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EDITORIAL



Ordenamiento del territorio, agua y biodiversidad
16 de marzo – 2023


Si consideramos que agua no es sólo el recurso hídrico, es decir el agua que usamos, sino que es un elemento base de la vida, el ordenamiento del territorio a su alrededor debe incluir necesariamente una dimensión social y ecológica, donde la biodiversidad es pieza clave para su adecuada gestión.

Organizar la actividad humana frente al ciclo hídrico supone establecer límites donde es necesario –las áreas de conservación- y construir equilibrios frente a la acción humana en el territorio. No son sólo limites frente a los ecosistemas naturales, entendidos como áreas primordialmente silvestres o con una baja huella humana, sino que dicho equilibrio es una dimensión ecológica fundamental en todo el territorio.

No se trata sólo de la protección de los páramos separados del resto del territorio por la línea artificial de la delimitación. O superar la visión sobre los humedales que los define únicamente donde han sido declarados jurídicamente.

Se trata de reconocer la integralidad de los cursos y cuerpos hídricos con su vida y dinámica propias y poner especial atención a lo que no se ve a simple vista, pero que es el resultado mismo de las dinámicas ecológicas del territorio: los flujos, con ríos, aguas superficiales, subterráneas, acuíferos y sitios de recarga. Ordenar el territorio alrededor del agua implica gestionar los ecosistemas acuáticos en sus dinámicas funcionales y conexiones anfibias que entrelazan el agua y la tierra, la cultura y la biodiversidad.

El reto mayor es recuperar la armonía en torno al uso del suelo y el ciclo hídrico en los territorios. Territorios dinámicos que se conectan a través del agua y que superan los límites definidos por los cambios en la vegetación y toda su biota asociada.

Como buena parte de estos territorios están habitados, se debe aplicar un enfoque socio-ecológico que dé prioridad al mantenimiento de lo silvestre y a construir equilibrio entre el agua, como una función de la naturaleza, y las actividades humanas.

Ordenar el territorio alrededor del agua puede hacerse de varias formas, pero siempre considerando la biodiversidad como objetivo específico e indicador tanto en territorios silvestres como habitados que sostienen el ciclo hídrico. Este importante objetivo de la política actual agua–territorio es, en sí mismo, uno de gestión de la biodiversidad.

Y en este sentido, hay una función central para el Instituto Humboldt con la gestión de su conocimiento y su incorporación efectiva en la construcción del país anfibio que somos.

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