Instituto de Investigación de Recursos Biológicos
Alexander von Humboldt

Investigación en biodiversidad y servicios ecosistémicos para la toma de decisiones

conexion vital

Humedales y su aporte frente a los efectos del cambio climático



Foto: Carolina Alcázar / Transiciones socioecológicas hacia la sostenibilidad



El cambio climático es una de las realidades más urgentes a las que se enfrenta la humanidad y el planeta, razón que inspira el tema de la edición 2019 del Día Mundial de los Humedales, destacando su rol principal en la solución natural para enfrentar este fenómeno.

Según la Convención sobre los Humedales (Ramsar), pese a todos los servicios esenciales que brindan estos ecosistemas, en el último siglo el mundo perdió el 64 % de los humedales, y continúa su descenso a un ritmo del 1 % anual, porcentaje mayor a la tasa actual de deforestación.



Foto: Felipe Villegas / Instituto Humboldt

En Colombia, cerca del 95 % de la transformación de los humedales se debe a la actividad ganadera (63,7 %), la deforestación (15,9 %) y la agricultura (15,3 %).



En cuanto a la mitigación, los humedales sirven como sumideros de carbono al capturar cerca del 40 % de los gases de efecto invernadero generados en el planeta; por lo tanto, su destrucción, afectaría el proceso de captación de dichos contaminantes que viajarían libres por la atmosfera, reteniendo el calor (con implicaciones en el calentamiento global y en el incremento de las temperaturas), hasta afectar el sistema climático y las relaciones entre las personas y los ecosistemas.

Otros aportes en el ámbito de la mitigación y la gestión de riesgos están asociados a la estabilización de costas y la regulación de la cantidad y calidad del agua; son la primera barrera de defensa contra la acción de huracanes y tormentas severas, disminuyen el impacto por fuertes vientos y suministran recursos para el consumo.



Foto: Luis Fernando López / Transiciones socioecológicas hacia la sostenibilidad

En Colombia, de las 30 millones de hectáreas (ha) que se identificaron en un comienzo, el 24 % de las zonas con características de humedal, o evidencias de haber sido humedal en el pasado reciente, fueron transformadas.



En tiempos de cambio climático, el privilegio de Colombia como país de agua, debería considerarse un factor fundamental de adaptación y defensa para el bienestar humano a largo plazo y, por tanto, de interés superior al definir políticas de desarrollo compatibles con la conservación de los ecosistemas y la resiliencia frente a impactos climáticos.

Acerca del tema, la publicación del Instituto Humboldt Transiciones socioecológicas hacia la sostenibilidad, en el apartado Persistencia de territorios anfibios, ofrece un análisis al detalle del estado y tendencias de estos ecosistemas estratégicos, y destaca la oportunidad que tiene el país en cuanto a los humedales y el cambio climático en su tránsito hacia el equilibrio económico, ambiental y social.




Foto: Luis Fernando López / Transiciones socioecológicas hacia la sostenibilidad

De 1122 municipios que tiene el país, 1100 tienen humedales; 30 de estos registran más del 70 % de su territorio cubierto de humedal.



El Instituto Humboldt sugiere un reconocimiento de la extensa superficie de humedales del país como una ventaja comparativa instalada para la adaptación al cambio climático, basada en los ecosistemas y en las comunidades, y como sumideros de carbono que contribuyen, en simultánea, a la mitigación.

Asimismo, menciona que deben identificarse aquellas áreas transformadas que podrían ser restauradas o recuperadas para mejorar la capacidad de control de inundaciones frente a los eventos extremos del clima y los impactos del cambio climático, conformando así territorios anfibios seguros.

Finalmente, hace un llamado a considerar a todos los humedales del país como estratégicos y, por lo tanto, merecedores de una gestión sostenible, dada la tendencia a concentrar la atención solo en aquellos catalogados de importancia internacional, declarados bajo la Convención Ramsar.
Desde esta perspectiva, Colombia sigue en mora de generar conocimiento acerca de los efectos inminentes que trae consigo el cambio climático, a su vez, de potenciar soluciones innovadoras desde la naturaleza, que los humedales como ecosistemas estratégicos pueden aportar para la adaptación y la mitigación.
En la conmemoración de los humedales del mundo, su contribución al bienestar humano y a contrarrestar los efectos del cambio climático, el Instituto Humboldt invita al Estado y a la sociedad colombiana a promover una gestión de conocimiento en los territorios del agua y las formas de vida de los pobladores en los suelos anfibios, y al reconocimiento de su riqueza cultural y del valor espiritual como base de la gestión y de la gobernanza en un ámbito de conservación.



Información consultada para la elaboración de este artículo:
- Transiciones socioecológicas hacia la sostenibilidad, capítulo 2: Persistencia de territorios anfibios
- Humedales y cambio climático (Ramsar)
- Colombia anfibia, volumen 1
- Humedales ante el cambio climático
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Aves y anfibios al límite si temperatura en Colombia aumenta 5 grados centígrados

Bio

 

Según la Tercera Comunicación Nacional de Cambio Climático, entregada por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la temperatura de Colombia será 2.4 grados centígrados más alta por factores relacionados con el uso del suelo, sectores manufactureros y de transporte, deforestación, entre otros.

En datos incluídos en el reciente informe, Estado y Tendencias de la Biodiversidad Continental de Colombia, el Instituto Humboldt analiza factores de transformación y pérdida de diversidad biológica, entre ellos los efectos que el aumento de 5 grados centígrados en la temperatura del país, por causa del cambio climático, tendría en hábitats de cinco especies de aves colombianas.

La afectación directa de zonas se traduce en la desaparición de hábitats ideales para una variedad de especies, las cuales están adaptadas a estos espacios. Es decir, que las condiciones óptimas de temperatura y lluvia a las que está acostumbrada la fauna y flora silvestres podrían cambiar.

De esta manera, el resultado del aumento en la temperatura podría ocasionar, por ejemplo, que una especie esté obligada a desplazarse hacia zonas más frías para encontrar las condiciones apropiadas que garanticen su supervivencia.

En un país tropical como Colombia, los climas con temperaturas bajas se encuentran montaña arriba; así pues, las especies realizarían movimientos altitudinales para llegar a zonas en las cuales sobrevivir.

Por el contrario, y dado que no todas las especies pueden adaptarse al cambio climático, muchas serían incapaces de realizar o finalizar tales desplazamientos al toparse con áreas inhóspitas, como centros urbanos o zonas agrícolas, e incluso al no hallar lugares adecuados a los cuales acudir, lo que ocasionaría su inminente extinción.

Se estima, por ejemplo, que de 46 especies de anfibios estudiados, 21 quedarían atrapadas en zonas de bajo relieve que actuarían como islas o trampas térmicas y rodeadas de temperaturas inapropiadas; 13 de ellas se encontrarían con espacios urbanos o agrícolas donde les sería imposible sobrevivir.

Para las aves, un aumento de 5ºC en la temperatura causaría la extinción de cinco especies cuyos hábitats se localizan en la serranía del Darién, Perijá y Chiribiquete, áreas apreciadas por avistadores debido a su diversidad y riqueza.

Las especies con riesgo de extinción serían el arañero del Pirré (Basileuterus ignotus), el chamicero de Perijá (Asthenes perijana), la perdiz Tacarcuna (Odontophorus dialeucos), la esmeralda del Chiribiquete (Chlorostilbon olivaresi) y la tángara de nuca verde (Tangara fucosa).

El cambio climático es parte de este nuevo reporte sobre el estado y tendencias de la biodiversidad colombiana dada su importancia crítica en el manejo de los recursos naturales, los riesgos que supone para la supervivencia de la diversidad biológica, el incremento en los niveles del mar, la aceleración en la desertificación, el derretimiento de los nevados y glaciares, la reducción de la producción agrícola, entre otros.

Desde el Humboldt se desarrollan iniciativas que responden a las necesidades nacionales, regionales y locales para adaptarse y mitigar los efectos relacionados con el cambio climático, favoreciendo una gestión territorial planificada que incluya conocimientos indígenas y locales.

Más información de cambio climático en Bio 2016, disponible ahora para consulta en línea.

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¡Naturalista de pura cepa!

Cuando uno siente pasión por algo está manifestando una emoción muy intensa, un apego fuerte y duradero. En el caso de Andrés, quién lleva más de cuarenta años persiguiendo salamandras, serpientes y ranas, la pasión que siente por estos animales ha sido tan duradera como su vida misma. Este investigador, que trabaja como curador de la colección biológica de herpetología del Instituto Humboldt, tiene como centro de operaciones el Claustro de San Agustín, nuestra sede en Villa de Leyva (Boyacá).

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Estos niños, maravillados ante la explicación que Andrés Rymel Acosta realiza sobre el animal que tiene en sus manos, observan atentamente el trabajo que nuestro investigador realiza en campo. El lugar escogido, La Cocha (Nariño). Fotografía: Federico Pardo.
 

Las colecciones biológicas almacenan animales, plantas y otros organismos con el objetivo de que estudiantes e investigadores puedan acceder fácilmente a especímenes colectados en diferentes lugares y tiempos. Andrés tiene la fortuna de seguirse maravillando día tras día con la riqueza natural de nuestro territorio, ya que al ser el curador de la colección de herpetología, es el encargado de recibir, catalogar, organizar y mantener en buen estado a los reptiles y anfibios que entran a hacer parte de la colección de la cual es responsable. Este herpetólogo, que tiene información de primera mano sobre la biodiversidad colombiana, puede afirmar con seguridad que todavía se están encontrando nuevas especies de anfibios y reptiles y tiene la firme convicción de que aún falta conocer más de la mitad.

Pero, ¿dónde nació esa pasión que lo caracteriza? Desde los cuatro años, en el barrio Niza-Córdoba de Bogotá, Andrés cogía ranas de las charcas del vecindario y se las llevaba para la alberca de su casa. A partir de la observación y el contacto con anfibios, Andrés siguió interesándose y conociendo más con estas experiencias; pero a sus 15 años se enfrentó a una situación que marcaría su vida pues compró una Pipa, una rana amazónica que resultó estar fecundada, y que terminó dando a luz a 200 crías con las que tuvo que lidiar. Después de esta época fue natural estudiar biología y comenzar a viajar para explorar la biodiversidad. En las salidas de campo, empezó a darse cuenta que muchos anfibios y reptiles no estaban documentados, por lo que participó en la creación de las primeras listas nacionales de ranas, donde se hicieron los registros formales iniciales de las especies que habitan Colombia. Para él esta tarea es fundamental, ya que “saber qué tenemos es importantísimo para saber cómo lo manejamos”.

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Andrés examina un especimen de la rana Leptodactylus colombiensis encontrada durante la expedición. Este hallazgo representa el primer registro de esta especie para la región. Fotografía: Felipe Villegas.
 

Conocer la biodiversidad de un país no puede estar separado de ser un profundo conocedor de sus lugares. Y es que en este sentido Andrés es afortunado puesto que ha logrado recorrer desde la Guajira hasta el Amazonas y desde el Pacífico hasta la Orinoquía. Definitivamente este herpetólogo es un viajero aventurado y confía en que “este es el mejor momento para hacer investigación en biodiversidad en Colombia”, ya que con el acuerdo de paz se va a poder ingresar, estudiar y caracterizar muchas zonas que han estado vetadas por el conflicto, como el Cerro Tacarcuna en el Darién, la Serranía del Baudó en el Pacífico o los Tepuyes en Guainía.

Mientras este momento se hace realidad, Andrés nos invita a experimentar otros lugares mágicos. Con entusiasmo comenta que toma su bicicleta, otra compañera indispensable en su cotidianidad, y visita bosques de niebla y páramos, algunos de sus ecosistemas favoritos. Levantando las rocas que encuentra a su paso, Andrés se divierte cogiendo ranas que ya conoce y algunas otras que no ha visto antes. “Agarrar ranas y sapos es un trabajo sucio, pero un trabajo que te genera muchos beneficios mentales”. Entre esos beneficios está el de ser considerado como uno de los mayores eruditos en ranas que hay en Colombia. Por eso, uniendo su gran conocimiento y su gusto por estar en el campo, ha encontrado y descrito 10 especies de ranas nuevas para la ciencia, un hecho que no sólo lo enorgullece sino que fortalece su Conexión Vital al estar construyendo conocimiento.

Y aunque quisiera pasar todo el tiempo buscando reptiles y anfibios en su hábitat natural, sabe que lo necesitamos para que los vigile desde las colecciones biológicas del Instituto. Además, en casa siempre lo esperan sus gatos Kimi y Susú, otra de sus viejas y grandes pasiones.

 

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En estas imágenes podemos observar a nuestro herpetólogo en acción en una de las tantas salidas de campo lideradas por el Instituto. Fotografías: Felipe Villegas.

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