pensilvania: la primera hembra de oso andino que será rastreada con un collar de telemetría GPS en Colombia




Pensilvania será liberada hoy en una reserva natural de la sociedad civil. La comunidad de la zona hará parte del proceso de monitoreo. Foto: Corpoboyacá.


  • •  Esta osa adulta rescatada en el año 2020 será liberada en un área protegida del departamento de Boyacá.
  • •  Por medio de un collar de telemetría con GPS instalado en su cuello, se analizará cómo la osa utiliza los diferentes ecosistemas, su área de distribución y el grado de adaptación al bosque.
  • •  Este hito es posible por el trabajo articulado entre Corpoboyacá, Fundación Bioandina, Fundación Wii, la reserva Corazón de la Montaña, Parques Nacionales Naturales, Fundación Juan de Castellanos y el Instituto Humboldt.
  • •  Pensilvania será la primera hembra de esta especie en ser estudiada con esta tecnología en el país, un trabajo que en Colombia hasta ahora solo se ha realizado en dos machos rastreados en Chingaza.


A comienzos del año pasado, la comunidad de la vereda Pensilvania, que hace parte de la zona rural del municipio boyacense de Moniquirá, quedó perpleja por la presencia de una osa andina adulta (Tremarctos ornatus) que deambulaba cerca de las viviendas de la zona.

Durante varios días, los habitantes vieron a este imponente mamífero bastante desorientado. Muchos pensaban que tarde o temprano se cansaría de explorar el territorio y regresaría al Santuario de Fauna y Flora Alto Río Fonce, de donde posiblemente era nativo por la cercanía con la vereda.

De repente, la osa decidió treparse en uno de los árboles de la zona urbana del municipio de Moniquirá para refugiarse. Allí se quedó casi que inmóvil, sin intención de bajar. La vulnerabilidad del animal, catalogado como el guardián de los bosques andinos, hizo reaccionar positivamente a la población.


La osa andina fue avistada el año pasado por la comunidad de la vereda Pensilvania del municipio boyacense de Moniquirá. Foto: Corpoboyacá.


“La gente empezó a comunicarse con diferentes entidades e instituciones ambientales para que ayudaran a la osa andina, una especie que ya está catalogada como vulnerable a la extinción debido a la acelerada pérdida del bosque y a la cacería por retaliación de los campesinos”, informó Nicolás Reyes Amaya, biólogo, mastozoólogo, PhD en ciencias biológicas y curador de la colección de mamíferos del Instituto Alexander von Humboldt.

Funcionarios de la Corporación Autónoma Regional de Boyacá (Corpoboyacá) y la Fundación Santuario del Oso de Anteojos acudieron al llamado ciudadano y en los primeros análisis notaron que la hembra estaba un poco baja de peso, es decir con una condición corporal que no era la más óptima.

“La autoridad ambiental del departamento tomó la decisión de capturar a la osa para luego reubicarla. Ese proceso, que contó con el apoyo activo de la comunidad, duró aproximadamente tres días. No fue fácil porque si era sedada se corría un alto riesgo de que cayera del árbol y se lastimara bastante”, manifestó Reyes.

La razón de la llegada de la osa al casco urbano de la vereda es todo un misterio. Según el biólogo del Humboldt, el animal pudo desubicarse al ser perseguido por perros y terminó llegando a una zona con potreros y una alta presencia humana.

Pensilvania fue rescatada por varias entidades ambientales y luego fue reubicada en el Santuario del Oso de Anteojos de la Fundación Bioandina. Foto: Corpoboyacá.


Hogar de paso

La osa andina, nombrada Pensilvania en honor a la vereda donde la comunidad la rescató, fue reubicada en el Santuario del Oso de Anteojos de la Fundación Bioandina, localizado en el municipio de Guasca (Cundinamarca), donde expertos iniciaron el proceso de rehabilitación.

“En este hogar de paso el objetivo era que la osa pudiera alimentarse bien, subiera de peso y recuperara su masa corporal. Los biólogos y zootecnistas se dieron cuenta que tenía fracturado un colmillo, razón por la cual Corpoboyacá determinó que era necesario realizarle un tratamiento odontológico”, dijo el curador de la colección de mamíferos del Humboldt.

Sin embargo, las prótesis en el colmillo no fueron exitosas, ya que todas se rompieron al poco tiempo de ser instaladas. Con asesoría del Instituto Humboldt y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la autoridad ambiental tomó la decisión de liberar a la osa sin más intervenciones.


Funcionarios de diversas entidades dialogaron de telemetría con las comunidades de la zona. Foto: Nicolás Reyes (Instituto Humboldt).


“Es bastante normal encontrar en vida silvestre osos que han perdido hasta los dos colmillos y aun así viven una vida plena. Es decir que no es un limitante para que en su hábitat natural pueda sobrevivir y encontrar su propio alimento”, afirmó Reyes. Corpoboyacá, Fundación Bioandina, Fundación Wii, la reserva de la sociedad civil Corazón de la Montaña, Parques Nacionales Naturales, Fundación Juan de Castellanos y el Instituto Humboldt, iniciaron un largo trabajo para poder liberar a la osa en predios de la Reserva de la Sociedad Civil Corazón de la Montaña, en inmediaciones del Santuario de Fauna y Flora Alto Río Fonce, de donde posiblemente es nativa.

“Lo ideal es que todas las liberaciones de fauna silvestre sean en los sitios donde hay certeza o sospecha que es nativa. Por su cercanía a la vereda donde fue rescatada, se tomó la decisión de liberar a Pensilvania en inmediaciones de esta área protegida ubicada entre Boyacá y Santander”, dijo el investigador del Humboldt.


Un collar de telemetría con GPS instalado en su cuello, analizará cómo la osa utiliza los diferentes ecosistemas. Foto: Nicolás Reyes (Instituto Humboldt).


Primera hembra con GPS

Mientras Pensilvania cumplía su proceso de rehabilitación, los expertos tomaron la decisión de instalarle un collar de telemetría con GPS para rastrear sus movimientos cuando sea liberada en el santuario Alto Río Fonce, lo que se convertirá en todo un hito en Colombia.

“Pensilvania será la primera hembra de oso andino a la que se le instale un collar de telemetría con GPS en el país, con lo cual esperamos estudiar varios aspectos como su área de distribución, el uso de los ecosistemas y el grado de adaptación en su nuevo hogar: el bosque del santuario”, dijo Hernando García, director del Instituto Humboldt.

Por su parte, Reyes agregó que espera que el ejercicio con esta hembra sea igual de exitoso al llevado a cabo con Apipa Utut, el primer oso andino macho rastreado con GPS en el territorio nacional.


Nicolás Reyes (Instituto Humboldt) y Daniel Rodríguez (Fundación Wii) verifican todos los equipos que se utilizarán para hacerle seguimiento a Pensilvania. Foto: Instituto Humboldt.


Este oso macho fue liberado con un collar de telemetría GPS en Chingaza, herramienta que entre octubre y diciembre de 2013 arrojó varios datos, como que se movió por un área de 238,86 kilómetros cuadrados y prefirió los matorrales de páramo y subpáramo para sus desplazamientos.

A Apipa Utut luego se le unió otro oso macho con collar de telemetría GPS, marcado por la Wildlife Conservation Society (WCS) en Chingaza. “Es decir que Pensilvania sería la primera osa andina rastreada con esta tecnología en el país y el tercer oso andino”, complementó Reyes.

Mientras las autoridades ambientales escogían la mejor fecha para hacer la liberación de Pensilvania, las comunidades vecinas al santuario de flora y fauna fueron capacitadas por expertos. La razón: serán protagonistas en el estudio de telemetría.


La comunidad será la encargada de hacer el seguimiento de la información que emitirá el collar de la osa. Foto: Nicolás Reyes (Instituto Humboldt).


“El pasado fin de semana realizamos una jornada de socialización con las comunidades de la vereda Santa Helena, en Duitama. Esto es de suma importancia porque esta comunidad será la encargada de hacer el seguimiento de la información que emitirá el collar de la osa, en un ejercicio de democratización de la ciencia apoyado desde el Instituto Humboldt”, apuntó Reyes. En estas socializaciones participaron funcionarios del Instituto Humboldt, la Fundación Wii, la reserva de la sociedad civil Corazón de la Montaña y Corpoboyacá, quienes dialogaron de telemetría con las comunidades. “Con el apoyo de las comunidades analizaremos toda la información que se obtendrá de la osa para saber si se adaptó a la zona y revisar cómo avanza su proceso de adaptación en ese bosque que será su nuevo hogar”, dijo García.

Liberación en Semana Santa

Este martes 30 de marzo, en el inicio de la Semana Santa, Pensilvania saldrá del hogar de paso en Guasca para regresar al bosque andino que sobrevive en el santuario de fauna y flora Alto Río Fonce, ubicado en la frontera entre Boyacá y Santander.

Corpoboyacá, Fundación Bioandina, Fundación Wii, la reserva Corazón de la Montaña, Parques Nacionales Naturales, Fundación Juan de Castellanos y el Instituto Humboldt, serán los encargados de liberar a la osa en su hábitat natural.


Pensilvania será la primera hembra de oso andino que será rastreada con un collar de telemetría GPS en Colombia. Foto: Instituto Humboldt.


“La osa, que puede alcanzar a pesar hasta 55 kilos, será sedada para así poder ingresarla en un guacal amplio. Luego será llevada en helicóptero hasta una zona de la reserva de la sociedad civil corazón de la montaña, desde donde partirá hasta un bosque profundo para liberarla”, explicó el investigador Nicolás Reyes.

El proceso de seguimiento satelital y análisis de toda la información que arroje el GPS será liderado por el Instituto Humboldt, en especial por el curador de la colección de mamíferos de la entidad, con el apoyo de la Fundación Wii, pionera en los estudios de esta especie de oso en el país.

La Fundación Wii, con el apoyo del Humboldt, lideró el artículo científico sobre el primer estudio de telemetría en un oso andino en Colombia, Apipa Utut, que fue publicado este año. “Lo más bonito de esta experiencia ha sido la participación de la comunidad, tanto de los habitantes de la vereda Pensilvania que la rescataron como la gente de la vereda Santa Helena que se encargará de monitorearla en su hábitat natural”, finalizó Reyes.

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Primer diálogo virtual con las comunidades del Pacífico: un homenaje a Juana Perea

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Por: Prensa Instituto Humboldt | Bogotá D.C., 26 de marzo de 2021

Primer diálogo virtual con las comunidades del Pacífico: un homenaje a Juana Perea




El Instituto Humboldt realizó el primer diálogo de saberes sobre biodiversidad con las comunidades del Pacífico de manera virtual debido a la pandemia del coronavirus. Foto: Jhon Barros (Instituto Humboldt).


  • •  La pandemia no fue obstáculo para que investigadoras del Instituto Humboldt dialogaran sobre biodiversidad y ciencia participativa con las comunidades del Pacífico.
  • •  Por medio de sus celulares y computadores, 30 líderes ambientales de la región hablaron durante tres días sobre sus iniciativas y relacionaron la biodiversidad con los platos típicos de la región.
  • •  El primer diálogo de saberes realizado en el Pacífico colombiano le rindió un homenaje a la lideresa ambiental que trabajaba con la comunidad en temas como el ecoturismo.
Corrían los primeros días de diciembre de 2019. Mientras la mayoría de los colombianos armaban sus árboles de Navidad y le daban forma al pesebre para rezar la Novena de Aguinaldos, Carolina Soto, Sindy Martínez y Talia Waldron investigadoras del Instituto Humboldt, tenían la mente en el Pacífico colombiano, una de las regiones más biodiversas y a su vez olvidadas del país.

Las tres investigadoras soñaban con escuchar las voces e historias de varias de las comunidades y líderes ambientales y sociales del Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño que han dedicado sus vidas a cuidar los recursos naturales, además de recorrer los diversos ecosistemas que alberga la zona más lluviosa del territorio nacional, como las selvas húmedas y los manglares.


El Pacífico colombiano es una de las regiones más biodiversas del país que alberga la zona más lluviosa del territorio nacional. Foto: Jhon Barros (Instituto Humboldt).


“El propósito era visitar la región para realizar un diálogo de saberes sobre biodiversidad con las comunidades del Pacífico y varios talleres para realizar un proceso de fortalecimiento de capacidades en ciencia participativa. Nos imaginábamos estar en diversos sitios conversando largas horas con la gente de la región”, aseguran las investigadoras de ciencia participativa del Humboldt.

El primer paso fue crear una ruta de trabajo con el Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico (IIAP) para identificar las comunidades y los escenarios de los diálogos, que en su inicio no fueron concebidos como los tradicionales salones de clase sino como aulas abiertas en el bosque.

“Convocar a las personas fue todo un reto, ya que nunca habíamos realizado un diálogo de saberes en el Pacífico. Además de incontables llamadas a conocidos que han trabajado en la región, como WWF, lanzamos piezas de comunicación en redes sociales para convocar a la gente y que se inscribiera en un formulario. Queríamos contar tanto con personas del Chocó como de los otros departamentos”, recuerda Soto.


Mientras las investigadoras cuadraban detalles para el primer diálogo de saberes con las comunidades del Pacífico, la pandemia hizo tambalear el evento. Fuente: Instituto Humboldt.


Llega la pandemia

Durante los primeros meses de 2020, Soto y Martínez, con el apoyo de otros investigadores del Humboldt, estuvieron dedicadas de lleno a identificar a las comunidades y pensar en los posibles escenarios para realizar los encuentros presenciales sobre biodiversidad.

A finales de marzo, el esquema original de los eventos y talleres se vino al piso por la llegada del covid-19 a Colombia y las medidas del Gobierno para contener los contagios, como el inicio de la cuarentena obligatoria a nivel nacional.

“La pandemia nos hizo replantear todo, ya que éramos conscientes que un evento presencial con las comunidades en el Pacífico sería casi que imposible y un gran riesgo para todos. Los diálogos debían ser virtuales, algo que es bastante complicado en una región donde el acceso a internet y los medios de comunicación son escasos”, precisan las investigadoras.


Las investigadoras soñaban con escuchar las voces e historias de varias de las comunidades y líderes ambientales y sociales del Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño. Foto: Jhon Barros (Instituto Humboldt).


El coronavirus no desmotivó a las expertas para escuchar los relatos biodiversos de los habitantes del Pacífico. Con la meta de realizar tres talleres a finales de noviembre, siguieron en la búsqueda de las comunidades y empezaron a buscar alternativas para que la población pudiera conectarse a través de sus celulares o computadores.

“Como ya teníamos claro que no íbamos a ir a terreno, decidimos invertir esos recursos en estrategias que permitieran garantizar el acceso a internet de las comunidades. Talia, una de nuestras investigadoras en ciencia participativa, tuvo la brillante idea de destinar dinero para la compra de recargas de internet”, dijo Soto.

La seguridad de la población era uno de los problemas que les robaba horas de sueño a las biólogas. “Estábamos haciendo una convocatoria para líderes en una región con graves conflictos socioambientales, como el caso de la construcción del puerto de Tribugá en Nuquí (Chocó)”, complementó la experta.

Juana Perea, la primera en confirmar

A pesar de la zozobra por la inseguridad de la zona y lo novedoso de un evento virtual, las investigadoras siguieron difundiendo el formulario de inscripción con sus conocidos y por medio de las redes sociales. La fecha del diálogo de saberes sobre biodiversidad quedó para los días 11, 18 y 25 de noviembre.

Juana Perea, una colombo-española que estaba radicada hace dos años en el municipio de Nuquí (Chocó), donde trabajaba en temas como el ecoturismo y alzaba su voz en contra de la construcción del puerto de Tribugá, fue la primera en inscribirse en el formulario del diálogo de saberes del Humboldt.


La pandemia no desmotivó a que Carolina Soto (izquierda) y Sindy Martínez (derecha) escucharan las historias sobre biodiversidad de las comunidades del Pacífico. Foto: archivo particular Carolina Soto y Sindy Martínez.


“Nos llenó de alegría ver el nombre de Juana en el formulario, ya que sabíamos del trabajo que realizaba con las comunidades del Pacífico y su lucha por la protección de la naturaleza. Su inscripción llegó a mediados del mes de octubre”, recuerdan ambas con nostalgia.

El correo de Juana motivó mucho más a las investigadoras. Según Martínez, decía que, aunque no era chocoana, se sentía como si lo fuera. “Nos dijo que quería hacer de Nuquí una región sostenible a través del trabajo con las comunidades, por lo cual creía que nuestros talleres le iban a servir mucho en su proyecto”.

Días después, Martínez le envió un correo a Perea confirmando que había sido seleccionada para participar en el diálogo de saberes, el cual nunca pudo ser contestado. El 29 de octubre, el cuerpo de la mujer de 50 años fue encontrado sin vida a orillas del mar por un disparo en su cabeza.


Aunque la pandemia evitó que las investigadoras fueran a campo a recorrer las selvas húmedas, la virtualidad permitió que realizarán el primer diálogo de saberes en el Pacífico. Foto: Jhon Barros (Instituto Humboldt).


“Sindy me escribió al celular en la noche. Cuando vi una carita triste con lágrimas me imaginé que había problemas de logística, pero cuando me contó que Juana había sido asesinada enseguida me puse a llorar. Fue un golpe muy duro para todos los que trabajamos por la naturaleza”, afirma Soto.

Con el corazón adolorido por el asesinato de Juana Perea, las biólogas decidieron rendirle un homenaje a la líder ambiental a través por medio del diálogo de saberes.

“Esta tragedia nos hizo reflexionar sobre la seguridad de los líderes ambientales que querían participar en el encuentro, los cuales día a día arriesgan sus vidas para defender los recursos naturales del Pacífico”, dijo Sindy.


Juana Perea, líder ambiental que se opuso a la construcción del puerto de Tribugá, fue la primera en inscribirse en el diálogo de saberes del Instituto Humboldt. Foto: Facebook Juana Perea.


Participación masiva

Martínez, Soto y Waldrón definieron un tope de personas para el diálogo de saberes: máximo 30 líderes ambientales de los departamentos del Pacífico, una cifra ambiciosa debido a los problemas de conectividad y seguridad.

“Al comienzo teníamos dudas de que la comunidad participara. Pero pasó todo lo contrario, ya que la convocatoria superó el número trazado, más de 50 personas entre afrodescendientes, indígenas y campesinos”.

Sin embargo, debido a lo complejo de la virtualidad y el miedo por la seguridad, seleccionaron solo 30. “Muchos nos decían que estaban dispuestos a desplazarse hasta sitios como Quibdó para conectarse, pero no podíamos correr el riesgo de que algo malo pasara”, apuntó Soto.


30 líderes ambientales de los departamentos del Pacífico se inscribieron en el diálogo de saberes sobre biodiversidad. Fotos: Instituto Humboldt.


Los 30 líderes ambientales seleccionados habitan en 12 municipios del Pacífico: Bahía Solano, Bajo Baudó, Buenaventura, Dagua, Juradó, Lloró, Medio Atrato, Nuquí, Quibdó, Riosucio, Timbiquí y Tumaco.

El diálogo de saberes se dividió en tres módulos: el primero sobre lo que es la ciencia participativa, el segundo de inventarios participativos y el tercero de monitoreo participativo como una estrategia de gestión del territorio.

“Quedamos sorprendidas con las ganas de la comunidad por participar. Por ejemplo, Anderson, un chocoano amante de la naturaleza, asistió a las clases con su bebé en brazos, y una vez nos mostró con el celular cómo se había inundado su casa por los fuertes aguaceros de noviembre; parecía un río”, comenta Soto.


Por un grupo de WhatsApp, las comunidades del Pacífico enviaban fotografías de sus territorios. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


La lluvia fue uno de los comunes denominadores durante los tres días del diálogo. Según Martínez, la gente decía a través de su celular o portátiles que llevaban tres semanas inundados, “pero aquí estamos para aprender”.

Un grupo de WhatsApp fue el principal medio de comunicación para difundir la agenda de los talleres y conocer un poco más sobre la vida de los participantes. “Durante todo noviembre nos conocimos a través del celular”.

Rompiendo barreras

Los diálogos de saberes sobre biodiversidad del Instituto Humboldt distan de las clases magistrales de los colegios y universidades, ya que las comunidades son las protagonistas y las que más conocen sobre los ecosistemas.

“Son espacios donde el diálogo siempre está abierto para que cuenten sus experiencias y formas de pensar. Los investigadores no tenemos el objetivo de evangelizar a los participantes, sino de aprender de su conocimiento; la gente nos da sopa y seco, son increíbles”, anota Soto.


Las comunidades hablaron de la biodiversidad presente en los principales platos típicos de la región. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


Por ejemplo, en uno de los talleres del encuentro virtual, que fue realizado a través de la plataforma Zoom, un grupo de profesores alzó su voz porque no escuchaban nada de las charlas e intervenciones de los demás.

“Eran tres maestros de Timbiquí conectados en un solo celular que tenían problemas de audio por los audífonos. Les dimos la palabra a Domansio, Licenia y Marila, quienes nos contaron todo lo que están haciendo con los estudiantes para que se enamoren de la naturaleza”, dice Sindy.

¿Qué es la ciencia participativa?

Cuando la conexión era buena, los 30 líderes ambientales prendían la cámara para mostrar sus rostros sonrientes. “Así lo hicieron todos antes del inicio de los talleres. Para romper el hielo, les dijimos que nos contaran sobre los platos típicos en cada una de sus regiones”, afirma Martínez.

La comida tradicional causó una algarabía en el encuentro virtual porque todos querían intervenir. “Con la comida entra cualquiera y se rompe la timidez. Esto saca tanto sonrisas como experiencias e historias, ya que cada plato representa la biodiversidad de las regiones. El chontaduro y el pescado fueron protagonistas en este ejercicio”.


Los habitantes del Pacífico también mostraron varias especies de animales que habitan cerca de sus viviendas. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


Con la timidez en el olvido, las expertas dieron inicio al primer taller del diálogo de saberes, que empezó con preguntarle a la comunidad a qué les sonaba el término de ciencia participativa.

A la mayoría les sonaba a conocimiento y construcción, pero ninguno lo aterrizaba. María Paz, una docente de Bahía Málaga en Buenaventura, tomó la vocería y nos contó una experiencia cien por ciento enmarcada en ciencia participativa.

“Esta mujer lleva años trabajando con niños y jóvenes en el monitoreo comunitario de tortugas y piangua, una concha que crece debajo de los mangles y que en el Pacífico solo es cosechada por las mujeres. Cuando terminó le dijimos que eso es ciencia participativa, algo que dejó perplejos a los participantes porque todos de alguna manera lo han realizado”, dice Sindy.


Varios proyectos que tienen a la biodiversidad como protagonista, fueron presentados por las comunidades del Pacífico. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


El intercambio de platos típicos y acciones de ciencia participativa duró aproximadamente tres horas, un espacio en donde las comunidades empezaron a construir lazos para trabajar mancomunadamente.

“Algo muy bonito del primer taller es que la comunidad empezó a enlazar sus proyectos con los de los demás, una sinergia que podría arrojar trabajos a futuro. Algo que les llamó mucho la atención fue el cultivo de naidí que algunas poblaciones trabajan desde hace varios años”, menciona Soto.

Al final del primer taller, las investigadoras del Humboldt les pusieron una tarea a los participantes: tomar fotografías de alguna especie o un ecosistema cercano a sus casas, la cual debía ser enviada al grupo de WhatsApp.


Foto 13: La comunidad del Pacífico es una gran conocedora de la biodiversidad de su región. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


Biodiversidad en el plato

Durante toda una semana, las comunidades del Pacífico inundaron el chat grupal con imágenes de la vasta biodiversidad que habita cerca de sus viviendas. “Fotos de rayas, tortugas marinas, armadillos y el naidí mandaron la parada, las cuales sorprendieron a todos porque muchas no las conocían”, dice Martínez.

Según Soto, este ejercicio fue el abrebocas para empezar a hablar de los inventarios participativos. “Primero les presentamos algunas cifras de la biodiversidad de la región, los datos de los BioModelos del Humboldt e incluso un mapa de vacíos de información en la región, de diferentes grupos biológicos”.


En el diálogo de saberes, las comunidades escribieron sobre la biodiversidad que conforma los platos típicos de sus municipios. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


La comunidad empezó a charlar sobre la flora y fauna presente en cada una de las regiones. “Resaltaron que los principales investigadores de la biodiversidad son las comunidades, algo que se complementa con el trabajo de los investigadores”.

La biodiversidad en los platos típicos fue retomada en el segundo taller a través de un ejercicio que consistió en desmenuzar detalladamente lo que conforma una de sus comidas más tradicionales: el encocado de camarones.

“Klaudia Cárdenas, antropóloga del Humboldt, les mostró una foto de langostinos con plátano y hierbas de azotea, bañados con leche de coco (Camarón munchillá) para que los participantes compartieran de dónde venían los recursos para preparar el plato y describieran los espacios de uso”.


Con los platos típicos es posible construir inventarios de biodiversidad. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


Según Soto, el mensaje de Klaudia era: “un plato nos permite hablar de la cultura, de los recursos, de las prácticas, de los espacios de uso, de las festividades y de los medios de vida de las personas de nuestras comunidades. Por esto debemos ser conscientes y responsables de lo elegimos para comer, porque desde esta decisión estamos transformando nuestros modos de vida y nuestros paisajes. La fuerza de la boca transforma los paisajes”.

La nueva tarea fue dibujar todo el proceso que conlleva preparar un plato típico, desde que son extraídos los ingredientes hasta que está servido en la mesa. “Dibujaron plátanos, pescados, camarones y las hierbas para sazonarlos. La profesora María Paz fue una de las más juiciosas, ya que dibujó hasta las artes de pesca en su municipio”, complementó Martínez.


La cocina es una perfecta representación de la biodiversidad que encontramos en los diferentes ecosistemas del país. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


Las expertas recuerdan la descripción de un ceviche típico del Pacífico. “El plato contiene biodiversidad como el camarón mochila que se captura con ganchos artesanales; plátano que crece en la sombra; hierbas, condimentos, cilantro, orégano y poleo, especies que las matronas siembran en las azoteas; y verduras, cebolla, ajo y coco”.

Para Soto, luego de estos relatos las comunidades empezaban a cuestionarse sobre varios aspectos de los ingredientes, como que el plátano no es de la región o que algunos recursos están sobreutilizados. “Fue muy bonito ver cómo desde la cocina podemos meternos en el mundo de los inventarios y hacer un rastreo de la biodiversidad y la cultura de la zona”.

Monitoreos desde la nevera

El último día del diálogo de saberes, realizado el 25 de noviembre, estuvo enfocado en el monitoreo participativo de la biodiversidad, un tema que las investigadoras también abordaron a través de los alimentos que hay en la cocina.

“Arrancamos con hacer un inventario de lo que tenemos en las neveras, un ejercicio que revela aspectos como cada cuánto debo hacer mercado, ir al río o a la selva por alimentos y los recursos que me hacen falta para preparar la comida y por qué está escaseando”, menciona Martínez.


Varios habitantes del Pacífico ya realizan monitoreos de la biodiversidad con las comunidades. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


Las biólogas, con el apoyo virtual de Yenifer Herrera otra experta del Humboldt, contaron varias experiencias de monitoreo comunitario, como en el bosque seco tropical de los Montes de María en el Caribe donde la comunidad trabaja con aves y cultivos.

“Las comunidades del Pacífico afirmaron que ya trabajan en monitoreos comunitarios de especies como el naidí y la piangua, y en algunos proyectos de ecoturismo con las aves que habitan en la región”, recalca Soto.

Los tres talleres fueron realizados los días miércoles, fechas en las que algunas comunidades no podían asistir debido al trabajo o compromisos familiares. “No podíamos quedar mal con la gente, como algunos miembros de los Guardianes del Atrato, por lo cual decidimos cuadrar un combo para dos sábados, una versión compacta del diálogo de saberes”.

En esas jornadas extra apareció una profesora de la Universidad del Valle con un proyecto de monitoreo comunitario sobre insectos enfocado en enfermedades tropicales. “Un profesor de Dagua se conectó desde un bus en las charlas, algo que nos demostró el gran interés que tienen las comunidades por ser escuchadas”.


Los participantes evidenciaron que cada uno de los platos típicos reúne gran parte de la biodiversidad del Pacífico. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


Cosechas biodiversas

El 2 de diciembre, los 30 líderes ambientales del Pacífico participaron en un intercambio de experiencias sobre los tres días del diálogo de saberes, algo que Soto y Martínez definen como una sesión de cosecha, es decir lo que recoges y te llevas.

“Dialogamos sobre cuál fue la cosecha de este encuentro y las semillas que arrojó. La comunidad concluyó que siguiéramos con el chat grupal para seguir intercambiando información sobre la biodiversidad, y así en el futuro poder cocrear proyectos de ciencia ciudadana”.

Reconocieron que la defensa de los recursos naturales del territorio debe ser una prioridad, pero no hay muchas garantías para el trabajo de los líderes por los problemas de inseguridad que hay en todo el país.


En varios escritos, las comunidades plasmaron lo que representa la biodiversidad para cada uno de ellos. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


“Les encantó conocer cosas de su propio territorio a través de las historias de sus compañeros, por lo cual forjaron lazos que se están convirtiendo en una red comunitaria. El ponerle nombre a lo que hacen les permitió saber que llevan años haciendo ciencia, pero recalcaron en que su trabajo es poco valorado”.

Las comunidades del Pacífico aseguraron que se llevaban muchos conocimientos sobre la investigación participativa y que todo se debería hacer en trabajo de equipo. “Hicieron énfasis en que el Instituto Humboldt puede ser la sombrilla para seguir conectados y que esperan participar en otros encuentros que sean presenciales cuando mejore la situación de salud pública.

Todos los participantes recibieron un kit de regalo de parte del Instituto Humboldt como reconocimiento a todas las experiencias contadas, que incluyó la publicación impresa del Animalario, una agenda, una botella de aluminio y una bolsa de tela.


Los participantes recibieron un kit de regalo que incluyó la publicación impresa del Animalario, una agenda, una botella de aluminio y una bolsa de tela. Foto: Instituto Humboldt.


Para las biólogas, las principales lecciones vinieron por parte de las comunidades. “No solo en todo el conocimiento que tienen sobre biodiversidad, sino en esas ganas de sacar a flote sus iniciativas a pesar de las adversidades. La sonrisa de la gente del Pacífico no se marchita”.

En el corto tiempo, las investigadoras del Humboldt tienen pensado hacer una publicación con todas las historias recopiladas en este diálogo de saberes, un documento con crónicas, imágenes, fotografías y relatos biodiversos.

“En el repositorio del Humboldt están publicadas las memorias del evento, pero queremos ir mucho más allá y llevarles la publicación didáctica a las comunidades del Pacífico, donde sin lugar a duda vamos a seguir trabajando. Las 30 personas del diálogo serán nuestros investigadores potenciales”.
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Instituto Humboldt lanza bitácora de las plantas que embellecen los páramos de Colombia

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Por: Prensa Instituto Humboldt | Bogotá D.C., 19 de marzo de 2021

Instituto Humboldt lanza bitácora de las plantas que embellecen los páramos de Colombia




El Senecio formosoides, más conocido como “Arnina”, es una hierba de hasta un metro de altura con flores fucsias y violetas.


  • •  La segunda edición de la Bitácora de Flora: Guía visual de plantas de páramo, permite identificar las especies y conocer la diversidad biológica de este importante ecosistema del país.
Además de los emblemáticos frailejones, en los páramos de Colombia habitan cerca de 4.000 especies de plantas, una magia biodiversa que corresponde al 15 por ciento del total de especies registradas en el territorio nacional.

Sin embargo, reconocer las plantas del páramo no es una tarea sencilla, por lo cual el Instituto Humboldt elaboró una herramienta de fácil consulta y acceso para que aficionados, expertos y ciudadanía puedan acercarse más al universo de la botánica.

Se trata de la segunda edición de la Bitácora de Flora de los páramos colombianos, una guía visual de esos cuadernos en donde los científicos anotan avistamientos de especies, características del espacio, los objetos que están analizando o incluso como una guía de datos e ideas para sus investigaciones.

En este caso, en la Bitácora de Flora se presentan fichas con información sobre las diversas plantas de páramo, sus formas de crecimiento, familia, especie, autor que describió la planta por primera vez, nombre común con el que se conocen en los territorios, una breve descripción física que permite hacer la correcta identificación, su distribución geográfica y categoría de amenaza - un dato adicional para esta edición.

Según Hermando García Martinez, director del Instituto Humboldt, esta guía es un insumo clave para consulta de investigadores, autoridades ambientales, turistas y población local interesada en profundizar su conocimiento acerca de la flora del páramo, su distribución e interacción con otras plantas y animales.

"Incluye además las principales especies de plantas invasoras, con el ánimo de que sus usuarios puedan dar alertas tempranas sobre su presencia e iniciar las labores de control y posterior mantenimiento de la regeneración vegetativa".


Roseta acaule (Paepalanthus lindenii) con inflorescencias alargadas y flores de color blanco, grisáceo. Foto :César Marín


Las plantas de páramo, por las bajas temperaturas y alta radiación solar, han desarrollado estrategias de adaptación como vellosidades para mantener el calor y reducir la pérdida de humedad, así como la producción de ceras o pequeñas escamas.

"La mayoría tiene hojas pequeñas y rígidas y son comunes las formas como rosetas o individuos leñosos, muy eficientes al capturar la niebla e infiltrar el agua que va a alimentar los nacimientos de quebradas y ríos de las que se surten poblaciones que habitan en las partes bajas de la montaña", precisó García.

Esta biodiversidad se ve amenazada a escala local, principalmente por la expansión de la frontera agrícola, la minería, la aplicación de agroquímicos, la introducción de especies de plantas invasoras como el pino, la acacia, el retamo, y por fenómenos globales como el incremento de temperaturas debido al calentamiento global.


Retamo liso o blanco (Genista monspessulana) es una arbusto de hasta tres metros de alto que se le conoce como una especie invasora por su rápido crecimiento y expansión que inhibe el desarrollo de las plantas nativas. Foto: César Marín


¿Cómo se usa la Bitácora de Flora ?

La bitácora está disponible para descarga libre en el portal del Repositorio del Instituto Humboldt; puede visualizarse sin ningún problema en el celular o tableta y así llevarla en las salidas al páramo.

En su versión impresa, la Bitácora de Flora, segunda edición, cuenta con un pequeño cuadro de texto en el que se puede hacer anotaciones para que luego el usuario pueda retomarlas en casa y complementar los datos que obtuvo en campo.

Para ampliar esta información y conocer la guía de lectura, haz clic en este enlace “Paso a paso de Bitácora de Flora”



“Esperamos que esta publicación siga contribuyendo a una mayor apropiación social de este ecosistema y a qué todos los interesados, especialistas y aficionados se enamoren del páramo. Esperamos que esta guía se convierta en una herramienta útil para los diferentes actores que trabajan en pro de su conservación y desarrollo sostenible”, dijo César Marín, autor de la Bitácora de Flora.

Esta segunda edición fue lanzada con el apoyo del proyecto Páramos: Biodiversidad y Recursos Hídricos en los Andes del Norte, financiado por la Unión Europea y coordinado por el Instituto Humboldt.

Para consultar y descargar esta publicación haga clic en el enlace “Guía Visual de Plantas de Páramos. Segunda edición”.
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Chiscá, un recorrido por los páramos andinos

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La obra es una síntesis de las investigaciones que sobre los recursos naturales de Sumapaz adelantaron investigadores del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia. El libro es de gran ayuda para la conservación y evaluación de la diversidad florística y de los recursos hidrológicos del páramo.

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